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Curso: 3°                                                     Fecha:



A continuación deberán leer las dos columnas de diario señaladas a continuación, y responder
las preguntas que le suceden a las instrucciones. Luego de eso, en las páginas siguientes, se
presenta una guía de Kant, en la que deberán responder las preguntas expuestas al final del
documento

Este trabajo tendrá validez para todo lo que ustedes deben, tanto prueba como trabajos. Tienen
como plazo final el viernes, y pueden responderla en parejas.




    1- Establezca una comparación entre el artículo de Juan de Dios Vial y la idea de lo
       Polimorfo.

        Tenga en consideración lo siguiente:

        -    Lugar teórico donde sitúa el argumento de Vial

        -    Características de lo Polimorfo

        -    Similitudes y diferencias entre ambos pensamientos

    2- Pablo Simonetti afirma en el artículo Matrimonio II: “Según nuestras leyes, un
       pedófilo tiene derecho a casarse”. ¿Por qué motivo(s) el autor realiza una
       distinción entre la pedofilia y la homosexualidad?

    3- ¿En qué se diferencia el pensamiento de Vial y Simonetti expuesto en los
       artículos leídos?
Amor y Matrimonio, por Juan de Dios Vial Larraín




                    AMOR Y MATRIMONIO
                  Escribe Juan de Dios Vial Larraín: “Puede haber un inmenso error en la
comprensión de la homosexualidad, sea en quienes la condenan como en quienes la defienden. Lo que
no veo claro es que se entienda bien de qué se habla”.

