1. Pregones para las cuatro semanas de
Adviento
Nota previa: Estos pregones están pensados como recursos para ser utilizados en reuniones o
encuentros de oración en el tiempo de Adviento. El ideal sería que un buen lector fuera el pregonero
y que todos respondieran como pueblo. Si no se pudiera hacer de esta forma, los apartados del
pueblo podría leerlos otro lector en representación de todos los participantes.
PRIMERA SEMANA DE ADVIENTO
Anda suelto un profeta
Pregonero: Vengo del desierto y os veo muy alocados recorriendo calles y tiendas. Sin duda, algún
acontecimiento notable se está acercando y queda poco para que ocurra. Vaya por donde vaya,
descubro en las calles muchos más preparativos de los que encontré otras veces que dejé mi soledad
y me metí en este túnel de ruido, de carreras y de prisas. ¿Es que viene algún Presidente de
gobierno?
Pueblo: ¡Tú estás mal! ¡Claro! Están en el desierto y no te enteras demasiado de lo que ocurre en la
ciudad. Por cierto: ¿Existe todavía algún lugar desértico por aquí cerca? Nosotros no sabemos de
ninguno. Y otra cosa: ¿a qué has venido?
Pregonero: Pues os lo cuento. He recibido una noticia muy importante. Supe que llega muy pronto
el Salvador del mundo y me dije: “Esto lo tiene que saber la tierra entera”. Y como por donde ando
yo no camina casi nadie, me dije: pues voy yo a la ciudad para contarlo. ¡Qué lío! Aquí andar, lo
que se dice andar, no anda nadie. ¿Adónde vais con tanta prisa?
Pueblo: Pero tú ¿quién eres? Eres acaso un profeta? ¿Eres Elías, o Jeremías..? O, ¡a lo mejor eres
Habacuq! Desde luego, raro si pareces, sí.
Pregonero: Me llamo Juan. Vosotros oídme y luego pensáis de mí lo que queráis, porque
comprenderéis que tampoco entiendo yo vuestro ir corriendo a todas partes sin calma suficiente
para mirar las cosas e impreparados para escuchar lo que os dice vuestro corazón.
Pueblo: Mira, tú venías a decirnos que se acerca el Salvador del mundo. Danos algunos datos ¿no?:
qué edad tiene, cuál es su nacionalidad, cómo se le puede conocer, si están avisados los medios de
comunicación, en qué vuelo llega…
Pregonero: Tengo la impresión de que os está entrando esa maldito apresuramiento que os mata, y
siento que queréis que os dé todo resuelto. Pues resulta que también yo le estoy buscando y quiero
PREGONES PARA CADA SEMANA DE ADVIENTO
2. que me ayudéis a dar con Él, porque lo que sé seguro es que es el Mesías.
Pueblo: Ya nos lo dirán los medios de comunicación.
Pregonero: Ya estamos. Que nos lo busquen otros. ¡Qué fácil, ¿no?! Al Salvador del mundo tiene
que buscarlo cada uno. Puede cruzarse con nosotros y no enterarnos. Observo que estos días miráis
los escaparates y elegís regalos y regalos pero no os fijáis en las personas. ¿Por qué no nos ponemos
todos juntos a buscar a este Mesías?
Pueblo: ¿Por dónde comenzamos? Danos pistas.
Pregonero: Vale. Yo creo que está más cerca de mi desierto que de vuestras calles; que con el
mucho ruido, las mil músicas y los auriculares puestos, es imposible oír a ningún salvador de
nuestra tierra. También os recuerdo que a cada ciudad se llega atravesando la periferia, lo que
llamáis suburbios; esos sitios de chabolas y cuevas, que es muy improbable que llegue por el
aeropuerto de Barajas. Pienso que no se presentará llamando la atención, así que su llegada no
saldrá en los telediarios, seguro.
Pueblo: ¡Pues sí que nos has dado una pista!
Pregonero: Os daré otra muy al alcance de todos. Buscad primero en vuestro corazón y luego
mirad al cielo. Seguro que resulta.
