La esposa respondió que no era feliz por su esposo, sino que ella era responsable de su propia felicidad. Explicó que la felicidad depende de uno mismo y no de otras personas o circunstancias cambiantes. Afirmó que el amor verdadero y el perdón permiten enfrentar los cambios como experiencias que fortalecen la relación en lugar de causas de divorcio.