Es un hecho muy patente que la relación amorosa entre dos individuos de diverso sexo, en los seres humanos y en
los animales, alcanza su cima significativa en la generación de un nuevo individuo de la especie. El hombre y la
mujer, en su relación amorosa, son quienes generan un hijo. Éste es, probablemente, el episodio más maravilloso de
la naturaleza. En él se reúnen y culminan, en notable conjunción, tanto la felicidad, el goce, el placer y el
sentimiento humanos, cuanto las poderosas fuerzas de la vida, expresadas ya desde el instinto. Pocos como la mujer
que es madre lo saben mejor.
Pues bien, esa acción, que es obra humana propia de amor, pareciera tener también, en cierta medida, una forma de
afecto que liga profundamente a individuos de un mismo sexo, en donde el principio creador, en el orden de la vida,
sin embargo, no se logra ni se persigue. Lo cual no obsta para que se pretenda equiparar una y otra forma en el
plano ético y jurídico, como lo ha hecho recientemente -en virtud de un nuevo parecer suyo, y en vísperas de una
nueva elección- el Presidente de los Estados Unidos.
Platón muestra en el “Banquete” cómo un grupo de distinguidas figuras de la cultura griega celebran el amor en
sendos discursos, algunos de los cuales hasta pueden parecer aberrantes, pero que muy probablemente reflejan
prácticas en uso. Es corriente que en los “Diálogos” de Platón se muestren las más diversas perspectivas para
abordar un asunto, inclusive mediante fatigosas retóricas no exentas de ironía. La noción platónica de dialéctica está
presente en esos juegos.
En el último de los discursos —ciertamente, la pieza capital del texto— emerge el narrador, se diría hoy. Platón,
bajo la máscara de una misteriosa figura, dice la última palabra. En ella celebra el amor con el nombre de una
divinidad: Eros. Ésta sería una fuerza que recorre el universo desde los primeros estratos de la vida hasta las
mayores alturas del espíritu y la cultura. El rasgo esencial que distingue a esta fuerza es su capacidad creadora del
hombre y, por ende, del humanismo y de las humanidades. Ese universal y maravilloso proceso alcanza su cima y
se corona con lo que el diálogo, en fórmula muy platónica, llama la belleza en sí misma. Eros es, eminentemente,
generación en la belleza. En la Biblia, fuente de religiones superiores como el judaísmo, el cristianismo y el islam,
ciertamente el motivo creador alcanza su dimensión suprema: el monoteísmo, un Dios supremo y único creador del
mundo. En ella hay textos muy vigorosos que impugnan el amor entre individuos del mismo sexo.
Situándose estrictamente en la dimensión sexual procreadora, la pregunta que cabe hacer es acerca del significado,
del contenido real y del valor que posee ese afecto humano profundo dirigido a otro individuo del mismo sexo y,
por consiguiente, ajeno al principio creador que se distingue en la naturaleza propia del amor.
El afecto profundo que se da entre seres del mismo sexo puede estar entre los más nobles: ahora léase la amistad en
la “Ética”, de Aristóteles. Pero en la medida en que entra en esa relación el elemento sexual, el camino es otro; y las
cosas no deben confundirse. Diríase a la manera escolástica “distinguir para unir”. Distinguir el amor conyugal que
asume la dimensión del hijo y su mundo (matrimonio y familia) del tierno afecto entre homosexuales al que cabe
dar formas de reconocimiento, desde luego, para protegerlo contra hirientes discriminaciones o formas de injusticia.
Ir más allá puede tomar algo así como caracteres vengativos y llegar a ser una forma de descalificación del amor
entre hombre y mujer, a pretexto de establecer cierta uniformidad, lo que, en el fondo, guardaría estrecha simetría
con la misma que se busca corregir.
Puede haber un inmenso error en la comprensión de la homosexualidad, sea en quienes la condenan como en
quienes la defienden. Lo que no veo claro es que se entienda bien de qué se habla. El mayor quid pro quo resulta de
que en ambos bandos hablan de algo que cada uno de ellos no es y que, además, siente su propia identidad
amenazada por la del otro.
El principio creador que legitimaría la heterosexualidad pudiera verse desmentido por argumentos construidos
sobre la diversidad de hechos conocidos que frustran la creatividad del sexo sin quebrar el amor; entre éstos pueden
estar tanto la castidad como la esterilidad. No son, a mi entender, argumentos de mayor peso.
En cambio, sí me parece necesario contar, en la discusión de este asunto, con una fenomenología en profundidad
del amor que esclarezca en qué medida cabe llamar amor a una experiencia que tiene rasgos tan singulares; que ha
sido objeto de investigaciones profundas, como las de Freud, por ejemplo. Y de la que hay tan vivos y notables
testimonios de personas, conductas y modos de ser que señalan su singularidad. Creo interesante discernir rasgos de
carácter, por ejemplo, cierto tipo de egocentrismo que con frecuencia marca formas de afecto con contenido sexual,
pero con un ser que no es distinto. En el cual el sujeto pareciera, más bien, estar mirándose a sí mismo. Realizar una
confusa proyección de sí; no un don de sí a otro, que es diverso, y al que se reconoce como tal en un acto de mutua
entrega, ligado a la vida; un acto que está en el origen mismo del ser humano.
Amor y Matrimonio II, por Pablo Simonetti



                       Amor y Matrimonio II
                       Dos son los argumentos principales que despliega Juan de Dios Vial Larraín en su columna
                       “Amor y matrimonio”:


1.- Dado que el amor alcanza “su cima significativa” en la procreación, el matrimonio debe reservarse a los
heterosexuales.
2.- El amor de las parejas homosexuales es además de una índole sospechosa, por hallarse involucrados individuos
que no son esencialmente distintos.


