2. Sabemos que a
principio del S. XIII, dos
jóvenes hijos de
familias nobles de
Teruel, pasaron de
jugar juntos a
enamorarse sin
remedio.
Ella, Isabel, era hija de
la familia Segura y él
Diego, era el segundón
de los Marcilla.
Pronto supieron que su
amor era imposible, a
no ser que Diego fuera
a la guerra y
consiguiera riquezas
3. Isabel le prometió
esperarle durante cinco
años.
Durante este tiempo
permanecería soltera.
Pero si pasados los cinco
años, Diego no había
vuelto su padre la
desposaría con otro
hombre.
Diego marchó a tierras de
conquista para conseguir
fortuna y así poderse casar
con Isabel.
4. Los cinco años pasaron, y
Diego no volvió; por lo que
el padre de Isabel la
entregó en matrimonio a
Pedro de Azagra, rico
heredero de la Ciudad de
Albarracín.
El día de la boda, Diego llega
a Teruel; y no creyendo lo
que le estaban diciendo,
fue a casa de Isabel para
que fuera ella la que le
dijese la verdad.
5. Cuando Diego se entera por
Isabel de la nefasta noticia,
le pide un último beso, un
beso de despedida.
Isabel se lo niega, pues es una
mujer desposada, y le debe
fidelidad a su nuevo esposo.
A Diego se le agolpó toda la
desesperanza del mundo, y
su corazón no pudo resistir
ni sólo un latido más.
Cayó desplomado.
Muerto de amor.
6. El día de funeral
de Diego, antes de
empezar la
ceremonia, una
mujer se acercó al
catafalco,
abrazando con
ternura al difunto,
le dio un beso.
7. Era Isabel, y le
estaba dando el
beso que éste le
había pedido el día
de antes.
Y después de un
largo silencio, ella
cayó muerta.
8. Se dispuso que fueran
enterrados juntos.
Todavía hoy podemos
visitar sus túmulos en
la iglesia de San
Pedro, en Teruel