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1 YONGGI eHCon R. Whitney Manzano, Ph. D.
LACUARTA
Mássecretosparaunavidadefeexitosa
BUeNOS AIRlS MAMI - NEW YORK - SAN JClSf - SANTIAGO
La Cuarta Dimensión (volumen 2)
Dr. David Yonggi Cho
Publicado por Editorial Peniel
Boedo 25 (¡ 206) Buenos Aires - Argentina
TellFax: (54-11) 4981-6178/6034
web site: www.editorialpeniel.com
e-mail: info@peniel.com.ar
Publicado originalmente con el título:
Tlze Foutlz Dimension (volume 2)
por Seoul Logos Co. (nc.
Seúl. Corea del Sur
Traducción al cspañol: Aricl Kim
Diseflo de cuhierta e interior: arteCdpeniel.com.ar
Copyright ~) 2002 ~ditol"ial Peniel
ISBN ~o: 987-9038-81-9
Producto N°: .,1 CJ099
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida en
ninguna forma sin el permiso escrito de Editorial Penicl.
Edición N° 1 AI10 ]00]
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CONTENIDO
Introducción
5 .
Prólogo, mi historia personal
9 .
1. El Espíritu Santo y tú
17 .
2. La cuarta dimensión
43 .
3. La renovación mental
83 .
4. El poder creativo del lenguaje
95 .
5. El amor: la fuente de motivación
119 ..
Notas
149 .
ex libris eltropical
RECONOCIMIENTOS DEL TRADUCTOR
Dedico esta traducción a mis padres, los pastores Sungkil
Kim y Sunkee Choi, que me enseñaron el verdadero sentido
del sacrificio y del amor incondicional.
Desde lo más profundo de mi corazón, quiero especial-
mente agradecer y glorificar a la Persona más importante de
mi vida y mi ministerio: El Espíritu Santo, que me ha dado la
visión y la bendición de servir al pueblo latinoamericano de
todo el mundo a través de esta obra.
Expreso mis sinceros agradecimientos para David Yonggi
Cho. Joshua Cho Heeseo. Carlos Annacondia, César Castella-
nos, Harold Caballeros, Claudia Freidzon y Sergio Scataglini,
que son de gran inspiración para mi vida y mi ministerio.
Por último, no puedo dejar de mencionar a mis interceso-
res, que nunca se olvidan de orar por mi vida y mi ministerio.
Ariel Kim, Buellos Aires, Argelltillo
4
INTRODUCCIÓN
En el año 1978 escribí el primer volumen de este libro ti-
tulado La cuarta dimensión. En aquella época entendía cómo
era el clima espiritual que se vivía en varios lugares del mun-
do; ahora decidí ampliar aún más los principios revoluciona-
rios que entonces había descubierto. Desde aquel año tuve la
oportunidad de viajar por todo el mundo para ministrar, y tam-
bién logré establecer un ministerio a través de la televisión.
Esos viajes me ayudaron a entender aún más la madurez espi-
ritual de la comunidad cristiana. Esto fue lo que me motivó a
escribir este segundo volumen, pues quiero difundir más pro-
fundamente los principios de éxito, con ejemplos más actuali-
zados, que me permiten pastorear hoy la iglesia más grande del
mundo.
Quizá algunos no entiendan lo que yo quiero decir al hacer
uso del término ""La cuarta dimensión". Para evitar los malos
entendidos, vaya explicarlo muy sencillamente.
La palabra ""dimensión" es un término muy usado en el
área de la física y las matemáticas. En matemáticas, se utiliza
para las medidas. Por ejemplo, el término ""unidimensional" se
usa para indicar la extensión de una línea. Se sobreentiende
5
La cuarla dimensión 2
que en un plano unidimensional no podemos hablar de la den-
sidad, sino solamente de la latitud.
En cambio, cuando hablamos de "dos dimensiones", indi-
camos un plano cuya latitud y longitud son mensurables. Si
decimos "tres dimensiones", hablaríamos no solamente de la
latitud y la longitud, sino también de la profundidad y densi-
dad de un determinado plano.
En la física hay otra manera de medir un fenómeno físico,
y esa medida es el "tiempo". Isaac Newton es reconocido
por sus grandes descubrimientos en la física. Fue el que dio a
conocer el movimiento de los planetas dentro de sus órbitas
a través de la conocida "ley de la gravedad". Sin embargo,
Newton usó solamente tres dimensiones para sus teorías.
Einstein hizo uso del concepto del tiempo y espacio como
otra dimensión física. Para algunos, esto es "La cuarta dimen-
sión". En consecuencia, si hago uso de la teoría cosmográfica
tradicional de Newton, no me equivocaría al usar el término de
"La cuarta dimensión". Pero si me pongo en onda con la teo-
ría de Einstein, tendría que hablar de una "quinta dimensión".
Debido a que los principios espirituales superan las teorías
científicas, no modificaré el término "La cuarta dimensión"
para desarrollar mis principios. Estoy seguro de que el lector
no tendrá ningún inconveniente para entender este término, ya
que he aclarado lo que quiero decir.
Originalmente Dios nos creó como seres físicos. El mismo
Dios que le dio el soplo de la vida a Adán le dio también al
hombre la capacidad para entender y comunicarse con Él en
un nivel superior al físico. Ese nivel es el nivel espiritual. La
Biblia nos dice que "Dios es Espíritu; y los que le adoran en
espíritu yen verdad es necesario que adoren" (Juan 4:24).
En el segundo capítulo de Génesis notamos que Dios tomó
lo más bajo y lo mezcló con lo más alto para crear al hombre.
Tomó la tierra y dio el soplo divino. Aquí está la diferencia: en
6
Introducción
el momento de crear a otros seres, Dios solo dio la orden. Pe-
ro al crear al hombre. tomó la tierra y le dio forma según su
imagen. Si tenemos en cuenta que la imagen de Dios es Jesu-
cristo (Juan 14:9), podemos decir que nosotros fuimos creados
conforme a la imagen y semejanza de Jesucristo.
En Génesis 2: 17 vernos que Dios le dijo a Adán que si de-
sobedecía a sus mandamientos, moriría. Adán pecó, pero no
murió. Siguió viviendo con su esposa Eva, y tuvo hijos. ¿Có-
mo se explica este fenómeno? Adán no murió físicamente, si-
no espiritualmente. No obstante, aún en el día de hoy el
hombre tiene capacidad para comunicarse con Dios y entender
la realidad en su dimensión espiritual. Cuando una persona re-
cibe a Jesucristo como su Salvador personal, nace espiritual-
mente. En otras palabras, nace de nuevo.
Por lo tanto, nosotros, como cristianos, debemos ser cons-
cientes de la realidad espiritual y familiarizarnos con la cuar-
ta dimensión, hasta el punto que esta sea como el plano
tridimensional en el que ahora estamos acostumbrados a vivir.
La cuarta dimensión es el plano existencial donde Dios
mora. Es una realidad de mayor importancia que el plano tri-
dimensional en el que vivimos. "Toda sustancia se encuentra
envuelta por una sustancia más grande." Es el plano espiritual
el que contiene y envuelve las tres dimensiones de la realidad
física. Por medio de este plano podemos medir el largo, el an-
cho y la profundidad del amor de Dios, al igual que otras rea-
lidades espirituales. El Espíritu Santo nos fue enviado con el
fin de cumplir este propósito, para que vivamos y experimen-
temos esta nucva realidad. Voy a tratar de transmitirte los prin-
cipios y testimonios que contiene este libro. con la ayuda y la
iluminación del Espíritu Santo.
David YOllggi C/zo, Seúl, Corea del Sur
7
PRÓLOGO, MI HISTORIA PERSONAL
Nací en Corea del Sur, cuando Corea del Sur era colonia
japonesa. No me alcanzarían las páginas de este libro para
contar todo lo que hemos sufrido durante ese conflicto.
La península coreana se localiza entre Japón y China. A
causa de esto, Corea fue un lugar apropiado, elegido por am-
bos países para librar sus batallas que perduraron por miles de
años. Pero estas dificultades no causaron daño alguno para los
coreanos; al contrario, desarrollaron la independencia de un
pueblo que se distinguía por su herencia particular y su propio
idioma que fue creado hace cinco mil años.
Mi padre era un hombre muy trabajador y muy religioso al
mismo tiempo. Para ser más específico, era un destacado líder
budista de la zona en la que vivíamos. Vaya contar un poco
acerca del budismo a lo largo de este libro. Siento la necesidad
de hacerlo. Y vaya comenzar por decir que aún hoy el budis-
mo que se practica en Corea y Japón es diferente al de otras
partes -por ejemplo al del sur del continente asiático-o El bu-
dismo coreano es más filosófico.
El cristianismo ha ganado el respeto de la gente aquí en
Corea, gracias a la actitud que han mostrado los cristianos du-
rante los tiempos más críticos de la Segunda Guerra Mundial.
9
La cuarta dimensión 2
El patriotismo de los cristianos coreanos de aquella época fue
sencillamente algo apreciable, Apenas terminada la guerra, co-
menzamos a reconstruir nuestra patria, Muchos misioneros
estadounidenses habían venido para darnos una mano y esta-
ban siempre presentes en las situaciones más difíciles, Pero el
anhelo de ver a nuestro país de pie siguió siendo un sueño
inalcanzable, ya que los rusos habían apoyado a los comunis-
tas norcoreanos para que invadieran toda la península, Esto
fue lo que se conoce hoy en día como "el conflicto coreano",
y el caos fue aún mayor en comparación al de la Segunda Gue-
rra Mundial. Después de la guerra contra los comunistas, prác-
ticamente toda Corea quedo en ruinas,
Me tocó vivir en medio de un ámbito muy desalentador
como este, Tuve que abandonar mis estudios para ir a trabajar
ya que, económicamente, mis padres no podían mantener a to-
da la familia. Tenía la mente puesta en cómo sobrevivir, y na-
da más que en eso. Algunos dicen que esto es la motivación
primordial del hombre. Les doy la razón, pues yo buscaba to-
do tipo de trabajo. Lo único que quería era ganar dinero para
comprar comida para mi familia. Tuve que vivir días intensos,
ya que trabajaba en varios lugares en una misma jornada. Un
día, mientras daba clases de apoyo a un estudiante secundario,
empecé a sentir un fuerte dolor. Mi pecho empezó a moverse
convulsivamente, y comencé a tener arcadas. Después de ha-
ber vomitado gran cantidad de sangre por la boca y la nariz,
me desmayé.
Cuando recuperé el conocimiento no sabía cuánto tiempo
había pasado. Pero hice todo el esfuerzo posible para volver a
mi casa. Mis padres tuvieron que vender lo poco que tenían
para llevarme al hospital. Los doctores no tardaron en hacer un
breve análisis sobre mi síntoma, y acordaron en definitiva que
era una tuberculosis terminal. Tenía apenas 18 años de vida, y
me estaba muriendo en medio de la miseria. Me mandaron a
O
Prólogo, mi historia personal
casa para que mis últimos días fueran un poco más tranquilos.
"Tienes tres o cuatro meses de vida, como mucho", habían si-
do las últimas palabras del médico.
"¿Por qué me sucede esto?" me pregunté, muy disgustado,
mientras me tiraba en una colchoneta. El almanaque parecía
marcar los tres meses de vida que me quedaban. Día tras día
oraba a Buda. "Buda, ¿me ayudas a recuperarme?" Pero no
pasaba absolutamente nada. Me sentía cada vez peor, y lo úni-
co que podía esperar de mi vida era que se terminara lo más
pronto posible, aunque sea para disminuir el dolor.
Pero un día hice una oración que cambió completamente
mi vida. "¡Oh, Dios! Si realmente existes, ven y ayúdame. Si
me ayudas a recuperar la salud, te prometo que viviré para ti y
para el bien de otros."
Vaya contarte algo interesante. En coreano existe una pa-
labra muy particular que describe al Dios único: Hanna-neem.
Hanna significa "uno", y neem, "alguien que merece honra y
respeto". Este último es un sufijo que se usa junto con cual-
quier sustantivo propio. Los japoneses no tienen un término
tan particular y rico como el nuestro para indicar al Dios de la
Biblia. Por lo tanto, tienen dificultades al querer hablar de un
Dios único y todopoderoso.
En el primer capítulo de Romanos Pablo nos dice que la
verdad de Dios fue revelada a todos los hombres. Sin embar-
go, la naturaleza humana se opuso ante esa verdad. Por consi-
guiente, el hombre no tiene excusa alguna para ignorar la
existencia de Dios y sus leyes. Para predicar el evangelio a
gente que no conoce a Dios, solamente tenemos que procla-
mar la verdad con el poder del Espíritu Santo. Es el Espíritu
Santo el que se responsabiliza de revelar la veracidad de la
palabra de Dios. No tengo ninguna duda de que aquellos mo-
mentos de silencio fueron clave para mi vida. Afortunadamen-
te, no tardé mucho tiempo en dejar de lado a un Buda que no
11
La cuarta dimensión l
me respondía, y empezar a buscar el conocimiento de la ver-
dad y a un Dios viviente que fue revelado a través de su hijo,
Jesucristo.
Después de unos instantes de haber orado a ese Dios úni-
co, verdadero y viviente, una joven vino a verme. Aparentaba
ser una estudiante de la secundaria, y noté que tenía debajo de
uno de sus brazos un libro bastante grande. "Yonggi, quiero
hablarte de Jesucristo", fueron sus primeras palabras, que si-
guieron así: "Ahora, tienes que escucharme".
Traté de no ofenderla. "Gracias por tu visita, pero tú lo sa-
bes, soy un buen budista. Estoy a un paso de la muerte, y no me
gustaría cambiar de religión a último momento". En realidad,
ella no sabía cuán desesperado me encontraba en ese instante.
"Bueno, no importa", dijo y continuó como si no se hubie-
ra percatado de mi terrible situación. "De todas formas, vaya
contarte acerca de Jesucristo." Y comenzó a relatarme acerca
de la vida de Jesús: su nacimiento, su vida, su muerte en la
cruz del Calvario y su resurrección. Luego, me explicó cómo
podía ser salvo si recibía a Jesucristo y le pedía el perdón de
mis pecados. Escuché atentamente aquellas palabras. Sin em-
bargo, a decir verdad, me sentía mejor sin ella.
Al día siguiente la joven me visitó otra vez. Me habló so-
bre el gran amor de Dios hacia los pecadores y la capacidad
que tenía para liberarme de todo pecado y dolencia. En reali-
dad, lo único que me preocupaba era la tuberculosis. Pero no
hice ninguna mención al respecto. Oía todas esas historias, pe-
ro lo único que guardaba en mente era el deseo de estar solo.
Sabía que todos los días de la semana recibiría la visita de
la joven misionera que siempre contaba lo mismo, lo que me
disgustaba mucho.
Después de unos días perdí la paciencia y le grité: "¡ Bas-
ta! ¡No me digas ni una palabra más! Estoy cansado de tus
tontas historietas. ¡Déjame morir en paz!"
12
Prólooo, mi historia personal
Por un momento pensé que esto lograría echarla. Pero me
equivoqué. En ese instante, ella dobló sus rodillas y comenzó
a orar por mí, con lágrimas en sus ojos: "Señor Jesús, perdó-
nalo. Está enfermo y no sabe lo que dice". Esto me conmovió
profundamente. No podía entender por qué ella tenía que orar
por mí de esa forma. "¿Qué significan esas lágrimas? ¿Quién
es este Dios que día tras día me manda una misionera a domi-
cilio, que demuestra su preocupación e interés por mí? ¿Podría
ser que el Dios de la joven sea el Dios a quién yo le había ora-
do?", me pregunté.
De repente, sentí algo extraño. Se me había puesto toda la
piel de gallina. Tenía miedo, confusión, esperanza, todo al
mismo tiempo. "No llores más", traté de consolarla tocando su
cabeza. "Disculpa por el enojo. Vaya recibir a Jesús. ¿Sí?" Es-
tas palabras lograron que ella recuperase su sonrisa, hasta el
punto que levantó su cabeza con otro ánimo. Aún seguían ca-
yendo sus lágrimas, pero ya no de tristeza ni dolor, ¡sino lágri-
mas de gozo y felicidad!
"Quiero que tomes lo que más aprecio", dijo mostrándo-
me la Biblia muy de cerca.
La acepté. Pero aún seguía muy enfermo, tosía cada vez
más. Al abrir la Biblia en el libro de Génesis capítulo uno, ella
me interrumpió con cara de preocupación. "¡Oh, no! Como te
encuentras en estos momentos, va a ser imposible que leas to-
do el Antiguo Testamento. Mejor comienza por san Mateo".
Era la primera vez en mi vida que me encontraba con una
Biblia en la mano, y no sabía qué hacer con ella. Pero con su
ayuda no tardé ni un segundo en hallar san Mateo, el primer
libro del Nuevo Testamento.
Pero comencé la lectura y enseguida me encontré muy de-
silusionado. "Abraham enr;endró a Isaac... ". Me pregunté:
"¿Qué clase de religión es esta?" El budismo es bastante sis-
temático y lógico. Sus ritos no son difíciles de comprender.
13
La (uarla dimensión 2
Sin embargo, la religión que presentaba la Biblia parecía un
simple relato de genealogías insignificantes. No podía aceptar
una religión tan aburrida como esta. "Disculpa... pero este li-
bro parece una guía telefónica". Traté de no ofenderla, pero le
devolví la Biblia, la puse en sus manos.
"¡Oh, no! Estás equivocado", dijo con firmeza. Y siguió:
"No te preocupes ahora por estos nombres hebreos. Más tarde,
estos nombres serán de gran bendición para ti. Ahora, sigue le-
yendo, ¡por favor!" Después de que ella salió de mi habita-
ción, volví a leer los evangelios. Aunque las historias no
lograban conmoverme intelectualmente, noté que mi mente se
dirigía hacia una persona: Jesucristo.
Lo que yo necesitaba era el apoyo de "alguien" para lograr
conquistar la victoria. No necesitaba una nueva filosofía que
me conmoviera, sino alguien que fuera capaz de tocar mi co-
razón y mi cuerpo. Ese "alguien" fue, es y será Jesucristo, lo
primordial en mi vida.
A medida que leía más y más acerca de Jesús, mi amor por
Él se incrementaba. Su amor y compasión eran la causa de las
lágrimas en mis ojos. ¿Cómo puede ser que este hombre haya
sufrido todo esto en la cruz por mí?
Aún cuando me encontraba muy débil y enfermo, me atre-
ví a doblar mis rodillas, tal como la joven lo había hecho ha-
cía unos días. Ese fue el momento en que hice la oración que
cambió no solamente mi vida, sino también el destino de mi
país. "Querido Jesús, perdona mis pecados. Sé que no soy dig-
no de recibir tu perdón. Pero si puedes, acéptame. Te entrego
mi vida. Sálvame y dame sanidad para mi cuerpo. Amén". No
pude dejar de llorar mientras hacía la oración.
De repente, sentí que había sido sanado. Me levanté y gri-
té en voz alta, "¡Aleluya! ¡Gracias, Dios!"
Luego de esta experiencia, mi estilo de vida cambió por
completo. Me levantaba todos los días por la mañana bien
14
Prólogo, mi hisloria personal
temprano, y leía la Biblia hasta la noche. Sentí que tenía que
saber más de este Dios lo más pronto posible, pues Él me ha-
blaba directamente. Me había enamorado de Jesucristo.
Este lazo de amor es aún muy fuerte debido a la comunión
que establece y que disfruto hoy cuando ya han pasado más de
cuarenta años. No le había dicho nada a nadie, pero sabía que
iba a sobrevivir. Después de los tres meses que marcaba el al-
manaque, aún seguía vivo. En seis meses me había recupera-
do totalmente, a tal punto que no necesitaba estar acostado en
la cama. Desde entonces no he tenido nunca más ningún pro-
blema de tuberculosis.
Comencé a asistir a la iglesia del evangelio completo de
Bilsan, de las Asambleas de Dios, donde el reverendo L. P. Ri-
chard era el pastor. Gocé de una excelente comunión en ese lu-
gar. Mis padres se dieron cuenta de lo que me había sucedido,
y no tardaron mucho en recibir y servir a Jesucristo.
Después de terminar mis estudios en el seminario de las
Asambleas de Dios, comencé mi ministerio en un barrio muy
pobre que se encontraba en las afueras de Seúl. Dentro de to-
do, no me había ido tan mal. Cuando logré establecer una igle-
sia de seiscientas personas, me sentí realizado. Pensé que no
hacía falta esforzarme y que podía gozar tranquilamente de es-
te ministerio que no paraba de crecer. Sin lugar a dudas, me
había equivocado. Dios tenía otros planes.
Obedecí a Dios cuando me dijo que abandonara ese lu-
gar, y fui a la zona céntrica de la ciudad de Seúl, donde abrí
mi segunda iglesia. La iglesia creció y llegó a tener diecio-
cho mil miembros, lo que marcaba un récord en la historia
del cristianismo coreano, como la iglesia cristiana más gran-
de de la nación. No obstante. esto no sería la culminación de
un ministerio exitoso, sino el comienzo de una nueva etapa
en mi ministerio.
En el año 1969 Dios me dijo que abriera una iglesia en la
15
La luarla dimensión 2
isla de Yoido. El gobierno había designado a esta isla como el
nuevo sitio para los edificios gubernamentales, y el proyecto
estaba dirigido por un t1amantc joven llamado I1-Suk Cha que
era miembro de mi iglesia. Su madre, una de mis mejores
miembros, fue la que lo condujo a la iglesia. Para mi sorpresa,
Il-Suk mostró un gran interés por mi ministerio. Hablé con él
en varias oportunidades e hicimos un proyecto de una futura
iglesia, que quedaría localizada a poca distancia del congreso
nacional.
Con mucho sufrimiento, logramos levantar un templo con
capacidad para diez mil personas, el que luego fue ampliado
con capacidad para veinticinco mil personas sentadas. Si su-
mamos la asistencia al templo central, más todas las iglesias
satélites, estimo que más de setenta mil personas asisten en es-
tos momentos a un mismo culto que se realiza siete veces a lo
largo de la jornada. Como si esto fuera poco, con la incorpo-
ración de la televisión por cable y el Internet, estimo que apro-
ximadamente cien mil personas presencian un mismo culto. Si
tenemos en cuenta la velocidad del crecimiento de la iglesia,
notamos que ni los lugares anteriormente mencionados alcan-
zarán en un futuro muy cercano.
Durante más de cuarenta y dos años de ministerio, he
aprendido muchas cosas. En este libro quiero trasmitirte las
claves del éxito, que me permiten pastorear la iglesia más
grande del mundo en la historia del cristianismo.
16
EL ESPÍRITU SANTO YTÚ
Nos encontramos en la era del Espíritu Santo. Nunca va-
mos a tener éxito en el ministerio si no reconocemos su obra.
El Antiguo Testamento describe al Dios Padre en primer
plano. El Dios Padre obró a través del Espíritu Santo, que usó
a profetas, sacerdotes y reyes de Israel para cumplir su propó-
sito. En el Antiguo Testamento los profetas anunciaron la ve-
nida del Mesías, Jesucristo, por más de trescientas veces. Con
su venida, nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, se convir-
tió en el centro de la figura divina por la que Dios habló y
cumplió su propósito.
Es cierto que Jesús no dejaba de glorificar al Padre; sin em-
bargo, era Él ahora el que se había puesto en el primer plano se-
gún el perfecto plan divino. Aun así. el Espíritu Santo nunca dejó
de obrar. Cabe aclarar que todos los milagros de Jesús se mani-
festaron después de que fuera bautizado por el Espíritu Santo.
Juan el Bautista dijo lo siguiente acerca de Jesús: "Yvo no le co-
noda; pero el que me enviá a hautiz.ar con agua, aquel me dUo:
Sohre quien veas descender el Espiritu y que permanece sohre
él, ese es el que halltiz.a con el Espiritu Santo. Yvo le vi, v he da-
do testimonio de que este es el HUo de Dios" (Juan 1:33-34).
17
La (uarta dimensión 2
Una vez que su ministerio en la Tierra había casi culmina-
do, Jesús resucitó y luego ascendió al cielo. Al poco tiempo
envió al Espíritu Santo para que este siguiera con su misión
que involucra tanto al mundo como a la Iglesia.
