1) Tres personas - Marcus, Jadel y una Exo - persiguen a su capitán en un planeta después de que este mintiera sobre el propósito de su expedición, que era encontrar una estatua que encierra a un poderoso monstruo llamado Phogoth.
2) Al encontrar la estatua, el capitán intenta liberar a Phogoth para dominar el universo, pero los tres intentan detenerlo.
3) Llegan demasiado tarde y el capitán, bajo la influencia de la estatua, mata a Marcus antes de que pueda complet
1. ALEJANDRO DOMÍNGUEZ ROCHA
LA ESTATUA NEGRA
CONCURSO DE RELATOS (BIBLIOTECA)
1º TRIMESTRE (Octubre/Diciembre 2014
“LAS FLORES DEL MAL”
)
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Sistema Polaris; Planeta Xardonis. Atmósfera: altos niveles de CO2,
tóxica para la vida humana. Año 8735 del Nuevo Profeta.
Como fugaces centellas, tres figuras se desplazan a toda velocidad con
sus turbodeslizadores a través de la espesa jungla de biometal, compuesta por
barreras naturales de acero vivo, lo cual sería considerado un suicidio, si no
fuera por que el no hacerlo acarrearía algo mucho peor.
Si nos fijamos un poco, podemos observar una confusa masa metamorfa
que parece perseguir a los deslizadores. Y si observamos aún mejor, podemos
contemplar que la masa está compuesta por miles y miles de seres
humanoides, cuyo número es comparable a su determinación sanguinaria,
arrastrándose por los estrechos corredores libres entre los impenetrables
árboles de metal.
-¡Vamos, vamos, vamos! ¡Nos están alcanzando!
-¡¿Es que estos malditos deslizadores no pueden ir más rápido?!
-¡Están a máxima potencia, si los forzamos más nos arriesgamos a un
fallo del motor!
-¡Mierdamierdamierda! ¡Esto no estaba previsto! ¡Todo es culpa tuya! Tú
y tu maldita avaricia; ¿no podías haberlo dejado en su sitio?
-¡Tú hubieras hecho lo mismo! ¡Además, sólo con eso ya tendríamos
suficiente para pagar toda la expedición!
-¡Callaos de una vez! ¡Ahora debemos centrarnos en llegar a la
lanzadera! ¡Ya hablaremos de esto más tarde!
Mientras hablaban, la aglomeración de engendros que les perseguía
estaba cada vez más cerca, prácticamente al alcance de la mano. Entonces, a
lo lejos, al final de un pequeño claro, se veía un enorme precipicio de cientos
de metros de profundidad y de anchura hacia el cual las tres figuras se
abalanzaban a toda velocidad. Sin embargo, en vez de detenerse, continuaron
directos hacia el barranco, promesa de una muerte segura, si no fuese porque
justo antes de que llegaran a él, una pequeña lanzadera emergió del abismo y
recogió a los misteriosos perseguidos segundos antes de ser engullidos por el
enjambre.
-¡Eso ha estado demasiado cerca, Jadel! –dijo una de las figuras, a la vez
que se retiraba el casco protector y dejaba al descubierto un rostro de
facciones duras y curtidas, pelo corto y moreno al más puro estilo militar, y una
estrecha cicatriz que la atravesaba la mitad izquierda de la cara, recuerdo de
sus más feroces enemigos.
-¡No sabía que pasaría esto, Marcus! –exclamó el segundo personaje, un
ser humanoide esbelto, de facciones enjutas y tez azulada, el cual estaba
asegurando los deslizadores-. Además, por si no lo recuerdas, los robots
perforadores que hemos abandonado eran míos, así que no te quejes
tanto.