Pueblo: ¿Sabes, al menos, su nombre?
Pregonero: He oído que se llama Jesús y dicen que es judío, pero con el ruido que hay aquí yo no
he entendido muy bien el nombre, y con la de cosas que tenéis que hacer vosotros en estos días, me
temo que puedo quedarme solo buscándolo.
Pueblo: Queremos encontrar a ese profeta silencioso. Queremos tener tiempo para dar con Él.
Queremos salir de nuestro pequeño círculo y buscar las riquezas auténticas del Adviento y la
Navidad en donde están. Tal vez en los portales. No queremos gastar dinero en objetos que se
consumen con el paso del tiempo. Queremos invertir en los valores del Reino. ¿Sabes? Se empiezan
a oír villancicos a lo lejos.
Pregonero: Pues marchad hacia allí y decidle que en esta tierra, aunque a veces parezca lo
contrario, se le quiere bien. Id en paz.
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3. SEGUNDA SEMANA DE ADVIENTO
A vueltas con más profetas (Isaías)
Introductor del pregón:
Este texto que va a leer nuestro pregonero ha hecho una travesía de siglos, desde luego más de
XXVI. Isaías nos ha hecho un regalo con este libro profético. Todo es vida y admiración en sus
páginas, que se han escrito al concluir la segunda travesía de los judíos por el desierto, camino de
la tierra prometida. ¿Cuál es su principal mensaje? Animar al pueblo de Dios recién liberado a
prepararse para la gran promesa, la llegada del Mesías. Este es también el fondo del mensaje que
nos se nos anuncia a nosotros hoy. Escuchamos el inicio del capítulo 40.
Pregonero: Releí varias veces este texto y tengo la sensación de que nos lo envió el cielo en
vísperas de Navidad. Escuchad lo que nos transmite Isaías (el Pregonero lee Is 40,3-11). ¿Qué os
pareció el texto?
Pueblo: ¿Que qué nos pareció? Que son palabras admirables de esas que no se arrugan con el paso
del tiempo; que con ellas nos invita Isaías a preparar el camino al Señor. Por cierto: ¿Quién fue el
profesor de literatura de este hombre? Nos gustaría tener su facilidad para decir a la humanidad lo
que él también añade, que…”se va a manifestar la gloria del Señor y que la verán todos los hombres
juntos”.
Pregonero: ¿Os lo creéis? Porque si os lo creéis, habrá que ponerse manos a la obra, digo yo.
Pueblo: Queremos creerlo. Pero ¿qué hacemos mientras?
Pregonero: Pues en esto también se muestra sabio Isaías, porque intuyó vuestra pregunta y la
respondió. Escuchadle. Dice una voz: “Grita”. Y se interroga él mismo con pregunta vuestra: “¿Qué
debo gritar?” Os ayudará recitar su respuesta juntos. Venga.
Pueblo: Súbete a un monte elevado, mensajero de Sión; alza fuerte la voz, mensajero de Jerusalén;
álzala, no temas. Di a las ciudades de Judá: Aquí está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con
poder, y su brazo manda”. ¡Qué fuerte!
Pregonero: Suenan muy bien estas palabras en vuestras voces.
Pueblo: Pregonero, nos va a gustar repasarlas y repensarlas para proclamarlas luego a los cuatro
vientos; eso de… “alzar la voz fuerte para anunciar que el Señor llega”, nos gusta; y no queremos
hacerlo como si tuviéramos ronquera congénita, sino a voz en grito.
Pregonero: Os va a costar saliros de la marea de estos días: fiestas, regalos, comidas, salidas,
luces… Pero eso tiene remedio: llevad cada uno de vosotros la fiesta dentro; contagiadla. Haceos
fuertes con la oración y alimentaos con la Eucaristía; convertíos en regalo para los demás y sed luz
para este mundo oscurecido.
