2. ¿Qué son las Creepypasta?
• Son historias cortas que hacen las personas
para hacer asustar a otras son muy famosas
en el mundo hace mucho tiempo se creo
3. La estatua.
Hace algunos años, un matrimonio del Estado de
Oklahoma, EE.UU., decidió tomarse una noche para
matar la rutina. Resolvieron salir a cenar a la ciudad.
Al ser padres de dos hijos y ante las estrictas leyes
estadounidenses con respecto al abandono de
menores, ellos llamaron a su niñera de confianza.
Cuando la niñera llegó, los pequeños ya dormían.
Entonces la empleada se sentó junto a ellos y se
aseguró de que todo anduviera bien. Más tarde esa
noche, ella se aburría y fue a ver la televisión, más no
consiguió verla en la recamara porque no había
televisión por cable (los padres no querían que los
niños vieran algo indebido en la televisión). Entonces
llamó a sus padres y les preguntó si podía ver la
televisión en el dormitorio de la pareja. Obviamente,
los padres se lo permitieron, pero la niñera tenía una
última petición… ella preguntó si podía cubrir la
estatua del ángel que estaba en la
habitación de los niños con una toalla o una
manta, ya que la ponía muy nerviosa. El
teléfono quedó en silencio por un momento, y
el padre, que estaba al teléfono con la niñera
habló desesperadamente:
“… ¡lleva a los niños fuera de la casa ahora!
¡Estamos llamando a la policía! ¡No tenemos
ninguna estatua de un ángel!”
Luego de cinco minutos de ser avisados, la
policía encontró los tres cuerpos de los
ocupantes de aquella casa muertos. Nunca se
encontró una estatua. No había rastros de
invasión. Ninguna evidencia, salvo las víctimas
que murieron por golpes con un objeto
cortante. El caso nunca fue resuelto y se
convirtió en una leyenda urbana.
4. Al borde de la supervivencia.
En Berlín, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, el
dinero escaseaba, los suministros se agotaban, y
parecía que todo el mundo moría de hambre.
Durante este período, las personas contaron la
historia de una joven que decidió ayudar a un
hombre que caminaba a ciegas entre una multitud.
La leyenda cuenta que ambos comenzaron a
conversar y el hombre le preguntó si podía hacerle
un favor: “¿Podrías entregar esta carta en la
dirección escrita en el sobre?” Bueno, el lugar le
quedaba de camino a su casa, por lo que ella acepto
sin más. La chica comenzó su camino para entregar el
mensaje, cuando notó algo en la dirección, un
número que no podía distinguir, no sabía si se
trataba de un “4″ o “9″. Se volvió de nuevo hacia el
hombre ciego y se dio cuenta de que había
emprendido una huida entre la gente sin
sus gafas oscuras ni su bastón,como si
estuviera huyendo.
Ella, por supuesto, encontró aquella
actitud sospechosa, y en lugar de ir a
casa fue a la policía. La policía, que tenía
sospechas de que algo estaba pasando
en la región por los incidentes
registrados, visitó la dirección para
comprobar si existía alguna conexión con
sus sospechas. Una vez allí, hicieron un
descubrimiento aterrador, tres carniceros
cortaban carne humana y la vendían a la
gente hambrienta por un precio
amigable.
¿Sabes lo que había en la carta que el
hombre le dio a la joven? Una nota,
apenas se limitaba a decir: “Esta es la
última que mando para ustedes hoy.”
5. No sololosperroslamen.
Una niña de 15 años, conocida en la historia simplemente como
“girl“, decidió que ya era lo suficientemente mayor como para
quedarse sola en casa, desestimando un viaje con sus padres
durante un fin de semana. Además, si algo pasaba ella tendría a su
fiel perro para protegerla.
Al llegar la noche, cerró todas las puertas y trató de cerrar las
ventanas, pero una se negó a cerrarse. Después de mucha
insistencia, la chica se rindió y dejó la ventana abierta. Se dio un
baño y se fue a dormir. Su perro tomó su sitio de costumbre bajo la
cama.
En el medio de la noche se despertó debido al sonido de un goteo
constante proveniente del cuarto de baño. Estaba demasiado
asustada para ir a ver de qué se trataba. Metió la mano debajo de la
cama y sintió una lamida. Eso la calmó y volvió a dormir. Más tarde,
se despertó nuevamente con el sonido de las gotas. Temerosa, una
vez más extendió su mano debajo de la cama, sintió una lamida y se
volvió a dormir. Despertó más tarde nuevamente, extendió otra vez
su mano y sintió la lamida.
Preocupada por el sonido del goteo, ella se levantó y caminó
lentamente hacia el baño. El sonido de las gotas cayendo se hacía
cada vez más fuerte mientras ella se acercaba. Llegó al cuarto de
baño y encendió la luz. Ahí mismo fue testigo de una escena
horrible: colgando en la ducha estaba su perro, con un corte a lo
largo de toda la garganta y la sangre goteando en la bañera.