//Dejad ya de discutir como críos, porque ahora tenemos problemas más
serios// –esta era una voz femenina, aunque de su monotonía cibernética se
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podía deducir que la hablante era una Exo, una raza de robots vivientes de
origen desconocido y tecnología sumamente superior, de la cual la humanidad
se aprovechó para desarrollar la suya propia e impulsar el crecimiento de la
industria interespacial, uno de los pilares de la sociedad futura- //A ver cómo le
explicáis esto al capitán.//
Mientras tanto la lanzadera, abandonando la venenosa atmósfera del
planeta, se dirigía a un enorme crucero estelar, cuyo tamaño e imponencia sólo
eran comparables a las más punteras incorporaciones de la flota imperial. Una
compuerta se abrió en el costado de la nave, dejando al descubierto un hangar
en el que aterrizó la pequeña nave.
Cuando nuestros personajes descargaban la bodega, una elegante figura
se acercó a ellos; vestía un traje largo de color plata oscuro, al estilo de los
antiguos piratas, solo que con más clase. Esta afirmación se veía reforzada por
el hecho de que un parche biónico recubría su ojo derecho, proporcionándole
un aspecto curtido a su cara lampiña de cabellos rojizos. De su costado pendía
un sable de pulsos, prohibido en varios sistemas solares por su “excesiva
eficacia en acción”.
-Bueno, bueno, bueno, ¡qué tenemos aquí! –dijo el extravagante hombre
-¿Qué tal ha ido, muchachos?
-La cosa no han salido como esperábamos, capitán –dijo Marcus, mirando
acusadoramente a Jadel.
-Sólo hemos conseguido treinta kilos de material, -dijo Jadel cortando
rápidamente a Marcus- la colmena habitaba en ese lugar y hemos tenido
que huir a toda prisa, dejando atrás a mis cuatro robots perforadores.
-Vaya, malas noticias –dijo el capitán con una extraña expectación en la voz.
-¿No habéis encontrado nada más?
-Bueno, ahora que lo mencionas, -dijo Jadel sacándose una extraña figurilla
negra del bolsillo - he encontrado esto en un pedestal en una extraña
cámara del subsuelo. Apenas la he levantado y la colme… -no le dio
tiempo a acabar la frase cuando el capitán se abalanzó sobre él y le arrebató la
estatuilla.
-¡Sí! ¡Por fin! ¡Después de tantos años, al fin es mía! -exclamo
eufóricamente dando saltitos por el hangar.
- Pero capitán, -dijo Marcus ayudando a Jadel a ponerse en pie- esa cosa la
hemos encontrado accidentalmente al… Un momento… ¿No estarás
insinuando que toda la expedición era una farsa para hallar eso? -la
siniestra sonrisa del capitán exaltó a Marcus sobremanera- ¡Casi hemos
muerto intentando escapar de esos monstruos para conseguir esto!
¡Aaarrgh! -gritando como un poseso se abalanzó sobre el capitán, pero la Exo,
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que había estado observando atentamente la escena, se movió a la velocidad
del rayo interponiéndose entre ellos dos.
//Marcus, debo ordenarte que te calmes, seguro que hay una explicación
lógica a todo esto -al decir esto lanzó una mirada interrogadora al capitán.
Señor, creo que nos debe una explicación.//
- Ciertamente así es, mis amigos. Antes de nada debo disculparme por
haberos mentido, aunque yo confiaba plenamente en vuestras
capacidades, por lo que tenía la certeza de que no corríais peligro -Al
decir esto Marcus masculló algo poco amigable, aunque dejó que el capitán
continuara su relato.
-La estatuilla que habéis conseguido es nada menos que el receptáculo
de un ente sobrenatural, Phogoth el Indómito, una abominación a la cual
muchas culturas veneran como a su dios, ya que al parecer sus poderes
tienen la capacidad de destruir soles. Hace miles de años este ser
causaba estragos en los sistemas por los que pasaba, ya que se
dedicaba a devorar estrellas y mundos enteros para sofocar su sed
insaciable de energía. Una orden de sacerdotes, bajo el mando del
nuevo profeta, ideó este recipiente mediante sus rituales místicos. Le
encomendaron la tarea de atrapar a este monstruo a mi antepasado, el
gran maestro Rahool, el cual, mediante el ingenio y la astucia, consiguió
encarcelarlo en esta figura, y lo envió al planeta más peligroso y alejado
posible para que nadie nunca pudiese liberarlo por accidente, siendo
sólo posible hacerlo mediante unos conjuros que se han transmitido de
generación en generación, los cuales subyugarían la voluntad de
Phogoth, sometiéndolo a los designios de su liberador.