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4. Pueblo: ¿Sabes, pregonero? Nos vamos a salir del consumismo y vamos a adquirir, al precio que
sea, los valores del evangelio. Hemos oído que va a inaugurarse, para eso, una maravillosa escuela
en Belén. Señor, gracias por venir a los sencillos, por nacer muy modestamente y por querer que
una mujer de nuestra raza –María-, fuera tu madre y la nuestra.
Pregonero: No olvidéis de ir diciendo lo que ya sabéis: que se acerca el Salvador y que sabéis
dónde va a ser.
Pueblo: Sí, Dios se va a hacer hombre, aunque parezca imposible. ¡Que lo sepa toda la tierra!
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5. TERCERA SEMANA DE ADVIENTO
Dios es humor
Pregonero: Amigos: la Navidad se acerca. De esta semana no se puede pasar sin que nuestro
quehacer diario se vaya colmando de sonrisas y sin que el dar con nosotros se convierta en una
alegría para los que se nos acercan. ¿Sienten a Cristo los demás cuando os ponéis al lado de ellos?
Pueblo: ¿Nos ves con rostros tristes o qué? ¿Crees que se nos olvidó que Dios, para acercarse a los
hombres y mujeres del mundo quiere necesitar de nuestros pies, de nuestras palabras, de nuestras
manos y de nuestra cercanía a todos?
Pregonero: Tranquilos; os veo bien. Pero hoy, a dos semanas del nacimiento de Jesús, veo a la
humanidad tan necesitada de esperanza y de acogida, y a las multitudes tan tristes, que quisiera que
vuestra alegría fuera la más contagiosa que nunca. ¿Sabéis que la alegría es contagiosa? ¿Estáis
cogidos vosotros por la esperanza, el gozo, y la libertad? ¿Os emociona que Jesús venga a la
tierra? Os va a ayudar repetir las palabras de san Pablo a los Tesalonicenses que están en la lectura
de este tercer domingo de Adviento. Venga.
Pueblo: Pues nos lo pides, vamos a ello juntos. (Todos al tiempo leen 1 Tes 5,16-24)
Pregonero: Ya veis. Eso de estad alegres es una orden. La oración agranda la capacidad de
escuchar a Dios y la sensación de que está cerca. Y, al hacernos agradecidos, se despeja el alma y
se ilumina el rostro. Los que no saben agradecer tienen arrugas curables en el rostro y no disfrutan.
Y quiero haceros una pregunta: dice san Pablo que no despreciéis el don de profecía. ¿Ejercéis ese
don?
Pueblo: ¿Sabes que es una buena pregunta? Mira, pregonero: Si han salido los niños a las calles, si
pastores de barro o de plástico corren a mil belenes para ocupar sus puestos, si permanece la huella
de cristianismo sencillo, operativo y feliz que dejó la JMJ dejó en Madrid, si sigue habiendo jóvenes
que eligen la vida religiosa, si mantenemos una sensibilidad grande para los dolores de otros, si
damos muchas, muchas buenas noticias casi a diario, si no hablamos de primeros o terceros
mundos, sino de uno solo y si estamos ahora aquí, es que tenemos alma de profetas.
Pregonero: Me habéis convencido. Hablad siempre de nuevos sueños posibles. Y ahora, quince
días nos faltan para recibir en Belén al rey del cielo. Que no se nos olvide cuidar el corazón para
que asome por el rostro luego la alegría que deja Jesús en el interior de quienes le abren sus puertas.
Esa alegría que nos pide san Pablo.
Pueblo: Te olvidas de hablar del gozo de María ahora, casi al final de su espera de nueve meses.
Ella transmite pura vida, puro humor y pura luz.
Pregonero: Y pura sorpresa. Ella, mientras espera el nacimiento del Salvador del mundo, puede
acompañar como nadie vuestro Adviento. No os perdáis camino de Belén. No lleguéis tarde. ¡Ah! y
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6. “estad siempre alegres; os lo repito: estad siempre alegres; que tenéis buenos motivos para estarlo.
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7. CUARTA SEMANA DE ADVIENTO
Hemos oído campanas y sabemos dónde
Pregonero: Quiero recordaros hoy que tiene la Iglesia una plegaria cantada con voz de campanas.