El primer argumento se funda en la premisa de que el amor entre dos personas alcanza su plenitud “en la generación de un
nuevo individuo de la especie”. Esta mirada reduce el campo de realización del amor. Se podría afirmar que la más alta
forma de amor es estar dispuesto a dar la vida por el otro, o dar sentido y proyección a la vida en pareja, o brindar apoyo,
cuidado y oportunidades. El amor es un sentimiento complejo que se expresa de múltiples formas en el comportamiento
humano. Milton decía que el matrimonio era más que lo meramente biológico. Para él significaba compañía, conversación
y vida en común. Quizás la mayor virtud del amor sea su indeterminación, su ductilidad para adaptarse a las
singularidades de cada pareja. Visto así, lo que propone Vial es una “doctrina comprehensiva” acerca del amor, como
llama Rawls a las tantas visiones de mundo que conviven en las sociedades modernas, entre las cuales el Estado no debe
mostrar preferencia. O dicho de otro modo, ninguna de estas doctrinas filosóficas, morales o religiosas constituye en sí
misma motivo suficiente para establecer regulaciones legales que otorguen o constriñan derechos.
Lo que sí nos muestra la realidad social es que un número importante de parejas quieren unirse bajo el amparo de una
institución como el matrimonio civil, en la esperanza del compromiso mutuo, el reconocimiento social y el acceso a
derechos de diversa índole para sí y para los hijos que les toque criar. Y aun cuando Vial desdeñe estos argumentos, si este
amparo social y estatal se les ofrece a parejas heterosexuales infértiles o que no tienen la intención de procrear, la
exclusión de las parejas homosexuales resulta injustificable, pues no cumple con el principio de reciprocidad exigible a
toda norma legal. Se niega a otros lo que se reclama para sí. ¿En razón de qué interés público se podría restringir el acceso
al matrimonio a parejas del mismo sexo sin traicionar un elemento que sí es central en nuestro ordenamiento democrático
como es la igualdad ante la ley? ¿Cuál es el daño que infligiría la suma de estas parejas a las que ven en la procreación la
piedra culminante del matrimonio? Vial sugiere que podría acarrear una suerte de venganza. ¿Venganza en contra de
quién? ¿Qué alimenta este augurio transido de un temor injustificado? Donde rige el matrimonio igualitario ningún tipo de
venganza ha tenido lugar.
El segundo argumento de Vial nos da un indicio de lo que palpita en el centro de su reflexión. Apoyándome en Martha
Nussbaum, hay razones para pensar que se trata de la racionalización de alguna clase de aversión o ansiedad más
profunda. Vial propone que dos personas del mismo sexo no pueden amarse plenamente porque no se trata de “un don de
sí al otro, que es diverso”. Llega a sugerir que los homosexuales padecerían de “cierto egocentrismo”, “una confusa
proyección de sí”. Al parecer entiende lo diverso como la diferencia de sexo, y no como las miles de formas de
diferenciación y complementación que interactúan cuando el amor se establece entre dos personas. Y como respuesta a su
demanda de un estudio fenomenológico sobre la homosexualidad, basta decir que prácticamente todas las asociaciones
médicas, psiquiátricas y psicológicas de los países desarrollados han declarado, basándose en investigaciones profundas
de especialistas en diversas áreas del conocimiento, que el homosexualismo es simplemente una orientación sexual
minoritaria y que nada tiene que ver con los trastornos de personalidad que él conjetura. Entre ellas, nada menos que la
Asociación de Psicología Americana y la Organización Mundial de la Salud. ¿Qué hay detrás de esta negación al avance
de la ciencia sino un intento de sustentar un rechazo anterior a la razón?
Según nuestras leyes, un pedófilo tiene derecho a casarse; un padre que se niega a solventar la manutención de los hijos de
un matrimonio anterior no tiene impedimento para hacerlo por segunda vez. ¿Qué explicación le daríamos entonces a una
pareja homosexual para negarle el mismo derecho? El único argumento atendible que ofrece Vial es que no puede
procrear. Desde el punto de vista de la neutralidad doctrinaria que debe regir los actos del Estado y de la necesaria
reciprocidad de nuestras normas legales, esta no es, en ningún caso, una distinción razonable.
GUÍA KANT: ¿QUÉ ES LA ILUSTRACIÓN?