-Ahora, amigos míos, entendéis el porqué de esta mentira. ¿Alcanzáis
siquiera a comprender el poder que conseguiremos con esto?
¡Podremos doblegar el universo a nuestros pies, sin que nadie pueda
impedírnoslo! Seré el señor del cosmos, y vosotros, mis fieles
camaradas, tendréis un sitio de honor a mi lado.
Tras decir esto, un silencio espectral se cernió sobre el hangar, sólo
interrumpido por el susurro mecánico de los engranajes de la Exo.
-Estáis delirando, mi capitán -dijo Jadel, dando un paso al frente, siendo
automáticamente seguido por Marcus- Ese monstruo aparece en los libros
de historia como la mayor calamidad de todos los tiempos. Por su propia
seguridad, y la del universo mismo, le ruego que me entregue la efigie
para proceder a su destrucción inmediata.
-¡Vosotros sois los locos! -exclamó el capitán, retrocediendo como un animal
acorralado- ¡Podríais tenerlo todo! ¡Todo! ¿Y renunciáis a ello por vuestra
absurda e inútil moralidad infantil? ¡Pues vosotros os lo perdéis!
-mientras terminaba de decir esto echó a correr hacia la cápsula de escape del
hangar, y antes de que sus compañeros le alcanzasen, eyectó hacia el planeta.
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-¡Mierda, tenemos que seguirle! ¡No podemos permitir que realice el
ritual! ¡Debemos seguirle! -los tres se montaron en la lanzadera en la que
llegaron y abandonaron el crucero en persecución de la cápsula. La exo,
conectada a los sensores de la nave, dijo:
//He rastreado la señal de la cápsula, y al parecer ha aterrizado en algún
lugar cercano a la excavación. Deberíamos apresurarnos, o puede que
algo lo encuentre antes que nosotros//
La nave aterrizó en un pequeño claro del bosque de metal, y tras
desembarcar los deslizadores, se pusieron en camino a la excavación, con la
esperanza de llegar allí antes que el capitán.
-¿Os dais cuenta de que si el capi libera a esa cosa, -dijo Marcus, a través
de la radio de su casco- probablemente el universo tal y como lo
conocemos desaparecerá?
//Soy consciente al 115%, Marcus, y te aseguro que haré todo lo que esté
en mi mano para evitarlo//
-Ya casi hemos llegado, -exclamó Jadel- pero parece que el capitán se nos
ha adelantado -al decir esto señaló unas huellas de botas junto al camino.
Tras esto los tres compañeros aceleraron la marcha, con la sombra de lo
inevitable sobre sus cabezas.
-¡Ahí está la entrada! -gritó Marcus, señalando un orificio en la roca, el cual
emitía un extraño brillo azulado- ¡Puede que aún tengamos una posibilidad!
¡Aprisa!
Tras desmontar de sus deslizadores y desenfundar los rifles de plasma,
con la esperanza de no tener que usarlos, se adentraron en la excavación.
Descendieron por angostos pasadizos, sirviéndose de las linternas de sus
cascos para no perderse, dirigiéndose hacia el fantasmagórico resplandor
azulado. Entonces, a cientos de metros de profundidad, empezaron a aparecer
cuerpos mutilados horriblemente a los laterales de los pasillos, algunos de ellos
con heridas humeantes aún.
-Son los mismos engendros que nos persiguieron por la jungla. – susurró
Jadel, por miedo a que todavía quedasen oídos que le escucharan - Parece
que el capitán ha usado el sable de pulsos para limpiar esta zona.
Recemos porque el grueso del enjambre no se haya percatado de
nuestra presencia.
