1. Entre el conjunto de leyes que rigen el Universo son aquéllas que determinan lo que hemos dado
en llamar "azar" las más que probables causantes de que la Vida sea posible.
En la vida del hombre la importancia del azar no es menor: es gracias al azar que los hombres
descubren el objetivo de su vida.
Algunos lo han llamado destino, pero, en verdad, nada hay de previsible ni de necesario en el
devenir.
La vida es un libro en blanco que se ha de escribir todos los días,mas es preciso que el hombre
así lo crea para que lo que es se convierta en realidad.
Creer en el azar, considerarlo, estar receptivos a él, es abrirse a lo posible, y por tanto colocarse en
la mejor posición para optar a la posibilidad de Ser.
Epílogo
Aquel día de un más que probable frío diciembre de 1944, mientras en Europa la barbarie tocaba
a su fin y París, ya liberado, se aprestaba a recuperar una gloria artística que ya nunca volvería,
muy cerca de allí, en Neully-sur-Seine, se celebraba el sepelio de un artista de origen ruso que
huyendo, como tantos, del régimen nazi abandonó Alemania para afincarse en esta pequeña y
tranquila localidad gala, donde viviría y trabajaría los últimos diez años, hasta su muerte. Durante
el funeral, también muy probablemente, sonaría (y si no sonó, debía haber sonado) alguno de los
preludios del Lohengrin de Richard Wagner. En la cabecera del féretro que contenía los restos de
aquel genio singular estaban depositados dos cuadros suyos. Cuadros que fueron colocados allí a
instancias de Nina Andreewsky, la segunda y última mujer del genial Wassily Kandinsky. Se trataba
de Movimiento I, y Acorde Recíproco. Con ellos se enviaba un último mensaje, y el mensajero, ya
fundido e identificado con su obra por toda la eternidad, ejercía de postrera cabalgadura, oficiaba
de corcel de su propia obra, tornándose así los papeles. Desde aquella sencilla caja de madera, El
jinete azul, liberado al fin de toda atadura material, cabalgaba por la infinita inmensidad
convertido en centauro, híbrido en virtud de la fusión del hombre y su obra, que formaban ahora,
y por siempre, una sola y la misma naturaleza.
El porqué estas obras y no otras tenía mucho que ver
con el mensaje que el mismo Kandinsky deseaba
transmitir. Acorde Recíproco era un homenaje (aquí
cumpliendo la función de una despedida) hacia quien
compartiera con él los últimos treinta años de su
vida. Movimiento I, en cambio, estaba dirigido al resto
de la humanidad y quizá a él mismo. La composición
del cuadro es original, especial, inusual. Pareciera que
Kandinsky lo hubiera realizado pensando en aquel
momento (llegara cuando llegase), aunque fuera una
obra ejecutada nueve años antes, en 1935. Tiene de original e inusual --en una obra ya de por sí
caracterizada por la originalidad-- el hecho de incluir un cuadro dentro del cuadro. Entre los
diversos motivos biomórficos, reticulares y sinuosos, círculos mínimos en constelación de estrellas
2. y otros grandes de colores primarios como ovaladas nebulosas, flotando en una inmensidad
oscura y cósmica, un cuadro rectangular dispuesto verticalmente comparte espacio con círculos y
fondo; dos colores lo componen delimitando las zonas que atraviesa: uno azul celeste, arriba, en
la región que intercepta al gran óvalo rojo; otro, color siena tostada u ocre apagado, abajo, en la
región que se superpone al fondo. El cuadro dentro del cuadro bien pudiera representar al mismo
Kandinsky, los dos colores bien podrían corresponder a las dos naturalezas que todo ser posee: la
material y la espiritual. Movimiento I, bien podría representar así al cosmos, lo existente, lo que
es. Se trataría pues de una metáfora gráfica muy acertada acerca de la realidad del ser inmerso en
el Todo, y en el lenguaje que él dominó como nadie. Si esta no fuera la intención del autor, nada
nos impide deducirlo así por mor de un romanticismo que siempre acompañó al personaje.
