Ayn Rand sostenía que la verdadera libertad comienza con el individuo y su capacidad de decir "yo", y que para amar a los demás primero hay que amarse a sí mismo. Ella defendía el "egoísmo razonable", que implica pensar en uno mismo de vez en cuando para lograr el equilibrio personal, ser valiente al expresar los sentimientos propios sin miedo al juicio de los demás, y ser feliz sin dar explicaciones.