Continuaron descendiendo por un sinfín de antiguas salas y corredores de
una civilización arcaica desparecida hacía milenios, según los libros de historia
intergaláctica a causa de la colmena de monstruos que invadió el planeta. Al
cruzar un enorme salón, empezaron a oír una confusa letanía, en un idioma
extraño, pero sin duda pronunciado por el capitán.
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-¡Vamos, ya estamos cerca! -vociferó Marcus, lanzándose a la carrera
- ¡Aún podemos detenerle!
Continuaron a la carrera por un larguísimo corredor que parecía
descender al centro mismo del planeta, del cual parecía provenir el resplandor.
A cada paso que daban la voz se intensificaba, lo cual hacía que los tres
redoblasen sus esfuerzos. Al final, tras atravesar un gigantesco portón, una luz
cegadora los aturdió por unos instantes, tras los cuales pudieron distinguir a la
figura del capitán, levitando a unos centímetros del suelo, absorto en una
oración que hacía que la figurilla flotase en el centro de la sala, emitiendo esa
intensa luz.
-¡Capitán, deténgase! -exclamó Marcus mientras corría hacia él- ¡Debéis
detener esta locura, no sabéis lo que está en jue… -El capitán se giró con
una extraña turbación en la mirada, y como un relámpago y antes de que nadie
tuviera tiempo de pestañear, atravesó a Marcus con su sable.
-¡¡Nooooooooooo!! -gritó Jadel, preso de la más profunda amargura- ¡Qué
habéis hecho! ¡Él sólo quería lo mejor para usted!
Mientras Jadel se arrodillaba sobre Marcus para socorrerle, algo cambió
en el capitán; esa extraña perturbación de su mirada desapareció, y dejó de
repente de levitar. Entonces contempló al agonizante hombre a sus pies.
-Dios mío… ¿Qué he hecho? Soy un monstruo… Esta maldita estatua se
apoderó de mí, inhibiendo mi parte racional. -Cayó de rodillas, con
amargas lágrimas corriendo por sus mejillas.
- Aún podéis hacer que el sacrificio de Marcus no sea en vano; -dijo Jadel,
irguiéndose con las manos teñidas de sangre- aún podéis impedir que este
monstruo se libere.
-¿Es que no lo entiendes? -dijo el capitán, alzando la mirada- El ritual ya
está acabado. La bestia va a liberarse y no hay vuelta atrás. Sólo
podemos volver a la nave y disfrutar de un palco de honor para la
destrucción del universo.
La mirada de Jadel se iluminó de repente y dijo:
-¡La nave! ¡Eso es! ¡Podemos estrellarla contra el planeta ahora que
Phogoth aún es débil y no ha recobrado sus fuerzas! ¡Debemos volver
ya! -agarró al capitán por el brazo y echó a correr por el pasillo, seguido por la
exo, la cual cargaba a Marcus en sus robóticos brazos. Sin embargo, la
escapada de nuestros personajes se vio interrumpida por un sonido
espeluznante, como el de miles de rasguños sobre la piedra acercándose a
toda velocidad.
-¡La colmena nos ha encontrado! -exclamó el capitán- Ya nunca
llegaremos a la nave a tiempo.
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//Discrepo con eso, mi capitán. -dijo la exo, entregándoles a Marcus en sus
brazos- puedo retenerles mientras vosotros escapáis//
-¡No puedes sacrificarte sin más! -dijo Jadel, horrorizado por las palabras de
la exo- ¡Debe haber otra forma!
//He analizado todas las alternativas posibles, y esta es la única en la que
llegáis a la nave. Mi vida no vale las de todo el universo. Además,
siempre estaré con vosotros. Marchaos//
Dicho esto disparó al techo del túnel, bloqueando así a la colmena el
camino hacia la salida, dejando vía libre a los tres hombres. Acto seguido se
escucharon disparos, golpes y gruñidos, dejando paso al más absoluto silencio.
-¡Vamos Jadel, no hay tiempo para lamentos! -dijo el capitán, zarandeando
al afligido personaje- Aún debemos intentar salvar a Marcus con la
tecnología de la nave. -Esto pareció convencer a Jadel- ¡Venga!
