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Procesos suelos
1. PROCESOS DE FORMACION DEL SUELO. Introducción
Extractado de Durán et al. 1997. Código 420. Facultad de Agronomía.
INTRODUCCION
Las teorías sobre la génesis del suelo reflejan el nivel alcanzado en el conocimiento
científico de los suelos, en un momento dado, y en el fondo incluye el concepto mismo de
suelo.
Al aumentar el conocimiento de los suelos a lo largo del tiempo, han habido cambios
en el concepto de suelo y en consecuencia, han cambiado también las teorías sobre su
génesis. Hasta hace un siglo, era común considerar al suelo como roca desintegrada,
mezclada con materia orgánica descompuesta. Esta idea fue reemplazada, primero en
Rusia y luego en otros pases, por el concepto de que los suelos eran más que roca
meteorizada y que tenían perfiles, constituidos por horizontes relacionados
genéticamente. En consecuencia, la antigua teoría sobre la formación del suelo, basada
en la meteorización exclusivamente, resultó insuficiente y se necesitó una nueva teoría
para explicar la formación del perfil del suelo y su diferenciación en horizontes.
La formación del suelo pasó a ser considerada como el producto de la meteorización,
más ciertos cambios adicionales que en Rusia se atribuyeron fundamentalmente, a la
acción del clima y la vegetación, aunque la importancia del material madre del suelo, el
relieve y el tiempo, no fueron ignorados.
Los estudios de Dokoutchaiev y sus discípulos y colegas se centraron
fundamentalmente en grandes grupos, o tipos de suelos característicos, cada uno con
una morfología determinada. Los estudios edafológicos en Europa Occidental y en
América inspirados en los conceptos rusos, siguieron naturalmente la misma orientación.
La consecuencia lógica fue que suelos muy diferentes en su morfología y en sus
propiedades físicas, fisicoquímicas, químicas y biológicas deban originarse por procesos
esencialmente diferentes, tanto en su naturaleza como en su intensidad. A estos procesos
se les designó con nombres derivados de los nombres de los suelos que originaban; a
veces el nombre del proceso no se derivó del nombre del suelo, sino de alguna
característica prominente de él.
La evolución posterior de la ciencia del suelo, particularmente en las últimas décadas
demostró que aquellas concepciones eran erróneas a veces, pero sobre todo muy
simplistas. La sistematización de los procesos de la edafogénesis en compartimientos
estancos resultó incongruente y francamente contradictoria con la distribución y
asociación geográfica de los suelos.
A medida que progresaron los estudios de levantamiento y caracterización de suelos,
se comprobó que en todo el mundo eran comunes las formas transicionales entre tipos de
suelos diferentes y que entre dos tipos cualesquiera, podían existir varios intergrados,
constituyendo toda una gama entre los extremos. Si los suelos formaban pues un
“continum” donde el pasaje gradual de unos a otros era lo normal los procesos que los
originaban no podan tener límites netos y rígidos.
Actualmente se acepta que en los procesos de formación y evolución de los suelos
intervienen una serie de procesos simples (en términos relativos) que son comunes a
2. todos los suelos pero que según las condiciones, se manifiestan con mayor o menor
intensidad. De la combinación particular de procesos simples o elementales existentes en
un lugar dado, depender la naturaleza del suelo formado. Cada tipo de suelo no es pues
el producto de un proceso específico distinto en su naturaleza a los que originan otros
tipos de suelo, sino que es el resultado de una combinación particular de procesos
simples que se caracteriza por la intensidad con que se manifiesta cada uno de estos
últimos. Cuanto mayores sean las diferencias entre dos tipos cualesquiera de suelos,
mayores serán las diferencias en intensidad de los diversos procesos elementales que,
actuando conjuntamente, les dieron origen a uno y otro.
Este concepto, en apariencia simple, pero que es el resultado de análisis de
numerosísimos estudios realizados en diversos pases, constituye la base del enfoque
moderno de la interpretación de los procesos de formación del suelo. Ha sido elaborado,
desarrollado y expuesto por autores de diferentes nacionalidades.
Simonson (1959), lo expuso en su “Esbozo de una Teoría Generalizada de Génesis del
Suelo”. Gaucher, G. (1968), se expresó en términos similares al señalar que la
identificación de un tipo de suelo se basa en el análisis del “proceso tipogénico” que le da
origen; este último se define por la asociación de procesos elementales que lo
constituyen. Wright y Bennema (1965), se han manifestado en términos similares al
analizar el concepto de renovabilidad del suelo como recurso natural.
