1. Serafini, M. T. (2001). Cómo se escribe. México: Paidós
Proceso de lectura
Pre-escritura
Antes de ponerse a escribir sobre cualquier asunto, es preciso realizar un buen trabajo
preparatorio. ¿Por dónde empezar? Ante todo se necesita trazar un plan, es decir, prever a
grandes rasgos el tiempo que hará falta para plasmar lo que se quiere poner por escrito.
Además habrá que decir el tono o nivel del escrito en función de su destinatario, es decir, de
sus futuros lectores. Y después es importante recoger, analizar y organizar las propias ideas,
planificando el contenido del escrito.
Planificación temporal de la redacción
Al empezar a redactar un texto, igual que ante cualquier tipo de tarea compleja, es necesario
trazarse un plan: una hipótesis sobre la cantidad total de tiempo necesario, a un ritmo de
trabajo razonable. Después habrá de distribuirse los meses y las horas programados entre las
diferentes operaciones que conlleva la realización del texto.
Es posible que el ritmo de trabajo nos venga impuesto de una forma rígida por el contexto
(por ejemplo, en el caso de la redacción de un tema en clase); otras veces, podremos
imponérnoslo de forma autónoma. Las personas con poca experiencia se enfrentan a este tipo
de trabajo de forma improvisada, sin imponerse obligaciones de ningún tipo; pero de esa
manera los tiempos se dilatan mucho. Por el contrario, cuando uno se sujeta a un ritmo
determinado, el trabajo suele ser mucho más eficaz.
El titulo
El titulo de un escrito pude estar previsto de antemano (por ejemplo, un tema escolar) o bien
decidirse durante el proceso de escritura (por ejemplo, una tesis doctoral).
En el primer caso, la redacción se verá fuertemente influida por el título, que ha de ser
abarcado en todos los aspectos. De hecho, uno de los peligros principales en los temas
escolares es el de “salirse del tema”, es decir, desarrollar el escrito en una forma distinta de la
que proponía el título; y ese error, por regla general, es considerado tan grave que inutiliza todo
el esfuerzo realizado. Cuando, después de un análisis atento, aún hay dudas sobre la
interpretación del título, es oportuno pedir explicaciones al profesor. Si no es posible hacerlo,
lo mejor será aclarar en los primeros párrafos el significado que se da al título. De ese modo el
profesor podrá comprender y valorar las razones que han llevado a un tipo de desarrollo
particular y estará mejor dispuesto a aceptar interpretaciones del título distintas de la suya
propia.
2. La extensión
El éxito de un texto depende a menudo de su extensión. En la mayoría de los casos es
preferible pecar por defecto: un texto demasiado largo es casi siempre mas acogido, por que
exige un trabajo excesivo al lector (y la observación es válida también para la mayoría de los
profesores). Por ejemplo, en el caso de una carta dirigida a un periódico, un texto demasiado
largo, por más interesante, tiene muchas probabilidades de ir a parar a la papelera, porque su
publicación exigirá a los redactores un trabajo suplementario de recorte o de síntesis.
El tono y el destinatario
La bondad de un texto difícilmente se puede avaluar de forma absoluta: por ejemplo, un
escrito brillante y erudito que aparece en la tercera página de un diario nacional puede resultar
demasiado complejo y rico en informaciones para una revista semanal de amplia tira o para un
libro destinado a una escuela secundaria.
En el contexto escolar, ante un tema impuesto por el profesor, el trabajo de redacción empieza
por la lectura atenta del título del tema, con el fin de extraer de él indicaciones sobre los untos
que se tratarán. Además, en ese contexto, existen reglas no escritas a las que debe adaptarse los
estudiantes, esforzándose en captar los gustos del profesor y responder a sus expectativas.
Fuera del aula no solemos disponer de instrucciones explicitas, pero tampoco se goza de una
libertad total: es preciso buscar con paciencia las características ideales de un escrito. Todo
contexto debe representar siempre una serie de relaciones y condicionamientos.
Generación, acopio y organización de las ideas
La generación de las ideas es una fase importante en la construcción de un texto escrito. Si
empezamos a escribir demasiado aprisa, crearemos un texto pobre de contenido y corremos el
riesgo de vernos obligados a completar y reorganizar las ideas en una segunda fase. Por otra
parte, dedicar demasiado tiempo a reunir ideas puede reducir en exceso la actividad de la
redacción; por lo tanto, es importante, no sólo reunir material suficiente, sino además ser
selectivos, es decir, excluir todo lo que no esté orientado al logro de un buen texto.
