El documento argumenta que la edad cronológica de una persona no es lo más importante, sino cómo se siente esa persona. Afirma que ahora tiene la edad suficiente para expresarse libremente sin miedo al fracaso, reconocer errores del pasado y perseguir sus sueños e ilusiones. Concluye diciendo que lo realmente significativo es la edad que uno siente interiormente y no una cifra, y que ha aprendido a valorar lo esencial y aceptar sólo lo positivo.