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ENTRE EL SOL Y LA LUNA
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             EL OSO DE PELUCHE

             El oso de peluche está
           Barrigón reposa en mi cama
               sobre el almohadón
                está viejo mi oso,
              patón y panzón y aún
                   soporta mi
                  Juego burlón.

                Vuela por el cielo
              siendo un gordinflón
               y le canta a la luna
                como un ruiseñor.

             Que hermoso es mi oso
                mi amigo glotón
               reposa en mi cama
              sobre el almohadón.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA


                  MARIPOSAS

                Lindas mariposas
                ¿para dónde van?
               a ver unos niños en
                  el manantial.

                 ¿Y por qué llevan
           sus vestidos tantos colores?
                  porque llevamos
                 las fragancias de
                     las flores.

                    Ven arco iris
                   vamos a volar
             nos esperan los niños en
                    el manantial
                llevémosles cantos,
              alegría y paz y muchos
                Regalos es navidad.
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                 MADRECITA

                Que viva la risa
                 que viva mamá
                que viva mi alma
                 alegre y jovial.

             Saltando las briznas
               salpican mi manto
              y yo dando un salto
             me alegro de espanto.

               Es mi madre tierna
             en invierno o en verano
               ella es mi refugio,
                es amor sagrado.
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            BAILAMOS LOS NIÑOS

               Bailamos los niños
              al son del güau güau
                y un gatito canta
                 miau miau miau.

             Escuchemos el felino
                miau miau miau
             escuchemos el canino
                güau güau güau.

                Si cantan a la ves
                 movamos los pies
            si cantan como hermanos
               movamos las manos.

               Bailemos los niños
              al son del güau güau
                y un gatito canta
                 miau miau miau.
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             DESPERTÓ EL BEBÉ

               Despertó mi niño,
               despertó mi amor,
               ya salió la aurora,
                 ya salió el sol.

               Yo le traigo el tete,
                le cambio el pañal,
            lo arrullo en mis brazos;
               es calor de hogar ...

              Es mi niño hermoso,
                 mi vida, mi luz,
               por el vivo alegre
             despierta en su amor.

               Arrurrú mi cielo,
               arrurrú mi amor,
               eres tu la aurora
                eres tu mi sol.
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                  COCOTASA

               Verdes o maduras
               coquetean ociosas
              balanceándose en las
                   ramas las
                    cocotas.

             Olle cocotica ven a mí
                 quiero saborear
                tu pulpa carmesí,
              vuelves agua mi boca
              ven y roba mis besos
             cocota verde o madura
                   reina de los
                    Ocañeros
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            MI MASCOTA BANDIDO

              Bandido salió de casa,
             se extravió mi juguetón
              era mi dulce mascota
               rabialegre y orejón.

           ¿Dónde andas perrito dulce?
                ven a ladrar al sol
           ven y andemos por el campo
             ven y canta una canción.
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            MI GATO Y SU NOVIA

               Mi hermoso gatito
                se fue a pasear
               en busca de presa
                para almorzar.

               El vuelve a mi casa
                alegre y brincón
              trayendo a su amada
               un pequeño ratón.

              Brincando la cuerda
                 patean el balón
              corren por las tejas
               saltando al balcón.
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              LA NENA Y EL SABUESO

              ¡Hola perrito! ¿cómo estás?
            batiendo la cola, para no ladrar.

                   ¿Por qué no ladras?
                     ¿qué sucede?.

               Los gritos generan violencia,
               me estresan, me enfurecen.
               Ven entonces vamos a jugar
         silbando y cantando hasta el manantial.

                         ¿Sabes qué?
                  tu lenguaje me encanta;
                ladra a la luna, ladra al sol,
                   al lucero y al ruiseñor,
              ladra con amor, con ternura,
                 con sencillez y simpatía...
                  así los niños te abrazan
                  y los ancianos te miman,
               tu corazón vibrará de gozo
                   y tu hogar de alegría.

                De acuerdo lindo sabueso;
             si los gritos generan violencia,
              nos estresan, nos enfurecen,
           al contrario el juego y el silencio,
                  nos sosiega, nos relaja,
            nos colma de placidez y de paz.
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              EL SUEÑO Y LA AURORA

             Duerme embelesada la aurora
           por el rocío que cubre a la ciudad.
            El huerto solloza en el silencio,
              no visita a la flor el colibrí.

         Notas musicales escapan del naranjo,
            hermosas melodías se escuchan
          en el altar ¡levántense niños! que ya
            amanecióvayan a la escuela que
                      ya salió el sol.

           ¿Por qué llegan tarde? les dice el
         maestroy tiritando contestan al gran
        sabiondón: cegaron a la aurora inmensos
         nubarrones,penetraron las briznas en
               el huerto y los pajaritos
                se alejaron del jardín.

              Nos despertaron muy tarde
                  las ranas cantoras,
                  las mirlas silbudas,
                 el joven piscingo y el
                     conejo bailón.

                   Excuse el retardo
                    señor profesor
                   comience la clase
                   que ya salió el sol.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA

            VUELA, VUELA, ASNO VUELA

          El cobarde Sancho anda en su burrito
                muy raudo y muy pancho.

        No andes tan deprisa le dice el Quijote
         me rasca la panza y también el bigote.

          Que pena don Quijo, al pobre borrico
            le fallan los frenos de debilidad.
          Es un burro viejo flaco y desnutrido
                     no puede parar...

          Baja pronto Sancho te veo por el aire
          sobre un armazón. Ya no tiene ancas
                 ni rabo, ni orejas, es un
                esqueleto veloz y burlón.

             Muy alarmado y lleno de coraje
            saltó del pollino dañando su traje.

         No tiembles de miedo temeroso amigo,
         ponte mi armadura y venera la osadía.

          Perdone usted, honorable caballero...
            amaré el poder, el valor y la osadía,
                   para apoyar al débil
                 y refugiar al despojado.
                  ¿ Qué dijera el ilustre
              Miguel de Cervantes Saavedra
         al enterarse que el borrico del Quijote,
                      prefirió volar
               para no morirse de hambre?
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                 EL LLORÓN

            El niño del señor Arturo
                 lloró en el solar
                porque un guineo
                 maduro él no le
                     quiso dar.

              Hubiera saboreado
               un guineo maduro
              si fuera obediente
              con el señor Arturo.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA


           FRANCHO Y LA MARRANA

              Francho el come libros
                se fue una mañana
               en busca de un grillo
                y de una marrana;
              se perdió en el monte,
           aprendió a saltar y a convivir
                con la marrana en
                     El corral.

               Se veía rechoncho,
                mal oliente y sucio
              cuando lo encontraron
                  en el lodazal.

             Con gruñidos atemorizó
               a su familia; porque
                 quiencon cerdos
                   andaa gruñir
                     Aprende.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA

          LA GALLINA Y LOS GALLOS

                 La gallina de gallo
              subió al gallinero y una
              gavilla de gallos halló;
                le dieron galletas
               los gallos gallardos,
                   y en su gañir,
                gallinaceó un gañán
                   por el gañote.

                 Y el gallo de galli
                 está en la gallera
               hiriendo en el gañote
                  a un gallo gañán.

                  Apresúrese primo
             le dice el gallito al galludo
              gallo del gallineral, corra
           al gallinero donde a su gallina
                  mantienen cautiva
                 los gallos gallardos
                   de aquella gavilla
                 que ofrece galletas
               al gañir de las gallinas
                    en el gallinero
               cuando su gallo galludo
                  está en la gallera
               hiriendo a otros gallos
                     en el gañote.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA


           UN COCHERO CARPINTERO

                  No es un cochino
                    sino un coche
              el que posee el cochero
             carpintero en la cochera;
            es un coche de cedro dice
             Pedro si fuera un cerdo,
               el cochero carpintero
            no lo tendría en la cochera
                sino en la cochinera.
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                  LUNA LUNITA

                Luna lunita, luna lunota
             río de amor, rostro de novia
            ven a cantar, noche de ronda.

               Luna lunota, luna lunita
            ven a mis brazos dulce niñita
            alcázar de luz, tenue sonrisa
             preclaro rocío de la vigilia.

               Luna lunita, luna lunota
         relumbra tu imperio en las sombras,
                   alcázar de luz,
                   tenue sonrisa
               ven a cantar, es noche
                      de ronda.
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           CHUNGA Y LA CHIQUILLADA

               Chunga el amigo de Chola
                   pidió una chuleta
                   al chico chiflado
                  de la choza de don
                        Chucho.

                   El chico bien chusco
                   le jugó una chulería
                  al chicano chupatintas
              al servirle en vez de chuleta
             un chuzo de chivo con chorizo
                 acompañado con chicha.

              ¡Esto si que es una chiquillada
              bien chinchorrera y chocante!
                     exclamó Chunga;
                 que chacota tan charada
                        la del chulo,
                         la próxima
               vez no le pediré una chuleta,
           sino un chuzo de chivo con chorizo;
                   a la larga el chamaco
      por andar de chascarrillo me sirvió un chuzo
       chévere de chivo y seguramente el chorizo
                  era de un chancho bien
                          choncho.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA


               MI PERRO TATU

                 A mi perro Tatú
              lo bañé esta mañana
               y en medio del frío
                le dio escalofrío.

              Hoy está enfermito
              dormido en la cama
               de corbata roja
               y camisa dorada.

               A mi pobre perrito
              le duelen los dientes
                 no abre sus ojos
                 no toma caldito
               ni come spaggetis.

               Ahí está enfermito
               dormido en la cama
              le tiembla su cuerpo
                no come, ni ladra.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA


            VUELA CANARIO VUELA

              Vuela canario vuela
              donde no te alcance
                el niño ingenuo
                con las piedras.

              Vuela canario vuela
              donde no te alcance
               el torpe hombre
                  y su vileza.

               Vuela canario vuela
              llena con tus cantos
             melodiosos el oculto ´
             vergel de mi vereda.
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                UNA TRAGONA

               Tras tragar un trozo
               del tronco tronchado,
           la bestia trastabilló trémula
              en el tramo que va de la
                  tranquera hasta
                     el trapiche.

                   Que trance
            el que pasó por tragona...
                    si sigue así
              terminará tragándose
            la tranca de la tranquera
             que sostiene el tragaluz
           de la trastienda, y meterse
                   un tremendo
               trastazo al armar la
                    tremolina.
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      EL GRAN CABALLERO Y LOS CABALLOS.

             El caballerizo caballero
              que guió la caballeriza,
             para ser tan caballerete
                es muy caballista.

            Al calcular por la cachaza
            que expulsan los caballos
             al pasar por la cañada,
               cuantos calamitosos
                 caballos sufren
                 calambres en el
                     calcañar.
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        EL CARRETERO Y SU CARRETERÍA

                El amigo Carrasca
                fabrica carretas,
             carretones y carretillas
               a los carretilleros.

               Cualquiera confunde
               la carretería con la
                     carpintería
              pero él es carretero;
                 razón por la cual
                  va de carrerilla
                 por la carretera
               a su carretería y no
                  a la carpintería
              por no ser carpintero.
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                   RÍO CRECIDO

          El río de mi pueblo cuando sube su
           Caudal arrastra sobre sus lomas
          muchos troncos, enseres, gallinas,
                 cerdos y escombros...

        Subamos al puente dile a Vicente a ver
              más de cerca la extraña
                     creciente.

        Lleva tres bandejas dos burros cojos
                 y dos vacas viejas.

        Vendrían de Villanueva o vendrían de
        Tejarito llevan la piel sin marca y sus
                    ojos dormidos.

            ¡Miren! se entró el agua donde
           Toño y donde Hernán quien sabe
           donde Nando si las gallinas y los
            patos los dejaron sin guardar.

           ¡Oye papá!¿por qué el río siendo
          tan bravón, no perjudica las altas
                casas de Sabastopol?.

                 Porque allí la roca
                al ser pan de jabón
             refresca su aliento el agua
                 con la luz del sol.
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               NOCHE SIN LUNA

              Cantan tus labios rojos
            la infantil canción de cuna
           donde aquella noche sin luna,
            durmieron tus claros ojos.

             Estaban los días lluviosos
          habían nacido las flores y desde
                 el cielo los colores
             pintaron tus labios rojos.

                 Y al paso de los años
             la infantil canción de cuna
                 duerme aún la noche
                   oscura sobre tus
                   cándidos sueños.
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                 EL CARNERO

               El humilde carnero
             calló en el granero y ni
                  un solo grano
               de maíz encontró.

              Contento el granjero
               lanzó en el granero
              un puñado de granos
                de sorgo y arroz.

              Corre corre carnero
               le grita un ternero
              no comas los granos
                de sorgo y arroz.

                Sus ojos brincaron
               sus dientes vaciaron
                 la dulce carnada
              que el hambre ignoró.

              Calló dormida la tarde
           junto aquellos briosos pasos
           y del carnero hecho pedazos
                el granjero comió.
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                    LASILDA

            Ladra, ladra, ladra la perra
           Lasilda al verse en la sombra
               la trompa muy chica.

           Ven cachorrita le dijo copito
                el perro más cholo
                   de esa región;
                juguemos al trote,
              bajemos los cuadros,
              dañemos los muebles,
               hagamos gran fiesta
                   en este salón.

               Yo no hago desorden
                  contesta lasilda
                 y de un solo golpe
                le cierra el portón.

              Yo quiero a mis amos
                yo soy su bebita
             me besan, me abrazan,
            me duermen, me miman ...
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             LA VIEJA Y EL PERRO

           Entraron los ladrones y ni una
             losita en la casa dejaron,
               al llegar los patrones
              mi corazón tambaleaba
                 pues ni un corotico
               en la sala encontraron
                  ¡oh! ¡nos robaron!
                   la vieja exclamó:
                y yo tan confiada en
                    el fiero perrón.

                 Ataron mis patas
                al árbol de mango
                y una fuerte surra
                mi amo emprendió.

           Rodearon la casa, las mirlas,
               las garzas y hasta
                  un gallo fino
                en la cima cantó.

                No seas inhumano
                 cara de marrano
               ¿no ves que la vida
                  le vas a quitar?
           baja ese garrote narices de
              ciote deja a nuestro
             amigo sus voces ladrar.
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                  EL TROLERO

            Al escuchar los triunviros
             el traqueteo del troquel
              troquelando monedas
                 en el triunvirato,
                avisaron a la tropa,
             armándose una trifulca
             al tocar de la trompeta.

              Fue una falsa alarma,
            había sido el muy trolero
               del soldado tristán
             el que armó semejante
             trochemoche por andar
                 con triquiñuelas.
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                LOS ZAPATOS

                 Son vagabundos
              que van por el mundo
                sumisos y atados
               a los pies cansados.

           Del zapatero no se escapan
            si la pobreza les abriga
             mil tachuelas clavarán
            en su cara y su barriga.

                  Acaban su ser
            las andanzas sin consuelo
                 y la vana ilusión
              de volver a ser nuevos.

                Pobres zapatitos
            ya chonetos, ya arrugados
              y viajan por el mundo
              con los pies cansados.

                Una inútil zuela
               y un gran agujero
              quedan de sus pasos
               en el amplio suelo.
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                       EL NIÑO Y EL MONJE

Al niño le gustaba que su mamá a la hora de dormir le contara cuentos; ella lo
complacía narrándole los cuentos que le enseñaron en la infancia. En un hogar
de recién casados tenían una pareja de perritos.

Día y noche los cuidaban como si fueran sus bebés.

La madre creyó que el niño estaba dormido, se levantó a cerrar la puerta; en
ese momento dijo el niño -¿por qué te vas mami? No, no voy a ninguna parte,
sólo cierro la puerta para que no entre frío.

