Este documento discute cómo las personas en situación de indigencia a menudo son vistas como "extras" en las ciudades, sin identidad ni historia propias. Se describen los espacios que ocupan los indigentes y se sugiere que para entenderlos mejor debemos reconocer su humanidad y derechos, en lugar de juzgarlos. El autor recomienda informarse más sobre este tema y conversar con los indigentes para generar cambios.
1. ¿Quiénes son los otros?
Por: Psic. Rodrigo Rodríguez Guerrero
Pensar en la ciudad es invocar, el tumulto de voces que no nos dicen nada; en la
aglomeración de gente sin rostro, sin historias. Pensar en la ciudad es en primera
instancia vivir una historia en individual. Cada cual en el papel protagónico de su
propia historia, que por alguna razón solo se llena de “extras”. Pensarnos a
nosotros mismos en la ciudad nos obliga a distinguir el papel que se tiene en ésta
tu historia y por supuesto reconocer al otro, que en muchos de los casos está
representado por el “extra”. Y ahí están: los lavacoches, aquellos que piden
dinero con un niño en brazos o incluso niños enseñando a niños a sobrevivir la
ciudad, algunos representantes del “folklor” vestidos de traje típico pero que se
busca esconderlos y negarlos por que se acercan a pedir alguna moneda.
Después de andar un rato la ciudad se empieza a reconocer ciertos espacios, se
ubican territorios de la indigencia, se sabe que en los puentes peatonales de San
Juan de Dios se pide limosna, que en la afueras del Hospital Civil se vive en las
bancas del parque, que en los cruces de avenidas céntricas se lavan parabrisas
y se hacen actos circenses, que cerca al Parque del Refugio se acerca la hora
ocupar un albergue abarrotado, por los otros, “los extras”. No es casualidad que
sean vistos precisamente como “extras”, los prescindibles, no sabemos por qué
están ahí, pero parece inimaginable la historia sin ellos. Nos sabemos parte de
nuestra historia y de nuestra ciudad, logramos tener una identidad como
ciudadanos que nos reconoce y nos arropa con derechos, que nos dice que
valores seguir, que vestir y como diferenciar a los otros, es decir a aquellos que
son diferentes.
Cabria preguntarse sobre la identidad de estos “extras”, los que viven situación de
indigencia, los que no tienen un grupo social o cultural cerca que exalte sus
valores y genere un orgullo identitario. Porque parte importante de la identidad de
ésta (y cualquier) ciudad, está en el entramado de relaciones sociales,
parentesco, etnicidad y familia, pero que decir cuando esto no es el referente
inmediato o cuando la identidad misma se convierte en ser el “extra”, “el
prescindible”. Si no se tiene conciencia de “El derecho a tener derechos”, es
evidente que difícilmente se pedirán o ejercerán los mismos, que queda entonces
¿solo la asistencia social?
Vivirnos en la ciudad, debería entonces incluir el re- conocernos en la ciudad,
una identidad que formada por un nosotros y un aquellos, nos permita
identificarnos en un entorno social más amplio, en un territorio formado por el
espacio y las practicas personales, pasando en primer instancia por dejar de
considerar que se es indigente por mala suerte, porque no quieren trabajar, por
2. abandonar el campo (como si fuera una elección quedarse), porque sus familias
no se hacen responsables….
Entender el problema, leer los diarios, detenerse a conversar un momento, pensar
en otras formas posibles de estar en la ciudad, son solo algunas cosas
inmediatas que pueden generar posibilidades de transformación.
En lo personal me permito recomendar la lectura de Luis D’ Aubeterrei, que sin
duda nos adentra en la complejidad del tema y la necesaria sensibilidad al mismo.
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La construcción discursiva de la otredad del" indio" en Ciudad Guayana: Estudio de creencias y sentido común sobre los Warao
indigentes urbanos L D'Aubeterre - Athenea digital, 2007 - raco.cat consultado el 25 de octubre 2011 en
www.raco.cat/index.php/Athenea/article/viewFile/74428/94618