Desde aquel día de Pentecostés. hace más de dos mil años,
el Espíritu Santo mora en nosotros. Su presencia se halla en
este mundo, en la Iglesia y en el corazón de cada cristiano. Es-
tamos en la era de la Iglesia. En este período, el Padre y el Hi-
JO han acordado en obrar a través del Espíritu Santo. Aclaro
que no tengo intenciones de tratar y de definir la doctrina de
la trinidad, como si fuera una discusión de moda, ya que el
Dios Padre, el Dios Hijo y el Dios Espíritu Santo conforman
un Dios único. No obstante, digo que Dios ha sido manifesta-
do en tres Personas. En forma sintética. lo que quiero dejar en
claro es que vivimos en la era del Espíritu Santo, y es Él el que
se e¡;cuentra en primer plano en estos tiempos.
Si Q~seamos formar parte de la obra de Dios -en verdad el
deseo que sentimos es del Espíritu Santo- es fundamental que
entremos en una relación personal con Él. No podemos sola-
mente depender de las teorías teológicas. Debemos esforzar-
nos para relacionarnos con el Espíritu Santo mismo. A medida
que lo vayamos conociendo más, desarrollaremos aún mejor
nuestra cOtlwnión con Él.
Antes de comenzar nuestra comunión con el Espíritu San-
to. debemos aprender algo de su persona. Si lo ignoramos se
nos hace imposible conocer la cuarta dimensión; porque es el
mismo Espíritu el que nos lleva a esa dimensión.
¿Cómo es el EspírituSanto?
Ya que tenemos un conocimiento básico de cómo el Dios
el Padre ha manifestado sus planes a profetas, sacerdotes y re-
18
El Espíritu Santo y tú
yes en el Antiguo Testamento, y como sabemos cómo es un
padre de familia, creo que no tendremos ninguna dificultad en
entender cómo es el Padre. Jesús también ha revelado al Padre
por medio de su vida y de sus enseñanzas. El Espíritu Santo
fue enviado por Dios para que este revelase a Cristo: "Él me
glor!ficará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber"
(Juan 16: 14). Por lo tanto, el Espíritu Santo toma de las Escri-
turas para revelar a Cristo, y hacer resplandecer no solamente
sus enseñanzas, sino también su personalidad. Es cierto que la
Biblia no describe claramente la personalidad del Espíritu
Santo, sino que solo revela sus obras. Pero notemos que su
función no era glorificarse a sí mismo, sino glorificar al Hijo.
Ya que en la Biblia el Espíritu Santo nunca fue descrito en
forma física, no podemos hablar de su apariencia, sino sola-
mente de su característica que obra en nuestro corazón. Hay
una parte de la Biblia que describe al Espíritu Santo en forma
física. Cuando Jesús fue bautizado, dicen las Escrituras que el
Espíritu Santo descendió sobre Él en forma de paloma. La ra-
zón por la que es descrito como paloma, se debe a su genero-
sa personalidad. Puede entenderse mejor su sensibilidad, si
nos damos cuenta de que el pecado de la blasfemia contra el
Espíritu Santo es imperdonable.
Pablo hace referencia a la personalidad del Espíritu Santo
de esta manera: "Y no contristéis al E~píritu Santo de Dios,
con el cualfuisteis sellados para el día de la redención" (Efe-
sios 4:30). Debido a que el Espíritu Santo vive la vida de Cris-
to en cada cristiano, se asocia no solamente con nuestra fe,
sino también con nuestros actos. Pablo sigue narrando los ma-
los actos que entristecen al Espíritu Santo de la siguiente for-
ma: "Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería
y maledicencia, y toda malicia" (Efesios 4:31). En el versícu-
lo 32, el apóstol describe los actos que son características de
la personalidad del Espíritu Santo así: "Antes sed benignos
19
La cuarta dimensión 2
unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros,
como Dios tamhién os perdonó a vosotros en Cristo". Pablo
nos enseña también cómo vivir en obediencia sin entristecer al
Espíritu Santo. Es interesante saber que la fuente del poder de
Dios, que es capaz de darle forma a la Tierra y de mover mon-
tañas, pueda ser limitada o reducida a causa de la desobedien-
cia del hombre.
Nuestro Señor Jesús describió al Espíritu Santo como el
Espíritu de la verdad. Esto nos permite saber que en el Espíri-
tu Santo abunda la verdad. y su misión es guiarnos hacia toda
verdad. Esto es una parte de su personalidad. El Espíritu tam-
bién es conocido como el Espíritu de la sabiduría, el Espíritu
del entendimiento y como el Espíritu del juicio. Por lo tanto,
debemos resplandecer a través de la comunión personal con
ÉL que impartirá su carácter en nosotros.
Tres niveles de comunión
Jesús nos prometió que estaría con nosotros, dentro de no-
sotros y sobre nosotros para siempre. Existen tres niveles de
comunión con el Espíritu Santo.
J. El Espíritu Santo está con nosotros
Debemos saber que el Espíritu Santo obra como soplo
(pneuma) de Dios.
El símil del viento se usa para describir al Espíritu Santo,
pues el viento no se ve, pero se siente. El viento puede ser po-
deroso, pero también suave. Se halla en cualquier tiempo y en
cualquier parte del planeta. Esto significa que el Espíritu San-
to obra según el propósito de Dios en todo el universo. Con la
venida del Espíritu Santo Jesús dejó de tener esa limitación fí-
20
El Espíritu Santo y tú
sica que le impedía estar en varios lugares al mismo tiempo.
Gracias a la obra del Espíritu, Jesús comenzó a obrar en todo
lugar y en todo momento. En realidad, no hace falta buscar al
Espíritu Santo, ya que está presente en todo lugar. Por el con-
trario, Él es el que nos busca.
El Espíritu Santo fue enviado no solamente para los cris-
tianos; por eso es importante que entendamos su rol para con
el mundo. Jesús dijo: "Y cuando él venga, convencerá al mun-
do de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto
no creen en mi; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me
veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo
ha sido ya juzgado" (Juan 16:8-11). Por lo tanto, la razón por
la que fuimos convencidos de nuestros pecados, y el hecho de
que deseemos recibir a Jesús como nuestro Salvador personal,
significa que el Espíritu Santo es el que ha obrado en nuestras
vidas. Jesús dijo a sus discípulos que el Espíritu Santo estaba
con ellos, pero que al nacer de nuevo, moraría dentro de ellos
(véase Juan 14:17). Una vez que recibimos a Jesucristo como
nuestro Salvador personal somos purificados por su sangre, y
quedamos de este modo sin manchas para que el Espíritu San-
to obre en nosotros.
2. El Espíritu Santo está dentro de nosotros
Podemos estar seguros de que el propósito de Dios se lle-
vará a cabo exitosamente, pues su poder transformador está
dentro de nosotros. "Esparciré sobre vosotros agua limpia, y
seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos
vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pon-
dré espíritu nuevo dentro de vosotros, y quitaré de vuestra
carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis
en mis estatutos, v guardéis mis preceptos, y los pongáis por
21
La (uarta dimensión 2
obra" (Ezequiel 36:25-28).
En este pasaje el profeta revela un nuevo pacto de Dios pa-
ra con su pueblo. En el pasado, Israel estaba sujeto a los man-
damientos de Dios, los que tenían que ser obedecidos. Pero el
Señor haría algo nuevo a partir de ese momento. Los limpia-
ría y pondría en ellos un nuevo corazón dispuesto a andar en
los caminos del Señor. Esto se lograría únicamente con el de-
rramamiento del Espíritu Santo en cada una de las personas,
ya que Él se manifestaría a través de sus vidas. Ya se sabe que
esta profecía fue cumplida cuando Jesús envió al Espíritu San-
to a sus discípulos.
3. El Espíritu Santo está sobre nosotros
"Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros
el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Ju-
dea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (Hechos 1:8).
Lucas nos explica que Cristo respondió al deseo de sus
discípulos al decirles que recibirían un poder más importante
que el político que aspiraban poseer. Los discípulos recibirían
poder para ser testigos, y el mismo no tendría límites geográ-
ficos. Este poder les fue otorgado cuando el Espíritu de Dios
descendió sobre ellos. La promesa del poder divino (dinamos)
también se la puede llamar como la llenura del Espíritu Santo.
En síntesis, el Espíritu Santo viene a nosotros en tres niveles.
Está con nosotros -convicción de pecado- dentro de nosotros
-conversión- y sobre nosotros -Ilenura-.
Esta experiencia del Espíritu en sus distintos niveles, no
solamente nos permitirá gozar de una buena comunión personal
con Él, sino también nos enseñará a trabajar junto a Él. ¡No
podemos quedamos satisfechos solo con una experiencia "con
alguien que obra"! El Espíritu Santo es una Persona y, por lo tan-
to, es fundamental que lo conozcamos en una forma personal.
22
El Espírilu Santo y lú
Jesús no dijo que el Espíritu Santo era un consolador tem-
porario; al contrario, dijo que Él estaría con nosotros para
siempre. Esta verdad nos permite estar junto a la tercera Perso-
na de la trinidad de por vida, y experimentar una transforma-
ción hasta que la imagen de Cristo sea formada en nosotros.
La versión Reina VaJera nos relata: "Por tanto, nosotros todos,
mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del
Señor, somos tran,formados de gloria en gloria en la misma
imagen, como por el Espíritu del Seíior" (2 Corintios 3:18).
Las teorías teológicas, en caso de que las mismas no sean
experimentadas, dejan literalmente "seca" a la gente. Pero hay
un nivel espiritual más alto que alcanzar, y esto se logra úni-
camente por medio de la comunión personal con el Espíritu
Santo. ¿Cómo logramos eso? Existen cuatro pasos que me
permitieron no solamente gozar de una excelente comunión
con el Espíritu Santo, sino que también han revolucionado
tanto mi vida como mi ministerio.
Primero: El desarrollo de la koinonia (comunión) con el
Espíritu Santo
Para tener comunión con una persona, es primordial estar
juntos, y esto requiere tiempo. Debemos transmitir nuestros
sentimientos, nuestros conocimientos y las aspiraciones que
guardamos en nuestro corazón por medio del lenguaje. En
otras palabras, la comunión requiere expresión. En una rela-
ción de pareja, por ejemplo, el afecto y el cariño que un cón-
yuge siente por el otro debe ser expresado. Al igual, si
deseamos tener comunión con el Espíritu Santo, debemos
aprender cómo adorarlo y darle las gracias. Debemos aprender
cómo orar en el Espíritu. Debemos darle la bienvenida a su
presencia, y expresar nuestro amor por Él. Sin hacer esto, no
podrás tener comunión con el Espíritu Santo. El Espíritu de
23
La cuarta dimensión 2
Dios nunca nos forzará con el fin de manifestar su presencia
dentro de nosotros, pues ese es su carácter. Tal como te digo,
e! Espíritu Santo es todo un caballero, de carácter muy gentil.
La iglesia del Nuevo Testamento experimentó al Espíritu
Santo de una forma dinámica. "Ministrando estos el Señor. y
ayunando. dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a
Saulo para la obra a que los he llamado" (Hechos 13:2). Que-
da en claro que el Espíritu Santo es el que llama a los hombres
para la cosecha.
El Espíritu Santo, Señor de la cosecha, es el que elige a sus
obreros. Esta es la razón por la que la Iglesia debe reconocer
al Espíritu como el Señor de la cosecha y otorgarle todo el re-
conocimiento que Él es digno de recibir. Él es el que nos reve-
la el amor de Dios y la gracia de nuestro Señor Jesucristo.
En el año 1964 Dios me indicó la importancia de desarro-
llar una comunión íntima con el Espíritu Santo. Hasta esa épo-
ca, Él no pasaba de ser una simple experiencia espiritual para
mí. Dios corrigió mi error, y a partir de ese mismo instante
comencé una nueva vida de relación con el Espíritu. Decidí
esforzarme para tener una profunda y genuina comunión con
Él. Antes de subir al púlpito a predicar, le decía: "Amado Es-
píritu Santo, ¡vamos a predicar la palabra de Dios!" Después
de haber dado el mensaje le hablaba de nuevo: "Espíritu San-
to, ¡cuán grande es tu obra! Tus palabras fueron de mucha
bendición".
Aun cuando estaba en mi oficina, mientras preparaba mis
mensajes, solía decirle: "Amado Espíritu Santo, vamos a leer
juntos la Palabra que has escrito. Ayúdame a abrir mis ojos pa-
ra que pueda ver tu verdad, y así proclamar tu mensaje a tu
gente". Por la noche, solía decir: "Buenas noches, Espíritu
Santo. ¡Tuvimos juntos un gran día hoy!" Por la mañana, lo
primero que hacía era saludarlo y reconocer su presencia:
"Buenos días. Espíritu Santo. Vamos hoy también a proclamar
El Espíritu Santo y tú
el mensaje de Jesucristo a los perdidos. Sé que no fallarás. y
por lo tanto yo tampoco fallaré".
Me esforcé para tener más comunión con el Espíritu San-
to, aun en los tiempos más difíciles, lo que me condujo a go-
zar de una plena comunicación con Él. Mi estilo de vida fue
transformado.
Segundo: El desarrollo de la comunión con el Espíritu Santo
No debemos olvidar que es fundamental estar en constan-
te comunión. Ya sabemos cuán importante es la asociación en
el ámbito de los negocios. Cuando dos o tres personas se reú-
nen para formar una sociedad, es de vital importancia que
cuenten con un contacto mutuo y permanente. No solamente
tienen que estar en contacto, sino que también tienen que coo-
perar para lograr de esa forma las ganancias esperadas, ya que
el objetivo de una sociedad es ganar dinero. En caso de que la
sociedad no logre las ganancias previstas dentro de un perío-
do de tiempo establecido, quedaría en bancarrota.
¿Por qué te hablo de negocios? Porque el ministerio es el
negocio de Dios. Somos hombres de negocios y nuestro obje-
tivo no es ganar dinero, sino ganar almas. Lamentablemente,
hay muchas iglesias en el mundo que no logran cumplir con
este objetivo. Muchas iglesias quedan vacías a medida que pa-
san los años.
Cada vez que viajo a Europa me sorprendo más al ver los
templos, muy hermosas en sí, pero vacíos. Algunos de ellos ya
se han convertido en fábricas o en edificios para otras activi-
dades. Me sentí bastante mal al ver todos esos templos que una
vez habían sido dedicados a Dios. Me hubiera gustado mucho
tener varios de ellos en mi país, ya que lo hubiésemos llenado
de almas.
La razón por la que se halla poco o casi ningún progreso
25
La (uarla dimensión 2
en la obra de Dios se debe a los niveles de comunión con el
Espíritu Santo que han desarrollado los ministros. Estoy per-
suadido de que no existen tierras difíciles para que fluya la
obra del Señor.
Si tú mantienes la comunión con el Espíritu Santo, Él se
encargará de traerte las finanzas, la gracia y todo el amor que
necesites. El Espíritu Santo es nuestro socio mayoritario, no-
sotros los SOCIOS menores. En los negocios, la responsabilidad
que tiene un ~;ocio menor es oír atentamente las instrucciones
del socio mayoritario. El mayor es el que se responsabiliza de
hace!" p¡anes y estrategias, mientras que el menor se responsa-
bIliza de ponerlas en acción.
Tenemos el buen ejemplo de Pablo, que había sido Saulo:
era un hombre muy religioso, a tal punto que no cesaba de
acosar a los cristianos pues creía que el cristianismo era una
secta del judaísmo tradicional. Cuando Saulo se dirigía a Da-
masco con el propósito de encarcelar a algunos cristianos,
Jesús lo visitó de una forma extraordinaria. A partir de ese mo-
mento dedicó su vida al ministerio del servicio a Dios. Lucas
nos dice así: "En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas,
diciendo que este era el HUo de Dios" (l-Iechos 9:20).
Sin embargo, los judíos intentaron matarlo varias veces.
Los gentiles tampoco lo aceptaron debido a sus antecedentes.
La iglesia tomó la decisión de enviarlo a Tarso, su pueblo natal.
Después de que Pablo abandonara el lugar, cuenta Lucas
que "las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Sama-
ria" (Hechos 9:31). Había un corazón ardiente dentro de Pa-
blo. Era una persona muy talentosa, muy intelectual y religiosa
a la vez. Sin embargo, le hacía falta una cosa: la comunión con
el Espíritu Santo.
En Hechos 16 vemos que experimentó algo que revolucio-
nó no solamente su vida, sino también su ministerio. Después
del éxito ministerial que había saboreado en Asia menor, el
26
El Espíritu Santo y lú
apóstol pasó por varias dificultades que pudieron haberlo de-
jado en un segundo plano y obligado a abandonar el ministe-
rio. Pablo pasó por una prueba de fe, la que Dios usó para
transformar su estrategia ministerial, que literalmente cambió
el destino de la historia mundial.
Bernabé era una persona clave, ya que era el que había
convencido a los apóstoles de Jerusalén para que aceptaran a
Pablo. Era un hombre muy rico, y estaba dispuesto a dejarlo
todo por la obra de Dios. Su sobrino, Juan Marcos, se sentía
defraudado por su pasado, pues había abandonado el ministe-
rio. Debido a esto, Pablo no quería contarlo dentro de su equi-
po. Sin embargo, Bernabé se mostró más tierno al aceptarlo
como si no hubiese pasado absolutamente nada, y le brindó
una segunda oportunidad. Pablo y Bernabé no terminaron
de ponerse de acuerdo y esto causó la separación de los dos
ministros.
Pablo eligió a Timoteo, e hizo un viaje con el objetivo de
visitar las iglesias que Él mismo había fundado. No podemos
dudar de que el apóstol no haya invertido gran parte de su
tiempo para orar y hacer planes; sin embargo, el Espíritu San-
to guardaba algo más extraordinario para él. Timoteo era la
persona más adecuada que Pablo estaba buscando, ya que te-
nía un conocimiento profundo de la cultura griega. Cuando
Pablo quiso ir a Asia, el Espíritu Santo no se lo permitió.
Luego, cambió el rumbo hacia Bitinia, pero el Espíritu
Santo se lo prohibió nuevamente. Descendió a Troas, pero sin
saber qué hacer. En una noche, el Espíritu le mostró una vi-
sión de un europeo que pedía socorro. ¿Acaso era el propósi-
to del Espíritu Santo que el evangelio fuese proclamado a
los europeos? Si nuestra respuesta es afirmativa, entonces
debemos notar que hay un gran cambio estratégico, hasta el
punto que podría hablarse de un cambio parcial de planes por
parte de Dios.
27
La cuarta dimensión 2
Cabe recordar que Europa fuc cl canal dc bendición por el
que el evangelio fucra luego proclamado en América y el res-
to del mundo.
Pablo debía aprender a afcrrarse no de sus estrategias, si-
no de la comunión con el Espíritu para alcanzar el éxito. Te-
nemos que aprender a esperar en Él, a oírlo. La restauración
de la iglesia primitiva de los primeros dos siglos fuc el resul-
tado de la comunión con el Santo Espíritu por parte de los
apóstoles. ¿Cómo se logra el éxito? Toda persona que aspire al
éxito debe saber que el Espíritu Santo es su socio mayoritario.
Tercero: Moverse en el Espíritu
Se dice que podemos conocer el progreso de una civiliza-
ción por medio de la importancia de su sistema de transporte.
Vivimos en un tiempo donde el transporte es fácil y masivo,
ya que hoy contamos con los últimos avances tecnológicos de
las aeronaves que nos llevan a una velocidad increíble.
He descubierto que para lograr el éxito en nuestras vidas
es primordial que aprendamos a movemos con el Espíritu San-
to. ¿Cómo funciona el sistema de transportes en el mundo es-
piritual? El Espíritu Santo es el canal por el que fluye el amor
y la gracia de Dios. Él es el que toma nuestras oraciones y las
presenta ante Dios.
"Otro ángel vino entonces y se paró ante el altm; con un
incensario de oro; .v se le dio mucho incienso para aíiadirlo a
las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que es-
taba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la pre-
sencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los
santos" (Apocalipsis 8:3-4).
Puede haber grandes obstáculos para que la oración sea
rcspondida. Daniel descubrió que las oraciones podían ser per-
judicadas por las fuerzas de la oscuridad. No obstante. ningún
28
El Espíritu San lo y tú
estorbo podrá impedir el paso de nuestras oraciones si las mis-
mas se encuentran ungidas por el Espíritu. Sin su unción las
oraciones pueden ser severamente perjudicadas. Pero nadie
puede interrumpir el sistema de transportes del Espíritu Santo.
.. y la esperanz,a no a,efgiienz,a; porque el amor de Dios ha
sido derramado en nuestros cora::.ones por el Espíritu Santo
que nosjúe dado" (Romanos 5:5). ¿Cuál es el secreto para no
perder la esperanza en Dios? La respuesta es depender del Es-
píritu Santo. que llena nuestros corazones con el amor de Dios.
Cuarto: La unidad del Espíritu Santo
Estamos sujetos al Espíritu cuando recibimos a Jesús como
nuestro Salvador personal. A partir de ese momento dejamos de
ser seres individuales e independientes, pues nada nos separará
de Él. Tenemos que estar conscientes de que el Espíritu Santo
forma parte de lo más íntimo en nuestro corazón, y de que so-
mos uno. Me gustaría describir mi relación con Él en términos
cotidianos, como "vivir juntos", "dormir juntos", "levantamos
juntos", "comer juntos", "trabajar juntos", "orar juntos", etc.
El momento en que dejemos de estar conscientes de que el
Espíritu Santo está con nosotros, nuestro ministerio se tomará
insignificante. Nunca debemos olvidar de que Dios observa la
"calidad" de nuestro ministerio, no la "cantidad" del mismo.
No se aceptará ningún fruto del hombre camal en los lugares
celestiales. Se aceptará únicamente el fruto producido por el
Espíritu Santo. Por lo tanto, es importante que mantengamos
una comunión permanente con Él. Nuestros frutos no serán en
vano y perdurarán para siempre, ya que tales frutos serán los
producidos por Él.
Ya que hemos aprendido cómo tener comunión con cl Es-
píritu Santo, ahora estudiemos cómo manejar el principio de la
incubación.
29
La (uarta dimensión
El Principio de la Incubación
En Génesis hay un pasaje que nos llama mucho la aten-
ción: "Y la tierra estaha desordenada y vacía, y las tiniehlas
estahan sobre lafcr;, del ahismo, v el Espíritu de Dios se movía
sohre la faz. de las aguas" (Génesis 1:2).
Aún cuando la Tierra se hallaba en estado de caos, el Espí-
ritu del Señor se movía sobre la faz de las aguas. Literalmente,
"la faz de las aguas" significa que el Espíritu Santo se encon-
traba "incubando" sobre las aguas. Otra expresión podría ser
"empollando". El mundo entero era incubado por el Espíritu.
Luego, la Palabra de Dios dio forma a un nuevo mundo.
Para lograr el éxito en nuestras vidas, es fundamental que
aprendamos el principio de la incubación. Tomemos el ejem-
plo de la gallina y el huevo. No tengo interés en discutir en es-
tas páginas la polémica de cuál es primero. Simplemente,
quiero afirmar que para que haya gallinas, se necesitan hue-
vos. La gallina debe empollar los huevos hasta que los polli-
tos salgan de los mismos.
En Hebreos 11: 1 vemos cómo el Espíritu Santo hace uso
de nuestra cooperación para producir fe: "Es, pues, la fe la
certez.a de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve".
Para que puedas entender mejor el principio de la incuba-
ción, voy a presentarte los siguientes puntos. Son cuatro. Sigue
con atención; a medida que lo hagas, tengo la absoluta convic-
ción de que tu vida cambiará. Estoy seguro de que te converti-
rás en un vIsIonario.
Primero: Necesitamos fijar un objetivo claro.
"La fe es la certeza... ". Puede decirse que "la certeza", si
usamos la comparación anterior, es como el huevo. No hay
que empezar a incubar algo sin aferrarte a tus deseos. Debes
30
El Espíritu Santo I 1]
tener un objetivo claro, y mirarlo como si estuvieses a poca
distancia del mismo. La certeza tiene que dominar por com-
pleto tu corazón e imaginación. Tu ser tiene que llenarse de un
objetivo claro, ya que el Espíritu Santo obrará según la mag-
nitud del mismo.
Dios tenía muy en claro para qué quería que el Espíritu
Santo incubase toda la Tierra. Deseaba que los hombres llena-
sen toda la Tierra. Quería que los seres humanos lo glorifica-
sen, y anhelaba un lugar donde su Hijo sea no solamente el
Redentor, sino el Señor de toda la creación. Por lo tanto, la
Tierra es el lugar donde obra el poder de Dios, y su gloria es
manifestada a toda la creación.