-¡Mami! ¿pero qué sigue en el cuento?
-La pareja de perros tuvo durante los años siguientes 98 perritos y los niños
que nacieron y crecieron en ese hogar nunca permitieron vender o regalar las
mascotas; así fue como el señor de la casa se ingenió construir un puente
para unir el solar de la vivienda con el lote del otro extremo.

La amplitud del solar facilitó la hechura de una granja donde el ambiente tan
agradable que inspiraban las variedades de árboles y flores, les hacía
sentirse como viviendo en un bosque, donde la hierba fresca, los riachuelos y
centenares de mariposas daban a la vida un encanto divino.

Los ronquidos del niño embargaban de dulzura el dormitorio.

El niño veía pasar los perros sobre el puente de un lugar a otro, le dio por
contarlos uno, dos, tres, nueve...

Como pasó de rápido mi infancia. La fetidez de la ciénaga me hace añorar los
ratos buenos que pasamos en la fértil ribera de ese entonces.



Qué hermoso fuera regresar a la cañada y a esos inmensos solares sembra-
dos de plátano, ciruelas, mangos y patatas que cuando crecía el caudal eran
arropados por las alegres y ligeras aguas.
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Allí la rutina fue rasgada por el variado colorido de los loros y las guacama-
yas; hasta los grillos, los sapos y las ranas nos regalaron su tesonera y aguda
aflautada como signo de participación en aquellas desiertas noches de vigilia.

Pasó el tiempo y no se pudo detener la modificación del ambiente y el avance
de la tecnología. No percibí el momento en el cual el caudaloso río de mi
pueblo se convirtió en un pestilente y descomunal depósito de alcantarillas.
¿Qué hacer? ¿Qué fue de los grillos, los sapos y las ranas? ¿Para dónde se
irían las guacamayas y los loros? La realidad es que se ha sufrido un cambio.
La supervivencia depende de otros.

Ya no era aquel niño entretenido con los dulces de la vida, era un hombre
meditando sobre una banca de lo que una vez llamamos parque.

Sobre las ruinas, frente al panorama desolador de la sangrienta guerra, veía
oscurecerse más la acción destructora que azota y arrasa la fauna y la flora.
Las noticias mostraban como diferentes especies de aves y de peces por
millares flotaban sin vida sobre el agua, los ríos se asfixiaban inundados de
petróleo.

Ligada a tanta insensatez, la corrupción inundaba desde las altas esferas del
gobierno, el soborno y la falsa politiquería hacía que se viviera en una
completa anarquía. Algunos maestros se dejaron contagiar y alejaron de su
profesión los valores éticos y morales abundando entre la juventud la
proliferación de pandillas delincuenciales.

El pueblo tenía hambre, no había empleo, muchos para poder subsistir
traficaban con aves, tortugas y otros animales. Sin escrúpulos cortaban los
árboles para vender la madera a las grandes y pequeñas industrias.

No había autoridad que controlara semejantes estragos.

El árbol que había frente a la entrada del colegio no escapó de los vándalos
dementes que no se percataban del daño ecológico que ejecutaban; yo lloré
la muerte del árbol; él era fuerte, alto, siempre albergaba los pichoncitos en
los nidos y sirvió de columpio a los niños.
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Ahí jugábamos bajo la sombra y le dábamos de beber a sus raíces en verano,
desde su infancia entregó su mirada al cielo para no ver trepar entre sus
ramas el canto gozoso del hachero.

- ¡No me destruyas! Exclamó el árbol, no seas traicionero como el cuervo
¡baja el hacha por favor! Siente mi alma en tu alma, apiádate de mi sutil
follaje que cuando por mi lado pasas un refugio siempre encuentras.

Tras, tras, tras...

La frialdad destruyó la morada de los pájaros, las lágrimas de los niños
recuerdan la angustia del árbol cuando caían indefensos los ramajes floridos
que purificaban el aire, su llanto fue en vano, el leñador no escuchó los
latidos de su alma, sólo se oía el crujir de las ramas al destruirse el hábitat
de varias especies. Tras, tras, tras... el hachero al igual que las raíces
estaba sumergido entre la tierra, en cambio el árbol con su verde plumaje
lleno de luz y esperanza constantemente tenía puesta su mirada al cielo.

Ellos avanzan con su misión destructora, secaron los pozos y acabaron con el
bosque donde habitaban las garzas, con grandes máquinas destruyen la
montaña, la saquean de materiales para construir edificios y casas; los
pajaritos vuelan y vuelan de un lado a otro, la violencia del hombre ha
devastado sus viviendas.

Se ataca la naturaleza para conquistar espacios nuevos que permitan cons-
truir con cemento carreteras, terminales de transporte, coliseos y grandes
ciudades.

El hombre sigue en la tenaz e incansable labor de pavimentar la tierra.

Aún me encontraba en medio de la aflicción cuando a cierta distancia
observé a un hombre que venía a paso lento, envuelto en una sotana blanca
con franjas moradas, de donde fluían rayitos de luz; su cabeza era adornada
por un sombrero blanco de copa que cubría parte de su rostro.

-¿A dónde va usted? Me preguntó luego de ver tanta desolación.
-En busca de Dios, le respondí. ¿Y cómo es él? ¿Dónde crees poder hallarlo?
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA
-¿A Dios?- Lo único que sé, es que es un espíritu que se manifiesta a las
personas a través del amor y la justicia, que lo puedo encontrar al escuchar
sus palabras, al contemplar la arboleda, al ayudar al anciano y al tender la
mano al desvalido.

-Ve con él, sigue sus pasos, Dios está contigo replicó el monje.

En mi interior comenzó a relampaguear la chispa de la sabiduría; sentí
terror, rencor y a la vez amor; terror ante el holocausto sumergido entre
mis ojos, rencor por la ignorancia y perversidad del hombre, y amor por el
resto de la comunidad indefensa que debido a la vulgar y mediocre educación
impartida, se devora así misma arremetiendo contra la naturaleza.

Desperté a la realidad, son tantas las cosas que se encuentran fuera de
lugar, que persiste la asquerosidad y la deshonestidad logrando los objetivos
propuestos.

Esto causa desespero y junto con otros observadores uno se interroga si
todavía se podrá rescatar el mundo de tanta inmundicia.

Creo que sí, aunque no sea en su totalidad, si cada uno hiciera la parte que le
corresponde; comenzando a arreglar su propia vida.

El tiempo transcurre y no podemos detener el progreso de la tecnología, el
hombre seguirá modificando el ambiente como una alternativa para vivir con
mejores comodidades. El hombre de hoy no puede renunciar y menos
eliminar todo lo que la inteligencia humana ha hecho. Sería una pesadilla
despertar y vernos desprovistos de las grandes ciudades. No hallar los
conglomerados, no contar con medios de comunicación, con energía eléctrica,
ni buses, ni taxis, mucho menos estaciones de gasolina, sólo mirar a nuestro
alrededor en vez de asfalto y cemento nubes de polvo y piedras. Ignorar los
aeropuertos, las estaciones de taxis, los colegios y universidades.

Es cierto que para alcanzar la actual civilización, el hombre se ha visto en la
necesidad de sacrificar su propia vida y la de otras especies.

Lo ilógico es que lo que se ha logrado construir y modificar a través de la
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inteligencia; se derrumbe en segundos siendo insensible ante los graves
perjuicios ecológicos y ante la violenta destrucción de la humanidad.

Regresó a la plaza, cruzó el umbral hasta llegar a un bosque; escuchó el
corazón afligido de un desplazado; su congoja habitó el dulce sentimiento de
una bestia.

Era un copetón que sin hallar que comer, alocado y debilón se encontró con
un corcel al cual sin perder tiempo dijo: ¡Apiádate de mi buen caballo! dame
algo que comer, mi pueblo está azotado por la hambruna, brotan truenos en
la tierra y lluvias de fuego invaden la montaña, nubes de peces mueren en los
lagos y corre el petróleo bramando sobre el agua... por un momento el caballo
dejó de galopar el maíz entre los dientes, la sombra de la sensibilidad cubrió
el bongo tupido de alimento, ¡ Oh vida ! exclamó el corcel; millones de granos
cultiva la llanura en estos bosques inmensos que circundan la cascada; ella
produce para pobres y ricos, para que todo ser viviente pueda subsistir:
Anda mete tu pico en el bongo hasta saciar tu aliento y ve a traer tu prole a
convivir con nosotros.

Eres muy hospitalario hermano corcel, más entendido que el niño y el hom-
bre, ellos gozan viéndonos en cautiverio o durmiendo bajo el fuego de su
terrible insensatez expresó el pajarito.

Luego de evidenciar y meditar sobre las calamidades creadas por el mismo
hombre; decidí levantarme de la banca y dirigir mis pasos hacia aquella
dádiva infinita de la luz que ofreció mi libertad. A pesar de nadie estar
excepto de convertirse en víctima del provocado deterioro de la vida; llevo
la misión junto con otros observadores comprometidos, de educar para
preservarla a través de la palabra y el ejemplo.

La oscuridad de la ciénaga persiste en detener mis pasos, pero la llama
encendida en mi espíritu me incentiva a persistir en la constante reedifica-
ción de mi personalidad, ya que el trinar de los pájaros martirizados siguen
lanzando sobre el horizonte bostezos con olor a muerte.
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         EL ÁGUILA, EL BUEY, EL CERDO Y EL GATO.

Narrador:
En una tierra muy lejana de su habitad se encontraba un águila cabizbaja y
triste porque sus alas fueron cortadas el día que un cazador le arrebató la
libertad.

El gato:
¡miau, miau! ¿Qué hace por aquí una aguilucha como tú?
ja, ja, ja, ya ni vuelas, no te igualas ni a las gallinas, no sirves ni para sacar
lombrices.

El cerdo:
¡Oi, oi, oi! Vete de aquí miserable águila, interrumpes mi sueño

El buey:
Estropeas mi trabajo sal pronto de mi parcela, aquí no empleamos inútiles.

Narrador:
El águila no había perdido la fe de salir adelante a pesar de ser rechazada y
vista como una cretina que fracasaba en todos los vuelos que intentaba;
pero el dolor que emanaba de tanto desprecio y humillación le daba el valor
suficiente para reiniciar entrenamientos de vuelo a medida que su plumaje
crecía con el brillo de la esperanza de trepar las alturas. Un día citó a sus
vecinos al salón comunal y les dijo:

Águila:
He visto en ustedes el espíritu de la pesadez, son amantes de la esclavitud y
quisieran vivir como los reptiles arrastrándose por el suelo; como ven, de
tanto perseverar he logrado sostenerme en el aire y atravesar el espacio
por mucho tiempo.
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Sin hacer alarde de mis triunfos quiero enseñarles a volar y a conocer la
libertad; no tendré en cuenta el menosprecio de ustedes cuando más los
necesité.

Gato:
¡miau, miau! Lo siento amiga águila, no puedo acompañarte, hoy tengo un
partido de tejo.

Cerdo:
¡Oi, oi, oi! que pena pero estoy urgido de ver un programa en la televisión,
además estoy trasnochado y dormiré toda la tarde.

El buey:
¡Oh no! No tengo tiempo, pisotearé el barro y luego me iré a beber unos
tragos con unas amigas.

Narrador:
Pasaron los meses y en los primeros días de diciembre, vio don gato los
expendedores de carne llevar en un camión al cerdo y al buey rumbo al
matadero; se acordó del águila y comenzó a llamarla ¡miau, miau, miau! El
águila bajó y le dijo con desprecio.

Águila:
Cuídate tú también cazador de ratones, que cuando los invité para enseñar-
los a volar se burlaron de mí, ¿yo? Exclamó el gato; pues bien, ya te veré
llevar a la salsamentaría donde te venderán por pedazos de salchichón para
los perros.
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                      EL HOMBRE Y LA YEGUA
Un hombre queriendo ser mula, enseñó a beber a una yegua sin percibir que
la yegua sus falsos pasos seguía y que de vil osadía del muy ingenuo surgiera,
no la mula que el creyera, sino una yegua cualquiera.

Yegua:
¡Hola amo! Tengo mucha hambre, no he comido en seis días. Pronto lograré el
objetivo. ¿Sabes? Quiero ser un hombre; para vivir la vida a mi antojo,
revolcarme en la sabana y al igual que tú y los marranos dormir en el barrizal.

Hombre:
La vida no se entiende. Yo deseo ser bestia; muchas veces me sueño siendo
una mula o una yegua trepando los empinados caminos cargados con inmensos
bultos atiborrados de leña.

Yegua:
Claro que sí amo, yo soy muy fuerte y amante del trabajo; mi gallardía se
envanece entre más peso suben a mis lomos.

En cambio he visto en ti a un ser inútil. El temor te esclaviza en los rastro-
jos, y veo a otros igual llevar en su rostro, en sus pasos, en los temblores de
sus manos y en sus siluetas la figura del animal débil, desprovisto de fuerza
y de acción.

Narrador:
Vino el vino y del amo volvió yegua lo cargó de grandes penas y su cerebro
durmió.

Ella aprendió de su amo como sacar tal guarapo que la llenaba de espanto el
no permitirle beber, y queriendo ser como él y sin abrir tal sospecha mezcló
el maíz con panela hasta dejarlo enfuertar, pero el solo olor le dio asco y le
causó tanto espanto que hombre no quiso ser, y el astuto licor como cual-
quier vil vulgar a la bestia suplantó por aquel torpe vicioso sumergiéndolo en
el fondo donde su cordura extraviara.

Y lo que la yegua veía del que un día fuera su amo menos que ella era.
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                       LOS COME ESPUELAS

Cuentan que en la época de la conquista un grupo de presidiarios llegó a
conquistar a una tribu caníbal; lo que no sabían los agresores era que los
caníbales acostumbraban a defenderse valientemente armados con flechas y
cuchillos afilados.

Los indígenas lograron derribar a los conquistadores; el cacique autorizó
atizar la hoguera para azar los cuerpos, cuya apetitosa carne sería consumi-
da en el rito ofrecido al Dios de la guerra.

El jefe de la tribu luego de ingentes esfuerzos por comerse la azada pierna
cubierta por una bota grande de cuero adornada con espuelas de acero
exclamó:

-¡Oh esta carne ser muy dura!

¡Hombre blanco ser muy viejo!
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                 LA COLLAREJA Y LA HORMIGA

Pasó el invierno en la montaña y desde el fondo de un agujero sobre         la
tierra, exclamaban ¡Auxilio, auxilio! ¡Por favor ayúdenme!

En ese preciso momento una hermosa collareja reposaba en un árbol y al oír
los gritos bajó a prestar ayuda. ¿Quién está ahí y qué necesitas? Soy
hormiga culona y necesito salir, tengo hambre y sed, el fuerte invierno dejó
escombros a la entrada de mi casa, ¡Por favor ayúdame!

La azul paloma gozando de buenos sentimientos, con sus patas quitó los
escombros, inclinó su cabeza y con el puntiagudo pico ensanchó el orificio.

¡Qué hermoso salir a la luz! Gracias por ayudarme. Nunca pensé que fueras
tan servicial y cariñosa, te veía tan grande y con tan filante pico que pensé
me pasarías de un bocado. Tranquila amiga ve y come, detrás de los árboles
de cocoto encontrarás una cascada, allí podrás calmar tu sed y comer hojas
dulces de pomarrosa. -Gracias una vez más, siempre estaré agradecida-.
Pobre hormiga, como ignora el significado del servicio; comérmela de un
picotazo, escasamente alimentaría mi cuerpo, pero el salvarle la vida con
amor y verla feliz, alimentó mi corazón de alegría.
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                       EL CURÍ Y EL CONEJO

¿Por qué está triste compadre conejo que bicho acaso le picó?

