1. LOS CRISTIANOS PERSEGUIDOS
Los mártires del siglo XX son personas de la
misma fibra espiritual que los de los primeros
siglos y los de todas las épocas. Son cristianos
que, llegada la hora de la verdad, prefirieron
morir a traicionar su fe. En el año 259, al
obispo de Tarragona, fructuoso, y a sus
diáconos Augurio y Eulogio, el gobernador
romano les pedía que quemaran incienso en
honor del Emperador, reconociendo así su
divinidad. No lo hicieron, y fueron quemados
vivos ellos en el anfiteatro de la ciudad. En
1936, al joven sacerdote menorquín, Juan
Huget, de 23 años, el militar llegado a su
pueblo de Ferreríes le exigió que, si no quería
morir, escupiera el crucifijo que llevaba en la
sotana que le acaban de arrancar. No lo hizo y
fue asesinado a sangre fría, de un tiro en la
cabeza.