  “La ilustración es la liberación del hombre          Inmanuel Kant:
  de su culpable incapacidad. La incapacidad
                                                       Filósofo alemán, del siglo XVIII
   significa la imposibilidad de servirse de su
      inteligencia sin la guía de otro. Esta           Profesor de lógica y metafísica
 incapacidad es culpable porque su causa no
    reside en la falta de inteligencia sino de         Propulsor del idealismo trascendental
  decisión y valor para servirse por sí mismo
                                                       Obras: “Crítica de la razón pura”,
  de ella sin la tutela de otro. ¡Sapere aude!
                                                       “¿Qué es la ilustración?”
 ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!:
        he aquí el lema de la ilustración”




Conceptos claves:
Ilustración: Período que abarca el siglo XVIII, en el que la sociedad comienza a darle
relevancia a la razón, otorgándole esta característica al ser humano.

Minoría de edad: Son aquellos seres humanos, que no hacen uso de la razón por
<cobardía> o <pereza>, dejando que otros piensen e impongan sus ideas en público.

Libertad: Consiste en que el ser humano haga uso de su razón, de forma individual,
consciente y deliberada. Es decir, se exprese libremente en uso público.

Uso público: El sabio puede ejercer el derecho de hacer uso de su razón, ante los demás.

Sabio (docto): Es el sujeto docto, es decir, pertenece a una clase acomodada, con
conocimientos necesarios para hacer uso público de su razón.

Sapere Aude: Es el lema de la ilustración, y significa que el ser humano se decida y tenga el
valor de hacer uso de su razón, por sí mismo. ¡Piensa por ti mismo!
Actividad:

Respondan en parejas o de manera individual, las siguientes preguntas:

    1. ¿En qué consiste la minoría de edad, desde la visión filosófica kantiana?

        [Defina minoría de edad, relaciones con uso público y la figura del sabio]




    2. Considerando el lema de la ilustración: “¡Ten valor de servirte de tu propia
       razón!”, ¿la escuela actual, permite que el estudiante se desprenda de su lugar
       de pupilo, de aprendiz?

        [Refiérase a la relación de Profesor-Estudiante, y a los términos kantianos; uso
        de razón, sabio y libertad]



    3. Situándonos en la actualidad, es decir, en el contexto del siglo XXI, esto es de la
       sociedad de las telecomunicaciones, ¿Consideran que el ser humano puede
       hacer uso de razón?

        [Utiliza los siguientes términos kantianos: minoría de edad, uso público, uso de
        razón]

