El documento describe una tarde en el parque de Monfragüe en la que el autor tuvo varios encuentros con la vida silvestre mientras comía un bocadillo. Primero se encontró con un zorro que intentó robarle parte del bocadillo, luego descubrió un ciervo durmiendo la siesta cerca, y finalmente se topó con unas perdices o codornices en el camino de regreso a casa.