Suena tres veces al día y tiene voluntad de llegar a los oídos de todas las gentes. Sale de la garganta
de las torres de las iglesias para esparcirse por los campos y para alzarse hasta el cielo. Es plegaria
que despierta a las gentes al amanecer; las invita a un corto reposo al mediodía y las conduce al
hogar cuando se duerme la tarde.
Pueblo: Conocemos bien esa oración dirigida a María. Sabemos su nombre es “El Ángelus”. Nos
gusta. Es una plegaría más que navideña, porque toma la historia del Jesús no cuando nace, sino
justo después que decidiera venirse a la tierra para formar parte de la familia de los hombres;
nueve meses antes de su Nacimiento.
Pregonero: ¡Bravo! Es verdad. Hubo un día en el que el mundo se llenó de esperanza. La voz de
una joven casi desconocida en la tierra -en el cielo se la conocía muy bien-, encandilaba a Dios
cuando rogaba que llegara pronto el Mesías, que Dios mandara ya al Salvador.
Pueblo: ¿Fue el día más importante de nuestra historia?
Pregonero: Sí, ese día la tierra se llenó de esperanzas. Martín Descalzo, cuando evoca la espera de
María durante nueve meses, pone en su boca, entre otras muchas palabras, estas: ¡Qué envidia me
tuvo el cielo durante los nueve meses! Él albergó al Dios eterno. Yo tenía al Dios creciente. …
Todos en la sinagoga clamaban por el Mesías y a mí me crecía dentro y sólo yo lo sabía...
Pueblo: La humanidad entera hubiera aplaudido, de haber sabido lo que pasó en Nazaret. A
nosotros, nadie puede impedirnos que repitamos agradecidos las palabras con las que le saludo el
ángel. Ellas son hoy aplauso para Ella (rezan la 1ª parte del Ave María)
Pregonero: El cielo miró a la tierra y se fijó en un lugar pequeño. En ese pequeño lugar de un país
no muy grande, en Palestina, vivía sin aparentar una mujer que es el orgullo de nuestra raza. Se
consideraba sierva de Dios, y Dios sabía que ninguna mujer de la estirpe humana era tan digna
como Ella para ser Madre de Dios.
Pueblo: Pregonero, déjanos decir su nombre: SE LLAMA MARÍA. Déjanos llamarla
NAZARENA. Déjanos repetir las palabras con las que respondió al ángel Gabriel cuando le
comunicó de parte del cielo que allí consideraban que nadie como Ella merecía esa oferta. Esto es lo
que el ángel le escuchó: ¡HE AQUÍ LA ESCLAVA DEL SEÑOR; HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU
PALABRA.
Pregonero: Aquel día la tierra recuperó su sentido de la dignidad y salió a las calles orgullosa.
¿Sonó una ovación en el mundo entero? El cielo es seguro que aplaudió.
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8. Pueblo: ¿Pero no ensayamos el canto que tenemos que entonar estos días y todos los días de
nuestras vidas?
Pregonero: ¿Sabéis la letra?
Pueblo: ¡Claro!
Pregonero: Quiero escucharla.
Pueblo: Pregonero, tú sabes nos sale bien, pero, no importa, nos gusta repetirla: “EL VERBO SE
HIZO CARNE Y HABITA ENTRE NOSOTROS”.
Pregonero: ¿En qué idioma lo proclamaréis?
Pueblo: En todas las lenguas del mundo.
Pregonero: ¿A quienes?
Pueblo: A todas las gentes.
Pregonero: ¿Os pagan?
Pueblo: Nadie nos paga. Solo faltaría que un Mesías que todo lo da gratis tuviera anunciadores que
cobran. Somos gratuitos
Pregonero: Pues repartíos por todos los caminos del mundo.
Pueblo: Vamos a comenzar contigo: Pregonero ¿sabes que el Verbo se hizo carne y habita ya entre
nosotros?
Xavier Ilundain, S.J.
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