Le cuento compadre curí que estoy deprimido. Anoche la compañera liebre
me ofendió en plena reunión; se atrevió a decir que mi presencia en la
asamblea, era una pérdida de tiempo, que yo debería tomar una determina-
ción; o seguía con ustedes disciplinadamente en las alturas o con los perde-
dores en los nidos. Me sentí apenado con el resto de los compañeros,
alcanzó a decir que siempre los hacía quedar mal, que en cualquier momento
me atraparía el tigre. Gracias a la compañera águila que cerró la reunión
exhortándome a permanecer en vuelo y no ser presa fácil.

Escúcheme bien compadre: usted está ofendido debido a que le dijeron la
verdad.. Lo único que puedo hacer por usted es recordarle que papá curí
murió muy joven, yo era aún niño y recuerdo que mi madre oraba al creador
para que papá dejara de ser roedor, que el aceptara levantar el vuelo. Nunca
aceptó y en una de sus salidas, la sanguinaria bestia lo devoró.

Usted comprenderá que la compañera liebre y doña águila sólo quieren su
bien; es mejor que siga con nosotros. La unidad, la superación y la perseve-
rancia nos permitirán permanecer en la cumbre. No habrá invierno, rayos o
centellas que nos esclavicen a andar en el tenebroso mundo insensato.
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                      EL BARRILETE GIGANTE

Todos los años en los meses de julio y agosto, los hermanos Sánchez Becerra
acostumbraban elevar un barrilete; una vez el barrilete llegó al cielo, los
niños preocupados comenzaron a llamarlo provocando su caída sobre un árbol.

Lo desenredaron, estaba roto, les tocó ponerle nueva cola y volverlo a cubrir
de papel.

Lo volvieron a elevar, le echaron suficiente cabuya y se elevó tanto, tanto,
que lo perdieron de vista, se les hizo tarde y se dispusieron a bajarlo, pero
no podían debido a su peso, el barrilete gigante había traspasado la barrera
que divide la tierra con el firmamento. Los niños con la ayuda de otros
hicieron posible su descenso.

El barrilete bajaba lanzando rayos de luz, los niños se asustaron y corriendo
se alejaron del sitio. El incandescente objeto cayó en un río que atraviesa la
montaña desde donde siempre se elevan barriletes. El agua del río se vistió
de varios colores, a los pocos minutos esos colores desaparecieron. Eran los
colores del barrilete que nunca lograron rescatar; y dicen que siempre que
viene una tormenta, los habitantes del pueblo suben a la montaña para mirar
al río revestirse de los colores del barrilete gigante.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA


                         EL MACHO TIBERIO

Tiberio era un asno que trabajaba diariamente para que las personas de la
ciudad tuvieran todos los días los alimentos necesarios provenientes del
campo; él les traía: frutas, hortalizas, verduras y cereales.

Un día Cornelio, su amo, vendió su cosecha y contando con una buena suma de
dinero le compró unas alforjas elaboradas con piel de armiño y unos zapatos
cuya punta tenía forma de dragón y brillaban como el sol.

El humilde asno sufrió un cambio dentro de la sociedad, el ego se apoderó de
él, al convertirse en el asno más sobresaliente de la vereda.
Su presencia dominante conquistaba las incautas y ellas cedían a
convites ilusos de amor.

El proceder antimoral de Tiberio no tardó en despertar los celos y el odio
dentro de su comarca. Un día, mientras Tiberio descargaba los productos en
la plaza de mercado de la ciudad, sus coterráneos se reunieron en asamblea y
lo declararon asno no grato y acordaron expulsarlo de la región.

El engreído macho haciendo caso omiso seguía departiendo con sus amigas y
haciendo alardes de su machera.

Cornelio, agradecido del trabajo de su asno, decidió darle un día compensa-
torio, y fue así como un sábado Tiberio se subió las alforjas, se colocó un
antifaz y frotó sus zapatos hasta alcanzar el brillo original que lo enaltecía.

Bajó la colina con la ilusión de encontrar una pretendiente, él ignoraba la
trama de sus enemigos.

Dos de ellos optaron por disfrazarse de tigres y asustarlo.

Tiberio venía silbando y cantando cuando fue sorprendido por una pareja de
tigres que bebían agua de un pozo junto al camino, fue tal su espanto que
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA
sacudió la cabeza, levantó el rabo y emprendió la huida a todo galope.

Días después Cornelio encontró su burro pastando en uno de los parques de
la ciudad, Tiberio no quería regresar a la vereda, no quería servir de suculen-
to almuerzo a los tigres, su amo le dijo que eran dos líderes del pueblo que
se habían disfrazado y que pretendían desterrarlo por vanidoso y corrupto.
Las palabras de Cornelio hicieron que Tiberio lograra un despertar espiritual,
inmediatamente, se despojó del antifaz, de las alforjas y de los hermosos e
incandescentes zapatos. Pasó por una herrería cercana y se mandó calzar las
patas con herraduras. Regresó a su antigua vida y él, junto a su prójimo,
encontraron la felicidad por medio de la virtud.
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                       UN CAMPEÓN ILETRADO

Suena la campana; se escuchan cuatro repiques que anuncian un nuevo
amanecer; un joven de 13 años de edad llamado Víctor Carranza se despierta
y a esas horas de la madrugada sale a trabajar en el comercio de pieles de
res.

Los acaparadores le dan una comisión por cada piel que les reporte a tiempo;
las pieles son traídas de las poblaciones cercanas.

Hacaritama era hermosa; la nieve besaba la ciudad y esas caricias embriaga-
ban los corazones de sus habitantes.

El pabellón de carnes lo abrían a las cuatro y media de la mañana, a esa hora
pasaban los expendedores de carne con sus herramientas de trabajo y
algunos de ellos eran acompañados por sus perros, uno de ellos se llamó
"bambuco". A la entrada del pabellón había una venta de tinto y pan, por lo
general el frío hacia que los expendedores de carne se tomaran un tinto
antes de iniciar sus labores.

El mercado de granos y verduras lo abrían a las seis de la mañana; en ese
entonces allí quedaba el expendio de pescado. Para una Semana Santa
trajeron para vender un Manatí; este animal hizo que la plaza de mercado se
atiborrara de gente; de todos los barrios vinieron a ver el Manatí; tenía los
miembros torácicos en forma de aletas terminadas por manos y era muy
largo; medía como cinco metros; dicen que poseía diversidad de carnes: Res,
Cerdo, Pescado, entre otras. Muchos campesinos compraron tiras de la piel
para hacer látigos.

Algunos campesinos traían sus cargas en camiones; otros en burros o
caballos; ellos tenían sus parqueaderos en la plaza; una esquina la destinaron
para comercializar la piña y el tomate; en otra la cebolla; el fríjol, la arveja y
el ajo los comercializaban de manera ambulante ofreciéndose a los distribui-
dores dueños de depósitos.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA
En un camión donde traían pieles, venían tres cerdos para vender; Víctor
avisó pronto a un expendedor de carne de cerdo y éste como comisión le
obsequió un pedazo de tocino.

En ese entonces valía una libra de carne diez pesos; nunca olvidará Víctor
que una tarde vio a un pesero sacar del bolsillo del delantal una cantidad
considerada de billetes gruesos de la venta de una res y picotearlos con un
hacha sobre la picadera donde picaban el hueso; el pesero estaba borracho y
fue un hombre que a pesar de haber tenido la oportunidad de poseer dinero,
murió en la absoluta pobreza.

En el mes de diciembre cuando pasaban las misas de aguinaldo, aproximada-
mente a las seis de la mañana, los feligreses de la catedral acostumbraban
pasar al mercado a tomar peto caliente: eran reconocidos por sus atuendos
contra el frío: a los niños les colocaban un cobo con un gorrito de lana.
También llegaban muchos jóvenes amanecidos a comprar comestibles para
hacer sancochos y continuar con las parrandas decembrinas; las juegas
públicas y un ambiente sano atraían muchos turistas; y las gentes parran-
deaban hasta el amanecer; algunas veces las briznas de lluvia adormecían las
noches vistiendo a Hacaritama desde la cordillera basta las alcobas de un
escalofriante ambiente taciturno de amor.

El mercado donde trabaja el comerciante, donde viene el campesino, donde
encontramos el cotero, donde encontramos vendedores ambulantes, donde
está aquel hombre que con el sudor de la frente gana el sustento de cada
día, allí vi como la ignorancia destroza la humanidad; algunos de estos
hombres invitados a saciarse del placer de las aventuras amorosas eran
llevados como el buey al matadero; muchos pasaron a encabezar la lista de
degenerados que encontramos a diario durmiendo en los sardineles; estos
hombres y mujeres por causa del alcohol son el hazmerreír de personas de
baja conducta que en vez de prestarles ayuda, los burlan y les lanzan
tomates y cebollas podridas.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA

El mercado público siempre ha sido la plaza donde se maneja el mayor
intercambio comercial; la población hubiera tenido un mayor desarrollo
agrícola, cultural y comercial; si los ingresos de sus habitantes no fueran
despilfarrados en el ambiente insano que corroe nuestra ciudad.

Pasaron los años y Víctor era un hombre de empuje; poseía un carácter bien
formado, ya se había trazado la meta de ser un hombre adinerado; nunca
dejó bajar por su gaznate una gota de licor. Ya no era un comisionista de
pieles; ahora su relación era con hombres que transportaban ganado de
pueblos dedicados al cultivo del algodón y la actividad de la ganadería. Con el
tiempo llegó a ser un ganadero; en mi tierra le dicen ganaderos a aquellos
hombres que trabajan en el comercio del ganado y son vistos como personas
muy adineradas.

A Víctor no se le volvió a ver en nuestra región; la violencia lo alejó junto con
otros ganaderos; hombres de esta clase son los que necesitamos para que
nuestra economía crezca; hombres así generan empleo, desarrollo; que
lástima que la situación violenta de nuestro país haya llegado a nuestra
querida tierra Hacaritama.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA

                         SOMBRAS Y RONDAS

Buenos días niños, vamos a comenzar la clase, revisando la tarea de español.
Por orden de lista cada uno leerá desde su puesto el poema que logró hacer.

¡ Alirio Alfonso!...... Presente profesora. ¡Haber comience!

                           Tengo un perrito bravón
                           que ladra el agua y el sol
                          de noche duerme tranquilo
                        ronca y ronca en su almohadón.

¡ Yumes Taroi Bascos!... Aquí profe... Siga.

                           Mi gatito blanco y negro
                            cuando pasa un ratón
                            se desliza por el piso
                              como un culebrón.
                              aplasta la pancita
                            para tratar de cazar
                            al hermoso ratoncito
                            que lo viene a visitar.

¡Micaela Zambrano!.... Presente profesora. Hable.

Yo quiero a mi muñeca...
Aquella de largas trenzas, que juega conmigo en la oscuridad.
Ella me acompaña en los desvelos negros de la noche. Me mima y me abriga
en la soledad. Cuando mis padres apagan la luz y piden silencio para dormir,
el miedo me invade, tiembla mi cuerpo, unas lágrimas recorren el patio de mi
vida. Lanzo la mano y ella está allí, siempre está allí, la abrazo, calma mi
ansiedad y duermo plácidamente entre sus brazos.

Muy bien niños los felicito, magníficos sus poemas, recuerden que la poesía
permite al hombre su máxima inspiración.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA
Donde estará mi gatito blanco y negro...añoro la escuela donde hice los años
de primaria, su director era un hombre alto que usaba corbata y siempre
permanecía colorado. Pero no todo fue bueno, en mi mente galopan momen-
tos de humillación. Cuando el profesor Guillermo Vergel, golpeó mi mano con
una regla por no haberle llevado la tarea, además autorizó a otro alumno
colocarle una tiza en cada fosa nasal y la almohadilla dentro de la boca a
Rigoberto Cárdenas como sanción por hacer bromas en clase. Pero el marti-
rio no terminaba allí, pues la Educación Física era dictada por soldados. Por
lo general las fuerzas Militares prestaban sus súbditos para las labores
cívico- educativas, estos tenían su sede a pocas cuadras del Centro educati-
vo. Atención, fir, al frente mar.... esta hora era agitada, ya que el profesor
encargado nos trataba como si fuéramos militares. Nos hacía cumplir los
ejercicios estrictamente. Al hacer flexiones de pecho no soporté la tensión
de mis brazos y caí sin poder levantarme, sentí como si me hubieran lanzado
una pedrada con una cauchera, lloré hasta llegar a mi casa y contarle a mis
padres, quienes al día siguiente colocaron la respectiva denuncia ante el
Director de la Escuela. El soldado había hecho en mi cabeza un chichón de
grandes proporciones con el escudo que llevaba su boina.

¡Ah! La campana era una platina de automóvil que permanecía suspendida de
una de las vigas del techo, una mañana mi amigo Saúl corrió a tocarla para
que saliéramos a recreo, al dar el segundo varillazo se desprendió la platina
partiéndole el brazo en forma instantánea.

Los días miércoles eran exclusivos para las tardes deportivas, nos Llevaban a
pie desde la escuela hasta los llanos del Tiber, allí jugábamos Libremente por
el campo. Mi amiga Micaela iba acompañada por su Perro, el cual cazaba
lagartijas. ¡Qué días aquellos!...

Los compañeros de escuela nos íbamos los sábados en horas de la mañana
Para la chorrera de Junín, lugar de gratos recuerdos, allí nos divertíamos
Los jóvenes de aquella Ocaña romántica, serena cuyo trinar de los pájaros
embriagaba candorosos corazones.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA
Juntos buscamos los chamizos para juntar la candela y poner la olla donde
cocinábamos un delicioso arroz de leche. Nos metíamos bajo la chorrera,
jugábamos con los cangrejos y el potecito de la leche condensada lo utilizá-
bamos para jugar al blanco con la cauchera.

Hecho el arroz, nos sentábamos alrededor de la olla, el líder del grupo nos
servía por partes iguales sobre pedazos de hojas de plátano o de malanga.
Hablamos del programa de plaza sésamo, de sus personajes Abelardo,
Enrique y Beto, del topo Gigio, de la novela de Juan Sin Miedo y de Arandú.
La topografía del terreno impedía que jugáramos al fútbol. Ese tiempo fue
fantástico. Nos gustaba mucho compartir con la naturaleza. Todos los años
por el día de San Pedro y San Pablo, nuestra ciudad se convertía en una gran
fiesta de las familias ocañeras, nos íbamos de paseo para los diferentes
sitios que eran hermosos parques naturales, que además de servir de
pulmones a la ciudad, eran el hábitat de diferentes especies como la tarulla,
las ranas, cangrejos, peces, grillos, toches, golondrinas, cardenales, azulejos
y garzas etc., con gusto nos trasladábamos a estos sitios a traer mangos,
cocotas, ciruelas japonesas, guayabas y a disfrutar de un saludable baño en
los caudalosos ríos y pozos que poseían estos lugares. Muchas veces íbamos
al Panche, otras para el Algodonal y la santa Cruz, o para Venadillo, Aguas
claras y la Ermita. En fin tantos lugares.... donde preparábamos sancochos,
arroz de dulce, cochas y turrones; muchos nos entreteníamos bajando
arrayanas u otras frutas.

El ambiente era muy sano, salíamos a trotar dos ó tres amigos y nos encan-
taba mucho la zona comprendida entre Junín, el Mortiño, Pueblo Nuevo y el
Agua de la Virgen.

A veces corríamos por la vía que de Piedra Partía conduce al Mortiño, el
trayecto en tiempo de invierno era más liso que un jabón y entre más
corríamos, más difícil se nos hacía el camino, era una vía construida por los
campesinos a punta de pico y pala. Entre más nos acercábamos, velozmente
se perdían los verdes precipicios entre la incesante neblina que envolvía la
cordillera.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA
A menudo se veían pasar grupos de hombres acompañados por perros que
afanosamente rastreaban el lugar en busca de presas. Los cazadores eran
señores conocidos en Ocaña, por lo general pequeños artesanos y comercian-
tes.

