¡Poco me conozco!
Con escasa experiencia en la vida, sin la posibilidad de hacer una comparación, se busca un cambio radical. Ciertamente, se lo podría calificar de ingenuidad, mientras que el mensaje es: ¡Qué ignorancia! y al mismo tiempo ¡Motívate a conocerte!
1. ¡Poco me conozco!
Con escasa experiencia en la vida, sin la posibilidad de hacer una
comparación, se busca un cambio radical. Ciertamente, se lo
podría calificar de ingenuidad, mientras que el mensaje es: ¡Qué
ignorancia! y al mismo tiempo ¡Motívate a conocerte!
¡Poco me conozco! frase no muy común en esta esta sociedad,
porque se han convertido un montón de seguridades falsas en
verdades, mentiras dichas mil veces y pensadas con sinceridad.
El inicio de conocerse, podría ser percatarse de cada experiencia,
reconstruirla, rememorando la mirada fija, perpleja, insólita, que
equivocada pregunta lo que no se necesita pensar, es como si en
realidad mientras va sucediendo este cambio, se verifica: nunca
formó parte de mi razón, peor del sentir o la imaginación.
No creo se reduce a instantes específicos, es más fuerte, desata
cosas locas, lindas, tontas; porque se derrumban juzgamientos
internos y externos, que siendo simples, atan a un
arrepentimiento de vivir, sin embargo lo que deviene es un
arrepentimiento de no haber vivido.
El camino de conocerse empieza con muchos qué y sin ningún
cómo. Ubicando en el mundo de las ideas el sentirse vivos,
advirtiendo un alma grande, libros, escritos, charlas, piel herida,
ideas, miradas, que tocan lo más profundo del ser, encienden y
acaricianlo intelectual, la libertad extraña que no se la puede
saborear al preámbulo.
Esto de lo que hablo recuerda, revive sueños, esperanzas, niñez,
juventud, con verdadera inocencia y arrojo, haciendo sensible lo
pesado de saberse tantos años confortablemente adormecido.
2. Así nos educaron o condicionaron a muchos, evitando sufrir la
tristeza y la nostalgia, para olvidar sueños, utopías, encontrando
comodidad, seguridad, sin querer morir ni luchar, aferrados a las
mentiras de conocerse, dejando de ser críticos, observadores,
pensando que lo que se vive es lo más duro, cuando los otros
realmente están golpeados, tristes, abandonados.
Es tonto pensar lo que se siente y sentir lo que se piensan. Y digo
tonto por no querer decirlo y no querer callarlo, sin actuar,
porque siguen las justificaciones, las ataduras invisibles, a penas
escribiendo como se puede, se piensa, se quiere.
En cada palabra está el otro y uno mismo, creyendo saber lo que
falta, comprendiendo los desapegos, pensando en todo y en nada,
con la búsqueda sin éxito de la libertad, tratando no pase más
tiempo, no gane el miedo, no se abandonen los sueños de
coherencia, distinguiendo los pequeños indicios de estar cerca de
ese anhelo, sin alejarse de lo desconocido, tratando de
comprender y transformar con lo que se trae al ¿Quién soy?.