Este pasaje bíblico del Salmo 24 describe a Dios como el dueño de la tierra y todo lo que hay en ella. Luego hace tres preguntas: ¿Quién podrá subir al monte de Jehová?, ¿Quién podrá estar en su lugar santo? Solo aquellos que tengan las manos limpias y el corazón puro, que no juren en vano ni se eleven a cosas vanas.