Querido lector, disculpa que te haga una pregunta muy
personal, pero ¿cuál es el deseo de tu corazón en estos mo-
mentos? ¿Es tu deseo que alguien de tu familia vaya a los pies
de Cristo? ¿Es así?
Pero necesito preguntarte lo siguiente: ¿cuál es el grado de
tu deseo? ¿Realmente lo ansías? ¿Anhelas ver a tu hijo o hija
recibir a Jesucristo? ¿Alguna vez soñaste que tu hijo fuese
atrapado por el amor de Días y se convirtiese en un canal del
evangelio de Cristo?
Si tu respuesta es afirmativa, déjame decirte que ese deseo
viene del Señor. El deseo es como el huevo que necesita ser
empollado.
Jesús dijo: "Porque de cierto os digo que cualquiera que
dijere a este mol1te: Quítate v échare en el mar, y no dudare en
su coraz.ón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que di-
f{a le será hecho" (Marcos 11: 23). "Este mol1te" señala el ob-
jetivo claro que debemos tener, pues Jesús no dijo "un monte"
o "algún monte", sino "este l/1onte".
Por lo tanto, tenemos que tener un objetivo claro al orar
por la solución de algún problema o al incubar un sueño. Sin
esto, todas nuestras oraciones y meditaciones serían en vano.
31
La luar(a dimensión l
Necesito contarte estas experiencias personales que ya es-
cribí en el tomo uno. pero debido a que han sido clave en La
Cl/iI!"f({ dimensión, debo volver a contarlas para que todos los
lectores. hayan o no leído el volumen anterior. puedan com-
prender lo que digo.
Aprendí y apliqué este principio desde el mismo comien-
zo de mi ministerio.
El primer lugar que me tocó ministrar fue una zona muy
pobre. Pasaba días y noches en oración y ayuno. pero no por-
que fuera una persona muy "espiritual". sino debido a que no
tenía nada para comer. Como era soltero, vivía en un ambien-
te muy pequeño. Aún cuando estaba dentro de mi habitación.
hacía tanto frío que tenía que envolverme en unas cuántas
mantas para no morir congelado. Aun así, la gente venía a mi
iglesia y recibía salvación.
No tenía nada en mi habitación, ni siquiera una silla don-
de sentarme. Todo lo que había era el piso. Tampoco tenía nin-
gún medio de transporte; entonces empecé a pedirle al Señor:
"Dame un escritorio. una silla y una bicicleta". Mientras oraba.
trataba de imaginar que alguien abría la puerta de mi habita-
ción para entregarme lo pedido. Pasé varios meses así; siem-
pre oraba por lo mismo. pero no pasaba absolutamente nada.
Desilusionado, le dije al Señor: "Tú sabes cuán pobre soy.
Predico a tu gente que deposite su confianza en ti. Y he esta-
do pidiéndote tres cosas que necesito urgentemente. Estuve
orando y orando y no me diste nada. Tal vez tomes un buen
tiempo para responderme. ya que para ti el tiempo es insigni-
ficante. Pero si tardas en responderme. voy a estar muerto
cuando me hayas dado el escritorio. la silla y la bicicleta".
Comencé a llorar. muy desalentado por mi situación. Pero
sentí que la paz de Dios me inundaba. Cada vez que siento la
presencia del Espíritu Santo. sé que ese es el momento cuan-
do Dios quiere hablarme. Me tranquilicé y traté de oír su voz.
32
El Espíritu Santo y lú
Oí que me decía en un tono muy suave:
- "Hijo mío, he oído tu oración desde hace cuatro meses,
cuando oraste por primera vez."
- "¿y dónde están, entonces?" grité, un poco enojado.
- "Hijo, cometes el mismo error que muchos cristianos co-
meten. Las oraciones son muy indefinidas e incomprensibles,
tanto que no puedo responderlas. ¿Acaso tú no sabes que exis-
ten muchas clases de sillas, escritorios y bicicletas? ¡Quiero
que seas más específico!"
Estas palabras marcaron un punto en mi vida. Ahora sabía
la clave para que las oraciones fuesen respondidas por Dios.
De repente, surgió un interrogante en mí: "¿Por qué los profe-
sores del seminario no me habían enseñado a orar con efica-
cia?" "Quizá ellos tampoco sepan este principio de oración".
"Y ahora, ¿cómo hago para orar específicamente?", mur-
muré. Luego de un determinado período de meditación, oré de
esta forma: "Padre que estás en los cielos, quisiera un escrito-
rio hecho de caoba de las Filipinas. Tiene que ser lo suficien-
temente grande como para dejar todos mis libros junto a la
Biblia. En cuanto a la silla, quisiera una fuerte, de acero, y que
tenga ruedas para ir de un lugar a otro aunque esté sentado, co-
mo hacen los ejecutivos en las películas". Sonreí, pues me
imaginaba a mí mismo sentado en esa silla dando vueltas y
vueltas de alegría en el mismo lugar.
Cuando llegó el tumo de la bicicleta, pensé y dije: "Padre,
quiero una estadounidense". En esa época, había bicicletas na-
cionales, y las importadas eran de Alemania y Japón. Sin em-
bargo, yo sabía que las estadounidenses eran las más fuertes.
Pero esto requería un mayor grado de fe, ya que no solamente
eran muy caras, sino que tampoco se conseguían con facilidad.
El día siguiente, al despertarme por la mañana, me sor-
prendí al notar que no sentía ninguna unción en especial.
Esperaba algo mágico, pero en realidad seguía caído en un
33
La cuarta dimensión 2
abismo de absoluto desaliento. Es fácil creer en Dios cuando
su presencia se manifiesta en forma innegable. El problema es
que no es fácil mantener en la vida cotidiana un alto grado de
fe todos los días. Es tiempo de darnos cuenta en que debemos
estar firmes no en las promesas que recibimos en oración,
sino en las Escrituras, que es la Palabra de Dios. Al abrir la
Biblia, encontré un pasaje que aumentó mi fe. "Dios da vida
a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen"
(Romanos 4: 17).
Lo confesé en voz alta, y me pregunté: "Si Dios llama las
cosas que no son como si fuesen, ¿por qué no hacerlo yo?"
Dios nos ve en integridad en Cristo Jesús. Pero ¡,cómo es que
Dios nos ve de esa forma, si nosotros vemos que no somos
así? El secreto es que Dios nos ve en Cristo. Él no nos ve tal
como somos, sino que juzga tal como deberíamos ser. Dios
tiene un principio que nosotros debemos aprender a seguir. Él
no mira solo el presente, sino que observa todo desde una
perspectiva que abarca el comienzo y el fin, y llama las cosas
que no son como si fuesen, porque Dios ve culminada su obra,
aunque se encuentre en marcha si observamos desde un punto
de vista humano.
Aprendí también que no solo hacía falta orar específica-
mente, sino que también era necesario visualizar y proclamar
como si fuese un hecho real ya ocurrido.
Un día, mientras predicaba, dije a mi congregación que
Dios me había dado una silla, un escritorio y una bicicleta. Al
escuchar esto, todos murmuraron pues se preguntaban cómo
había hecho yo para adquirir todo eso. Lo peor sucedió cuan-
do tres jóvenes se me acercaron y me dijeron que querían ver
lo que yo había obtenido.
"Y ahora ¡.qué hago, Señor'?'", pregunté desesperado.
"Cuando vean que la habitación está vacía, seguramente deja-
rán de creer en mis palabras. Tendré que mudarme a otro lu-
34
El Espíritu Santo y tú
gar, ya que esta será la última vez que la gente me crea".
Para sorpresa, lo único que vieron los jóvenes en mi pe-
queño cuarto fue una colchoneta. No tardaron ni un segundo
en preguntarme lo esperado: "Pastor, ¿y dónde está la silla,
el escritorio y la bicicleta estadounidense de la que tanto ha-
bló?" No obstante, me encontré dándoles palabras proféticas.
Pregunté:
- "¿Dónde estabas tú antes de nacer?"
- "Pues... en el vientre de mi mamá", contestó.
- "¿Seguro que ya existías?", pregunté.
- "Sí."
- "Pero si nadie podía verte, ¿cómo puedes estar seguro de
eso?", insistí.
- "Aunque no podían verme, estoy seguro que estaba den-
tro de mi madre."
- "Así que existías, pero nadie podía mirarte", dije con fir-
meza, pensando que ellos lograrían entender mis palabras.
"Anoche, durante mi comunión con el Espíritu Santo, quedé
embarazado de una silla, un escritorio y una bicicleta. No se
los ve, pero existen. Como podrán observar, es como si estu-
viera embarazado. Simplemente, hablo sobre las cosas que
Dios me ha revelado, como un hecho real", expliqué sin que-
rer oír ni una pregunta más de parte de ellos.
Entonces comenzaron a reírse; decían: "Pastor, eres el pri-
mer hombre embarazado de la historia". Lo peor fue que esta
anécdota comenzó a difundirse rápidamente de boca en boca
por toda la zona, y lamentablemente el protagonista era yo.
Seguía viniendo gente a la iglesia, pero no para buscar la pre-
sencia de Dios, sino para ver al primer hombre de la historia,
embarazado. Venían y se fijaban una y otra vez en mi vientre.
Y como yo era flaco y alto, me había convertido en el centro
de la diversión: lucía como un payaso.
Un domingo por la tarde, noté a unos jóvenes que se reían
35
La cuarta dimensión 2
fuera de la iglesia, me dijeron: "Pastor, mira tu estómago, es-
tá más grande ahora. ¿Cuándo crees que podrás parir'?" No me
gustaba nada, pero sabía que este era un principio espiritual
muy importante que produciría una gran bendición en los pró-
ximos meses.
Pero al poco tiempo tenía conmigo todo lo pedido. Y las
cosas que recibí fueron exactamente iguales a las que siempre
había soñado: un escritorio hecho de caoba filipina, una silla
Mitsubishi con ruedas y una bicicleta estadounidense casi nue-
va, la que me regaló un misionero norteamericano. Desde
aquel entonces, no he olvidado jamás de hacer las oraciones
específicas. Y Dios nunca falló en responderme.
Segundo: Debemos visualizar claramente el resultado de
nuestro objetivo.
"La fe es la certeza de lo que se espera." Debes arder en
la visión. Si todavía no has podido visualizarla claramente, es-
ta seguirá siendo solo un sueño, nunca se transformará en un
hecho real. Esto se debe a que no tienes en claro qué es lo que
quieres que el Señor haga para ti. Los deseos se alcanzan úni-
camente a través de la visualización de los mismos. El deseo
específico se convierte en una visión, hasta el punto que no
vas a poder dejar de soñar en oración día y noche, aún en tu
lugar de trabajo. Sin haber visualizado los deseos, no podemos
decir que estemos dentro del reino espiritual en una dimensión
"de lo que se espera".
Romanos 4: 17 dice que "Dios da vida a los muertos, y lla-
ma las cosas que no son, como si fuesen". Como las promesas
de Dios son seguras, podemos estar seguros de que "lo que se
espera" ya es una realidad dentro de su perfecto plan. El si-
guiente paso es que "lo que se espera" sea incubado por sus
hijos por medio de visiones. Anímate a recibir la visión de "lo
36
El Espíritu Santo y tú
(il/ e se espera" en tu corazón, y piensa como si la visión fue-
se una realidad. Sueña y agradece a Dios por esta nueva reali-
dad. Visualiza tu sueño. Aplica la palabra de Romanos 4: 17.
Notarás que tu fe ha sido incrementada a tal grado que creerás
a Dios hasta ver los sueños realizados. ¡Dios es un Dios bue-
no! Si Él es el que te ha prometido, será fiel contigo. ¡Ten fe
en Dios! ¡Anímate a creer!
¿Cuál es el resultado de una oración sin la visualización?
Falta de gozo. ¿Por qué? Porque no podemos estar seguros de
que lo recibido ha sido una respuesta de oración por parte de
Dios. Debemos aprender a hacer uso de los sueños. Nunca de-
bemos olvidarnos de visualizar el fruto de lo que pedimos. De
esta manera, nos embarazamos del sueño que queremos alcan-
zar a través del poder del Espíritu Santo.
Tenemos muchos ejemplos de este principio espiritual en
el Antiguo Testamento. Abraham, por ejemplo, tenía noventa
y nueve años de edad, y su esposa Sara, noventa. Dios quería
darles un hijo, pero ellos dudaron de esa palabra ya que eran
muy viejos. Una noche, Dios despertó a Abraham, y pidió que
contara las estrellas del cielo, una labor imposible. El Señor le
dijo: "Así será tu descendencia" (Génesis 15:5). Basado en el
principio de la visión, Abraham empezó a mirar y a contar los
rostros de sus descendientes. No había dudas de que esa visión
sería una realidad. La duda ya no formaba parte de su corazón.
Tenemos aún más ejemplos de este principio no solamen-
te en el Antiguo Testamento, sino también en el Nuevo Testa-
mento. Es vital que comprendamos la importancia que tiene.
En 1958, al comenzar a ministrar en la ciudad de Seúl, na-
da me resultaba fácil. El templo de la iglesia era una carpa, y
los asientos eran nada menos que cartones y bolsas. Así co-
mencé mi ministerio. Muy poca gente venía a oír mis prédicas,
lo que me desalentaba mucho. Sin embargo, cada vez que ce-
rraba los ojos para orar, mi espíritu se llenaba de sueños, veía
37
La cuarla dimensión 2
cómo la obra de Dios se manifestaría a través de mi iglesia.
Veía claramente en la visión los tres mil miembros que Dios
me había dado. Podía visualizarlos sin ningún tipo de incon-
venientes. Mi espíritu se encontraba sumergido en esa visión,
hasta el punto que comencé a actuar y a predicar como si fue-
se un pastor de una iglesia de tres mil miembros.
En el año 1964, ya pastoreaba a tres mil.
Los sueños son la causa de un fuerte deseo de ver la reali-
zación en el mundo real. Querido lector, es fundamental que
poseas un deseo ardiente para alcanzar un ministerio de éxito.
Este deseo se logra únicamente a través de una visión clara y
específica. Dios responde a los sueños. El Salmo 37:4 dice:
"Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticio-
nes de tu corazón".
Tercero: Una vez que poseas la visión, ora con intensidad
hasta obtener la "certeza".
La fe es la "certeza". Para esto, tienes que contar con la se-
guridad en tu corazón. La palabra griega para "certeza" es nu-
postasis, cuyo significado literal es "título de propiedad". Tal
como tú posees en tus manos un título de propiedad por algo
que te pertenece, de igual manera debes estar seguro de la vi-
sión que ya ha sido incubada. Por lo tanto, primeramente de-
bes tener una visión con un objetivo claro, y luego orar para
que tu fe aumente hasta convertirse en "certeza". Puede ser
que se obtenga la certeza rápidamente, pero puede también
ocurrir que tome bastante tiempo. Es allí donde debes volcar
toda la energía en oración. Puedes estar seguro de que sola-
mente será una cuestión de tiempo para ver cumplida la obra
en el mundo real, una vez que Dios te haya otorgado esa segu-
ridad. ¡Este principio es realmente maravilloso!
El Señor quiere que nuestras oraciones sean especificas.
38
El Espírilu Santo y tú
En el evangelio según san Marcos, vemos que Jesús al pasar
por Jericó en camino hacia Jerusalén, escucha a Bartimeo, un
ciego, que le grita: "Jesús, hUo de David, ten misericordia de
mí". La gente reprendió al ciego para que callase y guardase
silencio. Pero él gritó aún más fuertemente, hasta que Jesús le
preguntó: "¿Qué quieres que te haRa?" Jesús sabía que el
mendigo era un ciego, pero lo que pretendía era que fuese más
especifico en su petición. Cuando Bartimeo dijo que quería re-
cobrar la vista, Jesús lo sanó de inmediato.
Mientras yo dirigía una conferencia en el exterior, un pas-
tor me pidió que orara por una dama de su iglesia. Era de unos
treinta años de edad, soltera.
- "¿Qué pedido de oración tienes, hermana?", pregunté.
- "Quisiera casarme. Quiero un esposo", contestó tími-
damente.
- "¿Cómo quieres que sea tu futuro esposo", le pregunté.
- "Bueno, no sé... que sea según la voluntad del Señor",
contestó.
Le expliqué que Dios no respondía a esa clase de oracio-
nes, y que tenía que ser más específica. Le dije que Dios no
había respondido sus oraciones, porque quería darle como ma-
rido a un hombre que ella deseara de corazón, y no a cualquier
varón que ande por allí.
La hice sentar en una silla, y le di un papel y un bolígrafo,
y le hice escribir los números de uno al diez.
- "Te vaya hacer diez preguntas acerca del esposo que te
gustaría tener. Escribe la respuesta en la hoja, ¿sí?" Y empecé
con las preguntas:
- "Numero uno: ¿Quieres que tu esposo sea europeo, asiá-
tico o africano?"
- "Europeo", contestó sin dudar.
- "Número dos: ¿Qué altura debería tener?"
- " l ,85 metros."
39
La cuarla dimensión 2
- "Número tres: ¿A qué se dedica?"
- "Es profesor."
- "Número cuatro: ¿Cuál es su hohhy?"
- "La música."
Seguimos de esta manera hasta llenar los diez detalles del
futuro esposo que Dios tenía en sus planes para ella. Le pedí
que llevara la hoja consigo a casa, y que la pegara justo aliado
del espejo que habitualmente usaba, para mirarla diariamente.
Ella comenzó a orar todos los días por un hombre que
tuviese todas las características mencionadas anteriormente.
Logró visualizarlo, y eso incrementó su fe. Tenía confianza en
que Dios le daría un esposo así. Después de un año, cuando
volví a visitar esa zona, llamé al pastor de esa iglesia.
- "Doctor Cho, ¿podría venir a almorzar a mi casa?", me
dijo entusiasmado. Al llegar, lo primero que me dijo el pastor
fue:
- "¡Se casó, se casó!"
- "¿Quién se casó?", pregunté lleno de dudas.
- "La hermana a la que tú ministraste hace un año", me
respondió, y me narró todo lo acontecido.
Un profesor de una escuela secundaria había visitado la
iglesia para cantar algunas alabanzas en varias reuniones. Era
un hombre alto, flaco y muy lindo. Todas las hermanas solte-
ras de la iglesia parecían estar interesadas por este hombre. Sin
embargo, él no mostraba ningún interés. Pero no fue así al ver
a la hermana por la que yo había orado hacía un año. La misma
semana en que comenzaron a salir, el joven le propuso matri-
monio. La hermana no le había dicho a nadie acerca de las
diez características que estaban anotadas en la hoja, pero a
medida que iba conociendo a este hombre, quedó sorprendi-
da. porque el profesor coincidía con aquél hombre que guar-
daba en su visión. Sin lugar a dudas, era la respuesta de parte
dc Dios.
40
El Espírilu Santo y tú
Me llamó mucho la atención cuando recibí una carta de
una hermana que vivía en Japón. Decía que había leído la
anécdota de esta hermana, y que ella también había comenza-
do a hacer lo mismo. Escribió en una hoja las diez caracterís-
ticas del hombre que guardaba en su corazón, y la había
pegado en la pared. Y había logrado casarse en pocos meses.
La carta terminaba con estas palabras: "Dios respondió a mi
oración al orar específicamente y al visualizar el fruto de mi
deseo".
Quizá este no sea un método eficaz para todas las herma-
nas del mundo. Sin embargo, estos testimonios demuestran el
resultado de una oración específica basada en la visualiz2ción.
Cuarto: Para incubar exitosamente, debes hacer fluir el
poder de la fe por medio de la confesión de la palabra.
En Génesis vemos que la Palabra de Dios vino después de
que el Espíritu Santo incubó el mundo. De igual manera, una
vez que tengas la certeza de la visión, tienes que hacerla fluir
por medio de la confesión. Usa tu boca y confiesa que la vi-
sión será una realidad, tal como tu fe lo asegura. Por medio de
la confesión experimentarás cosas extraordinarias. Hay un pa-
saje en Romanos que explica cómo obtener la salvación: "Que
si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en
tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la hoca
se confiesa para salvación" (Romanos ]0:9-] O).
Marcos ]] :23-24 dice: "Porque de cierto os digo que
cualquiera que d~jere a este monte: Quítate y échate en el mar,
y no dudare en su corazón. sino que creyere que será hecho lo
que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo
lo que pidiereis orando, creed que lo recihiréis, y os vendrá".
Únicamente la confesión con la boca hará fluir el enorme
41
La cuarla dimensión 2
poder de la fe. Como habrás notado, primeramente debes in-
cubar la visión con el Espíritu Santo, ya que sin Él no podrás
disfrutar de los milagros en tu vida. Muchos creyentes niegan
e ignoran este principio en su vida de oración. "Cualquiera
que (...) creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le se-
rá hecho" (Marcos 11 :23).
Este es un principio que Dios me ha enseñado y lo he ex-
perimentado. Hoy me animo una y otra vez a confesar y pro-
clamar todo lo que quiero, sin necesidad de pasar por un
tiempo de meditación, ya que he comprendido que los milagros
nunca se manifiestan sin pasar por un período de incubación.
Desde el año 1980 soñé con tener medio millón de miem-
bros en mi iglesia. Por medio de la oración y la ayuda del Es-
píritu Santo establecí esa nueva meta, y en 1984 la alcancé.
Este objetivo fue para mí como el huevo para una gallina. Lo
soñé y visualice; ese resultado no fue una casualidad sino una
realidad ya obtenida en mi espíritu. Ahora mi meta es tener un
millón de personas en la iglesia. Estoy incubando días y no-
ches para alcanzar esta meta. Me encuentro incubando un mi-
llón de personas las veinticuatro horas del día. Paso días y
noches en oración, hasta ver mi fe convertirse en certeza. Esta
es la razón por la que puedo declarar que ya tengo ese millón
de miembros, y vamos a lograrlo.
Tanto en mi corazón como en la visión, ya tengo el millón.
Será solamente una cuestión de tiempo para que la visión rom-
pa exitosamente la cáscara.
42
LA CUARTA DIMENSIÓN
Mi conocimiento actual del concepto sobre la cuarta di-
mensión es el resultado de una experiencia pastoral durante
mis primeros años de mi ministerio. Una mujer que se había
mudado a Seúl decía haber recibido poder para sanar a los en-
fermos. Mucha gente, incluso cristianos, iban a verla y obte-
nían algunos resultados positivos.
Pero al percibir que no glorificaba al Señor ni confesaba a
Jesucristo como el Señor, me di cuenta de que el poder de esa
mujer no era de Dios. Advertí a los miembros de mi iglesia pa-
ra que se apartaran de esa espiritista. La Biblia nos enseña que
debemos probar los espíritus: "Amados, no creáis a todo espí-
ritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos
falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el
Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha
venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no cOf1;fiesa
que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el
espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene,
y que ahora ya está en el mundo" (1 Juan 4: 1-3).
Estas palabras fueron escritas para los cristianos de la épo-
ca del apóstol Juan, que eran invadidos y amenazados por el
43
La cuarta dimensión 2
docetismo herético y el gnosticismo de la ciudad de Corinto.
No obstante, esta advertencia es también para nosotros. Mu-
chos falsos profetas se esfuerzan al máximo para incrementar
la cantidad de fanáticos en cada rincón del planeta. El versícu-
lo uno nos advierte muy claramente que debemos probar los
espíritus.
"Pero pastor, ¿cómo hace ella entonces para sanar a los en-
fermos?", me preguntó un hermano que se veía bastante con-
fundido. Entonces el confundido era yo. Este interrogante me
guió hacia la oración. Comencé a orar con la Biblia a mi lado,
pedía una respuesta de parte de Dios.
Quizá este dilema no sea algo serio en el Occidente como
lo es en Corea. Tuve que luchar por un tiempo, ya que veía-
mos con nuestros ojos a monjes budistas y a practicantes de
yoga hacer todo tipo de milagros y obrar sanidades. Estaba
confundido. Pero tenía la convicción de que Dios iba a darme
la respuesta.
He descubierto que la oración es la clave que tenemos los
cristianos para la solución de los problemas. A veces es nece-
sario que luchemos varias horas, que hagamos guerra espiri-
tual para deshacemos de toda turbulencia mundana y lograr de
esta manera oír la voz de Dios.
Después de unos días el Espíritu Santo me dio la respues-
ta, me reveló la característica de la realidad de una nueva di-
mensión, a la que comencé a pertenecer al recibir a Jesucristo.
Las primeras tres dimensiones están bajo el control del mun-
do material. No obstante, existe una dimensión mayor que cu-
bre todo el esquema: el mundo espiritual, es decir, la cuarta
dimensión. A través del pasaje de Génesis 1:2 he descubierto
la característica de esta dimensión.
