El documento es el testimonio vocacional de Justa Olmos, una religiosa de la congregación Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada. Describe su infancia y juventud en un pueblo español, su temprano interés en ser misionera que se desvaneció durante la adolescencia, y su decisión final de unirse a la congregación después de participar en ejercicios espirituales a los 20 años. Agradece a sus padres y hermanas por su apoyo, y expresa gratitud por haber recibido el llamado a viv
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Mi historia vocacional: “ME AMÓ Y SE ENTREGÓ POR MÍ”
NOMBRE: Justa Olmos
COMUNIDAD: Arturo Soria (Madrid)
MISIÓN ACTUAL: Educación
PAÍS: España
Soy la 3ª de ocho hermanos. Siete chicas y un chico. Mis padres, Andrés y
Máxima, pobres, pero muy trabajadores y con raíces cristianas profundas,
supieron educarnos en la necesidad del esfuerzo y trabajo personal a la vez que
fueron muy respetuosos con las opciones de vida que cada uno fuimos tomando.
De niña, hasta los 10-12 años, tuve la ilusión de ser misionera, ilusión que
compartía con la hermana que me sigue. Después vino la preadolescencia y
adolescencia y esta ilusión se desdibujó. Mi vida era la de cualquier chica normal
de pueblo: Trabajar ayudando en casa, divertirme los fines de semana, bailar con
el chico que me gustaba,…
Esto lo compaginaba con mi pertenencia al grupo de Acción Católica donde tuve,
creo, uno de mis primeros hitos vocacionales más conscientes. Un día de la
Ascensión del Señor la dirigente del grupo escribió un mensaje para cada una y a
mí me tocó: “TE DEJO MIS PIES PARA QUE CAMINES HACIA MI.” Yo lo
entendí claramente en clave vocacional. En la Semana Santa de 1963 tuve un
fuerte sentimiento: “SI JESUCRISTO HA SUFRIDO TANTO POR MÍ CON
SU ENTREGA, ¿QUÉ TENDRÉ QUE HACER YO POR ÉL?”
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Entre tanto, algunas religiosas de nuestra Congregación fueron a mi pueblo a
invitarnos a hacer Ejercicios Espirituales en nuestra casa de Arturo Soria, de Madrid. A
mí me tocó en 1964; los hice del 10 al 15 de febrero. Interiormente tenía la certeza de
que si venía de Ejercicios, sería religiosa. Durante los Ejercicios hablé con una religiosa,
ella me preguntó si me gustaría ser Misionera, yo le contesté que encantaría. Así que
cuando volví a casa les dije a mis padres que me iba al convento. Era la primera noticia que
les daba.
Más arriba manifestaba el respeto que mis padres tuvieron con nuestras opciones
de vida. Ellos me acompañaron a nuestra casa de Arturo Soria, que entonces era
Noviciado y Casa General. Ingresé el 13 de marzo de 1964. No entro en detalles, pero
siempre he agradecido la gran generosidad de mis padres y hermanos. Sólo subrayo el
consejo que mi padre me dio: “YA QUE TE VAS, QUE SEAS DE VERDAD”. Hice mi
Primera Profesión el 10 de marzo de 1967 y mis Votos Perpetuos el 2 de septiembre de
1973.
Yo entré en mi Congregación porque somos Misioneras y el Señor me ha llamado a
redescubrir esta misión en la labor educativa; pero agradezco mucho la oportunidad que
he tenido de visitar otros países y, así, conocer la labor evangelizadora que mi
Congregación realiza en ellos. Esto me ha servido para abrir horizontes y crecer, creo, en
una apertura a lo universal.
A estas alturas de la vida ¿qué puedo decir? No siempre ha sido fácil, pues donde
hay personas, hay limitaciones y así el Señor lo permite para que vayamos madurando.
Agradezco desde aquí a mi familia, hermanas de Congregación, personas amigas,…, que con
su estímulo y ejemplo me han ayudado en tantos momentos en que lo he necesitado.
Agradezco, sobre todo, al Señor por el gran regalo de mi vocación religiosa,
de su llamada a vivir mi entrega en esta Congregación, cuyo Carisma Eucarístico,
Mariano y Misionero me llena cada vez más. Siempre he sentido su fuerza, (con
frecuencia pienso que Él echa horas extras conmigo) y le pido que me siga ayudando
para poder ser fiel hasta el final.
Justa Olmos
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