Un joven pobre recibe una olla mágica de un anciano. La olla se llena de comida cuando dice "Cuece, ollita, cuece" y se detiene cuando dice "Basta, ollita, basta", resolviendo así sus problemas de hambre. Más tarde, un vecino envidioso roba la olla y la usa para pedir chocolate, pero la olla no para de hacer chocolate e inunda el pueblo hasta que el joven la detiene. Como castigo, el hombre envidioso debe limpiar todo el chocolate.