Génesis no es un libro de historia; sin embargo, toda histo-
ria que se cuenta en él es real. Tampoco es un libro de ciencia;
sin embargo, la ciencia que contiene es perfecta. En Génesis
44
La cuarta dimensión
vemos cómo Dios revela su propósito a Moisés y a través de
él a nosotros. Vemos el comienzo de la creación del universo,
y sobre todo su eterna relación con el hombre en Cristo Jesús.
En cuanto a la creación del universo, dice la Biblia que
Dios lo ha creado; y ni una palabra más. No explica su proce-
so en forma detallada, pues Dios no muestra interés en esto.
En el versículo dos Dios comienza a relatar que el mundo es-
taba desordenado y vacío. Y, como hemos mencionado ante-
riormente en el primer capítulo de este libro, el Espíritu Santo
puso orden al caos preestablecido. El orden del plano tridi-
mensional fue establecido por el mover del Espíritu Santo en
una dimensión mayor. El Espíritu Santo es el Creador de las
dimensiones materiales a las que estamos acostumbrados.
Existen tres fuerzas espirituales en la Tierra. El Espíritu de
Dios, el espíritu del hombre (véase Génesis 2:7) y el espíritu
de Satanás. Este último se opone al Espíritu de Dios (véase
Génesis 3).
En los tres primeros capítulos de Génesis hallamos las tres
fuerzas espirituales que han tomado el control de la historia.
Estas tres fuerzas espirituales se encuentran en el plano tetra-
dimensional, los que les permite tomar los objetos físicos tri-
dimensionales y ejercer sus poderes. Por supuesto, que tanto
el espíritu del hombre como el espíritu de Satanás tiene sus li-
mitaciones para ejercer su poder tetradimensional en el mun-
do físico. En cambio, el Espíritu de Dios no se limita en nada.
Al meditar sobre estos temas, el Espíritu Santo me iba ilu-
minando la respuesta. "Hijo mío, muchos no saben el poder
espiritual que yo les he dado. Yo quería que el hombre seño-
reara toda la Tierra", aclaró el Espíritu Santo.
"Sí", respondí, al darme cuenta a lo que se refería. Al hom-
bre le fue otorgada la autoridad para colocar el nombre de to-
das las criaturas que Dios había creado, la habilidad para
cultivar la tierra, más toda la capacidad para dominar y no ser
45
La (uarta dimensión 2
dominado. Al pecar, el ser humano perdió la capacidad para
comunicarse con Dios. Los falsos profetas poseen cierto poder
espiritual, ya que tienen conocimiento de su potencial. Pero
todo cristiano puede gozar de un poder mayor, si logra cono-
cer el poder del Espíritu Santo que le ha sido dado.
Al fin parecía encontrar una solución a este problema. En
vez de temer a la gente que ejercía poderes satánicos, empece
a usar el poder que Dios me había dado, el que es mayor, pa-
ra glorificar al Dios viviente.
¿Y cómo explicamos a las personas el fenómeno del poder
del ser humano? El poder del hombre se manifiesta cuando es-
te se da cuenta de su habilidad natural -por ser descendiente
de Adán-. Ese poder es limitado, pero si no está rendido a
Dios, verá que Satanás influye en su destino.
Algo importante que debía enseñar a los miembros de mi
iglesia eran las palabras de Juan: "El poder que está en noso-
tros es mayor que el que está en el mundo" (l Juan 4:4). Al
impartir estas enseñanzas, los miembros de mi iglesia entraron
en un nuevo nivel de conocimiento espiritual, dejaron atrás la
confusión. Después de varios años de haber descubierto esta
verdad, seguí luchando y meditando para que el nivel espiri-
tual de la cuarta dimensión se convirtiera en un estilo de vida
por completo. Es cierto que todavía sigo viviendo en el mundo
material, pero a medida que pasa el tiempo comprendo cada
vez más acerca de las cosas espirituales que son fundamenta-
les para todo cristiano.
¿Qué es elhombre?
¿Qué es el hombre? Este interrogante aparece en el Salmo
8 en forma poética. David lo había cantado mientras se cele-
braba la vendimia. Gitit es un instrumento musical fabricado
46
La (U arta dimensión
en Gat, y posiblemente David lo utilizó para acompañar este
canto de alabanza. Existen dos salmos más relacionados con
este, donde se describe que la gente estaba feliz cuando cele-
braba la excelencia de la gloria de Dios (véase Salmos 81 y
84). No dudo que este salmo fue recitado en una noche, pues
David hace mención de las estrellas del cielo al ver la gran
magnitud de la creación de Dios. Al alzar sus ojos y ver estas
maravillas, tuvo un tiempo de meditación acerca de cuán pe-
queño es el hombre.
Si consideramos solamente lo físico, el hombre no deja de
ser un ser insignificante. Es apenas una partícula de polvo en
la Tierra. ¡Cómo será si lo comparamos con todo el sistema
solar! Si tomamos en cuenta que el tamaño de una estrella vi-
sible es millones de veces más grande que nuestro sistema so-
lar, el ser humano en sí realmente es insignificante. David
sigue exclamando: "¿Qué es el hombre, para que tengas de él
memoria?"
Puede hablarse acerca de la dignidad del hombre en Dios,
pues Dios es el que lo tuvo en su memoria, hasta el punto que
envió a su hijo Jesucristo para salvarlo. El hombre no sola-
mente es dignificado por las consideraciones de Dios, sino que
también lo es por el llamado del Señor: "Le hiciste señorear
sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus
pies" (Salmos 8:6).
Este llamado contiene un cierto riesgo, ya que a causa del
pecado el potencial para señorear puede causar tragedias. En
vez de señorear de acuerdo a los principios de Dios, el hom-
bre ha usado su potencial para señorear sobre otros, y esto es
solamente un aspecto del carácter original del ser humano. El
individuo es capaz tanto de subir a lo más alto, como de bajar
a lo más profundo; de alcanzar tanto lo mejor, como lo peor.
A pesar de que el hombre ha sido creado para emprender gran-
des cosas, ha dejado su potencial en el nivel más bajo.
47
La cuarta dimensión 2
Todo hombre, sea cristiano o no, fue creado conforme a la
imagen y semejanza de Dios. Génesis 1:26 es claro al afirmar
que el hombre no fue producto de la evolución, sino que fue
creado por el Señor. El ser humano fue creado conforme a la
imagen de Dios. Y este le sopló aliento de vida para que fue-
se más que un ser físico. Sé que esta afirmación se opone a la
teoría de la evolución que muchas personas hoy aceptan.
En muchas escuelas a los niños se les enseña que el hom-
bre es producto de la evolución. Quizás esta sea unas de las ra-
zones por las que la moralidad y la calidad de vida son
desvalorizadas. No obstante, este concepto no es nada nuevo.
J. B. de Monet Lamarck, un famoso naturalista francés del
siglo XIX, implementó una teoría en la que insistía que todo
ser vivo era producto del desarrollo de una célula germinal
que Dios había creado. Según esta teoría, el desarrollo de cé-
lulas que eran estimuladas por una energía como el calor o la
electricidad, causaron la sobrevivencia de los seres vivos. La-
marck también hizo mención de que los seres vivos habían
adoptado nuevos órganos según sus necesidades mediante un
proceso de selección. La teoría de Lamarck fue presentada a
través de su libro que se publicó en 1809. En el mismo año ha-
bía nacido Charles Robert Darwin.
¿Cómo podemos explicar este fenómeno? ¿Cómo puede
ser que una célula pueda desarrollarse por sí misma según su
necesidad sin ningún tipo de límites? Sin embargo, cabe afir-
mar que al estudiar la teoría de Lamarck desde un punto de
vista crítico, una persona necesitaría más fe para creer en esta
teoría que para creer en lo que la Biblia enseña.
Aunque las recientes teorías parezcan negar la de Darwin
-lo que añade una nueva dimensión- estas explican el origen
del hombre como una sustancia independiente, y niegan de es-
ta forma la existencia de Dios. Hoy la gente quiere resolver es-
te problema tan solo con añadir el concepto del "tiempo". No
48
La cuarta dimensión
obstante, si el desarrollo resultó imposible en cierto período de
tiempo, tampoco es posible en un período largo, aunque se tra-
te de millones o de billones de años.
Laperspectivabíblica
El hombre es la amada creación del Señor. Esta es la razón
por la que en sociedades donde es considerado desde una pers-
pectiva bíblica, se respeta la vida. El cristianismo muestra que
el ser humano es mucho más de lo que imaginamos, pues fue
creado conforme a la imagen y semejanza de Dios.
El individuo es una trinidad compuesta por cuerpo, alma y
espíritu.
1. Cuerpo
El hombre fue creado primeramente como un ser físico.
Cabe recordar que el soplo de aliento de vida vino luego de la
formación del cuerpo (véase Génesis 2:7). Después de que el
hombre pecó, Dios le dijo: "Pues polvo eres, y al polvo volve-
rás" (Génesis 3:19). Por consiguiente, el cuerpo es tempora-
rio. Lamentablemente, nuestra mayor atención está dedicada
al cuerpo.
Existen ocho características del cuerpo, según la Biblia.
a. Es el lugar donde mora el alma y el espíritu
(Daniel 7:15).
b. Es afectado por el alma, según lo que esta mire
(Mateo 6:22-23).
c. Puede recobrar vida por medio del Espíritu Santo
(Romanos 8: 10).
d. Se convierte en el templo del Espíritu Santo en el
49
La (uarta dimensión 2
momento de la conversión (1 Corintios 6: 19).
e. Se le requiere un cuidado especial (Colosenses 2:23).
f. Es afectado fuertemente por las palabras (Santiago 3).
g. Es el símbolo mayor de la Iglesia (Efesios 4: 12, 16).
h. Será transformado en el día de la resurrección
(1 Corintios 15: 14).
2. Alma
El alma y el cuerpo aparecen como dos conceptos comple-
tamente distintos en el Antiguo Testamento. Eclesiastés 12:7
dice así: "Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíri-
tu vuelva a Dios que lo dio". En el Nuevo Testamento Jesús
también marca la diferencia entre estos dos conceptos al decir:
"V no temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pue-
den matar; temed más bien a aquel que puede destruir el al-
ma .,. el cuerpo en el infierno" (Mateo 10:28). El alma y el
cuerpo se hallan tan ligados entre sí, que en ocasiones se nos
hace difícil distinguirlos.
E! alma controla la voluntad del hombre y tiene una in-
fluencia muy poderosa sobre su cuerpo. He oído a los médicos
cirujanos elccir que la voluntad de un paciente es de vital im-
portancia pa¡'a que una operación resulte exitosa. También
existen algun;,s influencias de la mente sobre el cuerpo, pues
esto es considerado como una parte importante que compone
el alma. Por ejemplo. la mente observa objetos por medio de
los órganos ópticos. escucha por medio de los órganos auditi-
vos y capta por medio de los órganos táctiles.
Otro componente del alma es la emoción. El estado de
emoción como el gozo, la vergüenza y la felicidad también
afecta el cuerpo. Por ejemplo, una persona cuando se enoja,
tanto sus músculos como su corazón se tornan más activos.
El deseo es otro componente del alma del hombre. Es lo
50
La (uarla dimensión
que motiva la actitud de una persona. Todos hemos oído acer-
ca de atletas que por medio de un entrenamiento constante han
alcanzado sus metas. Es el deseo ardiente el que lo logra.
El entendimiento también es un elemento del alma. El al-
ma es el hombre en sí, es decir su consciencia. Al hablar de
una persona, generalmente nos referimos a una personalidad
integral y no a un simple cuerpo físico. En un matrimonio, la
pareja desarrolla entre sí una relación intelectual que supera
todo lo superficial. El cuerpo puede ser la causa del desarrollo
de una relación; no obstante, una persona siempre debe ser
evaluada por su alma, o sea por su personalidad en un concep-
to más amplio.
3. Espíritu
Al considerar lo relacionado acerca del espíritu del hom-
bre, nos encontramos con una gran variedad de conceptos, aún
dentro de la teología.
Charles Hodge, en su Teología Sistemática, aclaró que la
doctrina de la tricotomía de Platón, que una vez fue aceptada
parcialmente por la iglesia en los primeros siglos, fue luego
considerada como una doctrina herética. Los gnósticos consi-
deraban el espíritu (pneuma) como una porción de la esencia
divina y, por consiguiente, incapaz de cometer cualquier pe-
cado. Los apolinaristas insistieron en que Cristo no tenía
pneuma, sino solamente soma (cuerpo) y psucha (alma). No
obstante, la teoría de la distinción entre pneuma y psucha, en
la que los heréticos estaban fundamentados, fue rechazada por
la iglesia. Los semipelagianos enseñaron que el alma y el cuer-
po, sin incluir el espíritu, eran los factores causantes del peca-
do original. Todos los protestantes, tanto luteranos como
calvinistas, mantuvieron el concepto de que el alma (psucha)
y el espíritu (pneuma) era uno, de la misma sustancia y de la
51
La cuarla dimensión 2
misma esencia. Esta teoría ha sido aceptada y fundamentada
por la Iglesia como una doctrina.
Hodge aceptó la teoría de la dicotomía, y rechazó de esta
manera la tricotomía. Según él, el hombre está compuesto por
alma y cuerpo, y no por cuerpo, alma y espíritu. La teoría de
Berkhof, según su libro de teología sistemática, también coin-
cide con la dicotomía.
Estas son las palabras de BerkhoL una porción del libro de
teología sistemática que se titula: La enseñanz.a bíblica acer-
ca de los elementos que componen la esencia del hombre: "En
la Biblia, la representación predominante acerca de la esencia
del hombre es claramente dicotómica. Por un lado, la Biblia
nos enseña que debemos ver la esencia del hombre en unidad
y no en dualidad, la que está compuesta por dos elementos dis-
tintos. Van en forma paralela, y nunca se unen para formar un
solo organismo. El concepto del paralelismo entre estos dos
elementos de la esencia del hombre, que se halla en la filoso-
fía griega, es totalmente ajeno a la Biblia".
Estos teólogos han desarrollado sus teorías en base al pa-
saje de Génesis 2:7, pues el mismo no hace ninguna mención
acerca de un espíritu creado por Dios. Sin embargo, debemos
recordar que en el capítulo 3 dice que el hombre cometió pe-
cado, y que el resultado del pecado era muerte. El hombre fue
muerto, ¿pero qué es lo que se murió? Obviamente, el cuerpo
y la conciencia del hombre siguieron con vida. Lo que había
muerto era su espíritu. En I Tesalonicenses Pablo también
marca una diferencia cuando dice: "Y el mismo Dios de paz os
santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu. alma y
cuerpo. sea guardado irreprensible para la venida de nuestro
Señor Jesucristo" (5:23).
El autor de la epístola a los Hebreos también lo distingue:
"Porque la palabra de Dios es viva y eficaz.. y más cortante
que toda espada de dos/ilos; y penetra hasta partir el alma.v
52
La cuarta dimensión
el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pen-
,'amientos y las intenciones del corazón" (4: 12).
Pablo ubicó a Adán en contraste con Cristo, y explicó que
el primero introdujo muerte al hombre, y el postrero vida (véa-
se Romanos 5: 17, 19; 1 Corintios 15:22). Y lo hace con mayor
claridad en 1 Corintios 15:45 cuando dice: "Así también está
escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el
postrer Adán, espíritu vivificante". En este versículo Pablo
marca una clara diferencia entre el alma y el espíritu. Adán fue
un ser con alma. En él fuimos muertos por el pecado; pero a
través de Cristo, fuimos vivificados.
Aunque no tenga ninguna intención de encontrar una solu-
ción a esta falta de coincidencia que perdura hasta el día de
hoy, creo firmemente que ambas teorías están fuera del peligro
de la herejía. Tal vez, al hacer mención del espíritu, Pablo se
refería a la nueva condición del alma que había sido redimida.
Lo que no podemos dudar es que la condición del hombre se
convierte en un estado totalmente diferente al experimentar el
nuevo nacimiento. El Espíritu Santo da vida al espíritu del
hombre, e inicia de esta manera una nueva dimensión espiri-
tual a la que este deberá adaptarse. Como consecuencia, el es-
píritu es el elemento del hombre que recobra vida a través de
Cristo, para que pueda comunicarse con el Creador.
Cinco características del espíritu delhombre
1. Dios quiere guiarnos a través de su Espíritu (Romanos
8:14).
2. El hombre, en su condición natural, es incapaz de enten-
der la realidad espiritual. Para el no nacido de nuevo,
lo espiritual es una locura (l Corintios 2: 14).
3. Debido al desarrollo de los sentidos espirituales, el
53
La cuarta dimensión 2
hombre espiritual es capaz de diferenciar las cosas de
Dios y las cosas que son de este mundo o de Satanás
(1 Corintios 2: 15).
4. Solo los que han ejercitado su sentido espiritual son ca-
paces de entender la madurez espiritual (Hebreos 5: 14).
5. Los hombres espirituales son los que restauran a los
que han caído en pecado (Gálatas 6: 1).
Como lo mencioné anteriormente, toda sustancia es envuel-
ta por una sustancia más grande. Sin embargo, vaya aclarar es-
to mejor para evitar malos entendidos. Dios quiere que estemos
conscientes de que no somos tres personas que compiten entre
sí. El hombre no fue creado para ser dividido de esta manera.
Somos una sola persona. No obstante, cada una de estas partes
cumple diferentes roles en nosotros, los que no deben ser igno-
rados si es que queremos desarrollarnos en forma completa.
El cuerpo, que no debe ser descuidado, es sumamente im-
portante. Por lo tanto, uno de los deberes del cristiano debe ser
el cuidado de su salud a través de un régimen alimenticio, del
deporte y de los buenos hábitos. Muchas veces notamos que la
gente tiende a volcar su atención en una sola esfera. Es decir,
parece algo raro que una persona intelectual se preocupe por
su físico, o un religioso por su inteligencia o cuerpo. Sin em-
bargo, no es así. Debe haber un balance en todo. Una sustan-
cia mayor nunca disminuye una sustancia menor, sino que la
primera incluye a la postrera.
Sueñosyvisiones:instrumentos clavedelacuartadimensión
Si un hombre logra entender el carácter de su ser, este se
encontrará asimismo con el deseo de desarrollarse en la cuar-
ta dimensión. El Espíritu Santo fue enviado por Dios para que
54
La cuarta dimensión
nos guíe a toda verdad, ¿pero de qué manera obra el Espíritu
de Dios?
La era del Espíritu Santo dio su inicio en el día de Pente-
costés. Pedro predicó su primer mensaje el día en que el Espí-
ritu se manifestó poderosamente. Su mensaje se basaba en la
palabra de loel 2 que dice: "Yen los postreros días, dice Dios.
derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y
vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y
vuestros ancianos soñaran sueños" (Hechos 2: 17).
Los sueños y las visiones son muy similares en cuanto a su
carácter. Los jóvenes tienden a imaginar su futuro, mientras
que los ancianos lo hacen con su pasado. No obstante, ambos
pertenecen a un mismo esquema.
Antes de fijarnos en el desarrollo de sueños y visiones, es
necesario que comprendamos primero la esfera donde estos se
desarrollan: la imaginación.
Laimaginación:elalmadel sueñoylavisión
En el capítulo 10 de 2 Corintios, Pablo nos advierte que
debemos andar en el Espíritu Santo y no en la carne. La ver-
sión Reina Valera hace uso de la palabra "argumento" en el
versículo 5, pero creo que, según el griego, la expresión "ra-
zonamiento" o "lógica" quedaría mejor. Al mencionar esto,
Pablo no trata de decir que no debamos razonar, sino que nos
advierte que no debemos depender de la lógica que no ha sido
purificada por el Espíritu de Dios.
Muchos de nuestros problemas son más que naturales, y
deben ser tratados y examinados en el plano espiritual. "Por-
que las armas de nuestra milicia no son carnales, sino pode-
rosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando
argumentos y toda altivez que se levanta contra el conoci-
55
La (uarla dimensión 2
miento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obe-
diencia a Cristo" (2 Corintios 10:4-5).
Pablo hace uso de términos militares al referirse al mundo
de la imaginación. La mente que no ha sido convertida es in-
capaz de comprender las cosas espirituales; a esto se refiere al
hablar de "argumento".
El corazón, desde una perspectiva bíblica, es el área del al-
ma que envuelve a la imaginación. Jesús dijo: "No se turbe
vuestro corazón" (Juan 14: 1). Existen siete áreas del corazón
donde se manifiestan los problemas.
1. El corazón puede hallarse endurecido a la realidad
espiritual (Marcos 6:52).
2. El corazón puede quedarse ciego, y esa condición es
incapaz de ver lo que el hombre espiritual puede ver
(Juan 12:40).
3. El corazón es el lugar donde se inicia el pecado (Mateo
15: 19).
4. Las palabras son el fruto de lo que una persona guarda
en su corazón (Mateo 12:34).
5. Satanás ataca el corazón del hombre (Juan 13:2).
6. Las dudas se inician en el corazón (Marcos 11 :23).
7. La tristeza y la turbulencia se hallan en el corazón
(Juan 14:1-16:6).
Por lo tanto, las enseñanzas de Pablo acerca del cuidado
del corazón están basadas en las mismas palabras de Cristo,
que también enfatizó su importancia.
El corazón del hombre es como el cuadro de un pintor pro-
fesional. Lo que el hombre sueña equivale a una pintura. Si un
cristiano toma el pincel de la fe y comienza a pintar las visio-
nes que Dios le ha mostrado en el r:uadro, csas visiones se con-
vertirán en una realidad.
La (uarla dimensión
Lainconsciencia
Puede decirse que la preconciencia es en realidad la incons-
ciencia. La inconsciencia es la fuerza de la motivación que ha-
ce que el hombre actúe sin consciencia alguna. He hallado
varios libros acerca de este tema en estos últimos años.
Cad Gustav Jung, hijo de un ministro y alumno de Sig-
mund Freud, desarrolló un área de la psicología conocida co-
mo la psicología analítica, como una crítica al psicoanálisis de
Freud. Según él, lo que motiva la acción del hombre no es solo
la consciencia, sino también la inconsciencia. lung distinguió
la inconsciencia de la siguiente manera: 1. El factor personal
o la inconsciencia individual de una persona; 2. El factor co-
lectivo o la inconsciencia colectiva heredada por los ancestros
de una persona.
Con base en este fundamento, lung desarrolló la idea de
que la inconsciencia colectiva del hombre era buena en sí, y
que las normas sociales habían sido establecidas para contro-
lar y limitar al hombre. Un gran número de antropólogos, ar-
tistas y filósofos viajaron a lugares donde se hallan las culturas
primitivas que nunca fueron deterioradas por las normas de la
cultura occidental, en busca de la bondad e ingenuidad del
hombre.
La idea de la bondad del hombre por herencia, es total-
mente opuesta a la Biblia. "Engañoso es el corazón más que
todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová,
que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a ca-
da uno según su camino, según el fruto de sus obras" (Jere-
mías 17: 9-10).
En el libro de Jeremías el Señor revela tres aspectos del
corazón humano. l. El corazón no es de carácter bueno por he-
rencia, sino malo. 2. El hombre no es capaz de conocer su pro-
57
La cuarla uimensión
pio corazón. Solo el Señor lo conoce y revela lo que en él hay.
3. Los actos de una persona revelan su corazón.
Sí nuestros actos y logros son el resultado de una fuerza de
motivación que supere la consciencia, ¿no sería obvio que el
Espíritu Santo obrara dentro de este plano para purificarlos y
motivarlos para que estos cumplan con el propósito de Dios?
La capacidad paraverysoñar
En el da de Pentecostés Pedro describe al Espíritu Santo
como un río. Dios había prometido derramarlo en toda carne,
sin requerir ur,a cierta posición social, ni determinado sexo ni
edad. Joel había profetizado que la lluvia temprana y la tardía
(o cosecha) serían derramadas una vez en "el día de Jehová".
Los truenos del Espíritu Santo de Dios formarían un río es-
piritual para que todo cristiano sea lleno y produzca fruto
espiritual.
En el último día de los primeros frutos, el Espíritu Santo
descendió de una forma muy poderosa. Cabe recordar que el
día de Pentecostés -cincuenta días después de la fiesta de la
Pascua- era una fiesta de anticipación. Si la semilla era buena,
el fruto de la cosecha también sería bueno.
