Un príncipe chino anunció que se casaría con la mujer que cultivara la flor más bella de las semillas que les daría a las pretendientes. Aunque una joven pobre no pudo hacer crecer una flor, regresó al cabo de seis meses para estar cerca del príncipe. Él la eligió como esposa al darse cuenta de que ella fue la única honesta al devolver el vaso vacío.