Las nuevas tecnologías como los ordenadores y el software no pueden reemplazar a los maestros en la educación de los niños, ya que los maestros pueden sonreír y compartir el llanto con los estudiantes, mientras que la tecnología no puede proporcionar ese apoyo emocional. Las herramientas tecnológicas solo deberían usarse para ayudar a los maestros en la enseñanza, pero no para sustituirlos.