Este volumen de cuentos de Halloween contiene 4 historias escritas por estudiantes de primaria. La primera historia trata sobre un famoso cazador de fantasmas que investiga una casa embrujada donde ocurren asesinatos cada 10 años. La segunda historia es sobre un niño que se mete en un ataúd como broma de sus amigos. La tercera historia trata sobre una posesión demoníaca que sufre una madre y luego su hija. La cuarta y última historia es acerca de una niña que desaparece durante un campamento de Halloween.
Cuentos de Halloween Volumen IV: colección de relatos de miedo
1. Cuentos
para
halloween
Volumen IV (Grupo A)
Colección de cuentos escritos por
alumnos/as de educación primaria.
2. Índice de cuentos
Autor/a: Título: Página
Juan B. González…...... Una casa y tres historias
diferentes……………….…… 3
Diego Rosell…………. Cuento de terror…………….. 5
Sergio Amor…………. El exorcismo………………… 6
Isabel Calvo…………. Un campamento terrorífico…. 8
3. Una casa y tres historias diferentes
No hace mucho tiempo en Nueva York hubo unas
conferencias que trataban de fenómenos del mundo
sobrenatural, a las que asistió un famoso caza fantasmas
llamado John Parker. Estaba allí por un lejano rumor que
había oído de una fábrica que tenía la capacidad de
responder a cualquier pregunta que se le hiciese.
Al sacar esa conversación la gente se quedaba sorprendida.
Una señora le dijo que sí, que era verdad; pero que quién se
atreviera a ir lo lamentaría durante el resto de su vida. Sin
embargo él sí que se atrevió a ir.
A las afueras de Londres había una fábrica llamada Future
Espace.
Mientras entraba a la fábrica empezó a sentir escalofríos y a
ver imágenes de personas muertas y, cada vez que se
adentraba más, las visiones eran peores. No obstante él no
se retiró pues había venido por una causa que era lo que le
intrigaba en la vida.
Al llegar a un mostrador había una chica a la que preguntó:
- ¿Cuándo voy a morir?
La chica se metió en un cuarto, un gran estruendo sonó por
toda la fábrica y al cabo de unos minutos volvió con un
sobre. Se lo dio y le dijo:
- ¡Ábrelo cuando sea necesario!
Tres años más tarde era muy famoso por su programa: “Los
cazadores de mitos”.
Un día su manager le propuso grabar en una casa que tenía
una historia peculiar: Hacía treinta años se había instalado una
pareja recién casada. Un buen día el marido se fue a una cena del
trabajo, la mujer se quedó sola y se fue al salón, se sentó en un
sillón tranquilamente a mirar la lumbre y, de pronto, empezaron
a parpadear las luces hasta que, de repente, se apagaron. Sintió
una cuchillada en la espalda y cuando volvió su marido sólo se
4. encontró a su mujer en el medio del salón tumbada en el suelo
con una larga cuchillada en la espalda y un montón de sangre
esparcida por toda la habitación.
Diez años después se volvió a instalar otra pareja; pero en este
caso la noche del asesinato no se fue nadie de casa. Igualmente
esa noche murieron los dos con una gran cuchillada en la espalda
de cada uno, y también en el salón de la misma forma que hacía
diez a años a los anteriores dueños.
- Y ahora te toca a ti, John Parker, averiguar por qué pasa
eso cada diez años. Mañana es el día que se cumplen diez
años del último asesinato.
John Parker al día siguiente ya tenían todo el equipo de
cámaras instalado y sintonizado para grabar todo lo que
ocurriera esa noche; porque esa noche sabía que iba a
ocurrir algo. Pensando que esta podía ser su última noche
llevaba el sobre que nunca se había atrevido a abrir. El
sobre donde podía saber cuándo iba a morir.
Al llegar la noche entró en la casa y subió a la parte de
arriba. No había nada extraño y entonces bajó al salón. De
pronto, se cerraron las puertas y las luces y las cámaras se
desconectaron. Abrió rápidamente el sobre y leyó: “Tu
muerte será ¡ahora!”
