El Museo Dalí en Figueres, España fue construido en 1974 sobre los restos de un antiguo teatro y contiene la colección más completa de obras del pintor y escultor Salvador Dalí. El museo ofrece una mirada al universo de Dalí a través de sus pinturas, esculturas y objetos personales que muestran su admiración por maestros como Velázquez y su obsesión con símbolos como Gala, su musa, y las muletas. La estructura del museo en sí también refleja la personalidad excént
2. • El Museo Dalí, inaugurado en 1974, fue construido sobre
los restos del antiguo teatro de Figueres y contiene el
más amplio abanico de obras que describen la
trayectoria artística de Salvador Dalí (1904-1989).
• Pese a las intrigas de sus enemigos y detractores, Dalí
acabó amasando una gran fortuna, a la vez que realizó
uno de sus sueños: La construcción del Museo-Teatro,
monumental máquina de recaudar dinero gracias a la
cual su ciudad natal se rindió a sus pies para siempre.
4. • Paseando por el museo, uno puede hacerse una
idea bastante aproximada del universo del Dalí
pintor, escultor y megalómano, y contemplar sus
iconos más personales. Comenzando por la
siempre presente y adorada Gala, a quien
veneró casi de forma mística y en cuya relación
muchos quisieron ver un simple contrato
profesional. Cuesta mucho aceptar esa opinión
viendo la omnipresencia de su musa en casi
todas las obras expuestas, su infantil
dependencia de Gala. En numerosos cuadros,
Dalí firmaba como Gala-Dalí.
5.
6. • Uno de los elementos más visibles del museo es la
estructura reticular transparente en forma de cúpula
geodésica que corona el edificio, una idea de Salvador
Dalí que realizó el arquitecto murciano Emilio Pérez
Piñero (1935-1972). La cúpula se ha convertido en
todo un símbolo para la ciudad de Figueres.
7. • Otra de las facetas del versátil Dalí que
podemos contemplar en el museo es su
admiración y reconocimiento a los maestros
clásicos, especialmente a Velázquez. Y, cómo
no, las muletas, símbolo de su impotencia, nos
salen al paso en todos los rincones del teatro,
siendo su representación expuesta más
conocida, la del “Autorretrato blando con bacón
frito”.
8. • El techo del “Palacio del viento”, así como la
instalación del “Rostro de Mae West utilizado
como apartamento” nos permiten intuir al Dalí
vanidoso y excéntrico. Aquí y allá nos asaltan
elefantes de piernas flacas e infinitas, y todo el
Museo, en sí, es una gigantesca obra de arte,
tan recargada y barroca como el propio genio
desorbitado, rebosando en su fachada los
excrementos que tanto le obsesionaban, los
huevos, los rinocerontes, las estatuas sin
entrañas y las ruedas de tractor acopladas
como soportes de sus paranoico-críticas
creaciones escultóricas.
9.
10. • Especial comentario merece la
exposición de sus joyas,
excesivas, como toda su
personalidad pública, pero
hermosas y originalísimas,
brillantes en su creación y con
tiernos detalles como el corazón-
joya palpitante; la joya soñada
por un amante que ha perdido la
mesura de la razón. Es un
museo que merece la pena
visitar sin prisa.