La Iglesia nació dentro del período de la fiesta de anticipa-
ción, cuya culminación será el día en que Cristo venga por
segunda vez. Para ese tiempo la Iglesia habrá alcanzado a pro-
clamar el evangelio de Jesucristo a toda criatura, y obtendrá la
victoria porque el Espíritu Santo la ha ungido en un nivel
sobrenatural.
El Espíritu Santo no ha venido en el día de pentecostés solo
para dar al hombre el don de la profecía, sino también la capa-
cidad para soñar.
En el Antiguo Testamento vemos que Dios da a sus sier-
58
La cuarta dimensión
vos sueños y visiones sobre el futuro. ¿Recuerdas que a Sa-
muello llamaban vidente? (1 Samuel 9:9). Daniel fue capaz de
ver, aun cuando estaba en Babilonia, el desarrollo generacio-
nal de varios reinos, hasta la era de la Iglesia y mucho más.
Ezequiel también pudo ver el futuro de su país, cuando estaba
en el extranjero.
Este fenómeno no solo aparece en el Antiguo Testamento,
sino también en el Nuevo. Tenemos ejemplos como el de Ana-
nías, Pablo y Camelia -que era un romano- que vieron visio-
nes proféticas.
Con esto, no quiero decir que nosotros deberíamos estar en
un estado de éxtasis espiritual. No obstante, sí quiero decir que
debemos formar parte de la visión de Dios a través de los sue-
ños y visiones.
Por consiguiente, el creyente no debe limitarse en el plano
tridimensional, sino que debe ir más allá de la cuarta dimen-
sión. Debemos vivir en el Espíritu. Hay que prever los pensa-
mientos negativos. De esta manera lograremos dejar la tela
limpia y sin manchas para que el Espíritu Santo haga su obra
maestra en nosotros. El poder creativo, la percepción, la inte-
ligencia y la motivación espiritual serán el resultado de una
imaginación activada por el Espíritu Santo.
"Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él"
(Proverbios 23:7). Estoy convencido de que nosotros seremos
tal como hayamos pensado, y el resultado puede ser tanto po-
sitivo como negativo. El impacto y la influencia que trajo la
televisión a la comunidad contemporánea es realmente pro-
fundo. Cada vez que escucho a alguien decir que la televisión
no tiene gran influencia en la sociedad, me pregunto: "Enton-
ces, ¿por qué será que las sociedades invierten tanto dinero en
los comerciales'?" La violencia y la inmoralidad sexual, entre
otras cosas que muestra la televisión, son las responsables del
desorden que padece la sociedad contemporánea.
59
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  • 2.
  • 3. 1 YONGGI eHCon R. Whitney Manzano, Ph. D. LACUARTA Mássecretosparaunavidadefeexitosa BUeNOS AIRlS MAMI - NEW YORK - SAN JClSf - SANTIAGO
  • 4. La Cuarta Dimensión (volumen 2) Dr. David Yonggi Cho Publicado por Editorial Peniel Boedo 25 (¡ 206) Buenos Aires - Argentina TellFax: (54-11) 4981-6178/6034 web site: www.editorialpeniel.com e-mail: info@peniel.com.ar Publicado originalmente con el título: Tlze Foutlz Dimension (volume 2) por Seoul Logos Co. (nc. Seúl. Corea del Sur Traducción al cspañol: Aricl Kim Diseflo de cuhierta e interior: arteCdpeniel.com.ar Copyright ~) 2002 ~ditol"ial Peniel ISBN ~o: 987-9038-81-9 Producto N°: .,1 CJ099 Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida en ninguna forma sin el permiso escrito de Editorial Penicl. Edición N° 1 AI10 ]00] 1//llmo,ID 1'11 ColO/libia 1'l"illl('(1 in CololI/bia CONTENIDO Introducción 5 . Prólogo, mi historia personal 9 . 1. El Espíritu Santo y tú 17 . 2. La cuarta dimensión 43 . 3. La renovación mental 83 . 4. El poder creativo del lenguaje 95 . 5. El amor: la fuente de motivación 119 .. Notas 149 . ex libris eltropical
  • 5. RECONOCIMIENTOS DEL TRADUCTOR Dedico esta traducción a mis padres, los pastores Sungkil Kim y Sunkee Choi, que me enseñaron el verdadero sentido del sacrificio y del amor incondicional. Desde lo más profundo de mi corazón, quiero especial- mente agradecer y glorificar a la Persona más importante de mi vida y mi ministerio: El Espíritu Santo, que me ha dado la visión y la bendición de servir al pueblo latinoamericano de todo el mundo a través de esta obra. Expreso mis sinceros agradecimientos para David Yonggi Cho. Joshua Cho Heeseo. Carlos Annacondia, César Castella- nos, Harold Caballeros, Claudia Freidzon y Sergio Scataglini, que son de gran inspiración para mi vida y mi ministerio. Por último, no puedo dejar de mencionar a mis interceso- res, que nunca se olvidan de orar por mi vida y mi ministerio. Ariel Kim, Buellos Aires, Argelltillo 4 INTRODUCCIÓN En el año 1978 escribí el primer volumen de este libro ti- tulado La cuarta dimensión. En aquella época entendía cómo era el clima espiritual que se vivía en varios lugares del mun- do; ahora decidí ampliar aún más los principios revoluciona- rios que entonces había descubierto. Desde aquel año tuve la oportunidad de viajar por todo el mundo para ministrar, y tam- bién logré establecer un ministerio a través de la televisión. Esos viajes me ayudaron a entender aún más la madurez espi- ritual de la comunidad cristiana. Esto fue lo que me motivó a escribir este segundo volumen, pues quiero difundir más pro- fundamente los principios de éxito, con ejemplos más actuali- zados, que me permiten pastorear hoy la iglesia más grande del mundo. Quizá algunos no entiendan lo que yo quiero decir al hacer uso del término ""La cuarta dimensión". Para evitar los malos entendidos, vaya explicarlo muy sencillamente. La palabra ""dimensión" es un término muy usado en el área de la física y las matemáticas. En matemáticas, se utiliza para las medidas. Por ejemplo, el término ""unidimensional" se usa para indicar la extensión de una línea. Se sobreentiende 5
  • 6. La cuarla dimensión 2 que en un plano unidimensional no podemos hablar de la den- sidad, sino solamente de la latitud. En cambio, cuando hablamos de "dos dimensiones", indi- camos un plano cuya latitud y longitud son mensurables. Si decimos "tres dimensiones", hablaríamos no solamente de la latitud y la longitud, sino también de la profundidad y densi- dad de un determinado plano. En la física hay otra manera de medir un fenómeno físico, y esa medida es el "tiempo". Isaac Newton es reconocido por sus grandes descubrimientos en la física. Fue el que dio a conocer el movimiento de los planetas dentro de sus órbitas a través de la conocida "ley de la gravedad". Sin embargo, Newton usó solamente tres dimensiones para sus teorías. Einstein hizo uso del concepto del tiempo y espacio como otra dimensión física. Para algunos, esto es "La cuarta dimen- sión". En consecuencia, si hago uso de la teoría cosmográfica tradicional de Newton, no me equivocaría al usar el término de "La cuarta dimensión". Pero si me pongo en onda con la teo- ría de Einstein, tendría que hablar de una "quinta dimensión". Debido a que los principios espirituales superan las teorías científicas, no modificaré el término "La cuarta dimensión" para desarrollar mis principios. Estoy seguro de que el lector no tendrá ningún inconveniente para entender este término, ya que he aclarado lo que quiero decir. Originalmente Dios nos creó como seres físicos. El mismo Dios que le dio el soplo de la vida a Adán le dio también al hombre la capacidad para entender y comunicarse con Él en un nivel superior al físico. Ese nivel es el nivel espiritual. La Biblia nos dice que "Dios es Espíritu; y los que le adoran en espíritu yen verdad es necesario que adoren" (Juan 4:24). En el segundo capítulo de Génesis notamos que Dios tomó lo más bajo y lo mezcló con lo más alto para crear al hombre. Tomó la tierra y dio el soplo divino. Aquí está la diferencia: en 6 Introducción el momento de crear a otros seres, Dios solo dio la orden. Pe- ro al crear al hombre. tomó la tierra y le dio forma según su imagen. Si tenemos en cuenta que la imagen de Dios es Jesu- cristo (Juan 14:9), podemos decir que nosotros fuimos creados conforme a la imagen y semejanza de Jesucristo. En Génesis 2: 17 vernos que Dios le dijo a Adán que si de- sobedecía a sus mandamientos, moriría. Adán pecó, pero no murió. Siguió viviendo con su esposa Eva, y tuvo hijos. ¿Có- mo se explica este fenómeno? Adán no murió físicamente, si- no espiritualmente. No obstante, aún en el día de hoy el hombre tiene capacidad para comunicarse con Dios y entender la realidad en su dimensión espiritual. Cuando una persona re- cibe a Jesucristo como su Salvador personal, nace espiritual- mente. En otras palabras, nace de nuevo. Por lo tanto, nosotros, como cristianos, debemos ser cons- cientes de la realidad espiritual y familiarizarnos con la cuar- ta dimensión, hasta el punto que esta sea como el plano tridimensional en el que ahora estamos acostumbrados a vivir. La cuarta dimensión es el plano existencial donde Dios mora. Es una realidad de mayor importancia que el plano tri- dimensional en el que vivimos. "Toda sustancia se encuentra envuelta por una sustancia más grande." Es el plano espiritual el que contiene y envuelve las tres dimensiones de la realidad física. Por medio de este plano podemos medir el largo, el an- cho y la profundidad del amor de Dios, al igual que otras rea- lidades espirituales. El Espíritu Santo nos fue enviado con el fin de cumplir este propósito, para que vivamos y experimen- temos esta nucva realidad. Voy a tratar de transmitirte los prin- cipios y testimonios que contiene este libro. con la ayuda y la iluminación del Espíritu Santo. David YOllggi C/zo, Seúl, Corea del Sur 7
  • 7. PRÓLOGO, MI HISTORIA PERSONAL Nací en Corea del Sur, cuando Corea del Sur era colonia japonesa. No me alcanzarían las páginas de este libro para contar todo lo que hemos sufrido durante ese conflicto. La península coreana se localiza entre Japón y China. A causa de esto, Corea fue un lugar apropiado, elegido por am- bos países para librar sus batallas que perduraron por miles de años. Pero estas dificultades no causaron daño alguno para los coreanos; al contrario, desarrollaron la independencia de un pueblo que se distinguía por su herencia particular y su propio idioma que fue creado hace cinco mil años. Mi padre era un hombre muy trabajador y muy religioso al mismo tiempo. Para ser más específico, era un destacado líder budista de la zona en la que vivíamos. Vaya contar un poco acerca del budismo a lo largo de este libro. Siento la necesidad de hacerlo. Y vaya comenzar por decir que aún hoy el budis- mo que se practica en Corea y Japón es diferente al de otras partes -por ejemplo al del sur del continente asiático-o El bu- dismo coreano es más filosófico. El cristianismo ha ganado el respeto de la gente aquí en Corea, gracias a la actitud que han mostrado los cristianos du- rante los tiempos más críticos de la Segunda Guerra Mundial. 9
  • 8. La cuarta dimensión 2 El patriotismo de los cristianos coreanos de aquella época fue sencillamente algo apreciable, Apenas terminada la guerra, co- menzamos a reconstruir nuestra patria, Muchos misioneros estadounidenses habían venido para darnos una mano y esta- ban siempre presentes en las situaciones más difíciles, Pero el anhelo de ver a nuestro país de pie siguió siendo un sueño inalcanzable, ya que los rusos habían apoyado a los comunis- tas norcoreanos para que invadieran toda la península, Esto fue lo que se conoce hoy en día como "el conflicto coreano", y el caos fue aún mayor en comparación al de la Segunda Gue- rra Mundial. Después de la guerra contra los comunistas, prác- ticamente toda Corea quedo en ruinas, Me tocó vivir en medio de un ámbito muy desalentador como este, Tuve que abandonar mis estudios para ir a trabajar ya que, económicamente, mis padres no podían mantener a to- da la familia. Tenía la mente puesta en cómo sobrevivir, y na- da más que en eso. Algunos dicen que esto es la motivación primordial del hombre. Les doy la razón, pues yo buscaba to- do tipo de trabajo. Lo único que quería era ganar dinero para comprar comida para mi familia. Tuve que vivir días intensos, ya que trabajaba en varios lugares en una misma jornada. Un día, mientras daba clases de apoyo a un estudiante secundario, empecé a sentir un fuerte dolor. Mi pecho empezó a moverse convulsivamente, y comencé a tener arcadas. Después de ha- ber vomitado gran cantidad de sangre por la boca y la nariz, me desmayé. Cuando recuperé el conocimiento no sabía cuánto tiempo había pasado. Pero hice todo el esfuerzo posible para volver a mi casa. Mis padres tuvieron que vender lo poco que tenían para llevarme al hospital. Los doctores no tardaron en hacer un breve análisis sobre mi síntoma, y acordaron en definitiva que era una tuberculosis terminal. Tenía apenas 18 años de vida, y me estaba muriendo en medio de la miseria. Me mandaron a O Prólogo, mi historia personal casa para que mis últimos días fueran un poco más tranquilos. "Tienes tres o cuatro meses de vida, como mucho", habían si- do las últimas palabras del médico. "¿Por qué me sucede esto?" me pregunté, muy disgustado, mientras me tiraba en una colchoneta. El almanaque parecía marcar los tres meses de vida que me quedaban. Día tras día oraba a Buda. "Buda, ¿me ayudas a recuperarme?" Pero no pasaba absolutamente nada. Me sentía cada vez peor, y lo úni- co que podía esperar de mi vida era que se terminara lo más pronto posible, aunque sea para disminuir el dolor. Pero un día hice una oración que cambió completamente mi vida. "¡Oh, Dios! Si realmente existes, ven y ayúdame. Si me ayudas a recuperar la salud, te prometo que viviré para ti y para el bien de otros." Vaya contarte algo interesante. En coreano existe una pa- labra muy particular que describe al Dios único: Hanna-neem. Hanna significa "uno", y neem, "alguien que merece honra y respeto". Este último es un sufijo que se usa junto con cual- quier sustantivo propio. Los japoneses no tienen un término tan particular y rico como el nuestro para indicar al Dios de la Biblia. Por lo tanto, tienen dificultades al querer hablar de un Dios único y todopoderoso. En el primer capítulo de Romanos Pablo nos dice que la verdad de Dios fue revelada a todos los hombres. Sin embar- go, la naturaleza humana se opuso ante esa verdad. Por consi- guiente, el hombre no tiene excusa alguna para ignorar la existencia de Dios y sus leyes. Para predicar el evangelio a gente que no conoce a Dios, solamente tenemos que procla- mar la verdad con el poder del Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo el que se responsabiliza de revelar la veracidad de la palabra de Dios. No tengo ninguna duda de que aquellos mo- mentos de silencio fueron clave para mi vida. Afortunadamen- te, no tardé mucho tiempo en dejar de lado a un Buda que no 11
  • 9. La cuarta dimensión l me respondía, y empezar a buscar el conocimiento de la ver- dad y a un Dios viviente que fue revelado a través de su hijo, Jesucristo. Después de unos instantes de haber orado a ese Dios úni- co, verdadero y viviente, una joven vino a verme. Aparentaba ser una estudiante de la secundaria, y noté que tenía debajo de uno de sus brazos un libro bastante grande. "Yonggi, quiero hablarte de Jesucristo", fueron sus primeras palabras, que si- guieron así: "Ahora, tienes que escucharme". Traté de no ofenderla. "Gracias por tu visita, pero tú lo sa- bes, soy un buen budista. Estoy a un paso de la muerte, y no me gustaría cambiar de religión a último momento". En realidad, ella no sabía cuán desesperado me encontraba en ese instante. "Bueno, no importa", dijo y continuó como si no se hubie- ra percatado de mi terrible situación. "De todas formas, vaya contarte acerca de Jesucristo." Y comenzó a relatarme acerca de la vida de Jesús: su nacimiento, su vida, su muerte en la cruz del Calvario y su resurrección. Luego, me explicó cómo podía ser salvo si recibía a Jesucristo y le pedía el perdón de mis pecados. Escuché atentamente aquellas palabras. Sin em- bargo, a decir verdad, me sentía mejor sin ella. Al día siguiente la joven me visitó otra vez. Me habló so- bre el gran amor de Dios hacia los pecadores y la capacidad que tenía para liberarme de todo pecado y dolencia. En reali- dad, lo único que me preocupaba era la tuberculosis. Pero no hice ninguna mención al respecto. Oía todas esas historias, pe- ro lo único que guardaba en mente era el deseo de estar solo. Sabía que todos los días de la semana recibiría la visita de la joven misionera que siempre contaba lo mismo, lo que me disgustaba mucho. Después de unos días perdí la paciencia y le grité: "¡ Bas- ta! ¡No me digas ni una palabra más! Estoy cansado de tus tontas historietas. ¡Déjame morir en paz!" 12 Prólooo, mi historia personal Por un momento pensé que esto lograría echarla. Pero me equivoqué. En ese instante, ella dobló sus rodillas y comenzó a orar por mí, con lágrimas en sus ojos: "Señor Jesús, perdó- nalo. Está enfermo y no sabe lo que dice". Esto me conmovió profundamente. No podía entender por qué ella tenía que orar por mí de esa forma. "¿Qué significan esas lágrimas? ¿Quién es este Dios que día tras día me manda una misionera a domi- cilio, que demuestra su preocupación e interés por mí? ¿Podría ser que el Dios de la joven sea el Dios a quién yo le había ora- do?", me pregunté. De repente, sentí algo extraño. Se me había puesto toda la piel de gallina. Tenía miedo, confusión, esperanza, todo al mismo tiempo. "No llores más", traté de consolarla tocando su cabeza. "Disculpa por el enojo. Vaya recibir a Jesús. ¿Sí?" Es- tas palabras lograron que ella recuperase su sonrisa, hasta el punto que levantó su cabeza con otro ánimo. Aún seguían ca- yendo sus lágrimas, pero ya no de tristeza ni dolor, ¡sino lágri- mas de gozo y felicidad! "Quiero que tomes lo que más aprecio", dijo mostrándo- me la Biblia muy de cerca. La acepté. Pero aún seguía muy enfermo, tosía cada vez más. Al abrir la Biblia en el libro de Génesis capítulo uno, ella me interrumpió con cara de preocupación. "¡Oh, no! Como te encuentras en estos momentos, va a ser imposible que leas to- do el Antiguo Testamento. Mejor comienza por san Mateo". Era la primera vez en mi vida que me encontraba con una Biblia en la mano, y no sabía qué hacer con ella. Pero con su ayuda no tardé ni un segundo en hallar san Mateo, el primer libro del Nuevo Testamento. Pero comencé la lectura y enseguida me encontré muy de- silusionado. "Abraham enr;endró a Isaac... ". Me pregunté: "¿Qué clase de religión es esta?" El budismo es bastante sis- temático y lógico. Sus ritos no son difíciles de comprender. 13
  • 10. La (uarla dimensión 2 Sin embargo, la religión que presentaba la Biblia parecía un simple relato de genealogías insignificantes. No podía aceptar una religión tan aburrida como esta. "Disculpa... pero este li- bro parece una guía telefónica". Traté de no ofenderla, pero le devolví la Biblia, la puse en sus manos. "¡Oh, no! Estás equivocado", dijo con firmeza. Y siguió: "No te preocupes ahora por estos nombres hebreos. Más tarde, estos nombres serán de gran bendición para ti. Ahora, sigue le- yendo, ¡por favor!" Después de que ella salió de mi habita- ción, volví a leer los evangelios. Aunque las historias no lograban conmoverme intelectualmente, noté que mi mente se dirigía hacia una persona: Jesucristo. Lo que yo necesitaba era el apoyo de "alguien" para lograr conquistar la victoria. No necesitaba una nueva filosofía que me conmoviera, sino alguien que fuera capaz de tocar mi co- razón y mi cuerpo. Ese "alguien" fue, es y será Jesucristo, lo primordial en mi vida. A medida que leía más y más acerca de Jesús, mi amor por Él se incrementaba. Su amor y compasión eran la causa de las lágrimas en mis ojos. ¿Cómo puede ser que este hombre haya sufrido todo esto en la cruz por mí? Aún cuando me encontraba muy débil y enfermo, me atre- ví a doblar mis rodillas, tal como la joven lo había hecho ha- cía unos días. Ese fue el momento en que hice la oración que cambió no solamente mi vida, sino también el destino de mi país. "Querido Jesús, perdona mis pecados. Sé que no soy dig- no de recibir tu perdón. Pero si puedes, acéptame. Te entrego mi vida. Sálvame y dame sanidad para mi cuerpo. Amén". No pude dejar de llorar mientras hacía la oración. De repente, sentí que había sido sanado. Me levanté y gri- té en voz alta, "¡Aleluya! ¡Gracias, Dios!" Luego de esta experiencia, mi estilo de vida cambió por completo. Me levantaba todos los días por la mañana bien 14 Prólogo, mi hisloria personal temprano, y leía la Biblia hasta la noche. Sentí que tenía que saber más de este Dios lo más pronto posible, pues Él me ha- blaba directamente. Me había enamorado de Jesucristo. Este lazo de amor es aún muy fuerte debido a la comunión que establece y que disfruto hoy cuando ya han pasado más de cuarenta años. No le había dicho nada a nadie, pero sabía que iba a sobrevivir. Después de los tres meses que marcaba el al- manaque, aún seguía vivo. En seis meses me había recupera- do totalmente, a tal punto que no necesitaba estar acostado en la cama. Desde entonces no he tenido nunca más ningún pro- blema de tuberculosis. Comencé a asistir a la iglesia del evangelio completo de Bilsan, de las Asambleas de Dios, donde el reverendo L. P. Ri- chard era el pastor. Gocé de una excelente comunión en ese lu- gar. Mis padres se dieron cuenta de lo que me había sucedido, y no tardaron mucho en recibir y servir a Jesucristo. Después de terminar mis estudios en el seminario de las Asambleas de Dios, comencé mi ministerio en un barrio muy pobre que se encontraba en las afueras de Seúl. Dentro de to- do, no me había ido tan mal. Cuando logré establecer una igle- sia de seiscientas personas, me sentí realizado. Pensé que no hacía falta esforzarme y que podía gozar tranquilamente de es- te ministerio que no paraba de crecer. Sin lugar a dudas, me había equivocado. Dios tenía otros planes. Obedecí a Dios cuando me dijo que abandonara ese lu- gar, y fui a la zona céntrica de la ciudad de Seúl, donde abrí mi segunda iglesia. La iglesia creció y llegó a tener diecio- cho mil miembros, lo que marcaba un récord en la historia del cristianismo coreano, como la iglesia cristiana más gran- de de la nación. No obstante. esto no sería la culminación de un ministerio exitoso, sino el comienzo de una nueva etapa en mi ministerio. En el año 1969 Dios me dijo que abriera una iglesia en la 15
  • 11. La luarla dimensión 2 isla de Yoido. El gobierno había designado a esta isla como el nuevo sitio para los edificios gubernamentales, y el proyecto estaba dirigido por un t1amantc joven llamado I1-Suk Cha que era miembro de mi iglesia. Su madre, una de mis mejores miembros, fue la que lo condujo a la iglesia. Para mi sorpresa, Il-Suk mostró un gran interés por mi ministerio. Hablé con él en varias oportunidades e hicimos un proyecto de una futura iglesia, que quedaría localizada a poca distancia del congreso nacional. Con mucho sufrimiento, logramos levantar un templo con capacidad para diez mil personas, el que luego fue ampliado con capacidad para veinticinco mil personas sentadas. Si su- mamos la asistencia al templo central, más todas las iglesias satélites, estimo que más de setenta mil personas asisten en es- tos momentos a un mismo culto que se realiza siete veces a lo largo de la jornada. Como si esto fuera poco, con la incorpo- ración de la televisión por cable y el Internet, estimo que apro- ximadamente cien mil personas presencian un mismo culto. Si tenemos en cuenta la velocidad del crecimiento de la iglesia, notamos que ni los lugares anteriormente mencionados alcan- zarán en un futuro muy cercano. Durante más de cuarenta y dos años de ministerio, he aprendido muchas cosas. En este libro quiero trasmitirte las claves del éxito, que me permiten pastorear la iglesia más grande del mundo en la historia del cristianismo. 16 EL ESPÍRITU SANTO YTÚ Nos encontramos en la era del Espíritu Santo. Nunca va- mos a tener éxito en el ministerio si no reconocemos su obra. El Antiguo Testamento describe al Dios Padre en primer plano. El Dios Padre obró a través del Espíritu Santo, que usó a profetas, sacerdotes y reyes de Israel para cumplir su propó- sito. En el Antiguo Testamento los profetas anunciaron la ve- nida del Mesías, Jesucristo, por más de trescientas veces. Con su venida, nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, se convir- tió en el centro de la figura divina por la que Dios habló y cumplió su propósito. Es cierto que Jesús no dejaba de glorificar al Padre; sin em- bargo, era Él ahora el que se había puesto en el primer plano se- gún el perfecto plan divino. Aun así. el Espíritu Santo nunca dejó de obrar. Cabe aclarar que todos los milagros de Jesús se mani- festaron después de que fuera bautizado por el Espíritu Santo. Juan el Bautista dijo lo siguiente acerca de Jesús: "Yvo no le co- noda; pero el que me enviá a hautiz.ar con agua, aquel me dUo: Sohre quien veas descender el Espiritu y que permanece sohre él, ese es el que halltiz.a con el Espiritu Santo. Yvo le vi, v he da- do testimonio de que este es el HUo de Dios" (Juan 1:33-34). 17
