Jaime compró una televisión barata para su casa. Cuando la instaló, escuchó voces que salían de la televisión. Asustado, huyó de su casa y fue a la playa para calmarse. Más tarde regresó y descubrió que la televisión podía hablar y le contó que iban a desecharla, por lo que le salvó la vida. El hombre finalmente entendió que la televisión tenía vida propia.