1. Tratemos de devolver a esta gente la dignidad humana.
Como hijos de Dios tienen derecho a ella.
2. Dios siempre cuida de sus criaturas, pero lo hace a través de los
hombres. Si a veces nuestros pobres han muerto de hambre, no es
por que Dios no cuidó de ellos, sino porque ustedes y yo no fuimos
capaces de dar.
3. No fuimos instrumentos en las manos de Dios
para darles ese pan, esa ropa; no supimos
reconocer a Cristo cuando, una vez más, vino a
nosotros bajo ese terrible disfraz: el de hombre
hambriento, del hombre solitario, del niño
desamparado buscando alimento y abrigo.
4. Ayudar a los pobres, material y espiritualmente, mas que un deber
es un privilegio; porque Jesús nos ha asegurado: “Cuanto hagan a
uno de estos pequeños hermanos míos, me lo hacen a mi”.
5. Cuando ayudamos a otra persona, nuestra recompensa es la paz y
el gozo, porque hemos dado un sentido a nuestra vida y ya no
estamos aislados.
9. Porque esa es a pesar de todas las apariencias,
nuestra vocación común.
Ayudemos a nuestros pequeños a alcanzar la dignidad de
¡hijos de Dios!
10. …ESTO NOS TRAE LA PAZ
Para lograrlo, oremos, porque:
el fruto de la oración es la fe, el fruto de la fe es el amor y el fruto
del amor es el servicio a nuestros semejantes…