1. 007.- Esfuérzate y sé valiente
“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque
Jehová tu Dios está contigo en dondequiera que vayas ”. Josué 1:9
Había muerto Moisés quien por cuarenta años había estado conduciendo al pueblo hebreo
en la ruta hacia la posesión de la Canaán terrenal. “Aunque Moisés era un hombre muy
humilde, el hombre más manso de la tierra”. Nm. 12:3 en una ocasión llegó a perder su
dominio propio y se atribuyó para sí, y para su hermano Aarón, la gloria que sólo le
correspondía a nuestro Dios. Por esa falta de dominio, por ese aparente simple pecado,
Moisés pagó con su muerte la consecuencia de su pecado. Pero, aunque él no lo sabía, Dios
le tenía reservado algo mucho mejor: Su cuerpo, iba a ser trasladado al cielo sin ver
corrupción, símbolo de aquellos que murieron o morirán en la fe de nuestro Salvador y
serán/seremos resucitados para que, junto con los vivos, podamos vivir todos al lado de
nuestro Salvador y por la eternidad.
Había llegado la hora de acuerdo al plan de Dios. Ya habían muerto todos aquellos que se
habían revelado contra Dios y cumplido el tiempo de cuarenta años de peregrinaje por el
desierto. Faltaba conquistar Jericó y tomar posesión de esa tierra que “fluye leche y miel”
Ex. 3:8 y Dios tenía preparado al sucesor del guerrero que por cuarenta años, tuvo que
soportar las rebeldías del pueblo hebreo.
Josué, el hombre designado por Dios para proseguir con esta tarea, recibió del mismo Señor
la consigna para poder llevar adelante el trabajo que iba a emprender. La orden de Dios fue
clara y concisa. “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni
desmayes, porque Jehová tu Dios está contigo en dondequiera que vayas”. Josué
recibió del mismo Dios una orden que debía de cumplir para que su misión, cual sucesor de
Moisés, pudiera recibir la aprobación divina y dar a cada tribu la anhelada recompensa de
esa tierra que “fluye leche y miel”.
La orden que el mismo Dios le dio a Josué, es la misma que nos da a cada uno de nosotros.
Si deseamos ser instrumentos en sus manos, la orden que recibimos del mismo Señor Jesús,
es “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente”, porque al “que venciere, le
daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con
mi Padre en su trono” Ap. 3:21. No hay otra posibilidad de alcanzar la salvación si no es a
través de nuestra lucha personal y constante, para que, unida al poder divino, porque la
humanidad tiene que estar unida a la divinidad y cada una hacer su parte, alcanzar la
conquista de la Tierra prometida: La Nueva Jerusalén. "Vestios de toda la armadura de
Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no
tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades,
contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias
espirituales en los aires." (Efe. 6: 11, 12.) Día tras día sigue la batalla. Si pudiesen abrirse
nuestros ojos para ver obrar a los agentes buenos y malos, no habría trivialidades, ni
vanidad ni bromas. Si cada uno quisiera revestirse de toda la armadura de Dios y pelear
1
2. virilmente las batallas del Señor, se ganarían victorias que harían temblar el reino de las
tinieblas.
“Los que están dispuestos a caminar por la senda que Dios les ha señalado, tendrán un
consejero cuya sabiduría está muy por encima de cualquier sabiduría humana. Josué fue un
sabio general porque Dios lo guiaba. La primera espada que Josué usaba era la espada del
Espíritu, la Palabra de Dios. Los hombres que tienen a su cargo responsabilidades, ¿leerán
el primer capítulo de Josué?
¿Creéis que se habrían dado todas estas admoniciones a Josué si no hubiese habido ningún
peligro de que fuera sojuzgado por influencias engañosas? Debido a que las influencias
más poderosas iban a combatir contra sus principios de justicia, el Señor, en su
misericordia, lo amonestó para que no se apartara ni a la diestra ni a la siniestra. Debía
conducirse con la más estricta integridad. Si no hubiese habido ningún peligro delante de
Josué, Dios no lo habría exhortado vez tras vez a que fuera valiente. Pero en medio de
todas sus inquietudes Josué tenía a su Dios para guiarlo.
No hay un mayor engaño que suponer que en cualquier dificultad uno puede encontrar un
guía mejor que Dios, un consejero más sabio, una defensa más poderosa en cualquier
circunstancia.
El secreto del éxito de Josué
El Señor tiene una gran obra que debe hacerse en nuestro mundo. El ha dado a cada
hombre su obra para que la haga. Pero el hombre no debe hacer del hombre su guía, para
que no se descarríe; esto siempre es inseguro. La religión de la Biblia encarna los
principios de actividad en el servicio, pero al mismo tiempo existe la necesidad de pedir
sabiduría diariamente de la Fuente de toda sabiduría. ¿Cuál fue la victoria de Josué?:
"Meditarás en la Palabra de Dios día y noche". El mensaje del Señor vino a Josué
precisamente antes de que cruzara el Jordán... “Esfuérzate y sé muy valiente” Este fue el
secreto de la victoria de Josué: hizo de Dios su guía.
Los que tienen el puesto de consejeros deben ser abnegados, hombres de fe, hombres de
oración, hombres que no se arriesguen a depender de su propia sabiduría humana, sino que
busquen diligentemente luz e inteligencia en cuanto a la mejor forma de encauzar sus
ocupaciones.
Que cada uno de nosotros podamos sentir esa orden imperativa por parte de nuestro Dios:
“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque
Jehová tu Dios está contigo en dondequiera que vayas” porque sólo al vencedor le será
dada la recompensa de poder sentarse en el trono de Dios con nuestro Salvador Jesús.
Ernesto Farga Gadea
2