La obsolescencia programada se utilizó en los años 50 para seducir a los consumidores a comprar productos nuevos antes de que fueran necesarios, creando el deseo de poseer cosas más nuevas e innovadoras. La obsolescencia en la sociedad actual mantiene insatisfechos a los consumidores con los productos actuales y los obliga a comprar nuevos productos, sosteniendo así la sociedad de consumo.