En el espejo del baño, algo llamó su atención. Escrito con la sangre
de su perro estaban las palabras “NO SOLO LOS PERROS LAMEN“. La
chica entró en pánico y salió corriendo hasta la granja más próxima,
hasta el día de hoy no sabe quién o que mató al animal.
6. El anciano.
Cuenta la leyenda que se podía ver a un anciano muy triste vagando por las calles de una pequeña ciudad en el norte de los
Estados Unidos. Hacía mucho que el anciano andaba sin un rumbo, siempre con esa incertidumbre que por momentos tenemos,
de no saber lo que vamos a hacer.
Cierta noche, el anciano caminaba por una calle oscura que finalizaba en una encrucijada. Sin rumbo, perdido en el medio de la
negrura de la noche que lo rodeaba, comenzó a escuchar una voz, al inició distante e indistinguible, pero que pronto aumentó y
daba la impresión de que se estaba acercando. En la penumbra, el anciano logró ver la forma de una mujer, que cantaba sus
palabras, y asustadiza se aproximaba en dirección al anciano diciendo, “¿Cuál es tu tercer deseo?”
El viejo, bastante aturdido, hacia un esfuerzo por ver a la mujer. Continuó su camino, pensando que no se dirigía a él. Pero la
mujer se volvió, bailando y tarareando las palabras en torno al anciano: “Ahora tu tercer deseo. ¿Cuál es? ”
El hombre, ya enojado, se detuvo. Trató de enfocar su mirada sobre la agitada mujer y preguntó:
– “Maldita sea, ¿Qué quieres mujer?”
Ella nuevamente le dijo cantando:
-“Tu tercer deseo.”
-“¿Tercer deseo?” – El viejo estaba confundido – “¿Cómo puedo tener un tercer deseo si no he tenido un primero ni un segundo?”
– “Ya has tenido tus dos deseos” – tarareo la mujer- “pero tu segundo deseo fue que yo volviera todo a como era antes de que
pidieras tu primer deseo. Es por eso que no recuerdas nada; porque todo es como era antes de cualquier deseo.”
Ella continuó, apresurando al pobre hombre. “Entonces, tienes un deseo restante. ¿Qué vas a pedir?”
– “Está bien” – exclamó el anciano – “Yo no creo en esto, pero no hay nada de malo en desear. Yo deseo saber quién soy.”
Que divertido,” – dijo la mujer mientras cumplía el deseo y desaparecía – . “ese fue tu primer deseo.”
Hoy en día se sabe que aquel anciano cambiaría todo lo que tiene por no saberlo.
7. Existencia.
Bien, lo que relataré a continuación le ocurrió a una
antigua profesora de la universidad, una persona que
tenía una visión muy clara y completa de los
fenómenos que abarcan la pluralidad de las
existencias. Esta profesora mía siempre había tenido
dificultadas para quedar embarazada, llegó a hacer
diversos tratamientos pero nunca pudo lograrlo,
hasta que un día…
En los albores de los años 90, ella se descubrió
embarazada, hecho que confirmó con un análisis
sanguíneo luego de las 8 primeras semanas
gestacionales… El embarazo le trajo mucha alegría a
ella y a su marido, pero trajo consigo un temor, un
temor de perder ese tesoro que esperaba debido a
las complicaciones naturales de los embarazos de
alto riesgo.
Debido a este miedo, sólo su marido y su madre se
enteraron que estaba en estado de gravidez, y se
comprometieron a guardar el secreto hasta que
fuera difícil de ocultar debido al crecimiento del
útero, pero a veces la.
vida da sorpresas. Dos semanas más tarde, se
produjo un terrible aborto, hecho que sin duda fue
un duro golpe para su familia.
Después de 18 meses, la pareja fue bendecida con
un nuevo embarazo, gracias a Dios este llegó a
término, y le dio a una hermosa niña llamada Ana
Julia.
Un día, cuando tenía 6 años, Ana llegó hasta a mi
maestra, y le dijo:
– Mamá, ¿tu tenías otro hijo antes que yo?, ¿no?
Mi maestra se sorprendió, después de todo, habían
acordado que aquel terrible suceso fuera enterrado,
tan grande era su dolor y decepción, que no quería
que su pequeña se enterara de estas cosas a tan
temprana edad, y así, tratando de averiguar quién
había ido a contárselo le preguntó:
– ¿Quién te dijo eso, Ana?
Y la pequeña respondió:
– Nadie, mamá… no llegue en aquel momento
porque yo no estaba lista.
8. La foto del celular.
La Historia tenebrosa de la foto del celular:
“Hace algunos años, la prima de un amigo (madre
soltera) ganó en su cumpleaños un celular nuevo.