Además, el cuadro figuraba allí, sobre el féretro. Por algo debía ocupar aquel lugar. La explicación
que he dado más arriba no haría sino abundar en una conclusión que, creo poder asegurar,
Kandinsky respaldaría. Para justificar la inclusión de la primera gran ópera de Wagner en la banda
sonora del funeral de Wassily Kandinsky, debemos retrotraernos a 1896, cuando el aún joven
abogado no barruntaba el giro que daría su vida, al coincidir en el tiempo dos hechos que
actuarían de forma simultánea reforzándose hasta constituir una verdadera revelación. Él mismo
lo cuenta en Rückblicke (especie de autobiografia, editada en 1913): "En aquel mismo tiempo tuve
dos experiencias que marcaron toda mi vida y me conmocionaron hasta el fondo. La primera fue la
exposición francesa en Moscú --en primer lugar el "Almiar" ("Montón de paja") de Claude Monet--
y una representación del Lohengrin de Wagner en el Teatro Imperial ." (W. Kandinsky)
Almiar. Claude Monet
Esta doble experiencia sensorial e intelectual decidiría su futuro. Kandinsky poseía una buena
formación musical, tocaba el piano y el violonchelo. Más adelante descubriría que tenía
capacidades sinestésicas, es decir, que era capaz de intercambiar las percepciones de los diversos
sentidos: dar color a los sonidos, sabor a los colores, sonido a las formas... este tipo de cosas. De
hecho, la música siempre estuvo presente en su vida y en su obra, y no poco le debe su corpus
teórico sobre la pintura a las analogías musicales. Entabló amistad --que conservaría durante toda
su vida-- con Arnold Schönberg, implicado como él, en la búsqueda de nuevos lenguajes artísticos.
Muchos de los cuadros del ruso parecen incluso poseer melodía o estar compuestos en forma de
verdaderas sinfonías(se vale de estos conceptos, por ejemplo, para concebir la composición
formal de un cuadro, o lo que es lo mismo, la importancia y distribución de los diversos objetos
sobre el espacio del lienzo: si existe una forma principal y todas las demás le están subordinadas
se trataría de una composición melódica; si no hay forma principal, sino que todas ocupan un
3. lugar preeminente y equilibrada dentro del conjunto, estaríamos ante una composición sinfónica).
De Wagner cogió muchas de las ideas, pero sobre todo una: la sui géneris invención del leit-motiv,
o motivo melódico para introducir personajes o cosas (Lohengrin, Sigfrido, Wotan, Brunilda,
Notung -la espada que forjara Sigfrido). Esta idea de concebir una categoría melódica a un
personaje le cautivó a Kandinsky, que veía en ello una clara analogía con su aspiración para hacer
lo propio en la pintura. Esta importancia decisiva de Wagner en la vida del creador de la pintura
abstracta es motivo suficiente para justificar, creo yo, la presencia de Lohengrin en sus exequias.
Con la intención de un rendido homenaje es, pues, por lo que incluyo aquí aquella pieza
reveladora, que tanta importancia tendría para nuestro pintor y, por ende, para la propia historia
de la pintura (contraviniendo la tónica empleada en los anteriores cinco posts, en que la
ambientación musical corría a cargo de Alexander Scriabin). Y lo hago, además de incluyendo la
ópera completa grabada en una representación, como no podía ser de otra manera, del festival
de Bayreuth (la de 2010), con una versión del preludio a la escena I grabada en 1954 que cuenta a
la batuta con uno de los más grandes: Wilhelm Furtwängler, dirigiendo la Filarmónica de Viena. Es
este uno de los preludios más emotivos e intensos de todo el repertorio wagneriano,
perfectamente adecuado, por tanto, para tan especial ocasión como la señalada: preludio para un
alma que accede a la eternidad en la memoria de los hombres.
Como todos los grandes artistas, Wassily Kandinsky, seguirá ejerciendo una poderosa influencia
desde su obra, que al fin y al cabo no es sino la obra que la misma Humanidad va erigiendo de sí
misma con cada uno de sus individuos. El Espíritu es una entidad que todo lo contiene, y de la que
todo surge (incluso su materialización); algunas ínfimas fracciones de ese su surgir concreto y
material son capaces de re-ligarse con su origen y darnos cuenta algo más fidedigna de su ser: son
los artistas, gentes que poseen una fina sensibilidad para ver más allá de las apariencias y,
además, la facultad y el talento para mostrárnoslo por medio de su arte. Estos seis posts
dedicados a la figura de Kandinsky han querido hacer explícito este aserto. No se ha dicho todo lo
que se podría decir, ni yo he podido decir todo cuanto Kandinsky me sugiere; pero valga lo aquí
expuesto, al menos, como muestra.