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  • 1. Nombre(s): Curso: 3° Fecha: A continuación deberán leer las dos columnas de diario señaladas a continuación, y responder las preguntas que le suceden a las instrucciones. Luego de eso, en las páginas siguientes, se presenta una guía de Kant, en la que deberán responder las preguntas expuestas al final del documento Este trabajo tendrá validez para todo lo que ustedes deben, tanto prueba como trabajos. Tienen como plazo final el viernes, y pueden responderla en parejas. 1- Establezca una comparación entre el artículo de Juan de Dios Vial y la idea de lo Polimorfo. Tenga en consideración lo siguiente: - Lugar teórico donde sitúa el argumento de Vial - Características de lo Polimorfo - Similitudes y diferencias entre ambos pensamientos 2- Pablo Simonetti afirma en el artículo Matrimonio II: “Según nuestras leyes, un pedófilo tiene derecho a casarse”. ¿Por qué motivo(s) el autor realiza una distinción entre la pedofilia y la homosexualidad? 3- ¿En qué se diferencia el pensamiento de Vial y Simonetti expuesto en los artículos leídos?
  • 2. Amor y Matrimonio, por Juan de Dios Vial Larraín AMOR Y MATRIMONIO Escribe Juan de Dios Vial Larraín: “Puede haber un inmenso error en la comprensión de la homosexualidad, sea en quienes la condenan como en quienes la defienden. Lo que no veo claro es que se entienda bien de qué se habla”. Es un hecho muy patente que la relación amorosa entre dos individuos de diverso sexo, en los seres humanos y en los animales, alcanza su cima significativa en la generación de un nuevo individuo de la especie. El hombre y la mujer, en su relación amorosa, son quienes generan un hijo. Éste es, probablemente, el episodio más maravilloso de la naturaleza. En él se reúnen y culminan, en notable conjunción, tanto la felicidad, el goce, el placer y el sentimiento humanos, cuanto las poderosas fuerzas de la vida, expresadas ya desde el instinto. Pocos como la mujer que es madre lo saben mejor. Pues bien, esa acción, que es obra humana propia de amor, pareciera tener también, en cierta medida, una forma de afecto que liga profundamente a individuos de un mismo sexo, en donde el principio creador, en el orden de la vida, sin embargo, no se logra ni se persigue. Lo cual no obsta para que se pretenda equiparar una y otra forma en el plano ético y jurídico, como lo ha hecho recientemente -en virtud de un nuevo parecer suyo, y en vísperas de una nueva elección- el Presidente de los Estados Unidos. Platón muestra en el “Banquete” cómo un grupo de distinguidas figuras de la cultura griega celebran el amor en sendos discursos, algunos de los cuales hasta pueden parecer aberrantes, pero que muy probablemente reflejan prácticas en uso. Es corriente que en los “Diálogos” de Platón se muestren las más diversas perspectivas para abordar un asunto, inclusive mediante fatigosas retóricas no exentas de ironía. La noción platónica de dialéctica está presente en esos juegos. En el último de los discursos —ciertamente, la pieza capital del texto— emerge el narrador, se diría hoy. Platón, bajo la máscara de una misteriosa figura, dice la última palabra. En ella celebra el amor con el nombre de una divinidad: Eros. Ésta sería una fuerza que recorre el universo desde los primeros estratos de la vida hasta las mayores alturas del espíritu y la cultura. El rasgo esencial que distingue a esta fuerza es su capacidad creadora del hombre y, por ende, del humanismo y de las humanidades. Ese universal y maravilloso proceso alcanza su cima y se corona con lo que el diálogo, en fórmula muy platónica, llama la belleza en sí misma. Eros es, eminentemente, generación en la belleza. En la Biblia, fuente de religiones superiores como el judaísmo, el cristianismo y el islam, ciertamente el motivo creador alcanza su dimensión suprema: el monoteísmo, un Dios supremo y único creador del mundo. En ella hay textos muy vigorosos que impugnan el amor entre individuos del mismo sexo. Situándose estrictamente en la dimensión sexual procreadora, la pregunta que cabe hacer es acerca del significado, del contenido real y del valor que posee ese afecto humano profundo dirigido a otro individuo del mismo sexo y, por consiguiente, ajeno al principio creador que se distingue en la naturaleza propia del amor. El afecto profundo que se da entre seres del mismo sexo puede estar entre los más nobles: ahora léase la amistad en la “Ética”, de Aristóteles. Pero en la medida en que entra en esa relación el elemento sexual, el camino es otro; y las cosas no deben confundirse. Diríase a la manera