Después de un largo día de trabajo ella dejo su teléfono
sobre la mesa y comenzó a ver la televisión cuando,
luego de regresar de la escuela, su hijo se le acercó y le
preguntó si podía jugar con el nuevo dispositivo. Se lo
permitió, pero le dijo que no llamara ni enviara mensajes
de texto a nadie, situación con la que inmediatamente
estuvo de acuerdo el niño.
Alrededor de las 11:20 de la noche, cuando finalmente
se cansó de ver la televisión, decidió llamar a su hijo e ir
a dormir. Se dirigió a la habitación del niño, sólo para ver
que él no se encontraba allí. Luego fue a su habitación
para encontrarlo durmiendo en su cama con el teléfono
en la mano. Al navegar por su teléfono celular, se dio
cuenta de algunos cambios menores, tales como un
nuevo papel tapiz, un tono de llamada diferente, etc.
Cuando llegó a la sección de fotos comenzó a borrar las
últimas imágenes capturadas hasta que se encontró con
la última. Cuando la vio por primera vez, no podía
creerlo. Era su hijo, durmiendo en su cama, pero la foto
parecía haber sido tomada por alguien más. Era la mitad
izquierda de un rostro de algo que aparentaba ser una
mujer anciana”.
9. ADOLESCENTEACOSADASOBREVIVE
CALABOZODE TORTURA
de descomposición, la señorita Johnson ya había sometido e
incendiado a su captor, matándolo y acabando con su reino de
terror de cuatro años en los noticieros. Solamente otra
superviviente, Laura Lance, se encuentra a salvo, aunque
catatónica y con daño cerebral por un intento de lobotomía que
fue interrumpido cuando la señorita Johnson sometió a David
Ashley. La previa víctima de bullying atribuye su voluntad por
sobrevivir a su fe en Dios.
«No fue nada del otro mundo. Solo mi fe y aventurarme cuando
tuve la oportunidad. En el futuro, espero que pueda inspirar a
otros a hacer lo mismo; a nunca rendirse sin importar las
circunstancias».
…
Donde están ahora: Diez años después de haber sobrevivido el
martirio del asesino en serie, Natalie Johnson se gradúa con
honores de la facultad de Medicina.
«La doctora Natalie Johnson recorre zonas devastadas por la
guerra para ayudar a los pobres y a los enfermos».
«Laura Lance muere tras quince años en estado de catatonía
después de apenas haber sobrevivido el Calabozo de los
Horrores de David Ashley».
…
Nadie estuvo ahí cuando, con su último aliento, Laura Lance
murmuró su primera oración en quince años: «Natalie lo
encarceló desde el primer día».
«Héroe inesperado emerge después
de un mes repleto de terror en el
calabozo de uno de los asesinos en
serie más prolíficos de la historia,
salvándose a sí misma y a una
compañera de clase que solía
hostigarla».
Esta noche: Natalie Johnson relata su
mes de pesadilla en el calabozo de
David Ashley, asesino en serie
responsable de cientos de homicidios.
Tras ser raptada junto a su clase de
último año, cuando Ashley secuestró
su bus, la señorita Johnson estuvo
encerrada en una celda y fue forzada a
presenciar cómo Ashley se llevaba a un
estudiante cada día para torturarlos
por horas antes de asesinarlos con un
martillo. Cuando la policía se infiltró,
encontrando veintisiete cuerpos
horriblemente mutilados en varios
niveles
10. Algo anda mal
A medida que entro a su habitación, noto que algo anda mal. De hecho, supe que
había pasado algo desde anoche. Ella estaba llorando de nuevo, esos sollozos grandes
y prolongados que le cortan el aliento. Traté de reconfortarla, pero no había mucho
que pudiera hacer.
Me acerco a la cama. Se ve igual a como luce cuando duerme, excepto por una cosa:
no veo el sube y baja constante en su pecho. Me siento a su lado y examino su cuerpo.
Sus brazos expuestos están cubiertos de una maraña de cicatrices. Me he familiarizado
con estas, ya que usualmente aparecen después de aquellas noches de llanto, pero
ninguna está fresca hoy. Viendo alrededor de la habitación, me percato de un bote
blanco que está en su mesa de noche. Nunca lo he visto antes. No sé para qué es, pero
no puedo evitar sentir que tuvo algo que ver.
Me acurruco a su lado, como lo he hecho tantas veces antes. Siento su calidez, no tan
cálida como siempre. Sé que no se va a despertar.
Me inclino y hundo mis dientes en la piel de su muslo, arrancando la carne de su
cuerpo.
«Pueden pasar días hasta que la encuentren, quizá más —pienso—. Un gato tiene que
comer».
11. Los valientes
Aquí vienen de nuevo, los valientes. Otra
noche de Halloween, y los niños han
regresado para probar su audacia. Los
tablones de la casa vieja rechinan debajo de
sus zapatillas.