Junín era la vía principal de acceso a las montañas de la Torcoroma. Se creía
que por el camino de herradura que une la vereda del purgatorio con san
Alberto Cesar, transitaba Antón García para visitar a Santa Rita en el mes
de noviembre. En cierta ocasión un anciano del Mortiño nos contó que
después de la media noche por ese lugar, pasaba con destino a Ocaña, alguien
muy raro que devoraba lo que encontraba a su paso y la gente de la ciudad lo
denominaba la luz corredora. Era una bola de candela de grandes proporcio-
nes que emanaba rayos y truenos impresionantes. Al escuchar la historia mi
amigo Carlos Hernán fue muy escéptico, yo en cambio le creí al abuelo.
Manifesté creer en esas cosas por haber vivido una experiencia similar. Sí
yo si creo, vea...

Me encontraba jugando en el Parque de San Francisco, mi mamá vino varias
veces a rogarme que no me quedara tan tarde en la calle, pero yo era
desobediente. Siendo aproximadamente las once de la noche vimos salir por
la carrera novena una mujer dando gritos, el pánico se apoderó de nosotros,
era una mujer muy alta, como de dos metros, llevaba una larga cabellera que
cubría su rostro. De un salto apareció en la esquina de la entrada principal
del colegio Caro, y de otro salto nuevamente junto a la Plazoleta de la gran
Convención. Atónitos nos encontrábamos frente a la llorona loca, un fantas-
ma de una mujer que buscaba a su hijo en medio de alaridos de espanto.

Todos salimos despavoridos para nuestras casas escuchando los intensos
gemidos que buscaban refugio en nuestros corazones. Yo vivía en un barrio
cuyo nombre lo cambió el tiempo. Recordé que estábamos en el mes de las
ánimas, dos de noviembre. Corrí y corrí, al cruzar la esquina para llegar a mi
casa, escuché unas palabras que detuvieron mi carrera, el animal dijo:

- Júpale, júpale, vas como alma que lleva el diablo. Vi al enorme animal de
cuerpo rechoncho y orejas larguísimas. Era un asno con apariencia de
elefante, de su dentadura salían dos colmillos que se arrastraban por el piso.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA

En ese momento se fue la luz y a la mañana siguiente me encontraron
sentado en una banca de la capilla de Santa Rita. Al recobrar la razón
recordé que fui poseído por un espíritu que me levantó y me descargó sobre
los lomos de una misteriosa bestia que ayudaba arrastrar junto con cinco
más, un carruaje en cuyo interior viajaban dos hombres, uno cubierto con
sombrero de paño y capa negra, el otro bajito, gordo y llevaba rapada su
cabeza.

Las herraduras de las bestias expulsaban chispas de candela que relucían las
históricas calles de la hidalga Ocaña. Me pasearon desde el cerro de los
Muertos hasta el barrio de las Llanadas. Las desamparadas vías se ilumina-
ban más con la luz que emanaban los cuatro faroles que pendían del sigiloso
carro. La misteriosa cabalgata dio la vuelta por Tejarito, subió por la calle
del Embudo y entró a la capilla de Santa Rita; en la parroquia desaparecieron
los animales, los dos hombres se arrodillaron y elevaron plegarias.

Carlos Hernán y yo éramos muy amigos desde que estudiábamos en la escuela
Kennedy, su papá le enseñó a trabajar a temprana edad “El trabajo engran-
dece al hombre dándole estabilidad y compensación por la labor ejercida “le
decía. ¡OH! Mi mente está allá y está aquí. Recuerdo que en Ocaña existió un
almacén donde vendían aparatos y repuestos eléctricos denominado el
Apagón, Carlos Hernán me comentó que en cierta ocasión entró a dicho
almacén a solicitar empleo y que afortunadamente en ese preciso momento
don Juan, el propietario carecía de ayudante. Hacía rato había llegado un
pedido de manguera de varios diámetros, tocaba bajarla del camión y llevarla
a la bodega ubicada en el mezanine.

Alegre y apresurado se dirigió Carlos a cumplir con la orden que recibió de
su patrón, la manguera venía en forma de círculo y los rollos eran demasiados
pesados; sin embargo la misión se realizó quedando satisfecho don Juan.
Estaba exhausto y le tocó aceptar que la patrona le ordenara barrer,
trapear y limpiar el polvo de las vitrinas. Sara se llamaba la señora de don
Juan, la cual era culpable de que nadie se amañara como empleado de ellos,
terminada la jornada a las seis de la tarde, se le recomendó venir al día
siguiente vestido con una ropa más gastada, había que poner en orden la
bodega.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA
Carlos Hernán llegó a su casa rendido, después de comer se acostó y quedó
tan dormido que ni el ruido de la tormenta que cayó en la madrugada lo
despertó. A él no le gustaba tanta presión ejercida por la señora, era muy
obsesionada por encomendar funciones. Al día siguiente luego de acomodar
tanto desorden que había en la bodega, sin descanso pasó máquinas de un
lado para otro, lo mismo motobombas y cierras. Al llegar a su casa a almor-
zar, sus padres lo notaron muy agobiado y le solicitaron se retirara del
almacén; tan sólo tres días trabajó en el Apagón y le reconocieron dos pesos,
los cuales le alcanzaron para una cola y un brazo de reina.

Carlos tenía un primo comerciante distribuidor de víveres, viajaba por los
pueblos de la costa, de allí traía pescado salado, coroncoros, queso, galápa-
gas y huevos de tortuga, para ganarse algunos pesos salía con dos peroles
llenos de coroncoros fresco. Toc, toc, toc, - ¿compran el coroncoro fresco?
Así trabajaba hasta vender el último coroncoro.

Todavía no he terminado de beber el chocolate, mis brazos son fuertes, ¡ya
soy un hombre! Que dura realidad, pero no puedo olvidar mi amigo; él nunca
desmayó en su objetivo de salir adelante, me enseñó que poco a poco se va
lejos, y que a cada quien se le daba según sus obras, que la cortesía, la
bondad, la justicia y el amor eran las ideas primarias de las relaciones
humanas, que Dios a través del amor dotó a cada cual con un don especial.
Sí, su talento era la pintura, así que se dedicó a perfeccionar sus obras para
exponerlas y venderlas, con la venta le encontró salida al problema económi-
co, pero se sentía inútil y egoísta, él quería contribuir al mejoramiento de los
problemas de su comunidad.

En cierta ocasión me dijo:
Si miramos hacia la llanura, veremos el ganado reunido alimentándose del
pasto tierno; éste lo comen hasta hartarse y bien pueden echarse y levan-
tarse de nuevo cuando lo necesiten. Ellos no tienen elección para una
especial forma de vida. El hombre normal persiste para alcanzar una vida
feliz y buena, él es un ser social, pero desafortunadamente hay quienes
están enfermos de la mente y son gestores del cambio.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA
En las ciudades no hay tierras para la ganadería y la agricultura, todas
fueron cubiertas por el ladrillo y el cemento, ya no hay fuentes de empleo,
intelectuales y campesinos viven en un constante desespero; vemos los
parques llenos de desocupados. Cuando se carece de alimento, vivienda,
educación y salud, se genera violencia; nuestros representantes deben tomar
conciencia que mientras no se trabaje en bien de la comunidad, se estará
muy lejos de la paz. En gran parte la precaria situación en que se vive es
consecuencia de nuestros malos hábitos.

La mente me da vueltas y siento nostalgia por mi tierra ¿Qué paso con la
Ocaña legendaria de mitos y leyendas? “y la leyenda remata que el jinete
misterioso, a las doce en punto de la noche, frenaba su cabalgadura frente a
la capilla de Santa Rita, para cumplir su penitencia irredimible”.

¡OH! Regreso a la banca y allí sentado veo a Antón García con Teófilo su
ayudante arrodillarse ante el altar. Se nubló mi vista y dormí hasta la aurora.

Yumes, me escuchas.... soy Jaime el enviado de Dios ¡Escúchame! Llamo a tu
conciencia para que te interrogues sobre Dios y el hombre. No temas, una
luz guiará tu sendero. ¿Ves lo qué ha hecho de ti la autosuficiencia? Un
hombre soberbio, que desprecia a los demás, te inclina hacía el odio, la
venganza y la violencia. Además estás pagando con dolor los errores cometi-
dos.

Sí señor, usted tiene razón, yo lo entiendo, y siento correr lágrimas que
rompen mis temblorosas manos. Recuerdo su grato paso por la vida. Me
siento orgulloso de haberlo conocido, fue usted la estampa del corazón
noble, sincero y misericordioso. Irradió tanta luz al camino de hombres que
como yo, estuvimos sumergidos en el fondo oscuro de las perversas pasiones.

Siendo un mensajero del creador, sembró en las mentes de muchas personas
el mensaje de la salvación, educando al pueblo, previniendo su ingreso al
pantanoso mundo de la frustración y del miedo.

Son muchas las personas que andan buscando con ansias la muerte, creen que
no se puede vivir son placeres malsanos, desconociendo que van como buey al
matadero, todo aquel que vive en el mundo de los vicios.
102
ENTRE EL SOL Y LA LUNA
Usted Jaime, a pesar de su juventud, ayudó a formar hombres libres, pero
desafortunadamente algunas veces se halló frente a oídos sordos que no
aceptaron sus palabras.

Pasó tan rápido su peregrinaje evangelizador, como el fugaz relámpago, pero
a diferencia del trueno que causa temor por las desgracias que pueden
producir las tormentas.

Tu paso en cambio dejó marcadas las huellas de la razón, la virtud, la
sensatez conduciendo al hombre a la libertad, ¡oh santo espíritu de mi amigo
Jaime! Le suplico en nombre del Altísimo guiarme a través de la sabiduría
divina. Estoy seguro que al igual que otros santos goza de la felicidad en la
presencia de Dios.

En medio del éxtasis me fue entregado un pergamino, las letras doradas
reflejaban su brillo sobrenatural: - “Dios te llamará a cuentas y te juzgará
de acuerdo a tu comportamiento, permanecerá ardiendo la fragua para
moldear al necio”.

Yumes apretó el tesoro junto a su pecho y con asombro lo guardó: La voz de
su amigo lo sacó de la abstracción.

El hizo al hombre a su imagen y semejanza, pero el hombre abusó de la
inteligencia al desbordar sus propios instintos generando la maldad. Puedes
comenzar a interrogarte y debes encontrarle sentido a la vida, como puedes
ver existen plantas medicinales y ornamentales, también existen venenosas.
Hay hombres santos, sabios, serviciales, incluso malvados y perversos.
Animales salvajes y otros apacibles, hay animales que como algunos hombres
varían sus reacciones, unas veces buenas, otras malas. ¿Podrá el señor
supremo juzgar a la hiena, a la pantera, al jilguero, al caballo u otro animal?

No, ellos al carecer de reflexión e inteligencia, no tienen la oportunidad de
evitar producir dolor, llanto, hambre y desolación.

Yumes, ríe y confundido reflexiona:
¡Qué gran paradoja es el mundo, y que antagonismo se vive!
103
ENTRE EL SOL Y LA LUNA
No matarás! Expresó Dios al hombre, pero Caín ya había saciado su instinto
homicida en su hermano Abel. Primero hubo crimen y luego la ley. ¿Si fue
creado el hombre a imagen y semejanza de su propio hacedor, será acaso el
santísimo cruel y malvado? ¿Será entonces el creador del mal?

¡No!, el hombre es el autor del espíritu malo, al desbordar sus instintos
naturales, la maldad se transmite de generación en generación, el hombre a
través del poder de la maldad se vuelve ejecutor de la obra más maléfica:
Satanás. Y éste exhorta al hombre a hartarse de sangre, sangre que
mancha las calles, que brama en los pueblos, que silencia el canto alegre de
las madres, sangre que apaga la vida y turba el pensamiento del poeta.

Te das cuenta Yumes, como el hombre siendo poseedor de la inteligencia y
del don divino de la reflexión, se asemeja a las piedras y a los animales
cuando no se valora como persona. Quiero que quede muy bien claro en tu
mente que debes valorarte, eres el ser más importante de la creación; por
ser hombre, eres un ser racional siempre y cuando practiques los principios
que te dotarán de sabiduría. Recuerda que la vida es una empresa, donde tú
eres el ayudante del gerente (DIOS), hay un espacio dentro de tu ser,
similar a una cabina telefónica, éste es portador y receptor de mensajes,
desde allí logras comunicarte con el gerente propietario de la vida. Ese
espacio es el alma o espíritu de Dios. La empresa es tan democrática que te
dio libre albedrío. Tu empresa parece que no tuviera organización, pues
abusas tanto de la libertad que llegas a cometer errores cuyas consecuen-
cias pagas con el sufrimiento. Cuando olvidas que tu espíritu debe ser
subordinado por el espíritu del creador, cortas la comunicación con el patrón
y tu proceder es autónomo. El Omnipotente quiere que el hombre actúe de
acuerdo a su voluntad. Que permita crecer dentro de sí, el alma, ya que ella
es la vía de enlace entre él y el hombre. Ella es divina, prevalece subsistien-
do como un ángel después de la muerte.

Generalmente el hombre actúa irracionalmente al no serle fiel a Dios, él
desde sus primeros años se interroga por el misterio que lo envuelve y
profundiza más en sus preguntas sobre su ser y permanencia en el mundo
cuando adquiere conocimiento tras un proceso de estudio, o al despertar de
una vida equivocada, producto de dolorosas experiencias. El nace para ser
104
ENTRE EL SOL Y LA LUNA

libre, el pecado y la ignorancia manipularán su vida. Como uno de los fines del
hombre es la felicidad, él a través de la ignorancia cree encontrarla en las
pasiones mundanas.

Su mundo interior experimenta una felicidad efímera, seguida de terror,
frustración, locura o muerte. El pecado lo enceguece y no puede ver más allá
de las sombras. La ignorancia aleja al hombre del bien, por lo tanto lo lleva al
mal. Entre más ingenua sea la apersona más esclava se vuelve de los malos
hábitos, se aliena a los vicios que degradan su alma. La vida del hombre es un
misterio cuando la ignorancia lo mantiene en la oscuridad, a medida que llega
al fondo del sufrimiento, el dolor se encarga de permitirle interrogarse por
su situación.

Lo ideal es que toda persona viva bien, sana de la mente y del cuerpo, que
goce de equilibrio emocional. Cuando el hombre se percate de su errado vivir,
debe buscar una actitud transformadora de lo existente. Por este motivo
existen unas personas diferentes de las otras, unas insignificantes, otras
sobresalientes. El hombre debe trascender, proyectándose al objetivo de su
creador, debe apreciar su cuerpo, ya que fue escogido para ser el templo del
Espíritu Santo.

¡Ahora despierta!, espero que aproveches la gracia de tu Dios, yo sólo soy su
mensajero. No olvides “Cuando caigan las vendas que cubren los ojos de la
ignorancia, se abrirá la brecha por donde se observará el amplio camino de la
esperanza hacia un mejor mañana”.

En ese momento, se escuchan los repiques de las campanas de la iglesia para
anunciar las cinco de la mañana, hora en que los feligreses acostumbran a
subir con el sacerdote al Santuario de las Gracias de la Virgen de Torcoro-
ma. Los campanazos despertaron a Yumes del inmenso sueño. - ¡Oh ¡ Señor
infinitas gracias te doy, gracias señor por una nueva oportunidad.

