2. Lo llaman «sexting» y es el fenómeno de fotografiarse en actitud
provocativa para enviar las imágenes a alguien de confianza. Desde hace
varios años, este hecho se va extendiendo entre los jóvenes gracias a las
redes sociales y a aplicaciones de mensajería efímera tipo Snapchat, que
prometen que un mensaje se autodestruye pasado un cierto tiempo, lo que
ofrece una garantía de mandar imágenes subidas de tono de forma
privada.
Y es que, con la popularización de las nuevas tecnologías, el uso del
«sexting» -contracción de sex y texting- centre los adolescentes se expande
cada vez más.
3. La protección de la información digital es complicada; una imagen
puede dar mucha información; o puede producirse sextorsión si cae en
manos de un chantajista. Son tres de los diez consejos que Igualdades y
Xuventude recogen en un decálogo con el que pretenden que los
jóvenes gallegos tomen conciencia del peligro que supone difundir fotos
y vídeos por las redes sociales, el conocido como «sexting».
Las redes están presenten en la vida de los adolescentes, y de hecho
casi el 30 % de los niños de 10 años tiene móvil, una cifra que sube al 83 %
a los 14 años. A lo largo de este año más de 200 personas fueron
detenidas por delitos sexuales o de acoso en España, y las mujeres son
las principales víctimas
4. La práctica del sexting implica diversos riesgos de carácter
psicológico, legal e incluso de la integridad física de los
participantes. Muchos de sus practicantes son menores de edad y
no son conscientes de ellos: es el deber de padres, madres y
educadores advertirlos. Un/a menor que se fotografía en
actitudes sexuales puede sugerir una precocidad sexual a ciertas
personas a las cuales les llegue la fotografía o vídeo, y provocar
el deseo de un encuentro lo que implica un posible abuso o
corrupción del/a menor o exponerles a un chantaje de tipo
sexual relacionado con el denominado groo Ming
5. El llamado 'sexting' -termino creado a través de las palabras inglesas
sex y texting (sexo y envío de textos)- consiste en la difusión o
publicación de fotos o vídeos de tipo sexual, producidos por el propio
remitente, utilizando para ello el teléfono móvil u otro dispositivo
tecnológico. Normalmente estos contenidos se crean para enviarlos
como regalo a la pareja o como una herramienta de flirteo, con lo que el
autor es el responsable del primer paso en su difusión.
A partir de ahí, la foto o el vídeo pueden entrar en una cadena de
reenvíos que hace que puedan ser conocidos de forma masiva y acabar
en la red, una situación que escapa al control del protagonista