La Inquisición utilizaba varios métodos de tortura para obtener confesiones, incluyendo la Doncella de Hierro, el Potro, tortura de agua, la Pera y la Sierra, que infligían un dolor intenso. Otras torturas eran la Cuna de Judas, las Zarpas de Gato y torturas adicionales si el tiempo para obtener una confesión era insuficiente. Aunque la Inquisición ya no existe, su legado de tortura aún perdura al aplicarse penas crueles como la muerte en la actualidad.