Sintió una fuerte cuchillada en la espalda y cayó de golpe al
suelo.
Cuando entraron estaba en el suelo y toda la habitación
encharcada de sangre. El misterio nunca se resolvió.
La leyenda cuenta que cada diez años una persona
desafortunada morirá de la misma forma que sus
predecesores.
Como no se resuelva este caso lo antes posible, el número
de víctimas, lamentablemente, no dejará de crecer.
Juan Beda González Abad.
5. CUENTO DE TERROR
Un día de verano mis amigos me desafiaron a ver si era
capaz de superar un reto de valientes. La prueba era
atreverse a dormir la siesta en un ataúd que había en la
funeraria del padre de mi amigo Pedro.
La verdad es que no me hacía mucha gracia; pero por no
parecer un cobarde dije que sí.
Me metí en el ataúd y cerraron la tapa. El caso es que el
ataúd estaba acolchado, y con la oscuridad me quedé medio
dormido.
De pronto noté que todo se movía. Grité:
- ¡Eh, sacadme ya de aquí!
Pero nadie me oía.
Sentí que me subían en un coche y que me llevaban por un
camino. Sacaron el ataúd del coche y oía ruidos de
excavación. Empecé a golpear el ataúd mientras oía los
golpes de la tierra que caía alrededor.
¡Me estaban enterrando!
Desesperado, empecé a patalear y chillar con todas mis
fuerzas. Y entonces hubo un silencio total y sonó un
chirrido de la bisagra del ataúd. Entró un rayo de luz y pude
ver a... ¡Todos mis amigos riéndose!
Me habían llevado a la playa para hacerme una fiesta
sorpresa.
Diego Rosell.
6. El exorcismo
Todo empezó en una clínica. En dicha clínica fue donde la
madre de Ana tuvo su primer exorcismo.
La madre de Ana se llama María y es una mujer alta, guapa,
de nariz chata y ojos azules; no la odiaba nadie; puesto que
era una mujer amable y graciosa, y pasaba todo el tiempo
que podía con su hija, Ana.
Ana se parecía mucho a su madre, tanto en sus rasgos
físicos como en el carácter amable.
Se puede decir que eran una familia feliz hasta que María
tuvo su primera posesión demoníaca. Desde ese momento
no pararon de ir de clínica en clínica de hospital en hospital
y de cura en cura, sin resultado. Nadie que trataba con ella
quería volver a verla porque cuando estaba poseída se le
ponían los ojos negros e inyectados en sangre; el pelo se le
volvía negro también, se le hundía la nariz, le aparecían
heridas por todo el cuerpo y llenaba todo de sangre.
Siempre que María sufría una posesión, su marido
Fernando se preocupaba muchísimo y se ponía muy
nervioso.
Ana no sabía lo de las posesiones de su madre, y su padre
disimulaba como podía las cicatrices, consecuencia de los
ataques que sufría por parte de su mujer cuando ésta sufría
una posesión. En concreto, tenía una cicatriz de 10
centímetros en el vientre y arañazos por todo el cuerpo.
Un día lluvioso, con truenos y rayos, decidieron pedir
ayuda a un cura de quien habían oído hablar bastante bien
en materia de exorcismos.
Nada más llegar a la casa del cura, María fue poseída, y el
cura actuó rápidamente atando a María con correas a una
cama, y acto seguido le echó unas cuantas gotas de agua
bendita en la cara y pronunció unas palabras ininteligibles.
Cuando el religioso terminó su labor, María dejó de estar
7. poseída, y entonces el cura la preguntó si tenía una hija, a lo
cual María respondió, un poco aturdida, que sí.
Esto le preocupó al cura, por la posibilidad de que su hija
también sufriera estas posesiones una vez que su madre
fuese liberada del demonio.
Así, se dirigieron a la casa de la familia y cuando entraron
todas las sospechas del cura se hicieron realidad: estaba
todo encharcado de sangre: las paredes, el techo… los
muebles destrozados y las paredes llenas de arañazos, y
además oyeron unos golpes muy fuertes que venían de la
habitación de Ana.