DE LO ESPIRITUAL EN EL ARTE
4. Wassily Kandinsky
Citas y fragmentos
VI. El Lenguaje de las Formas y los Colores
"El sonido musical tiene acceso directo al alma. Inmediatamente encuentra en ella una resonancia
porque el hombre lleva la música en sí mismo." (Goethe) Citado por W. Kandinsky como apertura
del capítulo VI.
"Todo el mundo sabe que el amarillo, naranja y rojo despiertan y representan las ideas de alegría
y riqueza." (Delacroix). Citado por W. Kandinsky como apertura del capítulo VI.
La relación inevitable entre color y forma nos lleva a observar los efectos que tienen la forma
sobre el color. La forma misma, aun cuando es completamente abstracta y se parece a una forma
geométrica, posee un sonido interno, es un ente espiritual con propiedades idénticas a esa forma.
Un triángulo (sin especificar si es agudo, llano o isósceles) es uno de esos entes con su propio
perfume espiritual. En relación con otras formas, este perfume se diferencia, adquiere matices
consonantes, pero, en el fondo, permanece invariable, como el olor de la rosa que nunca podría
confundirse con el de la violeta. Lo mismo sucede con el círculo, el cuadrado y todas las demás
formas.
La forma, en un sentido estricto, no es más que la delimitación de una superficie por otra. Esta es
su característica externa. Pero, como todo lo externo, encierra necesariamente un elemento
interno (que se manifiesta de una manera más o menos clara). Toda forma tiene un contenido
interno. La forma es pues la expresión del contenido interno.
La delimitación externa es, por lo tanto, exhaustivamente adecuada cuando descubre el
contenido interno de la forma más expresiva. El exterior de la forma, es decir, la delimitación, que
en este caso sirve de medio a la forma, puede ser muy diverso.
1) la forma como delimitación, tiene como objetivo recortar sobre un plano, por medio de
esta delimitación, un objeto material y así dibujar este objeto sobre el plano.
2) La forma permanece abstracta, es decir, no define un objeto real, sino que es una
entidad totalmente abstracta. Estos seres puramente abstractos que como tales poseen
su vida, su influencia y su fuerza, son el cuadrado, el círculo, el triángulo, el rombo, el
trapecio y otras innumerables formas que se hacen cada vez más complicadas y no tiene
denominación matemática. Todas ellas tiene carta de ciudadanía en el reino de lo
abstracto.
3) Todo objeto sin distinción, ya sea creado por la "naturaleza" o por la mano del hombre, es
un ente con vida propia, de la que brotan inevitablemente efectos. El ser humano está
expuesto constantemente a estas "irradiaciones psicológicas", cuyos efectos permanecen
en el subconsciente o pasan a la conciencia.
5. Estos efectos que a veces nos parecen caóticos, constan de tres elementos:
1. el efecto cromático del objeto.
2. el efecto de su forma
3. el efecto del objeto mismo, independientemente de la forma y el color.
La necesidad interior nace de tres causas místicas y está constituido por tres necesidades místicas:
1) Todo artista, como creador, ha de expresar lo que le es propio (elemento de la personalidad).
2) Todo artista, como hijo de su época ha de expresar lo que le es propio de esa época (elemento
de estilocomo valor interno constituido por el lenguaje de la época, más el lenguaje de la nación,
mientras ésta exista como tal).
3) Todo artista, como servidor del arte ha de expresar lo que le es propio al arte en general
(elemento de lo pura y eternamente artístico que pervive en todos los hombres,pueblos y épocas,
se manifiesta en las obras de arte de cada artista, de cada nación y de cada época y que, como
elemento principal del arte, no conoce ni el espacio ni el tiempo.
Las tres necesidades enumeradas son los tres elementos necesarios a la obra de arte, y están
fuertemente trabados, es decir que se interpenetran, expresando en cualquier época la unidad de
la obra.
El desarrollo artístico consiste en el proceso de diferenciación que destaca lo pura y eternamente
artístico del elemento personalidad y del elemento estilo de época, por lo tanto estos dos
elementos no solo son fuerzas concomitantes sino también freno.
Los elementos personal y temporal son de naturaleza subjetiva. Lo pura y eternamente artístico,
por el contrario, es el elemento objetivo que se hace comprensible con ayuda del elemento
subjetivo.
La ineludible voluntad de expresión de lo objetivo es la fuerza que aquí llamamos necesidad
interior y que hoy pide una forma general y mañana otra