Los empleados encontraron un letrero que anunciaba el fallecimiento de la persona que impedía su progreso en la empresa y los invitaba a su velorio. Al acercarse al ataúd, cada uno encontró su propio reflejo en un espejo en el fondo, dándose cuenta de que el único responsable de limitar su crecimiento era él mismo. El mensaje final enfatiza que cada persona es la única responsable de su vida y el cambio comienza desde adentro.