1. REFLEXION
Pertenezco a un país en donde la viveza es la moneda nacional; un país en donde
hacerse rico de la noche a la mañana es una virtud más apreciada que formar una
familia a largo plazo, basada en los valores y el respeto a los demás; en donde los
periódicos jamás se podrán vender como en otros países, es decir, en máquinas a las que
les pones una moneda y puedes tomar uno y dejar los demás en donde están; en donde
las empresas privadas y las oficinas públicas son papelerías “particulares”.
Pertenezco a un país en donde los empleados deshonestos se llevan los útiles de oficina
y todo lo que les haga falta a sus hijos en casa para hacer las tareas de la escuela;
en donde la gente se siente triunfante si logra conectarse ilegalmente a la señal de
cable, “puentear” la electricidad o pegarse de la tubería de agua ajena; en donde
llevo mi perro al patio de los demás y, simplemente, sigo mi camino; en donde la gente
inventa cualquier cosa para pagar los impuestos que les dé la gana o, simplemente, no
pagarlos; en donde la impunidad es un hábito, en donde no hay interés por la ecología ni
por el reciclaje ni por sembrar árboles ni plantas; en donde las personas tiran la
basura en las calles y luego culpan al Gobierno de las inundaciones y por no recoger
la basura; en donde la gasolina está cara y “no voy”; en donde no existe cultura por la
lectura, no hay conciencia ni memoria de la política, no hay interés por el orden de la
economía personal.
El nuestro es un país en donde nuestros diputados y médicos, trabajan pocos días al año
y cobran todos los demás; en donde las licencias de conducir y los certificados médicos
se obtienen por un “agradecimiento”; en donde es mejor ver la televisión, que consolar a
un hijo que llora por tu atención; en donde puede subirse a un bus una persona mayor o
una mujer embarazada y el que está sentado en las sillas azules se hace el dormido;
en donde el muchacho deserta de su colegio y los directivos no se preocupan por ir a
buscar a ese estudiante; en donde es más fácil que aparezca un rapero en el gimnasio,
a que les den una charla de cómo portar correctamente su uniforme escolar; en donde
se critican los altos índices de violencia, pero no se dejan de pasar programas
repletos de balas.
Vivimos en un país en donde el derecho de paso es para el carro no para el peatón que,
también, se avienta por debajo de los puentes; un país en donde la gente está llena de
faltas, pero disfruta criticando a cualquier persona por cualquier motivo; en donde es
mejor comprar una película pirata y luego pegarle a mi hijo, porque se copió en la
escuela.
Estoy en lo correcto, aunque no le pague la pensión alimenticia a mis hijos o le cocine
de mala gana a mi familia o engañe a mis clientes con falsas promesas que no cumpliré,
soy un tremendo jefe; aunque no le pague las horas extras a mis empleados ni les dé
los recursos necesarios para que desarrollen sus funciones. En nuestro país los hijos
gobiernan a sus padres, el ciudadano se preocupa más por carnavalear, que por hacer
comedores infantiles, y todos se han olvidado de orar en familia.
Después de escribir esto, francamente, estoy pensando en buscar al responsable, no
para castigarlo, sino para exigirle que mejore su comportamiento. He decidido buscar
al responsable de que MEXICO esté así y estoy seguro de que lo voy a encontrar, cuando
llegue a casa y me mire al espejo...