  • 12. La (uarta dimensión 2 Una vez que su ministerio en la Tierra había casi culmina- do, Jesús resucitó y luego ascendió al cielo. Al poco tiempo envió al Espíritu Santo para que este siguiera con su misión que involucra tanto al mundo como a la Iglesia. Desde aquel día de Pentecostés. hace más de dos mil años, el Espíritu Santo mora en nosotros. Su presencia se halla en este mundo, en la Iglesia y en el corazón de cada cristiano. Es- tamos en la era de la Iglesia. En este período, el Padre y el Hi- JO han acordado en obrar a través del Espíritu Santo. Aclaro que no tengo intenciones de tratar y de definir la doctrina de la trinidad, como si fuera una discusión de moda, ya que el Dios Padre, el Dios Hijo y el Dios Espíritu Santo conforman un Dios único. No obstante, digo que Dios ha sido manifesta- do en tres Personas. En forma sintética. lo que quiero dejar en claro es que vivimos en la era del Espíritu Santo, y es Él el que se e¡;cuentra en primer plano en estos tiempos. Si Q~seamos formar parte de la obra de Dios -en verdad el deseo que sentimos es del Espíritu Santo- es fundamental que entremos en una relación personal con Él. No podemos sola- mente depender de las teorías teológicas. Debemos esforzar- nos para relacionarnos con el Espíritu Santo mismo. A medida que lo vayamos conociendo más, desarrollaremos aún mejor nuestra cOtlwnión con Él. Antes de comenzar nuestra comunión con el Espíritu San- to. debemos aprender algo de su persona. Si lo ignoramos se nos hace imposible conocer la cuarta dimensión; porque es el mismo Espíritu el que nos lleva a esa dimensión. ¿Cómo es el EspírituSanto? Ya que tenemos un conocimiento básico de cómo el Dios el Padre ha manifestado sus planes a profetas, sacerdotes y re- 18 El Espíritu Santo y tú yes en el Antiguo Testamento, y como sabemos cómo es un padre de familia, creo que no tendremos ninguna dificultad en entender cómo es el Padre. Jesús también ha revelado al Padre por medio de su vida y de sus enseñanzas. El Espíritu Santo fue enviado por Dios para que este revelase a Cristo: "Él me glor!ficará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber" (Juan 16: 14). Por lo tanto, el Espíritu Santo toma de las Escri- turas para revelar a Cristo, y hacer resplandecer no solamente sus enseñanzas, sino también su personalidad. Es cierto que la Biblia no describe claramente la personalidad del Espíritu Santo, sino que solo revela sus obras. Pero notemos que su función no era glorificarse a sí mismo, sino glorificar al Hijo. Ya que en la Biblia el Espíritu Santo nunca fue descrito en forma física, no podemos hablar de su apariencia, sino sola- mente de su característica que obra en nuestro corazón. Hay una parte de la Biblia que describe al Espíritu Santo en forma física. Cuando Jesús fue bautizado, dicen las Escrituras que el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma de paloma. La ra- zón por la que es descrito como paloma, se debe a su genero- sa personalidad. Puede entenderse mejor su sensibilidad, si nos damos cuenta de que el pecado de la blasfemia contra el Espíritu Santo es imperdonable. Pablo hace referencia a la personalidad del Espíritu Santo de esta manera: "Y no contristéis al E~píritu Santo de Dios, con el cualfuisteis sellados para el día de la redención" (Efe- sios 4:30). Debido a que el Espíritu Santo vive la vida de Cris- to en cada cristiano, se asocia no solamente con nuestra fe, sino también con nuestros actos. Pablo sigue narrando los ma- los actos que entristecen al Espíritu Santo de la siguiente for- ma: "Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia" (Efesios 4:31). En el versícu- lo 32, el apóstol describe los actos que son características de la personalidad del Espíritu Santo así: "Antes sed benignos 19
  • 13. La cuarta dimensión 2 unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios tamhién os perdonó a vosotros en Cristo". Pablo nos enseña también cómo vivir en obediencia sin entristecer al Espíritu Santo. Es interesante saber que la fuente del poder de Dios, que es capaz de darle forma a la Tierra y de mover mon- tañas, pueda ser limitada o reducida a causa de la desobedien- cia del hombre. Nuestro Señor Jesús describió al Espíritu Santo como el Espíritu de la verdad. Esto nos permite saber que en el Espíri- tu Santo abunda la verdad. y su misión es guiarnos hacia toda verdad. Esto es una parte de su personalidad. El Espíritu tam- bién es conocido como el Espíritu de la sabiduría, el Espíritu del entendimiento y como el Espíritu del juicio. Por lo tanto, debemos resplandecer a través de la comunión personal con ÉL que impartirá su carácter en nosotros. Tres niveles de comunión Jesús nos prometió que estaría con nosotros, dentro de no- sotros y sobre nosotros para siempre. Existen tres niveles de comunión con el Espíritu Santo. J. El Espíritu Santo está con nosotros Debemos saber que el Espíritu Santo obra como soplo (pneuma) de Dios. El símil del viento se usa para describir al Espíritu Santo, pues el viento no se ve, pero se siente. El viento puede ser po- deroso, pero también suave. Se halla en cualquier tiempo y en cualquier parte del planeta. Esto significa que el Espíritu San- to obra según el propósito de Dios en todo el universo. Con la venida del Espíritu Santo Jesús dejó de tener esa limitación fí- 20 El Espíritu Santo y tú sica que le impedía estar en varios lugares al mismo tiempo. Gracias a la obra del Espíritu, Jesús comenzó a obrar en todo lugar y en todo momento. En realidad, no hace falta buscar al Espíritu Santo, ya que está presente en todo lugar. Por el con- trario, Él es el que nos busca. El Espíritu Santo fue enviado no solamente para los cris- tianos; por eso es importante que entendamos su rol para con el mundo. Jesús dijo: "Y cuando él venga, convencerá al mun- do de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mi; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado" (Juan 16:8-11). Por lo tanto, la razón por la que fuimos convencidos de nuestros pecados, y el hecho de que deseemos recibir a Jesús como nuestro Salvador personal, significa que el Espíritu Santo es el que ha obrado en nuestras vidas. Jesús dijo a sus discípulos que el Espíritu Santo estaba con ellos, pero que al nacer de nuevo, moraría dentro de ellos (véase Juan 14:17). Una vez que recibimos a Jesucristo como nuestro Salvador personal somos purificados por su sangre, y quedamos de este modo sin manchas para que el Espíritu San- to obre en nosotros. 2. El Espíritu Santo está dentro de nosotros Podemos estar seguros de que el propósito de Dios se lle- vará a cabo exitosamente, pues su poder transformador está dentro de nosotros. "Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pon- dré espíritu nuevo dentro de vosotros, y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, v guardéis mis preceptos, y los pongáis por 21
  • 14. La (uarta dimensión 2 obra" (Ezequiel 36:25-28). En este pasaje el profeta revela un nuevo pacto de Dios pa- ra con su pueblo. En el pasado, Israel estaba sujeto a los man- damientos de Dios, los que tenían que ser obedecidos. Pero el Señor haría algo nuevo a partir de ese momento. Los limpia- ría y pondría en ellos un nuevo corazón dispuesto a andar en los caminos del Señor. Esto se lograría únicamente con el de- rramamiento del Espíritu Santo en cada una de las personas, ya que Él se manifestaría a través de sus vidas. Ya se sabe que esta profecía fue cumplida cuando Jesús envió al Espíritu San- to a sus discípulos. 3. El Espíritu Santo está sobre nosotros "Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Ju- dea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (Hechos 1:8). Lucas nos explica que Cristo respondió al deseo de sus discípulos al decirles que recibirían un poder más importante que el político que aspiraban poseer. Los discípulos recibirían poder para ser testigos, y el mismo no tendría límites geográ- ficos. Este poder les fue otorgado cuando el Espíritu de Dios descendió sobre ellos. La promesa del poder divino (dinamos) también se la puede llamar como la llenura del Espíritu Santo. En síntesis, el Espíritu Santo viene a nosotros en tres niveles. Está con nosotros -convicción de pecado- dentro de nosotros -conversión- y sobre nosotros -Ilenura-. Esta experiencia del Espíritu en sus distintos niveles, no solamente nos permitirá gozar de una buena comunión personal con Él, sino también nos enseñará a trabajar junto a Él. ¡No podemos quedamos satisfechos solo con una experiencia "con alguien que obra"! El Espíritu Santo es una Persona y, por lo tan- to, es fundamental que lo conozcamos en una forma personal. 22 El Espírilu Santo y lú Jesús no dijo que el Espíritu Santo era un consolador tem- porario; al contrario, dijo que Él estaría con nosotros para siempre. Esta verdad nos permite estar junto a la tercera Perso- na de la trinidad de por vida, y experimentar una transforma- ción hasta que la imagen de Cristo sea formada en nosotros. La versión Reina VaJera nos relata: "Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos tran,formados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Seíior" (2 Corintios 3:18). Las teorías teológicas, en caso de que las mismas no sean experimentadas, dejan literalmente "seca" a la gente. Pero hay un nivel espiritual más alto que alcanzar, y esto se logra úni- camente por medio de la comunión personal con el Espíritu Santo. ¿Cómo logramos eso? Existen cuatro pasos que me permitieron no solamente gozar de una excelente comunión con el Espíritu Santo, sino que también han revolucionado tanto mi vida como mi ministerio. Primero: El desarrollo de la koinonia (comunión) con el Espíritu Santo Para tener comunión con una persona, es primordial estar juntos, y esto requiere tiempo. Debemos transmitir nuestros sentimientos, nuestros conocimientos y las aspiraciones que guardamos en nuestro corazón por medio del lenguaje. En otras palabras, la comunión requiere expresión. En una rela- ción de pareja, por ejemplo, el afecto y el cariño que un cón- yuge siente por el otro debe ser expresado. Al igual, si deseamos tener comunión con el Espíritu Santo, debemos aprender cómo adorarlo y darle las gracias. Debemos aprender cómo orar en el Espíritu. Debemos darle la bienvenida a su presencia, y expresar nuestro amor por Él. Sin hacer esto, no podrás tener comunión con el Espíritu Santo. El Espíritu de 23
  • 15. La cuarta dimensión 2 Dios nunca nos forzará con el fin de manifestar su presencia dentro de nosotros, pues ese es su carácter. Tal como te digo, e! Espíritu Santo es todo un caballero, de carácter muy gentil. La iglesia del Nuevo Testamento experimentó al Espíritu Santo de una forma dinámica. "Ministrando estos el Señor. y ayunando. dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado" (Hechos 13:2). Que- da en claro que el Espíritu Santo es el que llama a los hombres para la cosecha. El Espíritu Santo, Señor de la cosecha, es el que elige a sus obreros. Esta es la razón por la que la Iglesia debe reconocer al Espíritu como el Señor de la cosecha y otorgarle todo el re- conocimiento que Él es digno de recibir. Él es el que nos reve- la el amor de Dios y la gracia de nuestro Señor Jesucristo. En el año 1964 Dios me indicó la importancia de desarro- llar una comunión íntima con el Espíritu Santo. Hasta esa épo- ca, Él no pasaba de ser una simple experiencia espiritual para mí. Dios corrigió mi error, y a partir de ese mismo instante comencé una nueva vida de relación con el Espíritu. Decidí esforzarme para tener una profunda y genuina comunión con Él. Antes de subir al púlpito a predicar, le decía: "Amado Es- píritu Santo, ¡vamos a predicar la palabra de Dios!" Después de haber dado el mensaje le hablaba de nuevo: "Espíritu San- to, ¡cuán grande es tu obra! Tus palabras fueron de mucha bendición". Aun cuando estaba en mi oficina, mientras preparaba mis mensajes, solía decirle: "Amado Espíritu Santo, vamos a leer juntos la Palabra que has escrito. Ayúdame a abrir mis ojos pa- ra que pueda ver tu verdad, y así proclamar tu mensaje a tu gente". Por la noche, solía decir: "Buenas noches, Espíritu Santo. ¡Tuvimos juntos un gran día hoy!" Por la mañana, lo primero que hacía era saludarlo y reconocer su presencia: "Buenos días. Espíritu Santo. Vamos hoy también a proclamar El Espíritu Santo y tú el mensaje de Jesucristo a los perdidos. Sé que no fallarás. y por lo tanto yo tampoco fallaré". Me esforcé para tener más comunión con el Espíritu San- to, aun en los tiempos más difíciles, lo que me condujo a go- zar de una plena comunicación con Él. Mi estilo de vida fue transformado. Segundo: El desarrollo de la comunión con el Espíritu Santo No debemos olvidar que es fundamental estar en constan- te comunión. Ya sabemos cuán importante es la asociación en el ámbito de los negocios. Cuando dos o tres personas se reú- nen para formar una sociedad, es de vital importancia que cuenten con un contacto mutuo y permanente. No solamente tienen que estar en contacto, sino que también tienen que coo- perar para lograr de esa forma las ganancias esperadas, ya que el objetivo de una sociedad es ganar dinero. En caso de que la sociedad no logre las ganancias previstas dentro de un perío- do de tiempo establecido, quedaría en bancarrota. ¿Por qué te hablo de negocios? Porque el ministerio es el negocio de Dios. Somos hombres de negocios y nuestro obje- tivo no es ganar dinero, sino ganar almas. Lamentablemente, hay muchas iglesias en el mundo que no logran cumplir con este objetivo. Muchas iglesias quedan vacías a medida que pa- san los años. Cada vez que viajo a Europa me sorprendo más al ver los templos, muy hermosas en sí, pero vacíos. Algunos de ellos ya se han convertido en fábricas o en edificios para otras activi- dades. Me sentí bastante mal al ver todos esos templos que una vez habían sido dedicados a Dios. Me hubiera gustado mucho tener varios de ellos en mi país, ya que lo hubiésemos llenado de almas. La razón por la que se halla poco o casi ningún progreso 25
  • 16. La (uarla dimensión 2 en la obra de Dios se debe a los niveles de comunión con el Espíritu Santo que han desarrollado los ministros. Estoy per- suadido de que no existen tierras difíciles para que fluya la obra del Señor. Si tú mantienes la comunión con el Espíritu Santo, Él se encargará de traerte las finanzas, la gracia y todo el amor que necesites. El Espíritu Santo es nuestro socio mayoritario, no- sotros los SOCIOS menores. En los negocios, la responsabilidad que tiene un ~;ocio menor es oír atentamente las instrucciones del socio mayoritario. El mayor es el que se responsabiliza de hace!" p¡anes y estrategias, mientras que el menor se responsa- bIliza de ponerlas en acción. Tenemos el buen ejemplo de Pablo, que había sido Saulo: era un hombre muy religioso, a tal punto que no cesaba de acosar a los cristianos pues creía que el cristianismo era una secta del judaísmo tradicional. Cuando Saulo se dirigía a Da- masco con el propósito de encarcelar a algunos cristianos, Jesús lo visitó de una forma extraordinaria. A partir de ese mo- mento dedicó su vida al ministerio del servicio a Dios. Lucas nos dice así: "En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que este era el HUo de Dios" (l-Iechos 9:20). Sin embargo, los judíos intentaron matarlo varias veces. Los gentiles tampoco lo aceptaron debido a sus antecedentes. La iglesia tomó la decisión de enviarlo a Tarso, su pueblo natal. Después de que Pablo abandonara el lugar, cuenta Lucas que "las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Sama- ria" (Hechos 9:31). Había un corazón ardiente dentro de Pa- blo. Era una persona muy talentosa, muy intelectual y religiosa a la vez. Sin embargo, le hacía falta una cosa: la comunión con el Espíritu Santo. En Hechos 16 vemos que experimentó algo que revolucio- nó no solamente su vida, sino también su ministerio. Después del éxito ministerial que había saboreado en Asia menor, el 26 El Espíritu Santo y lú apóstol pasó por varias dificultades que pudieron haberlo de- jado en un segundo plano y obligado a abandonar el ministe- rio. Pablo pasó por una prueba de fe, la que Dios usó para transformar su estrategia ministerial, que literalmente cambió el destino de la historia mundial. Bernabé era una persona clave, ya que era el que había convencido a los apóstoles de Jerusalén para que aceptaran a Pablo. Era un hombre muy rico, y estaba dispuesto a dejarlo todo por la obra de Dios. Su sobrino, Juan Marcos, se sentía defraudado por su pasado, pues había abandonado el ministe- rio. Debido a esto, Pablo no quería contarlo dentro de su equi- po. Sin embargo, Bernabé se mostró más tierno al aceptarlo como si no hubiese pasado absolutamente nada, y le brindó una segunda oportunidad. Pablo y Bernabé no terminaron de ponerse de acuerdo y esto causó la separación de los dos ministros. Pablo eligió a Timoteo, e hizo un viaje con el objetivo de visitar las iglesias que Él mismo había fundado. No podemos dudar de que el apóstol no haya invertido gran parte de su tiempo para orar y hacer planes; sin embargo, el Espíritu San- to guardaba algo más extraordinario para él. Timoteo era la persona más adecuada que Pablo estaba buscando, ya que te- nía un conocimiento profundo de la cultura griega. Cuando Pablo quiso ir a Asia, el Espíritu Santo no se lo permitió. Luego, cambió el rumbo hacia Bitinia, pero el Espíritu Santo se lo prohibió nuevamente. Descendió a Troas, pero sin saber qué hacer. En una noche, el Espíritu le mostró una vi- sión de un europeo que pedía socorro. ¿Acaso era el propósi- to del Espíritu Santo que el evangelio fuese proclamado a los europeos? Si nuestra respuesta es afirmativa, entonces debemos notar que hay un gran cambio estratégico, hasta el punto que podría hablarse de un cambio parcial de planes por parte de Dios. 27
  • 17. La cuarta dimensión 2 Cabe recordar que Europa fuc cl canal dc bendición por el que el evangelio fucra luego proclamado en América y el res- to del mundo. Pablo debía aprender a afcrrarse no de sus estrategias, si- no de la comunión con el Espíritu para alcanzar el éxito. Te- nemos que aprender a esperar en Él, a oírlo. La restauración de la iglesia primitiva de los primeros dos siglos fuc el resul- tado de la comunión con el Santo Espíritu por parte de los apóstoles. ¿Cómo se logra el éxito? Toda persona que aspire al éxito debe saber que el Espíritu Santo es su socio mayoritario. Tercero: Moverse en el Espíritu Se dice que podemos conocer el progreso de una civiliza- ción por medio de la importancia de su sistema de transporte. Vivimos en un tiempo donde el transporte es fácil y masivo, ya que hoy contamos con los últimos avances tecnológicos de las aeronaves que nos llevan a una velocidad increíble. He descubierto que para lograr el éxito en nuestras vidas es primordial que aprendamos a movemos con el Espíritu San- to. ¿Cómo funciona el sistema de transportes en el mundo es- piritual? El Espíritu Santo es el canal por el que fluye el amor y la gracia de Dios. Él es el que toma nuestras oraciones y las presenta ante Dios. "Otro ángel vino entonces y se paró ante el altm; con un incensario de oro; .v se le dio mucho incienso para aíiadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que es- taba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la pre- sencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos" (Apocalipsis 8:3-4). Puede haber grandes obstáculos para que la oración sea rcspondida. Daniel descubrió que las oraciones podían ser per- judicadas por las fuerzas de la oscuridad. No obstante. ningún 28 El Espíritu San lo y tú estorbo podrá impedir el paso de nuestras oraciones si las mis- mas se encuentran ungidas por el Espíritu. Sin su unción las oraciones pueden ser severamente perjudicadas. Pero nadie puede interrumpir el sistema de transportes del Espíritu Santo. .. y la esperanz,a no a,efgiienz,a; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros cora::.ones por el Espíritu Santo que nosjúe dado" (Romanos 5:5). ¿Cuál es el secreto para no perder la esperanza en Dios? La respuesta es depender del Es- píritu Santo. que llena nuestros corazones con el amor de Dios. Cuarto: La unidad del Espíritu Santo Estamos sujetos al Espíritu cuando recibimos a Jesús como nuestro Salvador personal. A partir de ese momento dejamos de ser seres individuales e independientes, pues nada nos separará de Él. Tenemos que estar conscientes de que el Espíritu Santo forma parte de lo más íntimo en nuestro corazón, y de que so- mos uno. Me gustaría describir mi relación con Él en términos cotidianos, como "vivir juntos", "dormir juntos", "levantamos juntos", "comer juntos", "trabajar juntos", "orar juntos", etc. El momento en que dejemos de estar conscientes de que el Espíritu Santo está con nosotros, nuestro ministerio se tomará insignificante. Nunca debemos olvidar de que Dios observa la "calidad" de nuestro ministerio, no la "cantidad" del mismo. No se aceptará ningún fruto del hombre camal en los lugares celestiales. Se aceptará únicamente el fruto producido por el Espíritu Santo. Por lo tanto, es importante que mantengamos una comunión permanente con Él. Nuestros frutos no serán en vano y perdurarán para siempre, ya que tales frutos serán los producidos por Él. Ya que hemos aprendido cómo tener comunión con cl Es- píritu Santo, ahora estudiemos cómo manejar el principio de la incubación. 29
  • 18. La (uarta dimensión El Principio de la Incubación En Génesis hay un pasaje que nos llama mucho la aten- ción: "Y la tierra estaha desordenada y vacía, y las tiniehlas estahan sobre lafcr;, del ahismo, v el Espíritu de Dios se movía sohre la faz. de las aguas" (Génesis 1:2). Aún cuando la Tierra se hallaba en estado de caos, el Espí- ritu del Señor se movía sobre la faz de las aguas. Literalmente, "la faz de las aguas" significa que el Espíritu Santo se encon- traba "incubando" sobre las aguas. Otra expresión podría ser "empollando". El mundo entero era incubado por el Espíritu. Luego, la Palabra de Dios dio forma a un nuevo mundo. Para lograr el éxito en nuestras vidas, es fundamental que aprendamos el principio de la incubación. Tomemos el ejem- plo de la gallina y el huevo. No tengo interés en discutir en es- tas páginas la polémica de cuál es primero. Simplemente, quiero afirmar que para que haya gallinas, se necesitan hue- vos. La gallina debe empollar los huevos hasta que los polli- tos salgan de los mismos. En Hebreos 11: 1 vemos cómo el Espíritu Santo hace uso de nuestra cooperación para producir fe: "Es, pues, la fe la certez.a de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve". Para que puedas entender mejor el principio de la incuba- ción, voy a presentarte los siguientes puntos. Son cuatro. Sigue con atención; a medida que lo hagas, tengo la absoluta convic- ción de que tu vida cambiará. Estoy seguro de que te converti- rás en un vIsIonario. Primero: Necesitamos fijar un objetivo claro. "La fe es la certeza... ". Puede decirse que "la certeza", si usamos la comparación anterior, es como el huevo. No hay que empezar a incubar algo sin aferrarte a tus deseos. Debes 30 El Espíritu Santo I 1] tener un objetivo claro, y mirarlo como si estuvieses a poca distancia del mismo. La certeza tiene que dominar por com- pleto tu corazón e imaginación. Tu ser tiene que llenarse de un objetivo claro, ya que el Espíritu Santo obrará según la mag- nitud del mismo. Dios tenía muy en claro para qué quería que el Espíritu Santo incubase toda la Tierra. Deseaba que los hombres llena- sen toda la Tierra. Quería que los seres humanos lo glorifica- sen, y anhelaba un lugar donde su Hijo sea no solamente el Redentor, sino el Señor de toda la creación. Por lo tanto, la Tierra es el lugar donde obra el poder de Dios, y su gloria es manifestada a toda la creación. Querido lector, disculpa que te haga una pregunta muy personal, pero ¿cuál es el deseo de tu corazón en estos mo- mentos? ¿Es tu deseo que alguien de tu familia vaya a los pies de Cristo? ¿Es así? Pero necesito preguntarte lo siguiente: ¿cuál es el grado de tu deseo? ¿Realmente lo ansías? ¿Anhelas ver a tu hijo o hija recibir a Jesucristo? ¿Alguna vez soñaste que tu hijo fuese atrapado por el amor de Días y se convirtiese en un canal del evangelio de Cristo? Si tu respuesta es afirmativa, déjame decirte que ese deseo viene del Señor. El deseo es como el huevo que necesita ser empollado. Jesús dijo: "Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este mol1te: Quítate v échare en el mar, y no dudare en su coraz.ón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que di- f{a le será hecho" (Marcos 11: 23). "Este mol1te" señala el ob- jetivo claro que debemos tener, pues Jesús no dijo "un monte" o "algún monte", sino "este l/1onte". Por lo tanto, tenemos que tener un objetivo claro al orar por la solución de algún problema o al incubar un sueño. Sin esto, todas nuestras oraciones y meditaciones serían en vano. 31