Yumes reclinó su cabeza en la almohada y por el vetusto techo pasaban las
imágenes de un niño con una pelota de trapo. No era de día, no era de noche,
era el horizonte con una luz nueva.
105
ENTRE EL SOL Y LA LUNA

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Entre el Sol y la Luna

  • 1. 0 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 2. 1 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 3. 2 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 4. 3 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 5. 4 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 6. 5 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 7. 6 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 8. 7 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 9. 8 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 10. 9 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 11. 10 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 12. 11 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 13. 12 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 14. 13 ENTRE EL SOL Y LA LUNA EL OSO DE PELUCHE El oso de peluche está Barrigón reposa en mi cama sobre el almohadón está viejo mi oso, patón y panzón y aún soporta mi Juego burlón. Vuela por el cielo siendo un gordinflón y le canta a la luna como un ruiseñor. Que hermoso es mi oso mi amigo glotón reposa en mi cama sobre el almohadón.
  • 15. 14 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 16. 15 ENTRE EL SOL Y LA LUNA MARIPOSAS Lindas mariposas ¿para dónde van? a ver unos niños en el manantial. ¿Y por qué llevan sus vestidos tantos colores? porque llevamos las fragancias de las flores. Ven arco iris vamos a volar nos esperan los niños en el manantial llevémosles cantos, alegría y paz y muchos Regalos es navidad.
  • 17. 16 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 18. 17 ENTRE EL SOL Y LA LUNA MADRECITA Que viva la risa que viva mamá que viva mi alma alegre y jovial. Saltando las briznas salpican mi manto y yo dando un salto me alegro de espanto. Es mi madre tierna en invierno o en verano ella es mi refugio, es amor sagrado.
  • 19. 18 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 20. 19 ENTRE EL SOL Y LA LUNA BAILAMOS LOS NIÑOS Bailamos los niños al son del güau güau y un gatito canta miau miau miau. Escuchemos el felino miau miau miau escuchemos el canino güau güau güau. Si cantan a la ves movamos los pies si cantan como hermanos movamos las manos. Bailemos los niños al son del güau güau y un gatito canta miau miau miau.
  • 21. 20 ENTRE EL SOL Y LA LUNA DESPERTÓ EL BEBÉ Despertó mi niño, despertó mi amor, ya salió la aurora, ya salió el sol. Yo le traigo el tete, le cambio el pañal, lo arrullo en mis brazos; es calor de hogar ... Es mi niño hermoso, mi vida, mi luz, por el vivo alegre despierta en su amor. Arrurrú mi cielo, arrurrú mi amor, eres tu la aurora eres tu mi sol.
  • 22. 21 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 23. 22 ENTRE EL SOL Y LA LUNA COCOTASA Verdes o maduras coquetean ociosas balanceándose en las ramas las cocotas. Olle cocotica ven a mí quiero saborear tu pulpa carmesí, vuelves agua mi boca ven y roba mis besos cocota verde o madura reina de los Ocañeros
  • 24. 23 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 25. 24 ENTRE EL SOL Y LA LUNA MI MASCOTA BANDIDO Bandido salió de casa, se extravió mi juguetón era mi dulce mascota rabialegre y orejón. ¿Dónde andas perrito dulce? ven a ladrar al sol ven y andemos por el campo ven y canta una canción.
  • 26. 25 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 27. 26 ENTRE EL SOL Y LA LUNA MI GATO Y SU NOVIA Mi hermoso gatito se fue a pasear en busca de presa para almorzar. El vuelve a mi casa alegre y brincón trayendo a su amada un pequeño ratón. Brincando la cuerda patean el balón corren por las tejas saltando al balcón.
  • 28. 27 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 29. 28 ENTRE EL SOL Y LA LUNA LA NENA Y EL SABUESO ¡Hola perrito! ¿cómo estás? batiendo la cola, para no ladrar. ¿Por qué no ladras? ¿qué sucede?. Los gritos generan violencia, me estresan, me enfurecen. Ven entonces vamos a jugar silbando y cantando hasta el manantial. ¿Sabes qué? tu lenguaje me encanta; ladra a la luna, ladra al sol, al lucero y al ruiseñor, ladra con amor, con ternura, con sencillez y simpatía... así los niños te abrazan y los ancianos te miman, tu corazón vibrará de gozo y tu hogar de alegría. De acuerdo lindo sabueso; si los gritos generan violencia, nos estresan, nos enfurecen, al contrario el juego y el silencio, nos sosiega, nos relaja, nos colma de placidez y de paz.
  • 30. 29 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 31. 30 ENTRE EL SOL Y LA LUNA EL SUEÑO Y LA AURORA Duerme embelesada la aurora por el rocío que cubre a la ciudad. El huerto solloza en el silencio, no visita a la flor el colibrí. Notas musicales escapan del naranjo, hermosas melodías se escuchan en el altar ¡levántense niños! que ya amanecióvayan a la escuela que ya salió el sol. ¿Por qué llegan tarde? les dice el maestroy tiritando contestan al gran sabiondón: cegaron a la aurora inmensos nubarrones,penetraron las briznas en el huerto y los pajaritos se alejaron del jardín. Nos despertaron muy tarde las ranas cantoras, las mirlas silbudas, el joven piscingo y el conejo bailón. Excuse el retardo señor profesor comience la clase que ya salió el sol.
  • 32. 31 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 33. 32 ENTRE EL SOL Y LA LUNA VUELA, VUELA, ASNO VUELA El cobarde Sancho anda en su burrito muy raudo y muy pancho. No andes tan deprisa le dice el Quijote me rasca la panza y también el bigote. Que pena don Quijo, al pobre borrico le fallan los frenos de debilidad. Es un burro viejo flaco y desnutrido no puede parar... Baja pronto Sancho te veo por el aire sobre un armazón. Ya no tiene ancas ni rabo, ni orejas, es un esqueleto veloz y burlón. Muy alarmado y lleno de coraje saltó del pollino dañando su traje. No tiembles de miedo temeroso amigo, ponte mi armadura y venera la osadía. Perdone usted, honorable caballero... amaré el poder, el valor y la osadía, para apoyar al débil y refugiar al despojado. ¿ Qué dijera el ilustre Miguel de Cervantes Saavedra al enterarse que el borrico del Quijote, prefirió volar para no morirse de hambre?
  • 34. 33 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 35. 34 ENTRE EL SOL Y LA LUNA EL LLORÓN El niño del señor Arturo lloró en el solar porque un guineo maduro él no le quiso dar. Hubiera saboreado un guineo maduro si fuera obediente con el señor Arturo.
  • 36. 35 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 37. 36 ENTRE EL SOL Y LA LUNA FRANCHO Y LA MARRANA Francho el come libros se fue una mañana en busca de un grillo y de una marrana; se perdió en el monte, aprendió a saltar y a convivir con la marrana en El corral. Se veía rechoncho, mal oliente y sucio cuando lo encontraron en el lodazal. Con gruñidos atemorizó a su familia; porque quiencon cerdos andaa gruñir Aprende.
  • 38. 37 ENTRE EL SOL Y LA LUNA LA GALLINA Y LOS GALLOS La gallina de gallo subió al gallinero y una gavilla de gallos halló; le dieron galletas los gallos gallardos, y en su gañir, gallinaceó un gañán por el gañote. Y el gallo de galli está en la gallera hiriendo en el gañote a un gallo gañán. Apresúrese primo le dice el gallito al galludo gallo del gallineral, corra al gallinero donde a su gallina mantienen cautiva los gallos gallardos de aquella gavilla que ofrece galletas al gañir de las gallinas en el gallinero cuando su gallo galludo está en la gallera hiriendo a otros gallos en el gañote.
  • 39. 38 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 40. 39 ENTRE EL SOL Y LA LUNA UN COCHERO CARPINTERO No es un cochino sino un coche el que posee el cochero carpintero en la cochera; es un coche de cedro dice Pedro si fuera un cerdo, el cochero carpintero no lo tendría en la cochera sino en la cochinera.
  • 41. 40 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 42. 41 ENTRE EL SOL Y LA LUNA LUNA LUNITA Luna lunita, luna lunota río de amor, rostro de novia ven a cantar, noche de ronda. Luna lunota, luna lunita ven a mis brazos dulce niñita alcázar de luz, tenue sonrisa preclaro rocío de la vigilia. Luna lunita, luna lunota relumbra tu imperio en las sombras, alcázar de luz, tenue sonrisa ven a cantar, es noche de ronda.
  • 43. 42 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 44. 43 ENTRE EL SOL Y LA LUNA CHUNGA Y LA CHIQUILLADA Chunga el amigo de Chola pidió una chuleta al chico chiflado de la choza de don Chucho. El chico bien chusco le jugó una chulería al chicano chupatintas al servirle en vez de chuleta un chuzo de chivo con chorizo acompañado con chicha. ¡Esto si que es una chiquillada bien chinchorrera y chocante! exclamó Chunga; que chacota tan charada la del chulo, la próxima vez no le pediré una chuleta, sino un chuzo de chivo con chorizo; a la larga el chamaco por andar de chascarrillo me sirvió un chuzo chévere de chivo y seguramente el chorizo era de un chancho bien choncho.
  • 45. 44 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 46. 45 ENTRE EL SOL Y LA LUNA MI PERRO TATU A mi perro Tatú lo bañé esta mañana y en medio del frío le dio escalofrío. Hoy está enfermito dormido en la cama de corbata roja y camisa dorada. A mi pobre perrito le duelen los dientes no abre sus ojos no toma caldito ni come spaggetis. Ahí está enfermito dormido en la cama le tiembla su cuerpo no come, ni ladra.
  • 47. 46 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 48. 47 ENTRE EL SOL Y LA LUNA VUELA CANARIO VUELA Vuela canario vuela donde no te alcance el niño ingenuo con las piedras. Vuela canario vuela donde no te alcance el torpe hombre y su vileza. Vuela canario vuela llena con tus cantos melodiosos el oculto ´ vergel de mi vereda.
  • 49. 48 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 50. 49 ENTRE EL SOL Y LA LUNA UNA TRAGONA Tras tragar un trozo del tronco tronchado, la bestia trastabilló trémula en el tramo que va de la tranquera hasta el trapiche. Que trance el que pasó por tragona... si sigue así terminará tragándose la tranca de la tranquera que sostiene el tragaluz de la trastienda, y meterse un tremendo trastazo al armar la tremolina.
  • 51. 50 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 52. 51 ENTRE EL SOL Y LA LUNA EL GRAN CABALLERO Y LOS CABALLOS. El caballerizo caballero que guió la caballeriza, para ser tan caballerete es muy caballista. Al calcular por la cachaza que expulsan los caballos al pasar por la cañada, cuantos calamitosos caballos sufren calambres en el calcañar.
  • 53. 52 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 54. 53 ENTRE EL SOL Y LA LUNA EL CARRETERO Y SU CARRETERÍA El amigo Carrasca fabrica carretas, carretones y carretillas a los carretilleros. Cualquiera confunde la carretería con la carpintería pero él es carretero; razón por la cual va de carrerilla por la carretera a su carretería y no a la carpintería por no ser carpintero.
  • 55. 54 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 56. 55 ENTRE EL SOL Y LA LUNA RÍO CRECIDO El río de mi pueblo cuando sube su Caudal arrastra sobre sus lomas muchos troncos, enseres, gallinas, cerdos y escombros... Subamos al puente dile a Vicente a ver más de cerca la extraña creciente. Lleva tres bandejas dos burros cojos y dos vacas viejas. Vendrían de Villanueva o vendrían de Tejarito llevan la piel sin marca y sus ojos dormidos. ¡Miren! se entró el agua donde Toño y donde Hernán quien sabe donde Nando si las gallinas y los patos los dejaron sin guardar. ¡Oye papá!¿por qué el río siendo tan bravón, no perjudica las altas casas de Sabastopol?. Porque allí la roca al ser pan de jabón refresca su aliento el agua con la luz del sol.
  • 57. 56 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 58. 57 ENTRE EL SOL Y LA LUNA NOCHE SIN LUNA Cantan tus labios rojos la infantil canción de cuna donde aquella noche sin luna, durmieron tus claros ojos. Estaban los días lluviosos habían nacido las flores y desde el cielo los colores pintaron tus labios rojos. Y al paso de los años la infantil canción de cuna duerme aún la noche oscura sobre tus cándidos sueños.
  • 59. 58 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 60. 59 ENTRE EL SOL Y LA LUNA EL CARNERO El humilde carnero calló en el granero y ni un solo grano de maíz encontró. Contento el granjero lanzó en el granero un puñado de granos de sorgo y arroz. Corre corre carnero le grita un ternero no comas los granos de sorgo y arroz. Sus ojos brincaron sus dientes vaciaron la dulce carnada que el hambre ignoró. Calló dormida la tarde junto aquellos briosos pasos y del carnero hecho pedazos el granjero comió.
  • 61. 60 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 62. 61 ENTRE EL SOL Y LA LUNA LASILDA Ladra, ladra, ladra la perra Lasilda al verse en la sombra la trompa muy chica. Ven cachorrita le dijo copito el perro más cholo de esa región; juguemos al trote, bajemos los cuadros, dañemos los muebles, hagamos gran fiesta en este salón. Yo no hago desorden contesta lasilda y de un solo golpe le cierra el portón. Yo quiero a mis amos yo soy su bebita me besan, me abrazan, me duermen, me miman ...
  • 63. 62 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 64. 63 ENTRE EL SOL Y LA LUNA LA VIEJA Y EL PERRO Entraron los ladrones y ni una losita en la casa dejaron, al llegar los patrones mi corazón tambaleaba pues ni un corotico en la sala encontraron ¡oh! ¡nos robaron! la vieja exclamó: y yo tan confiada en el fiero perrón. Ataron mis patas al árbol de mango y una fuerte surra mi amo emprendió. Rodearon la casa, las mirlas, las garzas y hasta un gallo fino en la cima cantó. No seas inhumano cara de marrano ¿no ves que la vida le vas a quitar? baja ese garrote narices de ciote deja a nuestro amigo sus voces ladrar.
  • 65. 64 ENTRE EL SOL Y LA LUNA EL TROLERO Al escuchar los triunviros el traqueteo del troquel troquelando monedas en el triunvirato, avisaron a la tropa, armándose una trifulca al tocar de la trompeta. Fue una falsa alarma, había sido el muy trolero del soldado tristán el que armó semejante trochemoche por andar con triquiñuelas.
  • 66. 65 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 67. 66 ENTRE EL SOL Y LA LUNA LOS ZAPATOS Son vagabundos que van por el mundo sumisos y atados a los pies cansados. Del zapatero no se escapan si la pobreza les abriga mil tachuelas clavarán en su cara y su barriga. Acaban su ser las andanzas sin consuelo y la vana ilusión de volver a ser nuevos. Pobres zapatitos ya chonetos, ya arrugados y viajan por el mundo con los pies cansados. Una inútil zuela y un gran agujero quedan de sus pasos en el amplio suelo.
