El Señor le pide al zapatero que repare sus sandalias rotas. A cambio, Dios le ofrece grandes cantidades de dinero pero pidiendo a cambio partes de su cuerpo, como sus piernas, brazos u ojos. El zapatero rechaza las ofertas porque el dinero no tendría valor si no puede usar su cuerpo para disfrutarlo. Dios sonríe y le dice que es rico porque tiene salud, no necesitando tanto dinero.