Importancia de la documentación
El algunas situaciones, por ejemplo, durante la redacción de un tema escolar, no es posible
conseguir información sobre el tema que debemos tratar; en otras, será oportuno realizar un
trabajo previo de documentación. Ese trabajo variará en función del tema y del tipo de escrito;
por ejemplo, para tratar problemas de actualidad será oportuno leer artículos de prensa; para
describir un movimiento literario, en cambio, resultará requerir la consulta de textos
especializados o la realización de experimentos.
La escritura
3. Después de haber reunido y organizado las ideas y d haber creado un esquema del escrito,
empieza el proceso de producción del texto. Mientras que en la preescritura es posible
diferenciar las fases y, para cada una de ellas, algunas actividades muy concretas que llevan a la
realización de distintos productos, en la redacción del texto resulta mucho menos fácil separar
los momentos y describir las operaciones básicas: la generación del escrito es un proceso
global.
Estas constatación nos explica la principal dificultad de la enseñanza y el aprendizaje de la
escritura: si el texto es considerado, no el fruto de una serie de actividades sucesivas, sino un
objeto unitarios, se podrá ofrecer al aspirante a escritor algunos modelos, pero no consejos
operativos y técnicas concretas.
No es casualidad que en las estanterías de las bibliotecas escolares encontremos muchos libros
con temas ya desarrollados. Estos libros, siempre populares ente los exámenes, ofrecen un
conjunto de temas seleccionados. Sin embargo, tales textos-modelo acabados (y con frecuencia
llenos de retórica) poco pueden ayudar al desarrollo de las habilidades de producción de textos,
porque no ofrecen indicaciones sobre el proceso generativo. Con esta observación no
pretendo menospreciar la importancia de la lectura, que es fundamental para aprender la
lengua, familiarizarse con la escritura de los textos y adquirir nuevas informaciones; pero sí
quiero criticar un método pasivo de aprendizaje con la escritura de los textos y adquirir
nuevas informaciones; por sí quiero criticar un método pasivo de aprendizaje de la escritura,
atento sólo al uso de determinados modelos.
La postescritura
Sucede con frecuencia que el esfuerzo de quien realiza un texto acaba con el último párrafo y el
punto final. A veces concluye con una rápida relectura para eliminar eventuales errores de
ortografía o de puntuación. Sin embargo, una vez finalizada la redacción existen amplias
posibilidades de mejorar lo escrito.
Antes que nada, pude hacerse un balance de la organización del texto: en un análisis global se
verifica si el planteamiento pensado inicialmente ha quedado bien plasmado en el texto y si
“funciona”. Algunos profesores de la escritura, para hacer más incisivo el texto, se dedican a
revisiones tan significativas que modifican incluso la estructura del texto y el orden de sus
partes. Estas operaciones se ven facilitadas por los instrumentos informáticos de proceso de
textos, que, mediante algunas manipulaciones sencillas, cambian de posición unidades enteras
de texto. Pero para evitar desperdiciar tiempo y energías, es aconsejable que aprendiz de
escritor dé una buena estructura al texto antes de empezar a redactarlo, sin aplazar ese delicado
trabajo hasta el momento de la revisión: unos cambios radicales de la organización implican
reestructurar más o menos amplias del texto. En esta parte del libro no nos ocuparemos de los
problemas de la organización. La revisión pude abarcar además una valoración, que varía en
función del tipo de texto. Por ejemplo, para textos argumentativos en los que se presentan una
4. opinión apoyada en diversos razonamientos, conviene utilizar los seis puntos citados en cómo
redactar un tema. Deberemos preguntarnos:
1. Si la tesis del escrito destaca con claridad.
2. Si cada párrafo presenta una idea principal.
3. Si todos los presupuestos de nuestros razonamientos han quedado claros y explícitos.
4. Si se ha presentado un número suficiente de ejemplos.
5. Si es comprensible el hilo del discurso, a través de un uso adecuado de elementos
conectivos y de síntesis breves intercaladas en un texto.
6. Si mantiene lo bastante despierta la atención del lector.