Después de un año de arduo trabajo, el autor disfrutó de unas merecidas vacaciones visitando familiares enfermos en Quito y pasando tiempo con amigos y familia en Ambato, donde organizaron comidas. Los fines de semana, jugó a su deporte favorito, el fútbol, y así pasaron los días rápidamente hasta que llegó el momento de regresar a la escuela militar.