escolástica “distinguir para unir”. Distinguir el amor conyugal que asume la dimensión del hijo y su mundo (matrimonio y familia) del tierno afecto entre homosexuales al que cabe dar formas de reconocimiento, desde luego, para protegerlo contra hirientes discriminaciones o formas de injusticia. Ir más allá puede tomar algo así como caracteres vengativos y llegar a ser una forma de descalificación del amor entre hombre y mujer, a pretexto de establecer cierta uniformidad, lo que, en el fondo, guardaría estrecha simetría con la misma que se busca corregir. Puede haber un inmenso error en la comprensión de la homosexualidad, sea en quienes la condenan como en quienes la defienden. Lo que no veo claro es que se entienda bien de qué se habla. El mayor quid pro quo resulta de que en ambos bandos hablan de algo que cada uno de ellos no es y que, además, siente su propia identidad amenazada por la del otro.
  • 3. El principio creador que legitimaría la heterosexualidad pudiera verse desmentido por argumentos construidos sobre la diversidad de hechos conocidos que frustran la creatividad del sexo sin quebrar el amor; entre éstos pueden estar tanto la castidad como la esterilidad. No son, a mi entender, argumentos de mayor peso. En cambio, sí me parece necesario contar, en la discusión de este asunto, con una fenomenología en profundidad del amor que esclarezca en qué medida cabe llamar amor a una experiencia que tiene rasgos tan singulares; que ha sido objeto de investigaciones profundas, como las de Freud, por ejemplo. Y de la que hay tan vivos y notables testimonios de personas, conductas y modos de ser que señalan su singularidad. Creo interesante discernir rasgos de carácter, por ejemplo, cierto tipo de egocentrismo que con frecuencia marca formas de afecto con contenido sexual, pero con un ser que no es distinto. En el cual el sujeto pareciera, más bien, estar mirándose a sí mismo. Realizar una confusa proyección de sí; no un don de sí a otro, que es diverso, y al que se reconoce como tal en un acto de mutua entrega, ligado a la vida; un acto que está en el origen mismo del ser humano.
  • 4. Amor y Matrimonio II, por Pablo Simonetti Amor y Matrimonio II Dos son los argumentos principales que despliega Juan de Dios Vial Larraín en su columna “Amor y matrimonio”: 1.- Dado que el amor alcanza “su cima significativa” en la procreación, el matrimonio debe reservarse a los heterosexuales. 2.- El amor de las parejas homosexuales es además de una índole sospechosa, por hallarse involucrados individuos que no son esencialmente distintos. El primer argumento se funda en la premisa de que el amor entre dos personas alcanza su plenitud “en la generación de un nuevo individuo de la especie”. Esta mirada reduce el campo de realización del amor. Se podría afirmar que la más alta forma de amor es estar dispuesto a dar la vida por el otro, o dar sentido y proyección a la vida en pareja, o brindar apoyo, cuidado y oportunidades. El amor es un sentimiento complejo que se expresa de múltiples formas en el comportamiento humano. Milton decía que el matrimonio era más que lo meramente biológico. Para él significaba compañía, conversación y vida en común. Quizás la mayor virtud del amor sea su indeterminación, su ductilidad para adaptarse a las singularidades de cada pareja. Visto así, lo que propone Vial es una “doctrina comprehensiva” acerca del amor, como llama Rawls a las tantas visiones de mundo que conviven en las sociedades modernas, entre las cuales el Estado no debe mostrar preferencia. O dicho de otro modo, ninguna de estas doctrinas filosóficas, morales o religiosas constituye en sí misma motivo suficiente para establecer regulaciones legales que otorguen o constriñan derechos. Lo que sí nos muestra la realidad social es que un número importante de parejas quieren unirse bajo el amparo de una institución como el matrimonio civil, en la esperanza del compromiso mutuo, el reconocimiento social y el acceso a derechos de diversa índole para sí y para los hijos que les toque criar. Y aun cuando Vial desdeñe estos argumentos, si este amparo social y estatal se les ofrece a parejas heterosexuales infértiles o que no tienen la intención de procrear, la exclusión de las parejas homosexuales resulta injustificable, pues no cumple con el principio de reciprocidad exigible a toda norma legal. Se niega a otros lo que se reclama para sí. ¿En razón de qué interés público se podría restringir el acceso al matrimonio a parejas del mismo sexo sin traicionar un elemento que sí es central en nuestro ordenamiento democrático como es la igualdad