  • 68. 67 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 69. 68 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 70. 69 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 71. 70 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 72. 71 ENTRE EL SOL Y LA LUNA EL NIÑO Y EL MONJE Al niño le gustaba que su mamá a la hora de dormir le contara cuentos; ella lo complacía narrándole los cuentos que le enseñaron en la infancia. En un hogar de recién casados tenían una pareja de perritos. Día y noche los cuidaban como si fueran sus bebés. La madre creyó que el niño estaba dormido, se levantó a cerrar la puerta; en ese momento dijo el niño -¿por qué te vas mami? No, no voy a ninguna parte, sólo cierro la puerta para que no entre frío. -¡Mami! ¿pero qué sigue en el cuento? -La pareja de perros tuvo durante los años siguientes 98 perritos y los niños que nacieron y crecieron en ese hogar nunca permitieron vender o regalar las mascotas; así fue como el señor de la casa se ingenió construir un puente para unir el solar de la vivienda con el lote del otro extremo. La amplitud del solar facilitó la hechura de una granja donde el ambiente tan agradable que inspiraban las variedades de árboles y flores, les hacía sentirse como viviendo en un bosque, donde la hierba fresca, los riachuelos y centenares de mariposas daban a la vida un encanto divino. Los ronquidos del niño embargaban de dulzura el dormitorio. El niño veía pasar los perros sobre el puente de un lugar a otro, le dio por contarlos uno, dos, tres, nueve... Como pasó de rápido mi infancia. La fetidez de la ciénaga me hace añorar los ratos buenos que pasamos en la fértil ribera de ese entonces. Qué hermoso fuera regresar a la cañada y a esos inmensos solares sembra- dos de plátano, ciruelas, mangos y patatas que cuando crecía el caudal eran arropados por las alegres y ligeras aguas.
  • 73. 72 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 74. 73 ENTRE EL SOL Y LA LUNA Allí la rutina fue rasgada por el variado colorido de los loros y las guacama- yas; hasta los grillos, los sapos y las ranas nos regalaron su tesonera y aguda aflautada como signo de participación en aquellas desiertas noches de vigilia. Pasó el tiempo y no se pudo detener la modificación del ambiente y el avance de la tecnología. No percibí el momento en el cual el caudaloso río de mi pueblo se convirtió en un pestilente y descomunal depósito de alcantarillas. ¿Qué hacer? ¿Qué fue de los grillos, los sapos y las ranas? ¿Para dónde se irían las guacamayas y los loros? La realidad es que se ha sufrido un cambio. La supervivencia depende de otros. Ya no era aquel niño entretenido con los dulces de la vida, era un hombre meditando sobre una banca de lo que una vez llamamos parque. Sobre las ruinas, frente al panorama desolador de la sangrienta guerra, veía oscurecerse más la acción destructora que azota y arrasa la fauna y la flora. Las noticias mostraban como diferentes especies de aves y de peces por millares flotaban sin vida sobre el agua, los ríos se asfixiaban inundados de petróleo. Ligada a tanta insensatez, la corrupción inundaba desde las altas esferas del gobierno, el soborno y la falsa politiquería hacía que se viviera en una completa anarquía. Algunos maestros se dejaron contagiar y alejaron de su profesión los valores éticos y morales abundando entre la juventud la proliferación de pandillas delincuenciales. El pueblo tenía hambre, no había empleo, muchos para poder subsistir traficaban con aves, tortugas y otros animales. Sin escrúpulos cortaban los árboles para vender la madera a las grandes y pequeñas industrias. No había autoridad que controlara semejantes estragos. El árbol que había frente a la entrada del colegio no escapó de los vándalos dementes que no se percataban del daño ecológico que ejecutaban; yo lloré la muerte del árbol; él era fuerte, alto, siempre albergaba los pichoncitos en los nidos y sirvió de columpio a los niños.
  • 75. 74 ENTRE EL SOL Y LA LUNA Ahí jugábamos bajo la sombra y le dábamos de beber a sus raíces en verano, desde su infancia entregó su mirada al cielo para no ver trepar entre sus ramas el canto gozoso del hachero. - ¡No me destruyas! Exclamó el árbol, no seas traicionero como el cuervo ¡baja el hacha por favor! Siente mi alma en tu alma, apiádate de mi sutil follaje que cuando por mi lado pasas un refugio siempre encuentras. Tras, tras, tras... La frialdad destruyó la morada de los pájaros, las lágrimas de los niños recuerdan la angustia del árbol cuando caían indefensos los ramajes floridos que purificaban el aire, su llanto fue en vano, el leñador no escuchó los latidos de su alma, sólo se oía el crujir de las ramas al destruirse el hábitat de varias especies. Tras, tras, tras... el hachero al igual que las raíces estaba sumergido entre la tierra, en cambio el árbol con su verde plumaje lleno de luz y esperanza constantemente tenía puesta su mirada al cielo. Ellos avanzan con su misión destructora, secaron los pozos y acabaron con el bosque donde habitaban las garzas, con grandes máquinas destruyen la montaña, la saquean de materiales para construir edificios y casas; los pajaritos vuelan y vuelan de un lado a otro, la violencia del hombre ha devastado sus viviendas. Se ataca la naturaleza para conquistar espacios nuevos que permitan cons- truir con cemento carreteras, terminales de transporte, coliseos y grandes ciudades. El hombre sigue en la tenaz e incansable labor de pavimentar la tierra. Aún me encontraba en medio de la aflicción cuando a cierta distancia observé a un hombre que venía a paso lento, envuelto en una sotana blanca con franjas moradas, de donde fluían rayitos de luz; su cabeza era adornada por un sombrero blanco de copa que cubría parte de su rostro. -¿A dónde va usted? Me preguntó luego de ver tanta desolación. -En busca de Dios, le respondí. ¿Y cómo es él? ¿Dónde crees poder hallarlo?
  • 76. 75 ENTRE EL SOL Y LA LUNA -¿A Dios?- Lo único que sé, es que es un espíritu que se manifiesta a las personas a través del amor y la justicia, que lo puedo encontrar al escuchar sus palabras, al contemplar la arboleda, al ayudar al anciano y al tender la mano al desvalido. -Ve con él, sigue sus pasos, Dios está contigo replicó el monje. En mi interior comenzó a relampaguear la chispa de la sabiduría; sentí terror, rencor y a la vez amor; terror ante el holocausto sumergido entre mis ojos, rencor por la ignorancia y perversidad del hombre, y amor por el resto de la comunidad indefensa que debido a la vulgar y mediocre educación impartida, se devora así misma arremetiendo contra la naturaleza. Desperté a la realidad, son tantas las cosas que se encuentran fuera de lugar, que persiste la asquerosidad y la deshonestidad logrando los objetivos propuestos. Esto causa desespero y junto con otros observadores uno se interroga si todavía se podrá rescatar el mundo de tanta inmundicia. Creo que sí, aunque no sea en su totalidad, si cada uno hiciera la parte que le corresponde; comenzando a arreglar su propia vida. El tiempo transcurre y no podemos detener el progreso de la tecnología, el hombre seguirá modificando el ambiente como una alternativa para vivir con mejores comodidades. El hombre de hoy no puede renunciar y menos eliminar todo lo que la inteligencia humana ha hecho. Sería una pesadilla despertar y vernos desprovistos de las grandes ciudades. No hallar los conglomerados, no contar con medios de comunicación, con energía eléctrica, ni buses, ni taxis, mucho menos estaciones de gasolina, sólo mirar a nuestro alrededor en vez de asfalto y cemento nubes de polvo y piedras. Ignorar los aeropuertos, las estaciones de taxis, los colegios y universidades. Es cierto que para alcanzar la actual civilización, el hombre se ha visto en la necesidad de sacrificar su propia vida y la de otras especies. Lo ilógico es que lo que se ha logrado construir y modificar a través de la
  • 77. 76 ENTRE EL SOL Y LA LUNA inteligencia; se derrumbe en segundos siendo insensible ante los graves perjuicios ecológicos y ante la violenta destrucción de la humanidad. Regresó a la plaza, cruzó el umbral hasta llegar a un bosque; escuchó el corazón afligido de un desplazado; su congoja habitó el dulce sentimiento de una bestia. Era un copetón que sin hallar que comer, alocado y debilón se encontró con un corcel al cual sin perder tiempo dijo: ¡Apiádate de mi buen caballo! dame algo que comer, mi pueblo está azotado por la hambruna, brotan truenos en la tierra y lluvias de fuego invaden la montaña, nubes de peces mueren en los lagos y corre el petróleo bramando sobre el agua... por un momento el caballo dejó de galopar el maíz entre los dientes, la sombra de la sensibilidad cubrió el bongo tupido de alimento, ¡ Oh vida ! exclamó el corcel; millones de granos cultiva la llanura en estos bosques inmensos que circundan la cascada; ella produce para pobres y ricos, para que todo ser viviente pueda subsistir: Anda mete tu pico en el bongo hasta saciar tu aliento y ve a traer tu prole a convivir con nosotros. Eres muy hospitalario hermano corcel, más entendido que el niño y el hom- bre, ellos gozan viéndonos en cautiverio o durmiendo bajo el fuego de su terrible insensatez expresó el pajarito. Luego de evidenciar y meditar sobre las calamidades creadas por el mismo hombre; decidí levantarme de la banca y dirigir mis pasos hacia aquella dádiva infinita de la luz que ofreció mi libertad. A pesar de nadie estar excepto de convertirse en víctima del provocado deterioro de la vida; llevo la misión junto con otros observadores comprometidos, de educar para preservarla a través de la palabra y el ejemplo. La oscuridad de la ciénaga persiste en detener mis pasos, pero la llama encendida en mi espíritu me incentiva a persistir en la constante reedifica- ción de mi personalidad, ya que el trinar de los pájaros martirizados siguen lanzando sobre el horizonte bostezos con olor a muerte.
  • 78. 77 ENTRE EL SOL Y LA LUNA EL ÁGUILA, EL BUEY, EL CERDO Y EL GATO. Narrador: En una tierra muy lejana de su habitad se encontraba un águila cabizbaja y triste porque sus alas fueron cortadas el día que un cazador le arrebató la libertad. El gato: ¡miau, miau! ¿Qué hace por aquí una aguilucha como tú? ja, ja, ja, ya ni vuelas, no te igualas ni a las gallinas, no sirves ni para sacar lombrices. El cerdo: ¡Oi, oi, oi! Vete de aquí miserable águila, interrumpes mi sueño El buey: Estropeas mi trabajo sal pronto de mi parcela, aquí no empleamos inútiles. Narrador: El águila no había perdido la fe de salir adelante a pesar de ser rechazada y vista como una cretina que fracasaba en todos los vuelos que intentaba; pero el dolor que emanaba de tanto desprecio y humillación le daba el valor suficiente para reiniciar entrenamientos de vuelo a medida que su plumaje crecía con el brillo de la esperanza de trepar las alturas. Un día citó a sus vecinos al salón comunal y les dijo: Águila: He visto en ustedes el espíritu de la pesadez, son amantes de la esclavitud y quisieran vivir como los reptiles arrastrándose por el suelo; como ven, de tanto perseverar he logrado sostenerme en el aire y atravesar el espacio por mucho tiempo.
  • 79. 78 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 80. 79 ENTRE EL SOL Y LA LUNA Sin hacer alarde de mis triunfos quiero enseñarles a volar y a conocer la libertad; no tendré en cuenta el menosprecio de ustedes cuando más los necesité. Gato: ¡miau, miau! Lo siento amiga águila, no puedo acompañarte, hoy tengo un partido de tejo. Cerdo: ¡Oi, oi, oi! que pena pero estoy urgido de ver un programa en la televisión, además estoy trasnochado y dormiré toda la tarde. El buey: ¡Oh no! No tengo tiempo, pisotearé el barro y luego me iré a beber unos tragos con unas amigas. Narrador: Pasaron los meses y en los primeros días de diciembre, vio don gato los expendedores de carne llevar en un camión al cerdo y al buey rumbo al matadero; se acordó del águila y comenzó a llamarla ¡miau, miau, miau! El águila bajó y le dijo con desprecio. Águila: Cuídate tú también cazador de ratones, que cuando los invité para enseñar- los a volar se burlaron de mí, ¿yo? Exclamó el gato; pues bien, ya te veré llevar a la salsamentaría donde te venderán por pedazos de salchichón para los perros.
  • 81. 80 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 82. 81 ENTRE EL SOL Y LA LUNA EL HOMBRE Y LA YEGUA Un hombre queriendo ser mula, enseñó a beber a una yegua sin percibir que la yegua sus falsos pasos seguía y que de vil osadía del muy ingenuo surgiera, no la mula que el creyera, sino una yegua cualquiera. Yegua: ¡Hola amo! Tengo mucha hambre, no he comido en seis días. Pronto lograré el objetivo. ¿Sabes? Quiero ser un hombre; para vivir la vida a mi antojo, revolcarme en la sabana y al igual que tú y los marranos dormir en el barrizal. Hombre: La vida no se entiende. Yo deseo ser bestia; muchas veces me sueño siendo una mula o una yegua trepando los empinados caminos cargados con inmensos bultos atiborrados de leña. Yegua: Claro que sí amo, yo soy muy fuerte y amante del trabajo; mi gallardía se envanece entre más peso suben a mis lomos. En cambio he visto en ti a un ser inútil. El temor te esclaviza en los rastro- jos, y veo a otros igual llevar en su rostro, en sus pasos, en los temblores de sus manos y en sus siluetas la figura del animal débil, desprovisto de fuerza y de acción. Narrador: Vino el vino y del amo volvió yegua lo cargó de grandes penas y su cerebro durmió. Ella aprendió de su amo como sacar tal guarapo que la llenaba de espanto el no permitirle beber, y queriendo ser como él y sin abrir tal sospecha mezcló el maíz con panela hasta dejarlo enfuertar, pero el solo olor le dio asco y le causó tanto espanto que hombre no quiso ser, y el astuto licor como cual- quier vil vulgar a la bestia suplantó por aquel torpe vicioso sumergiéndolo en el fondo donde su cordura extraviara. Y lo que la yegua veía del que un día fuera su amo menos que ella era.
  • 83. 82 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 84. 83 ENTRE EL SOL Y LA LUNA LOS COME ESPUELAS Cuentan que en la época de la conquista un grupo de presidiarios llegó a conquistar a una tribu caníbal; lo que no sabían los agresores era que los caníbales acostumbraban a defenderse valientemente armados con flechas y cuchillos afilados. Los indígenas lograron derribar a los conquistadores; el cacique autorizó atizar la hoguera para azar los cuerpos, cuya apetitosa carne sería consumi- da en el rito ofrecido al Dios de la guerra. El jefe de la tribu luego de ingentes esfuerzos por comerse la azada pierna cubierta por una bota grande de cuero adornada con espuelas de acero exclamó: -¡Oh esta carne ser muy dura! ¡Hombre blanco ser muy viejo!
  • 85. 84 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 86. 85 ENTRE EL SOL Y LA LUNA LA COLLAREJA Y LA HORMIGA Pasó el invierno en la montaña y desde el fondo de un agujero sobre la tierra, exclamaban ¡Auxilio, auxilio! ¡Por favor ayúdenme! En ese preciso momento una hermosa collareja reposaba en un árbol y al oír los gritos bajó a prestar ayuda. ¿Quién está ahí y qué necesitas? Soy hormiga culona y necesito salir, tengo hambre y sed, el fuerte invierno dejó escombros a la entrada de mi casa, ¡Por favor ayúdame! La azul paloma gozando de buenos sentimientos, con sus patas quitó los escombros, inclinó su cabeza y con el puntiagudo pico ensanchó el orificio. ¡Qué hermoso salir a la luz! Gracias por ayudarme. Nunca pensé que fueras tan servicial y cariñosa, te veía tan grande y con tan filante pico que pensé me pasarías de un bocado. Tranquila amiga ve y come, detrás de los árboles de cocoto encontrarás una cascada, allí podrás calmar tu sed y comer hojas dulces de pomarrosa. -Gracias una vez más, siempre estaré agradecida-. Pobre hormiga, como ignora el significado del servicio; comérmela de un picotazo, escasamente alimentaría mi cuerpo, pero el salvarle la vida con amor y verla feliz, alimentó mi corazón de alegría.
