1. Cuentos sobre los derechos
de los niños
Alumna: Ariana Fernandez
Maestra: Graciela Fernandez y Monica Pressa
Grado: 6º
Los Reyes
no se equivocan
Cuento Ariana
J ulieta terminó de lustrar los zapatos de ir a la escuela.
Cierto que ella hubiera preferido poner las zapatillas rosas
con estrellitas, las que le había regalado su madrina para el
cumpleaños número seis.
Pero la mamá dijo que esas zapatillas eran una pura
hilacha y que qué iban a pensar los Reyes Magos.
–Ya que estamos, Julieta –aprovechó la mamá–, dámelas
que te las tiro de una vez por todas a la basura.
2. Porque a la mamá de Julieta no le gustaban las cosas
gastadas o con agujeros. Tampoco le gustaban las cosas
sucias o desprolijas. Y siempre tenía la casa limpia,
reluciente y olorosa a pino. Debía de ser por eso que la
mamá de Julieta no podía ni oír hablar de perros.
–Perros en esta casa, jamás –decía–. Los perros ensucian,
rompen todo y traen pestes. Así que en la casa de Julieta no
había perros, había tortuga.
Y no es que Julieta no le tuviera cariño a la Pancha. Pero la
Pancha era medio aburrida, y se la pasaba durmiendo en su
caja.
Lo que Julieta quería –y lo quería con toda el alma– era
un perro. Un perro que le lamiera la mano y la esperara
cuando ella volvía de la escuela. Un perro que le saltara
encima para robarle las galletitas. Por eso Julieta le
había
pedido un perro a los Reyes. Y los Reyes se lo iban a
traer,
porque siempre le habían traído lo que ella les pedía.
¿Y su mamá? ¿Qué diría su mamá del perro?, se
preguntó Julieta y el corazón le hizo tiquitiqui toc toc.
Pero enseguida pensó que su mamá no iba
a tener más remedio que aguantarse, porque
uno no puede andar despreciando los regalos
de los Reyes.
–¡Julieta! –dijo la mamá– Sacá la basura a
la calle y vení a comer...
A Julieta no le gustaba nada sacar la
basura, pero hoy tenía que portarse muy
bien porque era un día especial. Así que
agarró la bolsa de la basura –con sus
zapatillas adentro, claro– y, sin protestar,
atravesó el pasillo y la dejó en la vereda,
al lado del arbolito.
Mientras hacía esfuerzos por dormirse, Julieta pensó que
ella, a veces, no la entendía a su mamá. ¿No era, acaso,
que los Reyes Magos, tan poderosos y tan ricos, se habían
atravesado el mundo entero para ir a llevarle regalos a un
pobrecito bebé que ni cuna tenía? ¿Y esos Reyes se iban a
asustar de sus zapatillas gastadas? Pero bueno, mejor
pensar en el perro, que a ella le encantaría blanco y medio
petiso.
Y Julieta se quedó dormida.
3. A la mañana siguiente, Julieta se despertó tempranísimo.
Allí, junto a sus zapatos brillantes, estaba el perro.
–¿Viste, nena? –dijo la mamá–. ¡Un perro, como vos
querías! Mirá: si le tirás de acá, mueve la cola y las orejas...
¿Estás contenta?
No. Julieta no estaba contenta. El perrito que le habían
traído los Reyes era más aburrido que la Pancha. Porque la
Pancha, por lo menos, estaba viva, aunque a veces mucho
no se le notara.
Este perrito no le lamería la mano a Julieta, ni le robaría
las galletitas, ni nada de nada.... ¿Es que los Reyes se
habían equivocado?
Pero cuando, al rato nomás, Julieta salió a
comprar la leche, pensó que no, que los
Reyes Magos nunca se equivocan: al lado del
árbol, con una de sus zapatillas entre los
dientes y la otra entre las patas, había un
perrito blanco y medio petiso.
El perrito la miró a Julieta y, sin soltar las
zapatillas, le movió la cola. Entonces
Julieta lo agarró en brazos y corrió a su
casa gritando:
–¡¡Mamaaaá!! ¡¡Mamaaaá!! ¡¡Los reyes
me pusieron uno de verdad en las zapa!!
3La mamá salió al pasillo y lo único que dijo fue:
–¡Ay, mi Dios querido!
Pero se ve que no se animó a despreciar un regalo hecho
por los mismísimos Reyes, porque después de un rato de
mirarla a la hija y al perrito, agregó por lo bajo:
–Entren nomás, que este perrito necesita un baño de
padre y señor mío...