Solo queda media hora para la medianoche,
así que tengo que trabajar rápido. Comienzo
con su linterna, soplando gentilmente contra
ella para que parpadee, pero esto solo inspira
poco más que una risita nerviosa.
Quince minutos para la medianoche; es
momento de subir el nivel. Floto hacia el
techo y convierto mi cuerpo en carne. Cada
uno de mis nervios me arde, pero no me han
dejado elección. Provoco que gotas de sangre
se derramen por mi nariz, pero los niños
debajo no las notan. Golpeteo el techo, pero
ni siquiera alzan la mirada.
—Pensé que este lugar estaba embrujado —dice
el líder—. Qué chiste.
Cinco minutos para la medianoche. Me estoy
quedando sin tiempo.
Con lo último de mi energía, grito tan fuerte que
finalmente se enderezan para mirarme.
Me gusta creer que monto buenos espectáculos:
balanceo un lazo invisible y ahora la sangre fluye
libremente por mis fosas nasales. Un par de gotas
caen sobre el larguirucho con corte de cabello
militar. Los niños gritan y corren hacia la noche,
justo a tiempo.
Debajo de mí, escucho a la Cosa retorcerse; su
decepción es palpable. Dormirá, mientras tanto.
Pero algún día voy a fallar. Los niños serán
demasiado valientes y no los ahuyentaré a
tiempo. Algún día, la van a despertar.
12. Una niña de tres años cometió suicidio este día
Cuando escuchas acerca de adolescentes que se han suicidado,
siempre es algo triste, pero usualmente es comprensible hasta
cierto punto. No me malinterpreten, no es aceptable que los chicos
se suiciden a ninguna edad, pero cuando eres un adolescente —
inseguro y dominado por las hormonas—, no es difícil imaginarse
cómo jóvenes ya de por sí melodramáticos pueden llevar las cosas
hasta un extremo lamentable. Yo mismo me encontré en esa
posición unas cuantas veces antes de conseguir ayuda psiquiátrica.
Los adolescentes están en un punto delicado, pues apenas se inician
en el proceso de ver al mundo como un adulto. Cuando el mundo
es cruel contigo por cosas que no puedes controlar, esa se
convierte en tu primera impresión del mundo adulto.
Sin embargo, este no fue el caso aquí. La niñita solo tenía tres años.
Cuando los adolescentes cometen suicidio, es devastador. ¿Pero
cuando los infantes lo hacen? Es insondable. ¿Cómo puede ser que
alguien tan joven pueda ser tan apático, tan imparcial, y estar tan
desesperado por acabar algo que apenas ha comenzado? ¿Qué
debe resultar tan mal como para que un niño, que apenas ha salido
de su primera infancia, sea capaz de contemplar la opción del
suicidio? A los tres años, un niño ni siquiera debería comprender la
muerte, mucho menos escogerla de forma activa. Estoy tan
perplejo por la noticia que no sé cómo proceder. ¿Cómo
racionalizas esto? ¿Cómo retomas tu día sabiendo que vives en un
mundo en donde esto siquiera es posible?
No es como si todos los niños no actuaran de forma suicida
involuntariamente. Juegan muy cerca de las piscinas,
se tragan cosas que no deben, escalan árboles demasiado
grandes. Observarlos como un halcón puede ser crucial para
un padre. Cuando mi hermano y yo éramos niños, una vez tiré
una roca a una colmena de abejas en el patio de la casa de
nuestra abuela. A pesar de que sabía que mi hermanito era
alérgico a las abejas, perforé el panal y él fue picado
terriblemente. Fue impresionante que no muriera.
Los niños no son prudentes. Están llenos de bravuconería y no
acogen plenamente la gravedad de la muerte. Es
comprensible.
Lo que no entiendo es cómo una niña de tres años, jovial y
amorosa, pudo sacar una tijera afilada del cajón de la cocina.
No entiendo cómo una niña usualmente educada se pudo
meter en el cuarto de huéspedes para abrir por la mitad al
hermoso oso de felpa coleccionable de su abuela con tal de
poder jugar al doctor. No entiendo cómo siguió llorando y
llorando incluso después de haber recibido la orden de que
guardara silencio. No entiendo cómo pudo elegir ser azotada
hasta que quedó afónica por todo el berrinche y revestida de
marcas grandes y rojas. No entiendo cómo, después de que se
le dijo de nuevo que se callara, más bien gritó a propósito. O
cómo chilló con frenesí cuando las tijeras atravesaron su
barriga solo para que prologara su suplicio.
No puedo hacerme a la idea de por qué un niño se haría esto
a sí mismo voluntariamente. No puedo explicarlo.
Ni me explico lo que se supone que le tengo que decir a su
padre cuando regrese a casa.