El documento compara los efectos a largo plazo de la bomba atómica lanzada en Hiroshima con los de los políticos. Señala que a pesar de que la radiación de la bomba se suponía que duraría 1,000 años, 65 años después los niveles han disminuido, mientras que los daños causados por los políticos parecen persistir y causar una destrucción mayor y más duradera.