  • 87. 86 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 88. 87 ENTRE EL SOL Y LA LUNA EL CURÍ Y EL CONEJO ¿Por qué está triste compadre conejo que bicho acaso le picó? Le cuento compadre curí que estoy deprimido. Anoche la compañera liebre me ofendió en plena reunión; se atrevió a decir que mi presencia en la asamblea, era una pérdida de tiempo, que yo debería tomar una determina- ción; o seguía con ustedes disciplinadamente en las alturas o con los perde- dores en los nidos. Me sentí apenado con el resto de los compañeros, alcanzó a decir que siempre los hacía quedar mal, que en cualquier momento me atraparía el tigre. Gracias a la compañera águila que cerró la reunión exhortándome a permanecer en vuelo y no ser presa fácil. Escúcheme bien compadre: usted está ofendido debido a que le dijeron la verdad.. Lo único que puedo hacer por usted es recordarle que papá curí murió muy joven, yo era aún niño y recuerdo que mi madre oraba al creador para que papá dejara de ser roedor, que el aceptara levantar el vuelo. Nunca aceptó y en una de sus salidas, la sanguinaria bestia lo devoró. Usted comprenderá que la compañera liebre y doña águila sólo quieren su bien; es mejor que siga con nosotros. La unidad, la superación y la perseve- rancia nos permitirán permanecer en la cumbre. No habrá invierno, rayos o centellas que nos esclavicen a andar en el tenebroso mundo insensato.
  • 89. 88 ENTRE EL SOL Y LA LUNA
  • 90. 89 ENTRE EL SOL Y LA LUNA EL BARRILETE GIGANTE Todos los años en los meses de julio y agosto, los hermanos Sánchez Becerra acostumbraban elevar un barrilete; una vez el barrilete llegó al cielo, los niños preocupados comenzaron a llamarlo provocando su caída sobre un árbol. Lo desenredaron, estaba roto, les tocó ponerle nueva cola y volverlo a cubrir de papel. Lo volvieron a elevar, le echaron suficiente cabuya y se elevó tanto, tanto, que lo perdieron de vista, se les hizo tarde y se dispusieron a bajarlo, pero no podían debido a su peso, el barrilete gigante había traspasado la barrera que divide la tierra con el firmamento. Los niños con la ayuda de otros hicieron posible su descenso. El barrilete bajaba lanzando rayos de luz, los niños se asustaron y corriendo se alejaron del sitio. El incandescente objeto cayó en un río que atraviesa la montaña desde donde siempre se elevan barriletes. El agua del río se vistió de varios colores, a los pocos minutos esos colores desaparecieron. Eran los colores del barrilete que nunca lograron rescatar; y dicen que siempre que viene una tormenta, los habitantes del pueblo suben a la montaña para mirar al río revestirse de los colores del barrilete gigante.
  • 91. 90 ENTRE EL SOL Y LA LUNA EL MACHO TIBERIO Tiberio era un asno que trabajaba diariamente para que las personas de la ciudad tuvieran todos los días los alimentos necesarios provenientes del campo; él les traía: frutas, hortalizas, verduras y cereales. Un día Cornelio, su amo, vendió su cosecha y contando con una buena suma de dinero le compró unas alforjas elaboradas con piel de armiño y unos zapatos cuya punta tenía forma de dragón y brillaban como el sol. El humilde asno sufrió un cambio dentro de la sociedad, el ego se apoderó de él, al convertirse en el asno más sobresaliente de la vereda. Su presencia dominante conquistaba las incautas y ellas cedían a convites ilusos de amor. El proceder antimoral de Tiberio no tardó en despertar los celos y el odio dentro de su comarca. Un día, mientras Tiberio descargaba los productos en la plaza de mercado de la ciudad, sus coterráneos se reunieron en asamblea y lo declararon asno no grato y acordaron expulsarlo de la región. El engreído macho haciendo caso omiso seguía departiendo con sus amigas y haciendo alardes de su machera. Cornelio, agradecido del trabajo de su asno, decidió darle un día compensa- torio, y fue así como un sábado Tiberio se subió las alforjas, se colocó un antifaz y frotó sus zapatos hasta alcanzar el brillo original que lo enaltecía. Bajó la colina con la ilusión de encontrar una pretendiente, él ignoraba la trama de sus enemigos. Dos de ellos optaron por disfrazarse de tigres y asustarlo. Tiberio venía silbando y cantando cuando fue sorprendido por una pareja de tigres que bebían agua de un pozo junto al camino, fue tal su espanto que
  • 92. 91 ENTRE EL SOL Y LA LUNA sacudió la cabeza, levantó el rabo y emprendió la huida a todo galope. Días después Cornelio encontró su burro pastando en uno de los parques de la ciudad, Tiberio no quería regresar a la vereda, no quería servir de suculen- to almuerzo a los tigres, su amo le dijo que eran dos líderes del pueblo que se habían disfrazado y que pretendían desterrarlo por vanidoso y corrupto. Las palabras de Cornelio hicieron que Tiberio lograra un despertar espiritual, inmediatamente, se despojó del antifaz, de las alforjas y de los hermosos e incandescentes zapatos. Pasó por una herrería cercana y se mandó calzar las patas con herraduras. Regresó a su antigua vida y él, junto a su prójimo, encontraron la felicidad por medio de la virtud.
  • 93. 92 ENTRE EL SOL Y LA LUNA UN CAMPEÓN ILETRADO Suena la campana; se escuchan cuatro repiques que anuncian un nuevo amanecer; un joven de 13 años de edad llamado Víctor Carranza se despierta y a esas horas de la madrugada sale a trabajar en el comercio de pieles de res. Los acaparadores le dan una comisión por cada piel que les reporte a tiempo; las pieles son traídas de las poblaciones cercanas. Hacaritama era hermosa; la nieve besaba la ciudad y esas caricias embriaga- ban los corazones de sus habitantes. El pabellón de carnes lo abrían a las cuatro y media de la mañana, a esa hora pasaban los expendedores de carne con sus herramientas de trabajo y algunos de ellos eran acompañados por sus perros, uno de ellos se llamó "bambuco". A la entrada del pabellón había una venta de tinto y pan, por lo general el frío hacia que los expendedores de carne se tomaran un tinto antes de iniciar sus labores. El mercado de granos y verduras lo abrían a las seis de la mañana; en ese entonces allí quedaba el expendio de pescado. Para una Semana Santa trajeron para vender un Manatí; este animal hizo que la plaza de mercado se atiborrara de gente; de todos los barrios vinieron a ver el Manatí; tenía los miembros torácicos en forma de aletas terminadas por manos y era muy largo; medía como cinco metros; dicen que poseía diversidad de carnes: Res, Cerdo, Pescado, entre otras. Muchos campesinos compraron tiras de la piel para hacer látigos. Algunos campesinos traían sus cargas en camiones; otros en burros o caballos; ellos tenían sus parqueaderos en la plaza; una esquina la destinaron para comercializar la piña y el tomate; en otra la cebolla; el fríjol, la arveja y el ajo los comercializaban de manera ambulante ofreciéndose a los distribui- dores dueños de depósitos.
  • 94. 93 ENTRE EL SOL Y LA LUNA En un camión donde traían pieles, venían tres cerdos para vender; Víctor avisó pronto a un expendedor de carne de cerdo y éste como comisión le obsequió un pedazo de tocino. En ese entonces valía una libra de carne diez pesos; nunca olvidará Víctor que una tarde vio a un pesero sacar del bolsillo del delantal una cantidad considerada de billetes gruesos de la venta de una res y picotearlos con un hacha sobre la picadera donde picaban el hueso; el pesero estaba borracho y fue un hombre que a pesar de haber tenido la oportunidad de poseer dinero, murió en la absoluta pobreza. En el mes de diciembre cuando pasaban las misas de aguinaldo, aproximada- mente a las seis de la mañana, los feligreses de la catedral acostumbraban pasar al mercado a tomar peto caliente: eran reconocidos por sus atuendos contra el frío: a los niños les colocaban un cobo con un gorrito de lana. También llegaban muchos jóvenes amanecidos a comprar comestibles para hacer sancochos y continuar con las parrandas decembrinas; las juegas públicas y un ambiente sano atraían muchos turistas; y las gentes parran- deaban hasta el amanecer; algunas veces las briznas de lluvia adormecían las noches vistiendo a Hacaritama desde la cordillera basta las alcobas de un escalofriante ambiente taciturno de amor. El mercado donde trabaja el comerciante, donde viene el campesino, donde encontramos el cotero, donde encontramos vendedores ambulantes, donde está aquel hombre que con el sudor de la frente gana el sustento de cada día, allí vi como la ignorancia destroza la humanidad; algunos de estos hombres invitados a saciarse del placer de las aventuras amorosas eran llevados como el buey al matadero; muchos pasaron a encabezar la lista de degenerados que encontramos a diario durmiendo en los sardineles; estos hombres y mujeres por causa del alcohol son el hazmerreír de personas de baja conducta que en vez de prestarles ayuda, los burlan y les lanzan tomates y cebollas podridas.
  • 95. 94 ENTRE EL SOL Y LA LUNA El mercado público siempre ha sido la plaza donde se maneja el mayor intercambio comercial; la población hubiera tenido un mayor desarrollo agrícola, cultural y comercial; si los ingresos de sus habitantes no fueran despilfarrados en el ambiente insano que corroe nuestra ciudad. Pasaron los años y Víctor era un hombre de empuje; poseía un carácter bien formado, ya se había trazado la meta de ser un hombre adinerado; nunca dejó bajar por su gaznate una gota de licor. Ya no era un comisionista de pieles; ahora su relación era con hombres que transportaban ganado de pueblos dedicados al cultivo del algodón y la actividad de la ganadería. Con el tiempo llegó a ser un ganadero; en mi tierra le dicen ganaderos a aquellos hombres que trabajan en el comercio del ganado y son vistos como personas muy adineradas. A Víctor no se le volvió a ver en nuestra región; la violencia lo alejó junto con otros ganaderos; hombres de esta clase son los que necesitamos para que nuestra economía crezca; hombres así generan empleo, desarrollo; que lástima que la situación violenta de nuestro país haya llegado a nuestra querida tierra Hacaritama.
  • 96. 95 ENTRE EL SOL Y LA LUNA SOMBRAS Y RONDAS Buenos días niños, vamos a comenzar la clase, revisando la tarea de español. Por orden de lista cada uno leerá desde su puesto el poema que logró hacer. ¡ Alirio Alfonso!...... Presente profesora. ¡Haber comience! Tengo un perrito bravón que ladra el agua y el sol de noche duerme tranquilo ronca y ronca en su almohadón. ¡ Yumes Taroi Bascos!... Aquí profe... Siga. Mi gatito blanco y negro cuando pasa un ratón se desliza por el piso como un culebrón. aplasta la pancita para tratar de cazar al hermoso ratoncito que lo viene a visitar. ¡Micaela Zambrano!.... Presente profesora. Hable. Yo quiero a mi muñeca... Aquella de largas trenzas, que juega conmigo en la oscuridad. Ella me acompaña en los desvelos negros de la noche. Me mima y me abriga en la soledad. Cuando mis padres apagan la luz y piden silencio para dormir, el miedo me invade, tiembla mi cuerpo, unas lágrimas recorren el patio de mi vida. Lanzo la mano y ella está allí, siempre está allí, la abrazo, calma mi ansiedad y duermo plácidamente entre sus brazos. Muy bien niños los felicito, magníficos sus poemas, recuerden que la poesía permite al hombre su máxima inspiración.
  • 97. 96 ENTRE EL SOL Y LA LUNA Donde estará mi gatito blanco y negro...añoro la escuela donde hice los años de primaria, su director era un hombre alto que usaba corbata y siempre permanecía colorado. Pero no todo fue bueno, en mi mente galopan momen- tos de humillación. Cuando el profesor Guillermo Vergel, golpeó mi mano con una regla por no haberle llevado la tarea, además autorizó a otro alumno colocarle una tiza en cada fosa nasal y la almohadilla dentro de la boca a Rigoberto Cárdenas como sanción por hacer bromas en clase. Pero el marti- rio no terminaba allí, pues la Educación Física era dictada por soldados. Por lo general las fuerzas Militares prestaban sus súbditos para las labores cívico- educativas, estos tenían su sede a pocas cuadras del Centro educati- vo. Atención, fir, al frente mar.... esta hora era agitada, ya que el profesor encargado nos trataba como si fuéramos militares. Nos hacía cumplir los ejercicios estrictamente. Al hacer flexiones de pecho no soporté la tensión de mis brazos y caí sin poder levantarme, sentí como si me hubieran lanzado una pedrada con una cauchera, lloré hasta llegar a mi casa y contarle a mis padres, quienes al día siguiente colocaron la respectiva denuncia ante el Director de la Escuela. El soldado había hecho en mi cabeza un chichón de grandes proporciones con el escudo que llevaba su boina. ¡Ah! La campana era una platina de automóvil que permanecía suspendida de una de las vigas del techo, una mañana mi amigo Saúl corrió a tocarla para que saliéramos a recreo, al dar el segundo varillazo se desprendió la platina partiéndole el brazo en forma instantánea. Los días miércoles eran exclusivos para las tardes deportivas, nos Llevaban a pie desde la escuela hasta los llanos del Tiber, allí jugábamos Libremente por el campo. Mi amiga Micaela iba acompañada por su Perro, el cual cazaba lagartijas. ¡Qué días aquellos!... Los compañeros de escuela nos íbamos los sábados en horas de la mañana Para la chorrera de Junín, lugar de gratos recuerdos, allí nos divertíamos Los jóvenes de aquella Ocaña romántica, serena cuyo trinar de los pájaros embriagaba candorosos corazones.
  • 98. 97 ENTRE EL SOL Y LA LUNA Juntos buscamos los chamizos para juntar la candela y poner la olla donde cocinábamos un delicioso arroz de leche. Nos metíamos bajo la chorrera, jugábamos con los cangrejos y el potecito de la leche condensada lo utilizá- bamos para jugar al blanco con la cauchera. Hecho el arroz, nos sentábamos alrededor de la olla, el líder del grupo nos servía por partes iguales sobre pedazos de hojas de plátano o de malanga. Hablamos del programa de plaza sésamo, de sus personajes Abelardo, Enrique y Beto, del topo Gigio, de la novela de Juan Sin Miedo y de Arandú. La topografía del terreno impedía que jugáramos al fútbol. Ese tiempo fue fantástico. Nos gustaba mucho compartir con la naturaleza. Todos los años por el día de San Pedro y San Pablo, nuestra ciudad se convertía en una gran fiesta de las familias ocañeras, nos íbamos de paseo para los diferentes sitios que eran hermosos parques naturales, que además de servir de pulmones a la ciudad, eran el hábitat de diferentes especies como la tarulla, las ranas, cangrejos, peces, grillos, toches, golondrinas, cardenales, azulejos y garzas etc., con gusto nos trasladábamos a estos sitios a traer mangos, cocotas, ciruelas japonesas, guayabas y a disfrutar de un saludable baño en los caudalosos ríos y pozos que poseían estos lugares. Muchas veces íbamos al Panche, otras para el Algodonal y la santa Cruz, o para Venadillo, Aguas claras y la Ermita. En fin tantos lugares.... donde preparábamos sancochos, arroz de dulce, cochas y turrones; muchos nos entreteníamos bajando arrayanas u otras frutas. El ambiente era muy sano, salíamos a trotar dos ó tres amigos y nos encan- taba mucho la zona comprendida entre Junín, el Mortiño, Pueblo Nuevo y el Agua de la Virgen. A veces corríamos por la vía que de Piedra Partía conduce al Mortiño, el trayecto en tiempo de invierno era más liso que un jabón y entre más corríamos, más difícil se nos hacía el camino, era una vía construida por los campesinos a punta de pico y pala. Entre más nos acercábamos, velozmente se perdían los verdes precipicios entre la incesante neblina que envolvía la cordillera.