32
Donde los derechos
4. del niño Pirulo chocan
con los de la rana
Aurelia
cuento ariana
A Pirulo le gusta ir a la casa de su abuela porque en el
jardín hay un estanque y el estanque está lleno de ranas.
Además le gusta ir por otras razones.
Porque su abuela nunca le pone pasas de uva a la comida.
Y para él, que lo obliguen a comer pasas de uva es una
violación al artículo 37 de los Derechos del Niño que prohíbe
los tratos inhumanos.
Porque su abuela no le impide juntarse con los chicos de la
ferretería para reventar petardos, de modo que goza de
libertad para celebrar reuniones pacíficas, como estipula el
artículo 15.
Porque su abuela no le hace cortar el pasto del jardín, lo
que sería una forma de explotación, prohibida por el artículo
32.
Porque su abuela jamás lo lleva de visita a la casa de
su prima. Según Pirulo, que lo lleven de prepo a la casa de su
prima viola el artículo 11, que prohíbe la retención ilícita de un
niño fuera de su domicilio.
Porque su abuela nunca limpia la pieza donde él duerme,
así que no invade ilegalmente su vida privada. Artículo 16.
Porque su abuela jamás atenta contra su libertad de
expresión oral o escrita –artículo 13–, de manera que puede
decir todo lo que piensa sobre su maestra Silvina sin que su
abuela se enoje.
9Para hacerla corta: en casa de su abuela él es una persona
respetada.
Pero lo que más le gusta es el estanque de ranas del jardín.
Ahora mismo, amparado por el artículo 31, se dispone a
gozar de una actividad recreativa apropiada para su edad: va a
cazar ranas.
Prepara la carnada de salchicha, agarra la linterna y la bolsa
de arpillera. Es de noche. En verano las ranas se cazan de
noche. Su abuela duerme.
Con mucha mala suerte, la primera rana que saca del
estanque es Aurelia.
5. –¡Un momento! –le dice Aurelia– ¿Qué estás
haciendo?
–Cazo ranas.
–Lo siento, pero los animales tenemos
derecho a la existencia.
–¿Eso quién lo dice?
–El artículo 1 de la Declaración Universal
de Derechos del Animal proclamada en
París en 1978.
–¿Eso vale en la Argentina?
–Sí, vale.
10
–Pero yo tengo derecho a las actividades recreativas
apropiadas para mi edad y en este instante mi actividad
recreativa consiste en cazar ranas.
Aurelia se impacienta.
–Y yo te recuerdo que tenés que respetar
nuestra longevidad natural. Así que te vas a
quedar sin comer ranas.
Pirulo levanta la voz.
–¡Yo no las como! ¡No me gustan! ¡Se las
va a comer mi abuela!
–¡Entonces peor! ¡Vos las cazás sólo para
divertirte! ¿Con qué derecho? ¿Te gustaría
que te cazaran por diversión?
–¡No es lo mismo! ¡Yo soy una persona!
–¡Vos sos un animal de otra especie, y
punto!
En el estanque se armó una batahola. Todas las ranas
croaban y saltaban. Pirulo reculó un poco, pero su indignación
era grande.
–¡No me voy de acá sin ranas!
–¡Antes pasarás sobre mi cadáver!
En ese momento se abrió la ventana del dormitorio de la
abuela. Era ella, asomada, con los pelos parados y una batería
6. de chancletas en la mano.
11
–¿SE VAN A DEJAR DE ROMPER DE UNA BUENA VEZ? ¿SABEN QUÉ
HORA ES? ¿CONOCEN EL ARTÍCULO 11 DE LOS PRINCIPIOS EN FAVOR
DE LAS PERSONAS DE EDAD? ¿SABEN QUE TENGO DERECHO AL
BIENESTAR FÍSICO, MENTAL Y EMOCIONAL? ¿Y QUE PARA ESO
NECESITO DORMIR? ¿LES ENTRA EN LA CABEZA? ¡DORMIIIIIIIIR!
¡DORMIIIIIIIR!
Con la primera chancleta no acertó. Con las
otras sí.
Pirulo estaba muy confundido. Aurelia
también. Se miraron.
–Eso fue una agresión por parte de la
abuela.
–Injusta me parece a mí.
–Pará, ¿dónde podemos aclarar todo
esto?
–En las Naciones Unidas.
–Vamos.