Rosa era una mujer de 87 años que decidió estudiar en la universidad. A pesar de su edad avanzada, hizo amigos fácilmente entre los estudiantes y profesores por su actitud positiva y su deseo de aprender. En su discurso de graduación, Rosa animó a los demás a seguir soñando, reír cada día, y aprovechar cada oportunidad para crecer personalmente. Ella demostró que nunca es demasiado tarde para perseguir los sueños y que envejecer es inevitable pero crecer es una elección.