2. Cuando el niño
Jesús nació en
Belén, el mundo
se llenó de alegría
y a Belén llegaban
gentes de todas
partes para
ofrecer regalos al
niño.
3. Cerca del pesebre
donde el niño
descansaba, se dice
que había tres
árboles: una
palmera, un olivo y
un pino. Al ver tanta
gente que iba y
venía con ofrendas,
ellos también
sintieron deseos de
ofrecer algo al Niño
Jesús.
4. Yo, dijo la palmera, voy
a romper una de mis
ramas, la colocaré
cerca de la cuna y,
cuando el Niño tenga
calor, suavemente,
dulcemente, lo
abanicaré sin
despertarlo. No puedo
hacer otra cosa, porque
es muy pequeño para
comer dátiles. Eso se lo
daré cuando sea un
poco mayor.
5. Pues yo, dijo el
olivo, pienso
hacerle aceite
con mis olivas y
dárselo a su
madre, la
Virgen, para
que haga
comida.
6. El pino estaba triste. No
sabía que ofrecer.
Además la palmera y el
olivo le repetían una y
otra vez:
- No!!! No!!! No le deas
al Niño tus hojas… que
parecen agujas, con
ellas picarías al Niño...
Tú, no tienes nada que
regalarle...
7. Y la pena que sentía el
pino iba creciendo, cada
vez era mayor. Pero un
ángel que contemplaba la
escena se compadeció y
decidió ayudarle.
- No estés triste, le dijo. Yo
te ayudaré. Pediré a las
estrellas que bajen del
cielo, se posen en tus
ramas y con su luz… Ya
verás, ¡podrás iluminar al
Niño y servirás de guía a
todos los caminantes cara
la cueva!
8. Así lo hizo y al poco
tiempo el pino se llenó
de luces de colores
porque muchas estrellas
bajaron a sus ramas.
Hasta el Niño Jesús,
desde su cuna, se fijó en
el pino y le brillaban los
ojitos al contemplar lo
bonito que estaba y
cómo brillaba.
9. Desde entonces, el
pino es un elemento
de adorno en todos
los hogares del
mundo en la época
de la Navidad,
como recuerdo de
aquel pino que un
día brilló ante la
cuna del Niño Jesús.