Uno de los puntos clave en el desarrollo web es cuando tenemos que desplegar nuestra aplicación. En ese momento nos damos cuenta de lo religiosos y supersticiosos que podemos llegar a ser. Cruzamos los dedos, rezamos todo lo que sabemos y nos llegamos a encomendar al mismísimo diablo con tal de que funcione. En un mundo ideal, no tendríamos que hacer tediosas configuraciones de servidores con sus respectivos IISs, ni dar permisos sobre las distintas carpetas o permitir conexiones entre distintos servidores... Pero por desgracia sabemos que no es así… ¿O sí? ¡Azure viene a salvar tu alma!