La revolución industrial transformó la agricultura, la minería, las manufacturas y las condiciones socioeconómicas en Gran Bretaña durante los siglos XVIII y XIX a través de la maquinización de la producción industrial y el desarrollo de nuevas tecnologías como la máquina de vapor. Esto permitió la producción masiva, la capitalización de la economía y la estratificación social. Aunque mejoró la eficiencia, también explotó a los trabajadores y llevó a protestas por las desventajas frente al trabajo manual.
1. La revolución industrial
La revolución industrial nace de la modernización de la agricultura, la minería, las
manufacturas y el efecto directo que produjo en las condiciones socioeconómicas y culturas en el
Reino Unido durante el siglo XVIII y XIX. La industria basada en la labor manual fue substituida por
las máquinas lo que trajo mayor eficiencia en la producción y la evolución del proceso económico.
La expansión de la producción permitió que otras industrias, además de la agricultura, puedan
evolucionar. Es así como la industria del algodón se desarrolló. El mercantilismo del siglo XVII sirvió
para impulsar estas industrias y crear mercados financieros, permitiendo con ello la intensificación
del comercio exterior. En el caso de Gran Bretaña, su revolución industrial fue financiada, en parte,
por la industria india, donde, por consecuencia, no se pudo dar este desarrollo. La producción en
masa da paso a la capitalización de la economía, la visión cultural del mercado local y una
aceleración de la estratificación social. Impulsados por el naciente sistema de patentes, los
científicos desarrollan los inventos que servirían para nutrir a las industrias.
La transferencia del conocimiento impulsado por las propias industrias llevó al
perfeccionamiento y la capacitación de los trabajadores y técnicos. Es desarrollo de logias
filosóficas enfocadas en las ciencias, buscaban innovaciones para la fabricación. Los ilustrados y
sus tratados sirvieron para la tecnificación de los procesos. Dentro de la industria textil, el telar
manual fue cambiado por uno mecanizado. Para poder responder a la naciente necesidad de
nuevos sistemas de combustibles, la industria del carbón y, por lo tanto, su extracción se masificó
y modernizó. James Watt, en 1778, inventa la máquina a vapor, lo que permite la evolución del
transporte y, con ello, los medios de transporte, los canales, las vías y el ferrocarril.
El desarrollo de la industria afecto la demografía de los países. La migración hacia las
ciudades en busca de trabajo, el crecimiento las industrias, la vivienda y las condiciones de trabajo
se vieron afectadas. Las relaciones comerciales entre los países más se vieron afectada por los
avances que se producían en las industrias locales. Las condiciones de trabajo cambiaron
significativamente. La mayor parte de industriales explotaban a sus trabajadores. Los ludistas
aparecieron como una reacción a la masificación de la producción y las desventajas que esto
presentaba frente al trabajo manual. Hubo las primeras manifestaciones, las primeras protestas y
los primeros paros de trabajadores. Los niños sirvieron como mano de obra barata, y su
explotación fue eventualmente regulada por los gobiernos. Con la revolución industrial nacen
también los derechos de los niños, así como ciertos derechos de los trabajadores. El análisis de
estos factores permitió el impulso de nuevas visiones sociales y económicas. Por su parte Adam
Smith desarrolla su teoría y eventualmente Carlos Marx escribiría la suya. Un proceso parecido se
vivió en 1970, cuando se comenzaron a aplicar los sistemas de control calidad y sistemas de
control interno en las industrias y se explotó en mayor medida el mercado internacional.
Bibliografía
Smelser, Neil. Social changes in the industrial revolution. T&E, Oxford, 1959
2. Ashton, Thomas S. (1948), online edition The Industrial Revolution (1760-1830), Oxford University
Press,