  • 19. La luar(a dimensión l Necesito contarte estas experiencias personales que ya es- cribí en el tomo uno. pero debido a que han sido clave en La Cl/iI!"f({ dimensión, debo volver a contarlas para que todos los lectores. hayan o no leído el volumen anterior. puedan com- prender lo que digo. Aprendí y apliqué este principio desde el mismo comien- zo de mi ministerio. El primer lugar que me tocó ministrar fue una zona muy pobre. Pasaba días y noches en oración y ayuno. pero no por- que fuera una persona muy "espiritual". sino debido a que no tenía nada para comer. Como era soltero, vivía en un ambien- te muy pequeño. Aún cuando estaba dentro de mi habitación. hacía tanto frío que tenía que envolverme en unas cuántas mantas para no morir congelado. Aun así, la gente venía a mi iglesia y recibía salvación. No tenía nada en mi habitación, ni siquiera una silla don- de sentarme. Todo lo que había era el piso. Tampoco tenía nin- gún medio de transporte; entonces empecé a pedirle al Señor: "Dame un escritorio. una silla y una bicicleta". Mientras oraba. trataba de imaginar que alguien abría la puerta de mi habita- ción para entregarme lo pedido. Pasé varios meses así; siem- pre oraba por lo mismo. pero no pasaba absolutamente nada. Desilusionado, le dije al Señor: "Tú sabes cuán pobre soy. Predico a tu gente que deposite su confianza en ti. Y he esta- do pidiéndote tres cosas que necesito urgentemente. Estuve orando y orando y no me diste nada. Tal vez tomes un buen tiempo para responderme. ya que para ti el tiempo es insigni- ficante. Pero si tardas en responderme. voy a estar muerto cuando me hayas dado el escritorio. la silla y la bicicleta". Comencé a llorar. muy desalentado por mi situación. Pero sentí que la paz de Dios me inundaba. Cada vez que siento la presencia del Espíritu Santo. sé que ese es el momento cuan- do Dios quiere hablarme. Me tranquilicé y traté de oír su voz. 32 El Espíritu Santo y lú Oí que me decía en un tono muy suave: - "Hijo mío, he oído tu oración desde hace cuatro meses, cuando oraste por primera vez." - "¿y dónde están, entonces?" grité, un poco enojado. - "Hijo, cometes el mismo error que muchos cristianos co- meten. Las oraciones son muy indefinidas e incomprensibles, tanto que no puedo responderlas. ¿Acaso tú no sabes que exis- ten muchas clases de sillas, escritorios y bicicletas? ¡Quiero que seas más específico!" Estas palabras marcaron un punto en mi vida. Ahora sabía la clave para que las oraciones fuesen respondidas por Dios. De repente, surgió un interrogante en mí: "¿Por qué los profe- sores del seminario no me habían enseñado a orar con efica- cia?" "Quizá ellos tampoco sepan este principio de oración". "Y ahora, ¿cómo hago para orar específicamente?", mur- muré. Luego de un determinado período de meditación, oré de esta forma: "Padre que estás en los cielos, quisiera un escrito- rio hecho de caoba de las Filipinas. Tiene que ser lo suficien- temente grande como para dejar todos mis libros junto a la Biblia. En cuanto a la silla, quisiera una fuerte, de acero, y que tenga ruedas para ir de un lugar a otro aunque esté sentado, co- mo hacen los ejecutivos en las películas". Sonreí, pues me imaginaba a mí mismo sentado en esa silla dando vueltas y vueltas de alegría en el mismo lugar. Cuando llegó el tumo de la bicicleta, pensé y dije: "Padre, quiero una estadounidense". En esa época, había bicicletas na- cionales, y las importadas eran de Alemania y Japón. Sin em- bargo, yo sabía que las estadounidenses eran las más fuertes. Pero esto requería un mayor grado de fe, ya que no solamente eran muy caras, sino que tampoco se conseguían con facilidad. El día siguiente, al despertarme por la mañana, me sor- prendí al notar que no sentía ninguna unción en especial. Esperaba algo mágico, pero en realidad seguía caído en un 33
  • 20. La cuarta dimensión 2 abismo de absoluto desaliento. Es fácil creer en Dios cuando su presencia se manifiesta en forma innegable. El problema es que no es fácil mantener en la vida cotidiana un alto grado de fe todos los días. Es tiempo de darnos cuenta en que debemos estar firmes no en las promesas que recibimos en oración, sino en las Escrituras, que es la Palabra de Dios. Al abrir la Biblia, encontré un pasaje que aumentó mi fe. "Dios da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen" (Romanos 4: 17). Lo confesé en voz alta, y me pregunté: "Si Dios llama las cosas que no son como si fuesen, ¿por qué no hacerlo yo?" Dios nos ve en integridad en Cristo Jesús. Pero ¡,cómo es que Dios nos ve de esa forma, si nosotros vemos que no somos así? El secreto es que Dios nos ve en Cristo. Él no nos ve tal como somos, sino que juzga tal como deberíamos ser. Dios tiene un principio que nosotros debemos aprender a seguir. Él no mira solo el presente, sino que observa todo desde una perspectiva que abarca el comienzo y el fin, y llama las cosas que no son como si fuesen, porque Dios ve culminada su obra, aunque se encuentre en marcha si observamos desde un punto de vista humano. Aprendí también que no solo hacía falta orar específica- mente, sino que también era necesario visualizar y proclamar como si fuese un hecho real ya ocurrido. Un día, mientras predicaba, dije a mi congregación que Dios me había dado una silla, un escritorio y una bicicleta. Al escuchar esto, todos murmuraron pues se preguntaban cómo había hecho yo para adquirir todo eso. Lo peor sucedió cuan- do tres jóvenes se me acercaron y me dijeron que querían ver lo que yo había obtenido. "Y ahora ¡.qué hago, Señor'?'", pregunté desesperado. "Cuando vean que la habitación está vacía, seguramente deja- rán de creer en mis palabras. Tendré que mudarme a otro lu- 34 El Espíritu Santo y tú gar, ya que esta será la última vez que la gente me crea". Para sorpresa, lo único que vieron los jóvenes en mi pe- queño cuarto fue una colchoneta. No tardaron ni un segundo en preguntarme lo esperado: "Pastor, ¿y dónde está la silla, el escritorio y la bicicleta estadounidense de la que tanto ha- bló?" No obstante, me encontré dándoles palabras proféticas. Pregunté: - "¿Dónde estabas tú antes de nacer?" - "Pues... en el vientre de mi mamá", contestó. - "¿Seguro que ya existías?", pregunté. - "Sí." - "Pero si nadie podía verte, ¿cómo puedes estar seguro de eso?", insistí. - "Aunque no podían verme, estoy seguro que estaba den- tro de mi madre." - "Así que existías, pero nadie podía mirarte", dije con fir- meza, pensando que ellos lograrían entender mis palabras. "Anoche, durante mi comunión con el Espíritu Santo, quedé embarazado de una silla, un escritorio y una bicicleta. No se los ve, pero existen. Como podrán observar, es como si estu- viera embarazado. Simplemente, hablo sobre las cosas que Dios me ha revelado, como un hecho real", expliqué sin que- rer oír ni una pregunta más de parte de ellos. Entonces comenzaron a reírse; decían: "Pastor, eres el pri- mer hombre embarazado de la historia". Lo peor fue que esta anécdota comenzó a difundirse rápidamente de boca en boca por toda la zona, y lamentablemente el protagonista era yo. Seguía viniendo gente a la iglesia, pero no para buscar la pre- sencia de Dios, sino para ver al primer hombre de la historia, embarazado. Venían y se fijaban una y otra vez en mi vientre. Y como yo era flaco y alto, me había convertido en el centro de la diversión: lucía como un payaso. Un domingo por la tarde, noté a unos jóvenes que se reían 35
  • 21. La cuarta dimensión 2 fuera de la iglesia, me dijeron: "Pastor, mira tu estómago, es- tá más grande ahora. ¿Cuándo crees que podrás parir'?" No me gustaba nada, pero sabía que este era un principio espiritual muy importante que produciría una gran bendición en los pró- ximos meses. Pero al poco tiempo tenía conmigo todo lo pedido. Y las cosas que recibí fueron exactamente iguales a las que siempre había soñado: un escritorio hecho de caoba filipina, una silla Mitsubishi con ruedas y una bicicleta estadounidense casi nue- va, la que me regaló un misionero norteamericano. Desde aquel entonces, no he olvidado jamás de hacer las oraciones específicas. Y Dios nunca falló en responderme. Segundo: Debemos visualizar claramente el resultado de nuestro objetivo. "La fe es la certeza de lo que se espera." Debes arder en la visión. Si todavía no has podido visualizarla claramente, es- ta seguirá siendo solo un sueño, nunca se transformará en un hecho real. Esto se debe a que no tienes en claro qué es lo que quieres que el Señor haga para ti. Los deseos se alcanzan úni- camente a través de la visualización de los mismos. El deseo específico se convierte en una visión, hasta el punto que no vas a poder dejar de soñar en oración día y noche, aún en tu lugar de trabajo. Sin haber visualizado los deseos, no podemos decir que estemos dentro del reino espiritual en una dimensión "de lo que se espera". Romanos 4: 17 dice que "Dios da vida a los muertos, y lla- ma las cosas que no son, como si fuesen". Como las promesas de Dios son seguras, podemos estar seguros de que "lo que se espera" ya es una realidad dentro de su perfecto plan. El si- guiente paso es que "lo que se espera" sea incubado por sus hijos por medio de visiones. Anímate a recibir la visión de "lo 36 El Espíritu Santo y tú (il/ e se espera" en tu corazón, y piensa como si la visión fue- se una realidad. Sueña y agradece a Dios por esta nueva reali- dad. Visualiza tu sueño. Aplica la palabra de Romanos 4: 17. Notarás que tu fe ha sido incrementada a tal grado que creerás a Dios hasta ver los sueños realizados. ¡Dios es un Dios bue- no! Si Él es el que te ha prometido, será fiel contigo. ¡Ten fe en Dios! ¡Anímate a creer! ¿Cuál es el resultado de una oración sin la visualización? Falta de gozo. ¿Por qué? Porque no podemos estar seguros de que lo recibido ha sido una respuesta de oración por parte de Dios. Debemos aprender a hacer uso de los sueños. Nunca de- bemos olvidarnos de visualizar el fruto de lo que pedimos. De esta manera, nos embarazamos del sueño que queremos alcan- zar a través del poder del Espíritu Santo. Tenemos muchos ejemplos de este principio espiritual en el Antiguo Testamento. Abraham, por ejemplo, tenía noventa y nueve años de edad, y su esposa Sara, noventa. Dios quería darles un hijo, pero ellos dudaron de esa palabra ya que eran muy viejos. Una noche, Dios despertó a Abraham, y pidió que contara las estrellas del cielo, una labor imposible. El Señor le dijo: "Así será tu descendencia" (Génesis 15:5). Basado en el principio de la visión, Abraham empezó a mirar y a contar los rostros de sus descendientes. No había dudas de que esa visión sería una realidad. La duda ya no formaba parte de su corazón. Tenemos aún más ejemplos de este principio no solamen- te en el Antiguo Testamento, sino también en el Nuevo Testa- mento. Es vital que comprendamos la importancia que tiene. En 1958, al comenzar a ministrar en la ciudad de Seúl, na- da me resultaba fácil. El templo de la iglesia era una carpa, y los asientos eran nada menos que cartones y bolsas. Así co- mencé mi ministerio. Muy poca gente venía a oír mis prédicas, lo que me desalentaba mucho. Sin embargo, cada vez que ce- rraba los ojos para orar, mi espíritu se llenaba de sueños, veía 37
  • 22. La cuarla dimensión 2 cómo la obra de Dios se manifestaría a través de mi iglesia. Veía claramente en la visión los tres mil miembros que Dios me había dado. Podía visualizarlos sin ningún tipo de incon- venientes. Mi espíritu se encontraba sumergido en esa visión, hasta el punto que comencé a actuar y a predicar como si fue- se un pastor de una iglesia de tres mil miembros. En el año 1964, ya pastoreaba a tres mil. Los sueños son la causa de un fuerte deseo de ver la reali- zación en el mundo real. Querido lector, es fundamental que poseas un deseo ardiente para alcanzar un ministerio de éxito. Este deseo se logra únicamente a través de una visión clara y específica. Dios responde a los sueños. El Salmo 37:4 dice: "Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticio- nes de tu corazón". Tercero: Una vez que poseas la visión, ora con intensidad hasta obtener la "certeza". La fe es la "certeza". Para esto, tienes que contar con la se- guridad en tu corazón. La palabra griega para "certeza" es nu- postasis, cuyo significado literal es "título de propiedad". Tal como tú posees en tus manos un título de propiedad por algo que te pertenece, de igual manera debes estar seguro de la vi- sión que ya ha sido incubada. Por lo tanto, primeramente de- bes tener una visión con un objetivo claro, y luego orar para que tu fe aumente hasta convertirse en "certeza". Puede ser que se obtenga la certeza rápidamente, pero puede también ocurrir que tome bastante tiempo. Es allí donde debes volcar toda la energía en oración. Puedes estar seguro de que sola- mente será una cuestión de tiempo para ver cumplida la obra en el mundo real, una vez que Dios te haya otorgado esa segu- ridad. ¡Este principio es realmente maravilloso! El Señor quiere que nuestras oraciones sean especificas. 38 El Espírilu Santo y tú En el evangelio según san Marcos, vemos que Jesús al pasar por Jericó en camino hacia Jerusalén, escucha a Bartimeo, un ciego, que le grita: "Jesús, hUo de David, ten misericordia de mí". La gente reprendió al ciego para que callase y guardase silencio. Pero él gritó aún más fuertemente, hasta que Jesús le preguntó: "¿Qué quieres que te haRa?" Jesús sabía que el mendigo era un ciego, pero lo que pretendía era que fuese más especifico en su petición. Cuando Bartimeo dijo que quería re- cobrar la vista, Jesús lo sanó de inmediato. Mientras yo dirigía una conferencia en el exterior, un pas- tor me pidió que orara por una dama de su iglesia. Era de unos treinta años de edad, soltera. - "¿Qué pedido de oración tienes, hermana?", pregunté. - "Quisiera casarme. Quiero un esposo", contestó tími- damente. - "¿Cómo quieres que sea tu futuro esposo", le pregunté. - "Bueno, no sé... que sea según la voluntad del Señor", contestó. Le expliqué que Dios no respondía a esa clase de oracio- nes, y que tenía que ser más específica. Le dije que Dios no había respondido sus oraciones, porque quería darle como ma- rido a un hombre que ella deseara de corazón, y no a cualquier varón que ande por allí. La hice sentar en una silla, y le di un papel y un bolígrafo, y le hice escribir los números de uno al diez. - "Te vaya hacer diez preguntas acerca del esposo que te gustaría tener. Escribe la respuesta en la hoja, ¿sí?" Y empecé con las preguntas: - "Numero uno: ¿Quieres que tu esposo sea europeo, asiá- tico o africano?" - "Europeo", contestó sin dudar. - "Número dos: ¿Qué altura debería tener?" - " l ,85 metros." 39
  • 23. La cuarla dimensión 2 - "Número tres: ¿A qué se dedica?" - "Es profesor." - "Número cuatro: ¿Cuál es su hohhy?" - "La música." Seguimos de esta manera hasta llenar los diez detalles del futuro esposo que Dios tenía en sus planes para ella. Le pedí que llevara la hoja consigo a casa, y que la pegara justo aliado del espejo que habitualmente usaba, para mirarla diariamente. Ella comenzó a orar todos los días por un hombre que tuviese todas las características mencionadas anteriormente. Logró visualizarlo, y eso incrementó su fe. Tenía confianza en que Dios le daría un esposo así. Después de un año, cuando volví a visitar esa zona, llamé al pastor de esa iglesia. - "Doctor Cho, ¿podría venir a almorzar a mi casa?", me dijo entusiasmado. Al llegar, lo primero que me dijo el pastor fue: - "¡Se casó, se casó!" - "¿Quién se casó?", pregunté lleno de dudas. - "La hermana a la que tú ministraste hace un año", me respondió, y me narró todo lo acontecido. Un profesor de una escuela secundaria había visitado la iglesia para cantar algunas alabanzas en varias reuniones. Era un hombre alto, flaco y muy lindo. Todas las hermanas solte- ras de la iglesia parecían estar interesadas por este hombre. Sin embargo, él no mostraba ningún interés. Pero no fue así al ver a la hermana por la que yo había orado hacía un año. La misma semana en que comenzaron a salir, el joven le propuso matri- monio. La hermana no le había dicho a nadie acerca de las diez características que estaban anotadas en la hoja, pero a medida que iba conociendo a este hombre, quedó sorprendi- da. porque el profesor coincidía con aquél hombre que guar- daba en su visión. Sin lugar a dudas, era la respuesta de parte dc Dios. 40 El Espírilu Santo y tú Me llamó mucho la atención cuando recibí una carta de una hermana que vivía en Japón. Decía que había leído la anécdota de esta hermana, y que ella también había comenza- do a hacer lo mismo. Escribió en una hoja las diez caracterís- ticas del hombre que guardaba en su corazón, y la había pegado en la pared. Y había logrado casarse en pocos meses. La carta terminaba con estas palabras: "Dios respondió a mi oración al orar específicamente y al visualizar el fruto de mi deseo". Quizá este no sea un método eficaz para todas las herma- nas del mundo. Sin embargo, estos testimonios demuestran el resultado de una oración específica basada en la visualiz2ción. Cuarto: Para incubar exitosamente, debes hacer fluir el poder de la fe por medio de la confesión de la palabra. En Génesis vemos que la Palabra de Dios vino después de que el Espíritu Santo incubó el mundo. De igual manera, una vez que tengas la certeza de la visión, tienes que hacerla fluir por medio de la confesión. Usa tu boca y confiesa que la vi- sión será una realidad, tal como tu fe lo asegura. Por medio de la confesión experimentarás cosas extraordinarias. Hay un pa- saje en Romanos que explica cómo obtener la salvación: "Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la hoca se confiesa para salvación" (Romanos ]0:9-] O). Marcos ]] :23-24 dice: "Porque de cierto os digo que cualquiera que d~jere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón. sino que creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recihiréis, y os vendrá". Únicamente la confesión con la boca hará fluir el enorme 41
  • 24. La cuarla dimensión 2 poder de la fe. Como habrás notado, primeramente debes in- cubar la visión con el Espíritu Santo, ya que sin Él no podrás disfrutar de los milagros en tu vida. Muchos creyentes niegan e ignoran este principio en su vida de oración. "Cualquiera que (...) creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le se- rá hecho" (Marcos 11 :23). Este es un principio que Dios me ha enseñado y lo he ex- perimentado. Hoy me animo una y otra vez a confesar y pro- clamar todo lo que quiero, sin necesidad de pasar por un tiempo de meditación, ya que he comprendido que los milagros nunca se manifiestan sin pasar por un período de incubación. Desde el año 1980 soñé con tener medio millón de miem- bros en mi iglesia. Por medio de la oración y la ayuda del Es- píritu Santo establecí esa nueva meta, y en 1984 la alcancé. Este objetivo fue para mí como el huevo para una gallina. Lo soñé y visualice; ese resultado no fue una casualidad sino una realidad ya obtenida en mi espíritu. Ahora mi meta es tener un millón de personas en la iglesia. Estoy incubando días y no- ches para alcanzar esta meta. Me encuentro incubando un mi- llón de personas las veinticuatro horas del día. Paso días y noches en oración, hasta ver mi fe convertirse en certeza. Esta es la razón por la que puedo declarar que ya tengo ese millón de miembros, y vamos a lograrlo. Tanto en mi corazón como en la visión, ya tengo el millón. Será solamente una cuestión de tiempo para que la visión rom- pa exitosamente la cáscara. 42 LA CUARTA DIMENSIÓN Mi conocimiento actual del concepto sobre la cuarta di- mensión es el resultado de una experiencia pastoral durante mis primeros años de mi ministerio. Una mujer que se había mudado a Seúl decía haber recibido poder para sanar a los en- fermos. Mucha gente, incluso cristianos, iban a verla y obte- nían algunos resultados positivos. Pero al percibir que no glorificaba al Señor ni confesaba a Jesucristo como el Señor, me di cuenta de que el poder de esa mujer no era de Dios. Advertí a los miembros de mi iglesia pa- ra que se apartaran de esa espiritista. La Biblia nos enseña que debemos probar los espíritus: "Amados, no creáis a todo espí- ritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no cOf1;fiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo" (1 Juan 4: 1-3). Estas palabras fueron escritas para los cristianos de la épo- ca del apóstol Juan, que eran invadidos y amenazados por el 43
  • 25. La cuarta dimensión 2 docetismo herético y el gnosticismo de la ciudad de Corinto. No obstante, esta advertencia es también para nosotros. Mu- chos falsos profetas se esfuerzan al máximo para incrementar la cantidad de fanáticos en cada rincón del planeta. El versícu- lo uno nos advierte muy claramente que debemos probar los espíritus. "Pero pastor, ¿cómo hace ella entonces para sanar a los en- fermos?", me preguntó un hermano que se veía bastante con- fundido. Entonces el confundido era yo. Este interrogante me guió hacia la oración. Comencé a orar con la Biblia a mi lado, pedía una respuesta de parte de Dios. Quizá este dilema no sea algo serio en el Occidente como lo es en Corea. Tuve que luchar por un tiempo, ya que veía- mos con nuestros ojos a monjes budistas y a practicantes de yoga hacer todo tipo de milagros y obrar sanidades. Estaba confundido. Pero tenía la convicción de que Dios iba a darme la respuesta. He descubierto que la oración es la clave que tenemos los cristianos para la solución de los problemas. A veces es nece- sario que luchemos varias horas, que hagamos guerra espiri- tual para deshacemos de toda turbulencia mundana y lograr de esta manera oír la voz de Dios. Después de unos días el Espíritu Santo me dio la respues- ta, me reveló la característica de la realidad de una nueva di- mensión, a la que comencé a pertenecer al recibir a Jesucristo. Las primeras tres dimensiones están bajo el control del mun- do material. No obstante, existe una dimensión mayor que cu- bre todo el esquema: el mundo espiritual, es decir, la cuarta dimensión. A través del pasaje de Génesis 1:2 he descubierto la característica de esta dimensión. Génesis no es un libro de historia; sin embargo, toda histo- ria que se cuenta en él es real. Tampoco es un libro de ciencia; sin embargo, la ciencia que contiene es perfecta. En Génesis 44 La cuarta dimensión vemos cómo Dios revela su propósito a Moisés y a través de él a nosotros. Vemos el comienzo de la creación del universo, y sobre todo su eterna relación con el hombre en Cristo Jesús. En cuanto a la creación del universo, dice la Biblia que Dios lo ha creado; y ni una palabra más. No explica su proce- so en forma detallada, pues Dios no muestra interés en esto. En el versículo dos Dios comienza a relatar que el mundo es- taba desordenado y vacío. Y, como hemos mencionado ante- riormente en el primer capítulo de este libro, el Espíritu Santo puso orden al caos preestablecido. El orden del plano tridi- mensional fue establecido por el mover del Espíritu Santo en una dimensión mayor. El Espíritu Santo es el Creador de las dimensiones materiales a las que estamos acostumbrados. Existen tres fuerzas espirituales en la Tierra. El Espíritu de Dios, el espíritu del hombre (véase Génesis 2:7) y el espíritu de Satanás. Este último se opone al Espíritu de Dios (véase Génesis 3). En los tres primeros capítulos de Génesis hallamos las tres fuerzas espirituales que han tomado el control de la historia. Estas tres fuerzas espirituales se encuentran en el plano tetra- dimensional, los que les permite tomar los objetos físicos tri- dimensionales y ejercer sus poderes. Por supuesto, que tanto el espíritu del hombre como el espíritu de Satanás tiene sus li- mitaciones para ejercer su poder tetradimensional en el mun- do físico. En cambio, el Espíritu de Dios no se limita en nada. Al meditar sobre estos temas, el Espíritu Santo me iba ilu- minando la respuesta. "Hijo mío, muchos no saben el poder espiritual que yo les he dado. Yo quería que el hombre seño- reara toda la Tierra", aclaró el Espíritu Santo. "Sí", respondí, al darme cuenta a lo que se refería. Al hom- bre le fue otorgada la autoridad para colocar el nombre de to- das las criaturas que Dios había creado, la habilidad para cultivar la tierra, más toda la capacidad para dominar y no ser 45