ante la ley? ¿Cuál es el daño que infligiría la suma de estas parejas a las que ven en la procreación la piedra culminante del matrimonio? Vial sugiere que podría acarrear una suerte de venganza. ¿Venganza en contra de quién? ¿Qué alimenta este augurio transido de un temor injustificado? Donde rige el matrimonio igualitario ningún tipo de venganza ha tenido lugar. El segundo argumento de Vial nos da un indicio de lo que palpita en el centro de su reflexión. Apoyándome en Martha Nussbaum, hay razones para pensar que se trata de la racionalización de alguna clase de aversión o ansiedad más profunda. Vial propone que dos personas del mismo sexo no pueden amarse plenamente porque no se trata de “un don de sí al otro, que es diverso”. Llega a sugerir que los homosexuales padecerían de “cierto egocentrismo”, “una confusa proyección de sí”. Al parecer entiende lo diverso como la diferencia de sexo, y no como las miles de formas de diferenciación y complementación que interactúan cuando el amor se establece entre dos personas. Y como respuesta a su demanda de un estudio fenomenológico sobre la homosexualidad, basta decir que prácticamente todas las asociaciones médicas, psiquiátricas y psicológicas de los países desarrollados han declarado, basándose en investigaciones profundas de especialistas en diversas áreas del conocimiento, que el homosexualismo es simplemente una orientación sexual
  • 5. minoritaria y que nada tiene que ver con los trastornos de personalidad que él conjetura. Entre ellas, nada menos que la Asociación de Psicología Americana y la Organización Mundial de la Salud. ¿Qué hay detrás de esta negación al avance de la ciencia sino un intento de sustentar un rechazo anterior a la razón? Según nuestras leyes, un pedófilo tiene derecho a casarse; un padre que se niega a solventar la manutención de los hijos de un matrimonio anterior no tiene impedimento para hacerlo por segunda vez. ¿Qué explicación le daríamos entonces a una pareja homosexual para negarle el mismo derecho? El único argumento atendible que ofrece Vial es que no puede procrear. Desde el punto de vista de la neutralidad doctrinaria que debe regir los actos del Estado y de la necesaria reciprocidad de nuestras normas legales, esta no es, en ningún caso, una distinción razonable.
  • 6. GUÍA KANT: ¿QUÉ ES LA ILUSTRACIÓN? “La ilustración es la liberación del hombre Inmanuel Kant: de su culpable incapacidad. La incapacidad Filósofo alemán, del siglo XVIII significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta Profesor de lógica y metafísica incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de Propulsor del idealismo trascendental decisión y valor para servirse por sí mismo Obras: “Crítica de la razón pura”, de ella sin la tutela de otro. ¡Sapere aude! “¿Qué es la ilustración?” ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!: he aquí el lema de la ilustración” Conceptos claves: Ilustración: Período que abarca el siglo XVIII, en el que la sociedad comienza a darle relevancia a la razón, otorgándole esta característica al ser humano. Minoría de edad: Son aquellos seres humanos, que no hacen uso de la razón por <cobardía> o <pereza>, dejando que otros piensen e impongan sus ideas en público. Libertad: Consiste en que el ser humano haga uso de su razón, de forma individual, consciente y deliberada. Es decir, se exprese libremente en uso público. Uso público: El sabio puede ejercer el derecho de hacer uso de su razón, ante los demás. Sabio (docto): Es el sujeto docto, es decir, pertenece a una clase acomodada, con conocimientos necesarios para hacer uso público de su razón. Sapere Aude: Es el lema de la ilustración, y significa que el ser humano se decida y tenga el valor de hacer uso de su razón, por sí mismo. ¡Piensa por ti mismo!
  • 7. Actividad: Respondan en parejas o de manera individual, las siguientes preguntas: 1. ¿En qué consiste la minoría de edad, desde la visión filosófica kantiana? [Defina minoría de edad, relaciones con uso público y la figura del sabio] 2. Considerando el lema de la ilustración: “¡Ten valor de servirte de tu propia razón!”, ¿la escuela actual, permite que el estudiante se desprenda de su lugar de pupilo, de aprendiz? [Refiérase a la relación de Profesor-Estudiante, y a los términos kantianos; uso de razón, sabio y libertad] 3. Situándonos en la actualidad, es decir, en el contexto del siglo XXI, esto es de la sociedad de las telecomunicaciones, ¿Consideran que el ser humano puede hacer uso de razón? [Utiliza los siguientes términos kantianos: minoría de edad, uso público, uso de razón]