2. Un tipo fue a visitar a su amigo y
vecino, japonés que había sido
víctima de un grave accidente
automovilístico, en la Unidad de
Terapia Intensiva. Al llegar encontró
al nipón todo entubado. Un tubo por
aquí, un tubo por allá… Cables por
todas partes.
3. Se quedó allí parado, en silencio,
al lado de la cama del amigo de ojitos
rasgados, que se hallaba sereno y
reposando con todas aquellas
mangueras conectadas a su frágil
cuerpo. De repente, en un momento
dado, el japonés despierta y con los
ojos casi fuera de órbita, grita:
6. Las últimas palabras del amigo
amarillo quedaron grabadas en la mente
de nuestro protagonista. En el funeral
del japonés, el individuo en cuestión se
aproximó a la madre y a la viuda y les
dijo abrazándolas:
7. ―Señora Fumiko y señora Shakita,
nuestro querido Fuyiro, segundos
antes de su fallecimiento, me dijo
estas palabras que no consigo
olvidar:
10. La madre de Fuyiro se desmayó
casi al instante, y la viuda miró
asustada al vecino.
El tipo insiste:
―¿Qué quieren decir esas palabras,
señora Shakita.