Hay que disfrutar de los momentos agradables sin excesiva prisa, prolongando el placer, respirando hondo, y agradeciendo. No por mucho madrugar amanece más temprano. Siempre hay que darse el tiempo para pensar, y para disfrutar. Y en muchos casos se disfruta, cuando en el entorno otros también están disfrutando. El consejo de esta historia es, no vivas la vida con excesiva rapidez.