ProstitucióN Entre Adolescentes Un Nuevo FenóMeno Social
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2. Johann “ Tengo más de veinte compañeras de escuela y son muy pocas las que no cobran (…). No hay forma de ganar plata más rápida y cómoda. Yo no tengo tiempo de trabajar y cualquier trabajo es una esclavitud por nada. No aspiro a ser la empleada del mes en la hamburguesería porque terminás con las piernas rotas (…). Entre nosotras y los clientes terminamos re-amigos al final. Hablamos mucho (…). Además, no te piden fidelidad, no te preguntan qué hiciste ayer, te hacen el amor muy bien, a veces traen regalos geniales y, encima, pagan. ¡Qué más se puede pedir! (…) Mis amigas no se quieren casar, yo no me quiero casar, los tipos que conozco huyen de la palabra casamiento y se cagan de risa del amor”. Johanna, 16 años, vive en Mataderos. Su padre la abandonó a ella y a su madre cuando Johanna tenía un año. Su primera relación sexual fue a los doce años, en manos de un padrino pedófilo que luego le propuso “gatear”. Martina “ Muchas veces (los jóvenes clientes) me cuentan que les robaron güita a sus viejos, que se fueron quedando con vueltos, que no le pagaron al profesor de inglés o al de tenis y que la van piloteando para juntar guita para un pete o mucha franela. ¿Cómo me lo piden? Me mandan un mensajito de texto y me dicen que tienen lo que yo quiero, que cuando vayamos al gimnasio me vaya al fondo. Los demás nos hacen el aguante (…). Muchas veces, cuando en casa no hay nadie, yo les aviso y vienen (…). Por supuesto que cuando viene más de uno pagan todos, el que quiere y los que miran. Si los tres quieren, nos vamos al baño de servicio y los otros se quedan simulando que estudian, por si alguien entra”. Martina, 15 años, hija de padres economistas. No se considera prostituta porque mantiene su virginidad. “Gracias” a estos intercambios, se compró un MP3, zapatillas, una laptop de última generación y todo lo que, dice, sus padres ya no le compran desde que se separaron.