Siguieron ascendiendo tan rápido como pudieron, cargando a Marcus a
hombros, el cual, aunque débilmente, seguía respirando. La hemorragia se
había detenido, ya que el sable de energía cauterizó al instante la herida. Tras
alcanzar la salida, improvisaron una camilla que ataron a dos deslizadores, con
la cual llevaron a Marcus a la lanzadera. Allí le proporcionaron cuidados
médicos de camino al crucero.
-Bueno, hemos conseguido estabilizar sus heridas, y parece que saldrá
de esta. -dijo el capitán, secándose el sudor de la frente- es un tipo duro.
Ahora debemos centrarnos en nuestro objetivo. Tenemos unos minutos
antes de que Phogoth recobre todo su poder.
Aterrizaron en el crucero, dejando a Marcus en la lanzadera, ya que
esperaban una rápida huida.
-Bueno, -dijo Jadel- ahora debemos ir a programar el piloto automático
para que la nave se estrelle en el lugar correcto, ya que unos grados de
desviación harían que todo se… -un golpe seco en la nuca le dejó
inconsciente, no si antes ver mientras se derrumbaba una lágrima brillando en
la mejilla del capitán. Al despertarse, se encontró atado al asiento del piloto de
la lanzadera, alejándose del crucero con la única compañía del inerte Marcus.
-¿Qué está pasando? Estábamos a punto de… -la radio se encendió, y tras
unos segundos de interferencias, se escuchó la voz del capitán.
<<Lo siento, Jadel, pero era necesario. No me hubieras permitido hacer
esto>>
-¿De qué estáis hablando, capitán? ¿Dónde estás?
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<<En la cabina del crucero, amigo mío. Esta vieja y vetusta nave no tiene
modo de embestir en modo automático a un planeta, con tan poco
tiempo para reprogramarla, y debe ser conducida manualmente –la
expresión de Jadel cambió al instante de preocupación a desesperación al
entender lo que ocurría- Yo empecé esto, y es justo que sea yo quien lo
acabe. No espero que lo apruebes, pero sí que entiendas que es
necesario. Ha sido un honor, compañero>>
-¡Capitán, no! -pero estas palabras resultaron inútiles, ya que las interferencias
de la radio indicaban que el capitán había cerrado la frecuencia. Así se alejaron
del planeta, contemplando la enorme mole de acero que se precipitaba sobre la
atmósfera, con un trágico pero noble destino por delante.
-Tantos años de aventuras, -murmuró el capitán, al mando de la nave- nos
hacen olvidar que más importante que el dinero o la fama son tus
compañeros, tus hermanos, a los cuales te debes por encima de todo. Al
menos, acabaremos nuestros días con honor. -las lágrimas resaltaban sus
delicados pómulos, ahora teñidos de amargura- Adiós.
La onda expansiva alcanzó a la lanzadera, impulsándola lejos del infierno
de fuego en que se había convertido el funesto planeta. Jadel consiguió librarse
de sus ataduras, sabiendo que con ese propósito las había colocado el capitán.
Comprobó el estado de Marcus y puso rumbo al planeta habitado más próximo.
Estando a punto de dormitar unas horas, debido a las fatigas del día, una
suave voz le interrumpió:
//Hola, Jadel//
-¿Cómo? ¡Es imposible! Debo haber tenido una alucinación.
//No ha sido una alucinación -la voz de la exo resultaba inconfundible a
través de la radio- mi conciencia quedó atrapada en mi cuerpo destrozado
por los engendros, pero al desintegrarse este por la explosión, mi mente
fue libre de volver a un nuevo receptáculo, y mis sensores detectaron
esta nave justo antes de que saliese de mi alcance. Estoy de vuelta//
Tras esto, Jadel se quedó mirando la radio, y acto seguido cayó
derrumbado sobre su litera, presa del más profundo y dulce sueño. La
conciencia de la exo tomó el control de la nave, dejando atrás a un hombre que
prefirió morir haciendo algo bueno antes que vivir con la carga de no haberlo
hecho.
FIN