Una anciana arrojaba semillas de flores por la ventana del autobús en que viajaba todos los días, a pesar de que sabía que muchas se perderían. Su objetivo era embellecer el paisaje a lo largo de la ruta con flores. Aunque murió antes de ver las flores crecer, sus semillas germinaron y florecieron, deleitando a los pasajeros del autobús, especialmente a una niña, con su belleza. Esto inspiró a un hombre a continuar la labor de la anciana y sembrar semillas él mismo.