Cabe hacer aquí una acotación importante, referida al rol e importancia de la
meteorización de las rocas, y formación y acumulación del material parental de los suelos
y su ubicación en los procesos de edafogénesis. También aquí la concepción tradicional
resulta muy simplista. En efecto, ha sido habitual el considerar a la meteorización y la
formación del material parental como procesos geológicos, diferentes y anteriores a los
procesos edafológicos de formación del suelo.
Modernamente, se ha visto que esto no es así, y que a veces es hasta imposible,
según las definiciones clásicas, la identificación del material parental de ciertos suelos
formados a partir de rocas ígneas. Tal lo que demostró Brewer (1964), al estudiar un
suelo sobre diorita; este autor concluyó que la evaluación cuantitativa de los cambios
mineralógicos ocurridos durante la edafogénesis sólo era posible si se tomaba como
material original del suelo a la roca fresca. Naturalmente que este concepto choca con la
definición clásica del material parental del suelo al que se consideró como “el material
suelto producido por la alteración de las rocas”. En el caso de suelos formados sobre
rocas ígneas o metamórficas la duda se plantea acerca de cual es el grado de alteración
necesario para aceptar que la roca se ha transformado en material parental. Como
normalmente hay una transición gradual entre la roca fresca y el producto de alteración, el
material parental es indefinido, salvo que se acepte la sugerencia de Brewer y entones no
cabe duda que la meteorización es parte de la formación del suelo, más aún, si se tiene
en cuenta, que aún después de formado el suelo puede continuar la alteración de los
minerales. Volviendo a la concepción de Dokoutchaiev, que sigue siendo aceptada en la
actualidad, sobre la importancia del clima, organismos vivos, roca madre, relieve y tiempo,
en la formación del suelo, cabe sin embargo hacer una puntualización. Estos factores son
la causa última de la formación y evolución de los suelos; actuando simultáneamente, en
muy diversas y numerosas combinaciones, según sus intensidades y características
relativas, originan perfiles definidos por sus secuencias de horizontes y propiedades
físicas, químicas y biológicas de cada uno de estos horizontes. Pero, las causas
inmediatas del desarrollo de una sucesión particular de horizontes en el suelo, se
3. encuentran en realidad en los procesos físicos, químicos y biológicos que son operativos
en ese perfil particular. Estos procesos dependen obviamente de los factores de
formación, pero éstos establecen únicamente las condiciones en que aquellos van a
actuar: los procesos son, en definitiva, los que “producen el perfil del suelo”.
Según los conceptos expuestos precedentemente, existen procesos simples o
elementales, que se asocian para dar lugar a otros más complejos, los procesos
tipogénicos. Los tipos de suelos que estos originan tienen una expresión geográfica
regional y constituyen las grandes zonas de suelos del mundo, caracterizadas
generalmente no sólo por sus suelos sino también por un clima y una vegetación propias.
Así, la zona de suelos negros, oscurecidos por la materia orgánica con alto porcentaje
de cationes bivalentes (fundamentalmente calcio), coincide con el área bioclimática de la
estepa. Algo similar ocurre en Francia donde los suelos Pardos Lixiviados (diferenciados)
son característicos de bosques de hoja caduca de la zona húmeda.
Pero a su vez, dentro de estas zonas bioclimáticas junto a los suelos típicos, existen
otros suelos, que difieren de aquellos en uno o más rasgos importantes, debido a la
acción preponderante de algún factor local; roca madre de composición “extrema”,
hidromorfismo muy acentuado, concentraciones elevadas de sales o álcalis.
En consecuencia el estudio de los procesos de formación del suelo puede analizarse a
tres niveles, en el entendido de que esto no responde más que a la necesidad de facilitar
o simplificar la exposición, sin que signifique una jerarquización de unos procesos en
relación a otros:
1. Procesos generales de formación del suelo, también llamados simples o
elementales, que son los que “prescindiendo de la intensidad variable y las
modalidades particulares que pueden adoptar” alteran las rocas y minerales y
originan el perfil del suelo con su secuencia de horizontes genéticos.
2. Procesos regionales de formación del suelo, también llamado tipogénicos
(Gaucher, G., 1968), que no constituyen sino una asociación de procesos simples,
caracterizada por la intensidad y modalidad particular que adopta cada componente
elemental. Estos procesos producen los tipos o grandes grupos de suelos, que
caracterizan las regiones principales de suelos del mundo, más o menos
coincidentes con zonas bioclimáticas.