Fernando fue el primero que entró en la habitación y que
observó, desesperado, a su hija poseída. Se había doblado
por la mitad, con los ojos ensangrentados y llena de heridas.
Miró la habitación destrozada y salpicada de sangre por
todas partes. Cuando Fernando trató de hablar con Ana, ésta
se lanzó contra él y le comió el brazo de un mordisco, y de
un brutal golpe le rompió el otro brazo. El cura reaccionó
mientras María lloraba y llamaba a la policía.
Cuando el cura se acercó a ella, la endemoniada le comió la
cabeza. Mientras, María seguía intentando contactar con la
policía, y, justo cuando contestaron, Ana clavó su fría y
aterradora mirada en su madre.
María quedó sin habla; pero, antes de que la poseída
pudiera saltar sobre ella, oyeron la sirena de la policía y
Ana reaccionó saltando sobre su madre. La empezó a
morder y arañar sin que María pudiera hacer nada, hasta
que se quedó inconsciente.
Mientras, llegaron tres policías y dos médicos. Ana no llegó
a matar a su madre porque recibió un disparo mortal en la
cabeza, y quedó tendida en el suelo.
Pero la masacre no había terminado. Confiado en que
estaría muerta, un policía se acercó a ella y recibió tal
arañazo que le rompió la pierna. Otro policía reaccionó y
8. disparó a Ana más veces; pero ésta seguía atacando al
policía. Finalmente, al séptimo disparo, Ana dejó de atacar.
Los médicos examinaron a María. Se estaba muriendo.
Fernando estaba medio muerto y el cura ya estaba muerto.
Ana recuperó su aspecto normal, sin marcas en el cuerpo;
pero continuaba inconsciente.
Llevaron a Fernando al hospital, y consiguieron reanimarle.
A partir de ahí volvieron a ser una familia normal y feliz.
Sergio Amor.
Un campamento terrorífico
Esta es la historia de una niña que estaba en un
campamento el fin de semana de Halloween. Esta niña se
llama Isabel Blanco Yuste. Y vivía en Valladolid. Estaba
con su grupo scout Impeesa 379 al que yo también
pertenezco.
Estaban una noche contando historias de miedo y de
repente se oyó un título que nos impactó a todos: El monte
de las ánimas, de Gustavo Adolfo Becker.
La propia Isabel me lo contó de Isabel a Isabel. Lo cierto es
que estuve como 5 días sin dormir.
A la mañana siguiente me desperté y fue el acto
comunitario. Fue todo el mundo menos Isa. Con 18 años
era la primera vez que faltaba a un acto comunitario. Todo
9. el mundo la buscó y la buscó y no aparecía. Ni en su tienda,
ni en las letrinas, ni en la cocina.
¡Nada! En todo el día no se la encontró.
Volvió a llegar la noche y a las dos de la mañana se oyó un
gritó. Alguien abrió la cremallera de la tienda.
Cuando la tarde anterior fueron al castillo del pueblo a
visitarlo era la tarde del 1 de noviembre. En el pueblo
decían que esa tarde el castillo se volvía de castillo normal
a castillo encantado.
Cuando se iban, Isa se cayó por las escaleras y se rompió el
brazo. Pidió ayuda; pero sus compañeros ya se habían ido.
Al final la encontró el portero. No era normal, era un
portero zombi. La quiso morder; pero, a pesar de su brazo
roto, le pegó una patada y salió corriendo. La única
habitación que había sin zombis era la enfermería: justo la
que necesitaba Isa.
Subió al primer piso en el que estaba la enfermería; pero la
enfermera también estaba zombi. Así que salió del castillo,
e intentó ir a una casa. Cuando llegó a la primera, llamó al
timbre, la abrieron y le curaron el brazo. La dejaron dormir
allí un rato y a las dos la llevaron al campamento. Al llegar
se puso a dormir en su saco y cuando se despertó y todos se
dieron cuenta, la abrazaron felices.
Este es lo que yo llamo un “FINAL FELIZ!”
Isabel Calvo.