  • 99. 98 ENTRE EL SOL Y LA LUNA A menudo se veían pasar grupos de hombres acompañados por perros que afanosamente rastreaban el lugar en busca de presas. Los cazadores eran señores conocidos en Ocaña, por lo general pequeños artesanos y comercian- tes. Junín era la vía principal de acceso a las montañas de la Torcoroma. Se creía que por el camino de herradura que une la vereda del purgatorio con san Alberto Cesar, transitaba Antón García para visitar a Santa Rita en el mes de noviembre. En cierta ocasión un anciano del Mortiño nos contó que después de la media noche por ese lugar, pasaba con destino a Ocaña, alguien muy raro que devoraba lo que encontraba a su paso y la gente de la ciudad lo denominaba la luz corredora. Era una bola de candela de grandes proporcio- nes que emanaba rayos y truenos impresionantes. Al escuchar la historia mi amigo Carlos Hernán fue muy escéptico, yo en cambio le creí al abuelo. Manifesté creer en esas cosas por haber vivido una experiencia similar. Sí yo si creo, vea... Me encontraba jugando en el Parque de San Francisco, mi mamá vino varias veces a rogarme que no me quedara tan tarde en la calle, pero yo era desobediente. Siendo aproximadamente las once de la noche vimos salir por la carrera novena una mujer dando gritos, el pánico se apoderó de nosotros, era una mujer muy alta, como de dos metros, llevaba una larga cabellera que cubría su rostro. De un salto apareció en la esquina de la entrada principal del colegio Caro, y de otro salto nuevamente junto a la Plazoleta de la gran Convención. Atónitos nos encontrábamos frente a la llorona loca, un fantas- ma de una mujer que buscaba a su hijo en medio de alaridos de espanto. Todos salimos despavoridos para nuestras casas escuchando los intensos gemidos que buscaban refugio en nuestros corazones. Yo vivía en un barrio cuyo nombre lo cambió el tiempo. Recordé que estábamos en el mes de las ánimas, dos de noviembre. Corrí y corrí, al cruzar la esquina para llegar a mi casa, escuché unas palabras que detuvieron mi carrera, el animal dijo: - Júpale, júpale, vas como alma que lleva el diablo. Vi al enorme animal de cuerpo rechoncho y orejas larguísimas. Era un asno con apariencia de elefante, de su dentadura salían dos colmillos que se arrastraban por el piso.
  • 100. 99 ENTRE EL SOL Y LA LUNA En ese momento se fue la luz y a la mañana siguiente me encontraron sentado en una banca de la capilla de Santa Rita. Al recobrar la razón recordé que fui poseído por un espíritu que me levantó y me descargó sobre los lomos de una misteriosa bestia que ayudaba arrastrar junto con cinco más, un carruaje en cuyo interior viajaban dos hombres, uno cubierto con sombrero de paño y capa negra, el otro bajito, gordo y llevaba rapada su cabeza. Las herraduras de las bestias expulsaban chispas de candela que relucían las históricas calles de la hidalga Ocaña. Me pasearon desde el cerro de los Muertos hasta el barrio de las Llanadas. Las desamparadas vías se ilumina- ban más con la luz que emanaban los cuatro faroles que pendían del sigiloso carro. La misteriosa cabalgata dio la vuelta por Tejarito, subió por la calle del Embudo y entró a la capilla de Santa Rita; en la parroquia desaparecieron los animales, los dos hombres se arrodillaron y elevaron plegarias. Carlos Hernán y yo éramos muy amigos desde que estudiábamos en la escuela Kennedy, su papá le enseñó a trabajar a temprana edad “El trabajo engran- dece al hombre dándole estabilidad y compensación por la labor ejercida “le decía. ¡OH! Mi mente está allá y está aquí. Recuerdo que en Ocaña existió un almacén donde vendían aparatos y repuestos eléctricos denominado el Apagón, Carlos Hernán me comentó que en cierta ocasión entró a dicho almacén a solicitar empleo y que afortunadamente en ese preciso momento don Juan, el propietario carecía de ayudante. Hacía rato había llegado un pedido de manguera de varios diámetros, tocaba bajarla del camión y llevarla a la bodega ubicada en el mezanine. Alegre y apresurado se dirigió Carlos a cumplir con la orden que recibió de su patrón, la manguera venía en forma de círculo y los rollos eran demasiados pesados; sin embargo la misión se realizó quedando satisfecho don Juan. Estaba exhausto y le tocó aceptar que la patrona le ordenara barrer, trapear y limpiar el polvo de las vitrinas. Sara se llamaba la señora de don Juan, la cual era culpable de que nadie se amañara como empleado de ellos, terminada la jornada a las seis de la tarde, se le recomendó venir al día siguiente vestido con una ropa más gastada, había que poner en orden la bodega.
  • 101. 100 ENTRE EL SOL Y LA LUNA Carlos Hernán llegó a su casa rendido, después de comer se acostó y quedó tan dormido que ni el ruido de la tormenta que cayó en la madrugada lo despertó. A él no le gustaba tanta presión ejercida por la señora, era muy obsesionada por encomendar funciones. Al día siguiente luego de acomodar tanto desorden que había en la bodega, sin descanso pasó máquinas de un lado para otro, lo mismo motobombas y cierras. Al llegar a su casa a almor- zar, sus padres lo notaron muy agobiado y le solicitaron se retirara del almacén; tan sólo tres días trabajó en el Apagón y le reconocieron dos pesos, los cuales le alcanzaron para una cola y un brazo de reina. Carlos tenía un primo comerciante distribuidor de víveres, viajaba por los pueblos de la costa, de allí traía pescado salado, coroncoros, queso, galápa- gas y huevos de tortuga, para ganarse algunos pesos salía con dos peroles llenos de coroncoros fresco. Toc, toc, toc, - ¿compran el coroncoro fresco? Así trabajaba hasta vender el último coroncoro. Todavía no he terminado de beber el chocolate, mis brazos son fuertes, ¡ya soy un hombre! Que dura realidad, pero no puedo olvidar mi amigo; él nunca desmayó en su objetivo de salir adelante, me enseñó que poco a poco se va lejos, y que a cada quien se le daba según sus obras, que la cortesía, la bondad, la justicia y el amor eran las ideas primarias de las relaciones humanas, que Dios a través del amor dotó a cada cual con un don especial. Sí, su talento era la pintura, así que se dedicó a perfeccionar sus obras para exponerlas y venderlas, con la venta le encontró salida al problema económi- co, pero se sentía inútil y egoísta, él quería contribuir al mejoramiento de los problemas de su comunidad. En cierta ocasión me dijo: Si miramos hacia la llanura, veremos el ganado reunido alimentándose del pasto tierno; éste lo comen hasta hartarse y bien pueden echarse y levan- tarse de nuevo cuando lo necesiten. Ellos no tienen elección para una especial forma de vida. El hombre normal persiste para alcanzar una vida feliz y buena, él es un ser social, pero desafortunadamente hay quienes están enfermos de la mente y son gestores del cambio.
  • 102. 101 ENTRE EL SOL Y LA LUNA En las ciudades no hay tierras para la ganadería y la agricultura, todas fueron cubiertas por el ladrillo y el cemento, ya no hay fuentes de empleo, intelectuales y campesinos viven en un constante desespero; vemos los parques llenos de desocupados. Cuando se carece de alimento, vivienda, educación y salud, se genera violencia; nuestros representantes deben tomar conciencia que mientras no se trabaje en bien de la comunidad, se estará muy lejos de la paz. En gran parte la precaria situación en que se vive es consecuencia de nuestros malos hábitos. La mente me da vueltas y siento nostalgia por mi tierra ¿Qué paso con la Ocaña legendaria de mitos y leyendas? “y la leyenda remata que el jinete misterioso, a las doce en punto de la noche, frenaba su cabalgadura frente a la capilla de Santa Rita, para cumplir su penitencia irredimible”. ¡OH! Regreso a la banca y allí sentado veo a Antón García con Teófilo su ayudante arrodillarse ante el altar. Se nubló mi vista y dormí hasta la aurora. Yumes, me escuchas.... soy Jaime el enviado de Dios ¡Escúchame! Llamo a tu conciencia para que te interrogues sobre Dios y el hombre. No temas, una luz guiará tu sendero. ¿Ves lo qué ha hecho de ti la autosuficiencia? Un hombre soberbio, que desprecia a los demás, te inclina hacía el odio, la venganza y la violencia. Además estás pagando con dolor los errores cometi- dos. Sí señor, usted tiene razón, yo lo entiendo, y siento correr lágrimas que rompen mis temblorosas manos. Recuerdo su grato paso por la vida. Me siento orgulloso de haberlo conocido, fue usted la estampa del corazón noble, sincero y misericordioso. Irradió tanta luz al camino de hombres que como yo, estuvimos sumergidos en el fondo oscuro de las perversas pasiones. Siendo un mensajero del creador, sembró en las mentes de muchas personas el mensaje de la salvación, educando al pueblo, previniendo su ingreso al pantanoso mundo de la frustración y del miedo. Son muchas las personas que andan buscando con ansias la muerte, creen que no se puede vivir son placeres malsanos, desconociendo que van como buey al matadero, todo aquel que vive en el mundo de los vicios.
  • 103. 102 ENTRE EL SOL Y LA LUNA Usted Jaime, a pesar de su juventud, ayudó a formar hombres libres, pero desafortunadamente algunas veces se halló frente a oídos sordos que no aceptaron sus palabras. Pasó tan rápido su peregrinaje evangelizador, como el fugaz relámpago, pero a diferencia del trueno que causa temor por las desgracias que pueden producir las tormentas. Tu paso en cambio dejó marcadas las huellas de la razón, la virtud, la sensatez conduciendo al hombre a la libertad, ¡oh santo espíritu de mi amigo Jaime! Le suplico en nombre del Altísimo guiarme a través de la sabiduría divina. Estoy seguro que al igual que otros santos goza de la felicidad en la presencia de Dios. En medio del éxtasis me fue entregado un pergamino, las letras doradas reflejaban su brillo sobrenatural: - “Dios te llamará a cuentas y te juzgará de acuerdo a tu comportamiento, permanecerá ardiendo la fragua para moldear al necio”. Yumes apretó el tesoro junto a su pecho y con asombro lo guardó: La voz de su amigo lo sacó de la abstracción. El hizo al hombre a su imagen y semejanza, pero el hombre abusó de la inteligencia al desbordar sus propios instintos generando la maldad. Puedes comenzar a interrogarte y debes encontrarle sentido a la vida, como puedes ver existen plantas medicinales y ornamentales, también existen venenosas. Hay hombres santos, sabios, serviciales, incluso malvados y perversos. Animales salvajes y otros apacibles, hay animales que como algunos hombres varían sus reacciones, unas veces buenas, otras malas. ¿Podrá el señor supremo juzgar a la hiena, a la pantera, al jilguero, al caballo u otro animal? No, ellos al carecer de reflexión e inteligencia, no tienen la oportunidad de evitar producir dolor, llanto, hambre y desolación. Yumes, ríe y confundido reflexiona: ¡Qué gran paradoja es el mundo, y que antagonismo se vive!
  • 104. 103 ENTRE EL SOL Y LA LUNA No matarás! Expresó Dios al hombre, pero Caín ya había saciado su instinto homicida en su hermano Abel. Primero hubo crimen y luego la ley. ¿Si fue creado el hombre a imagen y semejanza de su propio hacedor, será acaso el santísimo cruel y malvado? ¿Será entonces el creador del mal? ¡No!, el hombre es el autor del espíritu malo, al desbordar sus instintos naturales, la maldad se transmite de generación en generación, el hombre a través del poder de la maldad se vuelve ejecutor de la obra más maléfica: Satanás. Y éste exhorta al hombre a hartarse de sangre, sangre que mancha las calles, que brama en los pueblos, que silencia el canto alegre de las madres, sangre que apaga la vida y turba el pensamiento del poeta. Te das cuenta Yumes, como el hombre siendo poseedor de la inteligencia y del don divino de la reflexión, se asemeja a las piedras y a los animales cuando no se valora como persona. Quiero que quede muy bien claro en tu mente que debes valorarte, eres el ser más importante de la creación; por ser hombre, eres un ser racional siempre y cuando practiques los principios que te dotarán de sabiduría. Recuerda que la vida es una empresa, donde tú eres el ayudante del gerente (DIOS), hay un espacio dentro de tu ser, similar a una cabina telefónica, éste es portador y receptor de mensajes, desde allí logras comunicarte con el gerente propietario de la vida. Ese espacio es el alma o espíritu de Dios. La empresa es tan democrática que te dio libre albedrío. Tu empresa parece que no tuviera organización, pues abusas tanto de la libertad que llegas a cometer errores cuyas consecuen- cias pagas con el sufrimiento. Cuando olvidas que tu espíritu debe ser subordinado por el espíritu del creador, cortas la comunicación con el patrón y tu proceder es autónomo. El Omnipotente quiere que el hombre actúe de acuerdo a su voluntad. Que permita crecer dentro de sí, el alma, ya que ella es la vía de enlace entre él y el hombre. Ella es divina, prevalece subsistien- do como un ángel después de la muerte. Generalmente el hombre actúa irracionalmente al no serle fiel a Dios, él desde sus primeros años se interroga por el misterio que lo envuelve y profundiza más en sus preguntas sobre su ser y permanencia en el mundo cuando adquiere conocimiento tras un proceso de estudio, o al despertar de una vida equivocada, producto de dolorosas experiencias. El nace para ser
  • 105. 104 ENTRE EL SOL Y LA LUNA libre, el pecado y la ignorancia manipularán su vida. Como uno de los fines del hombre es la felicidad, él a través de la ignorancia cree encontrarla en las pasiones mundanas. Su mundo interior experimenta una felicidad efímera, seguida de terror, frustración, locura o muerte. El pecado lo enceguece y no puede ver más allá de las sombras. La ignorancia aleja al hombre del bien, por lo tanto lo lleva al mal. Entre más ingenua sea la apersona más esclava se vuelve de los malos hábitos, se aliena a los vicios que degradan su alma. La vida del hombre es un misterio cuando la ignorancia lo mantiene en la oscuridad, a medida que llega al fondo del sufrimiento, el dolor se encarga de permitirle interrogarse por su situación. Lo ideal es que toda persona viva bien, sana de la mente y del cuerpo, que goce de equilibrio emocional. Cuando el hombre se percate de su errado vivir, debe buscar una actitud transformadora de lo existente. Por este motivo existen unas personas diferentes de las otras, unas insignificantes, otras sobresalientes. El hombre debe trascender, proyectándose al objetivo de su creador, debe apreciar su cuerpo, ya que fue escogido para ser el templo del Espíritu Santo. ¡Ahora despierta!, espero que aproveches la gracia de tu Dios, yo sólo soy su mensajero. No olvides “Cuando caigan las vendas que cubren los ojos de la ignorancia, se abrirá la brecha por donde se observará el amplio camino de la esperanza hacia un mejor mañana”. En ese momento, se escuchan los repiques de las campanas de la iglesia para anunciar las cinco de la mañana, hora en que los feligreses acostumbran a subir con el sacerdote al Santuario de las Gracias de la Virgen de Torcoro- ma. Los campanazos despertaron a Yumes del inmenso sueño. - ¡Oh ¡ Señor infinitas gracias te doy, gracias señor por una nueva oportunidad. Yumes reclinó su cabeza en la almohada y por el vetusto techo pasaban las imágenes de un niño con una pelota de trapo. No era de día, no era de noche, era el horizonte con una luz nueva.
  • 106. 105 ENTRE EL SOL Y LA LUNA