1. CAPÍTULO 2LA BELLEZA DE LO SIMPLE Un salto, una catarata o un raudal —los más comunes de los que conocemos— son simplemente agua sometida a la más primitiva e implacable de las fuerzas de la naturaleza: la gravedad. La dinámica de la corriente, que se precipita entre riscos de diversas alturas y se estrella contra rocas dispuestas sin orden aparente y teñidas con matices de verdes, grises y ocres, conforma uno de los espectáculos más fascinantes de la naturaleza. Además, en una caída de agua se manifiesta de manera más clara que en los ríos, los lagos o el mar, la enorme fuerza que se oculta tras cada pequeña gota de agua, que al actuar con la gravedad, logra producir algo tan grande y poderoso. ¿QUÉ TAN ALTA, QUÉ TAN LARGA, QUÉ TANTA AGUA? Más allá de los conceptos de física hidráulica que explican y analizan los procesos asociados con las caídas de agua, es imposible hallar una definición adecuada del fenómeno, que satisfaga a la comunidad científica y a los amantes y fanáticos de las cataratas, cascadas, saltos y otras manifestaciones de las caídas de agua. Esto resulta extraño, si se piensa en la importancia que tienen estos lugares para la salud, el bienestar, la estética del paisaje, la generación de energía y el turismo, entre otros. Según una definición poco fundamentada, una corriente de agua que se precipite desde una altura de por lo menos tres metros, por una pendiente de al menos 30 grados, es una caída de agua, pero ésta sólo es interesante y se destaca, si es lo suficientemente alta, larga y empinada y si tiene suficiente agua. Ante un espectáculo de la naturaleza como éste, cada persona puede resolver si merece el calificativo de catarata, salto, raudal o caída de agua. Existe una enorme variedad de caídas de agua, tanto que no hay dos de ellas que sean iguales. Para clasificarlas y categorizarlas, algunos parten de los factores que les dan origen, otros del volumen de agua involucrado, otros de la altura y muchos se basan en los rasgos geométricos o en su valor escénico. La categorización de las caídas, basada exclusivamente en la cantidad de agua que se precipita, aunque es en cierta forma la aproximación más científica, deja de lado consideraciones estéticas y escénicas, que, aunque subjetivas, son componentes cruciales para calificar este espectáculo de la naturaleza. El sistema clasificatorio basado en el volumen de agua fue ideado hace unos años por el norteamericano Richard H. Biesen y está diseñado primordialmente para torrentes con un fuerte componente vertical —cuando la mayor parte del caudal de agua cae libremente—. No tiene, por consiguiente, aplicación en caídas escalonadas, ni en las que el escarpe tiene poca inclinación o en las que la diferencia de altura es escasa con respecto a su longitud, como son los rápidos, los raudales, los toboganes y otras categorías. El sistema mencionado establece la categoría de una caída de agua mediante una serie de operaciones matemáticas que calculan el volumen de agua, e involucran el caudal de la corriente, la altura de la caída, el tiempo que tarda una gota cayendo y la constante de la aceleración de la gravedad. El logaritmo natural del volumen promedio de agua —en términos de metros cúbicos— es cotejado con una escala de 1 a 10. Por ejemplo, las cataratas del Niágara, en Norteamérica, corresponden a la categoría 10, las del río Rin, en Suiza, a la 8 y el salto del Ángel, en Venezuela, a la 7. IMPONENTES, PINTORESCAS Aunque desde el punto de vista técnico-científico carece de toda fundamentación, la clasificación de las caídas de agua a partir de su geometría resulta muy apropiada si se pretende ahondar en los aspectos estéticos. Sin embargo, es preciso asumir la subjetividad inherente al hecho de que los criterios que se utilizan estén basados en la mera inspección visual y por lo tanto puedan generar desacuerdos y controversias. Esta clasificación reconoce una diversa gama de caídas de agua, pero cada cascada presenta sus particularidades y en ocasiones puede catalogarse en dos o más tipos. Salto: el agua se precipita verticalmente sin tocar gran parte de la pared. Cola de caballo: el torrente de agua tiene gran altura y se expande gradualmente en anchura durante la caída, manteniendo contacto con la cara de la pared en la mayor parte del trayecto. Abanico: similar a la cola de caballo, pero el agua se desliza por la pendiente manteniendo consistentemente contacto con la pared y el caudal adopta un forma más trapezoidal. Cuenco o palangana: el agua cae en un pozo más o menos circular, amplio y profundo; a veces se presentan dos o más caídas de agua sucesivas con sus respectivos pozos. En escalera o escalonada: el torrente cae a lo largo de una pared más o menos vertical pero escalonada, con dos o más peldaños. Segmentada: el torrente de agua se divide en dos o más segmentos que caen paralelamente, debido, por lo general, a la presencia de rocas que sobresalen en la cornisa o en la zona superior del escarpe. Esta categoría no es muy clara, pues en condiciones de bajo caudal el torrente puede concentrarse en un único cauce. Cascada: el agua desciende por una superficie inclinada pero no del todo vertical; a veces presenta varios peldaños estrechos, dispuestos a manera de escalinata, lo que la puede asimilar a la categoría anterior. Velo de gotas o de llovizna: un caudal muy pequeño se descuelga por una pared formando una cortina de gotas o hilos de agua que escurren sobre su superficie y se transforman en goteras al interceptar salientes de roca o vegetación. Rectangular o de bloque: caída de agua clásica, que representa usualmente el desborde de un río relativamente ancho sobre un escarpe vertical de poca altura; por lo general, el ancho es mayor que la altura. Catarata: similar a la rectangular o de bloque, pero de dimensión y caudal mucho mayores, a veces descomunales; suelen presentarse a lo largo de escarpes rectos o curvilíneos de decenas y cientos de metros de longitud que separan dos planos suavemente inclinados; el río a veces se ensancha y desparrama antes de la caída, de modo que la catarata puede ser segmentada en dos o más caídas. De talud o de pedregal: el agua fluye a lo largo de una pendiente con rocas sueltas que se han acumulado en la base de un escarpe; generalmente se presentan en combinación con otra de las categorías. Deslizadero o rodadero: el agua fluye sobre una pendiente relativamente poco pronunciada y lisa, formando una lámina poco turbulenta. Cordón: un pequeño caudal de agua que se descuelga desde una altura considerable por una pendiente más o menos vertical y forma un chorro delgado. Rápido: corrientes de agua de mediano caudal que se aceleran ante un cambio en la pendiente del cauce y cuyo flujo es en gran medida interferido por bloques de piedra que crean turbulencia. Raudal: similar al rápido, pero el volumen de agua comprometido es mucho mayor y su cauce más amplio. Tobogán: el caudal se encajona y es forzado a fluir a través de un canal estrecho donde el agua es eyectada a gran presión; más que una caída, es un raudal. <br />