1. AGUA TATA
Hermanito de mi vida
perdóname esta fogata.
Mi saludo es un pañuelo,
voy a decirte adiós en mi
carta.
Yo no sé qué me ocurre,
ni sé qué me pasa.
Me tiro del catre al suelo,
me echo en el catre de
espaldas.
Quiero llorar y no puedo,
quiero respirar y me ahogan
estos nudos misteriosos
que las amarguras atan.
Estoy solo,
me he quedado solo.
En las casas, ladran los perros
afuera
como si hubieran fantasmas
y alumbran mis pensamientos
candilesde luces malas.
¡Hermano!
¿Te acordas de mi Justino?
Mi pobre hijito del alma
8 años, mi nombre tenía.
Y amaneció una mañana
Con los ojos inflamados y
el cuerpecito echando llamas.
Me muero tata, me dijo.
Me muero mama, gritaba.
Tengo una sed de martirio
Siento un fuego que me
abraza.
Tráigame acá taitita
¡Agua!,¡ Agua, tata!
¡Agua!, ¡Agua, mama!
Volé en mi caballo al pueblo
7 leguas de distancia
7 puñales de punta
metidos en mi garganta,
y el grito de mi hijo adentro
de ¡Agua!,¡ Agua, tata!
¡Agua!, ¡Agua, mama!
Le expliqué al doctor el caso
y se sentó en la retranca.
Que el camino era muy fiero ,
que se iba a quedar en llantas.
La ciencia no es del pueblo,
la ciencia no es de los pobres,
la ciencia no anda a caballo.
Y por los mismos caminos
por donde los médicos no
andan,
cruza al galope la muerte
va y viene la desgracia.
Me hizo dar en la botica
un frasco de limonada y
que trajese al enfermo
cuando la fiebre pasara.
Volví, volví como vuelve un pobre
en iguales circunstancias.
El corazón en la boca
y la tristeza en el alma.
El médico no venía
no porque fuese tan malo
el camino que va a mi rancho,
sino porque me faltaba,
me faltaba con qué pagarle
a la ciencia
7 leguas de distancia.
La fiebre duró poquito
se le apagó una mañana,
entre un cantar de zorzales
y el suave aclarar del alba.
La madre aferrada al hijo,
mi hijo la frente helada,
Y yo sin voz ni presencia
parado al pie de la cama.
Poco después de enterrarlo
se me fue turbando Juana.
Se la pasaba llorando,
se la pasaba callada,
con los brazos en el aire
lo mismo que si acunara
contra su pecho una
criatura dormida.
Así se me fue la pobre
Así la tierra lo aguarda
Con los brazos en el pecho
acunando mi desgracia.
¡Hermano!,¡Hermano habla por mí!,
¡Habla por mí!
Si mañana dicen que un bandido,
un mal hombre sin entrañas,
fui cordero y me hacen puma
fui buey y me han puesto garras.
Qué pronto que viene el día,
qué pronto que viene el día.
Y si es cierto que hay un Dios
que corta el alba,
que corta el alba y ese grito,
ese grito de ¡agua!
¡agua! , ¡agua, tata!, ¡agua!,
¡agua, mama!
Claudio MarínezPaiva (escritor de
“Que me perdone la ciencia”)
Abelardo Cano (declamador)
Toíto te lo consiento
¿Te acuerdas de aquella
copla
que escuchamos algún día
sin saber quién la cantaba
ni de qué rincón salía?
¡Qué estilo! ,¡ qué arte!,
¡qué sentimiento!, ¡qué
voz!
Creo que se nos escaparon
las lágrimas a los dos.
“Toíto te lo consiento
serrana,
menos faltarle a mi mare
Que una madre no se
encuentra
y a ti te encontré en la calle”
No vayas a figurarte
que esto va con intención,
tú sabes que por ti siento
el amor más lindo y puro
que ningún hombre sintiera.
Pero es bonita la copla
y entra bien por soleares:
“Toíto te lo consiento,
menos faltarle a mi mare”
Y me enterao casualmente
que le faltaste ayer
Y nadie me lo ha contao;
nadie, pero yo lo sé.
Que tengo entre dos amores
mi corazón repartío ,
si encuentra a uno llorando ,
es que el otro le ha ofendido;
y, mira, yo nunca me quejo
de tus caprichos constantes:
Qué ¿quieres un reloj? ,…
con brillantes.
Qué ¿quieres un vestido? ,…
catorce.
Ni me importa que la gente
Vaya de día murmurando
que si soy pa ti un juguete,
que si me has quitado el
mando…
Que en la diestra y la
siniestra
tienes un par de agujeros
por donde se va a los mares
el río de mis dineros.
¿Y a mí qué?
Con tal de que nunca
de mi lado te separes
“Toíto te lo consiento
menos faltarle a mi mare”.
Porque ese mimbre de luto
que no levanta la voz,
que en seis años no ha tenido
contigo ni un sí ni un no,
que anda como una pavesa,
que no gime ni suspira,
que me crió con su sangre
y me guiaba de la mano
para que me santiguase
como todo buen cristiano.
Que las entrañas del hijo
consumió su juventud
cuando era cuarenta veces
mucho más guapa que tú.
Tienes que hacerte la cuenta
que las has visto en los
altares
E hincarte de rodillas
antes de hablarle a mi mare.
Porque el amor que te tengo
se lo debes a su amor.
Que yo me casé contigo
porque ella me lo mandó.
A ver si tu conciencia,
se aprende esta copla mía,
muy semejante aquel canto
que escuchamos algún día
sin saber quién lo cantaba
ni de qué rincón salía.
A la mare de mi alma
la quiero desde la cuna.
Por Dios no me la avasalles,
no me la avasalles
Que mare, mare no hay más
que una
Y a ti, a ti te encontré en la
calle.
Autor: Rafael de León
Declamador: Abelardo Cano