3. Procesos locales de formación del suelo, debidos a la acción predominante de un
factor edafogenético local, que originan dentro de una región bioclimática, suelos
que aún presentando numerosos caracteres en común con los suelos
característicos del área, poseen algunas diferencias significativas con éstos. Son
suelos, por ejemplo, mal drenados de las áreas deprimidas, o los suelos
halomórficos desarrollados en condiciones que favorecen la acumulación de sales o
álcalis. Todos estos suelos ocupan por lo común superficies restringidas dentro de
la región donde aparecen.
De los tres procesos expuestos más arriba, en este texto se tratará únicamente el que
corresponde a Procesos Generales de Formación del Suelo, los demás se tratarán en
profundidad en otras publicaciones.
4. PROCESOS GENERALES DE FORMACION DEL SUELO
Crompton (1962) agrupa a los procesos de formación del suelo en cuatro grupos:
1. Meteorización
2. Translocación
3. Ciclo Orgánico
4. Erosión - Aporte Superficial
Wright y Bennema (1965), consideran que estos procesos pertenecen a tres
regímenes:
1. Descomposición
2. Orgánico
3. Rejuvenecimiento
El primero, incluye los procesos de Meteorización y Translocación de Crompton, los
otros dos corresponden al Ciclo Orgánico y a los procesos de Erosión - Aporte Superficial
de Crompton. El enfoque de Wright y Bennema y el de Crompton son, pues, casi
idénticos.
Gaucher, G. (1968) distingue por una parte, los Procesos Elementales y los Procesos
Tipogénicos, y por otro distingue, dentro de la edafogénesis, dos tiempos: la formación y
la evolución del suelo.
La formación del suelo incluye:
– Desintegración y descomposición de la roca madre (meteorización).
– Acumulación de materias minerales: aluvionamiento, coluvionamiento y aporte
eólico.
– Acumulación de materia orgánica.
La evolución del suelo incluye:
– Migración de materias orgánicas y minerales tanto solubles como coloidales,
descendentes o ascendentes.
– Acumulación de los productos de la migración, ya sea en un horizonte profundo (B o
C) o en la superficie.
Tiempo atrás, Robinson (1960) hizo una sistematización de los procesos
edafogenéticos bastante similar. Separó la meteorización, de la formación del suelo
propiamente dicha, aunque señaló lúcidamente que “la iniciación del desarrollo del perfil
5. no detiene la meteorización, sino que los dos procesos pueden ser simultáneos”.
Puntualizó además que “los procesos de meteorización sólo cesan cuando el suelo cesa
de contener minerales meteorizables” y que “en muchos suelos rocosos superficiales la
formación del suelo comienza con la meteorización”. Dentro de los procesos de desarrollo
del perfil, el mismo autor incluyó la acumulación de materia orgánica y los fenómenos de
eluviación (lavado de sustancias desde los horizontes superiores hacia los inferiores del
perfil) e iluviación (acumulación de dichas sustancias). Aún distinguió eluviación mecánica
que afecta a la arcilla, y eluviación química, en la que estableció un orden de migración
para los distintos compuestos: sales solubles y medianamente solubles, bases
intercambiables, sesquióxidos de hierro y aluminio, materia orgánica y sílice. Aunque
Robinson no los llamó expresamente procesos simples o elementales, parece evidente no
obstante que los consideró como tales y que los procesos complejos o tipogénicos eran
los que daban origen a los “grupos” de suelos. De acuerdo a lo expuesto por Crompton,
Wright y Bennema, Robinson y Gaucher, los procesos elementales de formación del perfil
del suelo son los siguientes:
1. Meteorización de las rocas y minerales.
2. Acumulación y evolución de la materia orgánica.
3. Translocación de compuestos solubles o coloidales en el perfil.
4. Rejuvenecimiento del suelo (aporte de material fresco) por distintas vas.
A estos se les podría agregar al desarrollo de la estructura del suelo, reconocido
expresamente por Brewer (1964), como proceso de formación del suelo.
OTROS PROCESOS GENERALES DE FORMACION DEL SUELO
Aparte de la meteorización, existen otros procesos generales de formación del suelo
que ya fueron enumerados precedentemente y que serán considerados a lo largo del
curso según se indica a continuación.
La acumulación y evolución de la materia orgánica se considera más adelante, junto a
la identificación y caracterización de los diferentes tipos de humus del suelo y de los
compuestos orgánicos que los integran.
El desarrollo de la estructura del suelo se tratar en el capítulo dedicado a propiedades
físicas de los suelos.
Finalmente, la translocación de compuestos solubles o coloidales en el perfil y el
rejuvenecimiento del suelo se considerarán al analizar los factores y procesos de la
formación del suelo.