  • 26. La (uarta dimensión 2 dominado. Al pecar, el ser humano perdió la capacidad para comunicarse con Dios. Los falsos profetas poseen cierto poder espiritual, ya que tienen conocimiento de su potencial. Pero todo cristiano puede gozar de un poder mayor, si logra cono- cer el poder del Espíritu Santo que le ha sido dado. Al fin parecía encontrar una solución a este problema. En vez de temer a la gente que ejercía poderes satánicos, empece a usar el poder que Dios me había dado, el que es mayor, pa- ra glorificar al Dios viviente. ¿Y cómo explicamos a las personas el fenómeno del poder del ser humano? El poder del hombre se manifiesta cuando es- te se da cuenta de su habilidad natural -por ser descendiente de Adán-. Ese poder es limitado, pero si no está rendido a Dios, verá que Satanás influye en su destino. Algo importante que debía enseñar a los miembros de mi iglesia eran las palabras de Juan: "El poder que está en noso- tros es mayor que el que está en el mundo" (l Juan 4:4). Al impartir estas enseñanzas, los miembros de mi iglesia entraron en un nuevo nivel de conocimiento espiritual, dejaron atrás la confusión. Después de varios años de haber descubierto esta verdad, seguí luchando y meditando para que el nivel espiri- tual de la cuarta dimensión se convirtiera en un estilo de vida por completo. Es cierto que todavía sigo viviendo en el mundo material, pero a medida que pasa el tiempo comprendo cada vez más acerca de las cosas espirituales que son fundamenta- les para todo cristiano. ¿Qué es elhombre? ¿Qué es el hombre? Este interrogante aparece en el Salmo 8 en forma poética. David lo había cantado mientras se cele- braba la vendimia. Gitit es un instrumento musical fabricado 46 La (U arta dimensión en Gat, y posiblemente David lo utilizó para acompañar este canto de alabanza. Existen dos salmos más relacionados con este, donde se describe que la gente estaba feliz cuando cele- braba la excelencia de la gloria de Dios (véase Salmos 81 y 84). No dudo que este salmo fue recitado en una noche, pues David hace mención de las estrellas del cielo al ver la gran magnitud de la creación de Dios. Al alzar sus ojos y ver estas maravillas, tuvo un tiempo de meditación acerca de cuán pe- queño es el hombre. Si consideramos solamente lo físico, el hombre no deja de ser un ser insignificante. Es apenas una partícula de polvo en la Tierra. ¡Cómo será si lo comparamos con todo el sistema solar! Si tomamos en cuenta que el tamaño de una estrella vi- sible es millones de veces más grande que nuestro sistema so- lar, el ser humano en sí realmente es insignificante. David sigue exclamando: "¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria?" Puede hablarse acerca de la dignidad del hombre en Dios, pues Dios es el que lo tuvo en su memoria, hasta el punto que envió a su hijo Jesucristo para salvarlo. El hombre no sola- mente es dignificado por las consideraciones de Dios, sino que también lo es por el llamado del Señor: "Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies" (Salmos 8:6). Este llamado contiene un cierto riesgo, ya que a causa del pecado el potencial para señorear puede causar tragedias. En vez de señorear de acuerdo a los principios de Dios, el hom- bre ha usado su potencial para señorear sobre otros, y esto es solamente un aspecto del carácter original del ser humano. El individuo es capaz tanto de subir a lo más alto, como de bajar a lo más profundo; de alcanzar tanto lo mejor, como lo peor. A pesar de que el hombre ha sido creado para emprender gran- des cosas, ha dejado su potencial en el nivel más bajo. 47
  • 27. La cuarta dimensión 2 Todo hombre, sea cristiano o no, fue creado conforme a la imagen y semejanza de Dios. Génesis 1:26 es claro al afirmar que el hombre no fue producto de la evolución, sino que fue creado por el Señor. El ser humano fue creado conforme a la imagen de Dios. Y este le sopló aliento de vida para que fue- se más que un ser físico. Sé que esta afirmación se opone a la teoría de la evolución que muchas personas hoy aceptan. En muchas escuelas a los niños se les enseña que el hom- bre es producto de la evolución. Quizás esta sea unas de las ra- zones por las que la moralidad y la calidad de vida son desvalorizadas. No obstante, este concepto no es nada nuevo. J. B. de Monet Lamarck, un famoso naturalista francés del siglo XIX, implementó una teoría en la que insistía que todo ser vivo era producto del desarrollo de una célula germinal que Dios había creado. Según esta teoría, el desarrollo de cé- lulas que eran estimuladas por una energía como el calor o la electricidad, causaron la sobrevivencia de los seres vivos. La- marck también hizo mención de que los seres vivos habían adoptado nuevos órganos según sus necesidades mediante un proceso de selección. La teoría de Lamarck fue presentada a través de su libro que se publicó en 1809. En el mismo año ha- bía nacido Charles Robert Darwin. ¿Cómo podemos explicar este fenómeno? ¿Cómo puede ser que una célula pueda desarrollarse por sí misma según su necesidad sin ningún tipo de límites? Sin embargo, cabe afir- mar que al estudiar la teoría de Lamarck desde un punto de vista crítico, una persona necesitaría más fe para creer en esta teoría que para creer en lo que la Biblia enseña. Aunque las recientes teorías parezcan negar la de Darwin -lo que añade una nueva dimensión- estas explican el origen del hombre como una sustancia independiente, y niegan de es- ta forma la existencia de Dios. Hoy la gente quiere resolver es- te problema tan solo con añadir el concepto del "tiempo". No 48 La cuarta dimensión obstante, si el desarrollo resultó imposible en cierto período de tiempo, tampoco es posible en un período largo, aunque se tra- te de millones o de billones de años. Laperspectivabíblica El hombre es la amada creación del Señor. Esta es la razón por la que en sociedades donde es considerado desde una pers- pectiva bíblica, se respeta la vida. El cristianismo muestra que el ser humano es mucho más de lo que imaginamos, pues fue creado conforme a la imagen y semejanza de Dios. El individuo es una trinidad compuesta por cuerpo, alma y espíritu. 1. Cuerpo El hombre fue creado primeramente como un ser físico. Cabe recordar que el soplo de aliento de vida vino luego de la formación del cuerpo (véase Génesis 2:7). Después de que el hombre pecó, Dios le dijo: "Pues polvo eres, y al polvo volve- rás" (Génesis 3:19). Por consiguiente, el cuerpo es tempora- rio. Lamentablemente, nuestra mayor atención está dedicada al cuerpo. Existen ocho características del cuerpo, según la Biblia. a. Es el lugar donde mora el alma y el espíritu (Daniel 7:15). b. Es afectado por el alma, según lo que esta mire (Mateo 6:22-23). c. Puede recobrar vida por medio del Espíritu Santo (Romanos 8: 10). d. Se convierte en el templo del Espíritu Santo en el 49
  • 28. La (uarta dimensión 2 momento de la conversión (1 Corintios 6: 19). e. Se le requiere un cuidado especial (Colosenses 2:23). f. Es afectado fuertemente por las palabras (Santiago 3). g. Es el símbolo mayor de la Iglesia (Efesios 4: 12, 16). h. Será transformado en el día de la resurrección (1 Corintios 15: 14). 2. Alma El alma y el cuerpo aparecen como dos conceptos comple- tamente distintos en el Antiguo Testamento. Eclesiastés 12:7 dice así: "Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíri- tu vuelva a Dios que lo dio". En el Nuevo Testamento Jesús también marca la diferencia entre estos dos conceptos al decir: "V no temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pue- den matar; temed más bien a aquel que puede destruir el al- ma .,. el cuerpo en el infierno" (Mateo 10:28). El alma y el cuerpo se hallan tan ligados entre sí, que en ocasiones se nos hace difícil distinguirlos. E! alma controla la voluntad del hombre y tiene una in- fluencia muy poderosa sobre su cuerpo. He oído a los médicos cirujanos elccir que la voluntad de un paciente es de vital im- portancia pa¡'a que una operación resulte exitosa. También existen algun;,s influencias de la mente sobre el cuerpo, pues esto es considerado como una parte importante que compone el alma. Por ejemplo. la mente observa objetos por medio de los órganos ópticos. escucha por medio de los órganos auditi- vos y capta por medio de los órganos táctiles. Otro componente del alma es la emoción. El estado de emoción como el gozo, la vergüenza y la felicidad también afecta el cuerpo. Por ejemplo, una persona cuando se enoja, tanto sus músculos como su corazón se tornan más activos. El deseo es otro componente del alma del hombre. Es lo 50 La (uarla dimensión que motiva la actitud de una persona. Todos hemos oído acer- ca de atletas que por medio de un entrenamiento constante han alcanzado sus metas. Es el deseo ardiente el que lo logra. El entendimiento también es un elemento del alma. El al- ma es el hombre en sí, es decir su consciencia. Al hablar de una persona, generalmente nos referimos a una personalidad integral y no a un simple cuerpo físico. En un matrimonio, la pareja desarrolla entre sí una relación intelectual que supera todo lo superficial. El cuerpo puede ser la causa del desarrollo de una relación; no obstante, una persona siempre debe ser evaluada por su alma, o sea por su personalidad en un concep- to más amplio. 3. Espíritu Al considerar lo relacionado acerca del espíritu del hom- bre, nos encontramos con una gran variedad de conceptos, aún dentro de la teología. Charles Hodge, en su Teología Sistemática, aclaró que la doctrina de la tricotomía de Platón, que una vez fue aceptada parcialmente por la iglesia en los primeros siglos, fue luego considerada como una doctrina herética. Los gnósticos consi- deraban el espíritu (pneuma) como una porción de la esencia divina y, por consiguiente, incapaz de cometer cualquier pe- cado. Los apolinaristas insistieron en que Cristo no tenía pneuma, sino solamente soma (cuerpo) y psucha (alma). No obstante, la teoría de la distinción entre pneuma y psucha, en la que los heréticos estaban fundamentados, fue rechazada por la iglesia. Los semipelagianos enseñaron que el alma y el cuer- po, sin incluir el espíritu, eran los factores causantes del peca- do original. Todos los protestantes, tanto luteranos como calvinistas, mantuvieron el concepto de que el alma (psucha) y el espíritu (pneuma) era uno, de la misma sustancia y de la 51
  • 29. La cuarla dimensión 2 misma esencia. Esta teoría ha sido aceptada y fundamentada por la Iglesia como una doctrina. Hodge aceptó la teoría de la dicotomía, y rechazó de esta manera la tricotomía. Según él, el hombre está compuesto por alma y cuerpo, y no por cuerpo, alma y espíritu. La teoría de Berkhof, según su libro de teología sistemática, también coin- cide con la dicotomía. Estas son las palabras de BerkhoL una porción del libro de teología sistemática que se titula: La enseñanz.a bíblica acer- ca de los elementos que componen la esencia del hombre: "En la Biblia, la representación predominante acerca de la esencia del hombre es claramente dicotómica. Por un lado, la Biblia nos enseña que debemos ver la esencia del hombre en unidad y no en dualidad, la que está compuesta por dos elementos dis- tintos. Van en forma paralela, y nunca se unen para formar un solo organismo. El concepto del paralelismo entre estos dos elementos de la esencia del hombre, que se halla en la filoso- fía griega, es totalmente ajeno a la Biblia". Estos teólogos han desarrollado sus teorías en base al pa- saje de Génesis 2:7, pues el mismo no hace ninguna mención acerca de un espíritu creado por Dios. Sin embargo, debemos recordar que en el capítulo 3 dice que el hombre cometió pe- cado, y que el resultado del pecado era muerte. El hombre fue muerto, ¿pero qué es lo que se murió? Obviamente, el cuerpo y la conciencia del hombre siguieron con vida. Lo que había muerto era su espíritu. En I Tesalonicenses Pablo también marca una diferencia cuando dice: "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu. alma y cuerpo. sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo" (5:23). El autor de la epístola a los Hebreos también lo distingue: "Porque la palabra de Dios es viva y eficaz.. y más cortante que toda espada de dos/ilos; y penetra hasta partir el alma.v 52 La cuarta dimensión el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pen- ,'amientos y las intenciones del corazón" (4: 12). Pablo ubicó a Adán en contraste con Cristo, y explicó que el primero introdujo muerte al hombre, y el postrero vida (véa- se Romanos 5: 17, 19; 1 Corintios 15:22). Y lo hace con mayor claridad en 1 Corintios 15:45 cuando dice: "Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante". En este versículo Pablo marca una clara diferencia entre el alma y el espíritu. Adán fue un ser con alma. En él fuimos muertos por el pecado; pero a través de Cristo, fuimos vivificados. Aunque no tenga ninguna intención de encontrar una solu- ción a esta falta de coincidencia que perdura hasta el día de hoy, creo firmemente que ambas teorías están fuera del peligro de la herejía. Tal vez, al hacer mención del espíritu, Pablo se refería a la nueva condición del alma que había sido redimida. Lo que no podemos dudar es que la condición del hombre se convierte en un estado totalmente diferente al experimentar el nuevo nacimiento. El Espíritu Santo da vida al espíritu del hombre, e inicia de esta manera una nueva dimensión espiri- tual a la que este deberá adaptarse. Como consecuencia, el es- píritu es el elemento del hombre que recobra vida a través de Cristo, para que pueda comunicarse con el Creador. Cinco características del espíritu delhombre 1. Dios quiere guiarnos a través de su Espíritu (Romanos 8:14). 2. El hombre, en su condición natural, es incapaz de enten- der la realidad espiritual. Para el no nacido de nuevo, lo espiritual es una locura (l Corintios 2: 14). 3. Debido al desarrollo de los sentidos espirituales, el 53
  • 30. La cuarta dimensión 2 hombre espiritual es capaz de diferenciar las cosas de Dios y las cosas que son de este mundo o de Satanás (1 Corintios 2: 15). 4. Solo los que han ejercitado su sentido espiritual son ca- paces de entender la madurez espiritual (Hebreos 5: 14). 5. Los hombres espirituales son los que restauran a los que han caído en pecado (Gálatas 6: 1). Como lo mencioné anteriormente, toda sustancia es envuel- ta por una sustancia más grande. Sin embargo, vaya aclarar es- to mejor para evitar malos entendidos. Dios quiere que estemos conscientes de que no somos tres personas que compiten entre sí. El hombre no fue creado para ser dividido de esta manera. Somos una sola persona. No obstante, cada una de estas partes cumple diferentes roles en nosotros, los que no deben ser igno- rados si es que queremos desarrollarnos en forma completa. El cuerpo, que no debe ser descuidado, es sumamente im- portante. Por lo tanto, uno de los deberes del cristiano debe ser el cuidado de su salud a través de un régimen alimenticio, del deporte y de los buenos hábitos. Muchas veces notamos que la gente tiende a volcar su atención en una sola esfera. Es decir, parece algo raro que una persona intelectual se preocupe por su físico, o un religioso por su inteligencia o cuerpo. Sin em- bargo, no es así. Debe haber un balance en todo. Una sustan- cia mayor nunca disminuye una sustancia menor, sino que la primera incluye a la postrera. Sueñosyvisiones:instrumentos clavedelacuartadimensión Si un hombre logra entender el carácter de su ser, este se encontrará asimismo con el deseo de desarrollarse en la cuar- ta dimensión. El Espíritu Santo fue enviado por Dios para que 54 La cuarta dimensión nos guíe a toda verdad, ¿pero de qué manera obra el Espíritu de Dios? La era del Espíritu Santo dio su inicio en el día de Pente- costés. Pedro predicó su primer mensaje el día en que el Espí- ritu se manifestó poderosamente. Su mensaje se basaba en la palabra de loel 2 que dice: "Yen los postreros días, dice Dios. derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñaran sueños" (Hechos 2: 17). Los sueños y las visiones son muy similares en cuanto a su carácter. Los jóvenes tienden a imaginar su futuro, mientras que los ancianos lo hacen con su pasado. No obstante, ambos pertenecen a un mismo esquema. Antes de fijarnos en el desarrollo de sueños y visiones, es necesario que comprendamos primero la esfera donde estos se desarrollan: la imaginación. Laimaginación:elalmadel sueñoylavisión En el capítulo 10 de 2 Corintios, Pablo nos advierte que debemos andar en el Espíritu Santo y no en la carne. La ver- sión Reina Valera hace uso de la palabra "argumento" en el versículo 5, pero creo que, según el griego, la expresión "ra- zonamiento" o "lógica" quedaría mejor. Al mencionar esto, Pablo no trata de decir que no debamos razonar, sino que nos advierte que no debemos depender de la lógica que no ha sido purificada por el Espíritu de Dios. Muchos de nuestros problemas son más que naturales, y deben ser tratados y examinados en el plano espiritual. "Por- que las armas de nuestra milicia no son carnales, sino pode- rosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conoci- 55
  • 31. La (uarla dimensión 2 miento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obe- diencia a Cristo" (2 Corintios 10:4-5). Pablo hace uso de términos militares al referirse al mundo de la imaginación. La mente que no ha sido convertida es in- capaz de comprender las cosas espirituales; a esto se refiere al hablar de "argumento". El corazón, desde una perspectiva bíblica, es el área del al- ma que envuelve a la imaginación. Jesús dijo: "No se turbe vuestro corazón" (Juan 14: 1). Existen siete áreas del corazón donde se manifiestan los problemas. 1. El corazón puede hallarse endurecido a la realidad espiritual (Marcos 6:52). 2. El corazón puede quedarse ciego, y esa condición es incapaz de ver lo que el hombre espiritual puede ver (Juan 12:40). 3. El corazón es el lugar donde se inicia el pecado (Mateo 15: 19). 4. Las palabras son el fruto de lo que una persona guarda en su corazón (Mateo 12:34). 5. Satanás ataca el corazón del hombre (Juan 13:2). 6. Las dudas se inician en el corazón (Marcos 11 :23). 7. La tristeza y la turbulencia se hallan en el corazón (Juan 14:1-16:6). Por lo tanto, las enseñanzas de Pablo acerca del cuidado del corazón están basadas en las mismas palabras de Cristo, que también enfatizó su importancia. El corazón del hombre es como el cuadro de un pintor pro- fesional. Lo que el hombre sueña equivale a una pintura. Si un cristiano toma el pincel de la fe y comienza a pintar las visio- nes que Dios le ha mostrado en el r:uadro, csas visiones se con- vertirán en una realidad. La (uarla dimensión Lainconsciencia Puede decirse que la preconciencia es en realidad la incons- ciencia. La inconsciencia es la fuerza de la motivación que ha- ce que el hombre actúe sin consciencia alguna. He hallado varios libros acerca de este tema en estos últimos años. Cad Gustav Jung, hijo de un ministro y alumno de Sig- mund Freud, desarrolló un área de la psicología conocida co- mo la psicología analítica, como una crítica al psicoanálisis de Freud. Según él, lo que motiva la acción del hombre no es solo la consciencia, sino también la inconsciencia. lung distinguió la inconsciencia de la siguiente manera: 1. El factor personal o la inconsciencia individual de una persona; 2. El factor co- lectivo o la inconsciencia colectiva heredada por los ancestros de una persona. Con base en este fundamento, lung desarrolló la idea de que la inconsciencia colectiva del hombre era buena en sí, y que las normas sociales habían sido establecidas para contro- lar y limitar al hombre. Un gran número de antropólogos, ar- tistas y filósofos viajaron a lugares donde se hallan las culturas primitivas que nunca fueron deterioradas por las normas de la cultura occidental, en busca de la bondad e ingenuidad del hombre. La idea de la bondad del hombre por herencia, es total- mente opuesta a la Biblia. "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a ca- da uno según su camino, según el fruto de sus obras" (Jere- mías 17: 9-10). En el libro de Jeremías el Señor revela tres aspectos del corazón humano. l. El corazón no es de carácter bueno por he- rencia, sino malo. 2. El hombre no es capaz de conocer su pro- 57
  • 32. La cuarla uimensión pio corazón. Solo el Señor lo conoce y revela lo que en él hay. 3. Los actos de una persona revelan su corazón. Sí nuestros actos y logros son el resultado de una fuerza de motivación que supere la consciencia, ¿no sería obvio que el Espíritu Santo obrara dentro de este plano para purificarlos y motivarlos para que estos cumplan con el propósito de Dios? La capacidad paraverysoñar En el da de Pentecostés Pedro describe al Espíritu Santo como un río. Dios había prometido derramarlo en toda carne, sin requerir ur,a cierta posición social, ni determinado sexo ni edad. Joel había profetizado que la lluvia temprana y la tardía (o cosecha) serían derramadas una vez en "el día de Jehová". Los truenos del Espíritu Santo de Dios formarían un río es- piritual para que todo cristiano sea lleno y produzca fruto espiritual. En el último día de los primeros frutos, el Espíritu Santo descendió de una forma muy poderosa. Cabe recordar que el día de Pentecostés -cincuenta días después de la fiesta de la Pascua- era una fiesta de anticipación. Si la semilla era buena, el fruto de la cosecha también sería bueno. La Iglesia nació dentro del período de la fiesta de anticipa- ción, cuya culminación será el día en que Cristo venga por segunda vez. Para ese tiempo la Iglesia habrá alcanzado a pro- clamar el evangelio de Jesucristo a toda criatura, y obtendrá la victoria porque el Espíritu Santo la ha ungido en un nivel sobrenatural. El Espíritu Santo no ha venido en el día de pentecostés solo para dar al hombre el don de la profecía, sino también la capa- cidad para soñar. En el Antiguo Testamento vemos que Dios da a sus sier- 58 La cuarta dimensión vos sueños y visiones sobre el futuro. ¿Recuerdas que a Sa- muello llamaban vidente? (1 Samuel 9:9). Daniel fue capaz de ver, aun cuando estaba en Babilonia, el desarrollo generacio- nal de varios reinos, hasta la era de la Iglesia y mucho más. Ezequiel también pudo ver el futuro de su país, cuando estaba en el extranjero. Este fenómeno no solo aparece en el Antiguo Testamento, sino también en el Nuevo. Tenemos ejemplos como el de Ana- nías, Pablo y Camelia -que era un romano- que vieron visio- nes proféticas. Con esto, no quiero decir que nosotros deberíamos estar en un estado de éxtasis espiritual. No obstante, sí quiero decir que debemos formar parte de la visión de Dios a través de los sue- ños y visiones. Por consiguiente, el creyente no debe limitarse en el plano tridimensional, sino que debe ir más allá de la cuarta dimen- sión. Debemos vivir en el Espíritu. Hay que prever los pensa- mientos negativos. De esta manera lograremos dejar la tela limpia y sin manchas para que el Espíritu Santo haga su obra maestra en nosotros. El poder creativo, la percepción, la inte- ligencia y la motivación espiritual serán el resultado de una imaginación activada por el Espíritu Santo. "Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él" (Proverbios 23:7). Estoy convencido de que nosotros seremos tal como hayamos pensado, y el resultado puede ser tanto po- sitivo como negativo. El impacto y la influencia que trajo la televisión a la comunidad contemporánea es realmente pro- fundo. Cada vez que escucho a alguien decir que la televisión no tiene gran influencia en la sociedad, me pregunto: "Enton- ces, ¿por qué será que las sociedades invierten tanto dinero en los comerciales'?" La violencia y la inmoralidad sexual, entre otras cosas que muestra la televisión, son las responsables del desorden que padece la sociedad contemporánea. 59