El documento habla sobre algunas personas que tuvieron dificultades para entrar por la barra de la bahía de Santander el 18 de abril de 2012 debido al mal tiempo. Otras personas no estaban acostumbradas y tuvieron que limpiar incluso los techos. El cuento termina diciendo que aunque no comieron perdices y no tenían apetito, todos lograron llegar a salvo a pesar de estar mareados.