2. Teresa de Cepeda y Ahumada, más conocida por el nombre de Santa Teresa de Ávila . Se llamaba Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, aunque generalmente usó el nombre de Teresa de Ahumada. El padre de Teresa era Alonso Sánchez de Cepeda, descendiente de familia judía conversa. Según relata en los escritos destinados a su confesor, reunidos en el libro Vida de Santa Teresa de Jesús, desde sus primeros años mostró Teresa una imaginación vehemente y apasionada. Su padre, aficionado a la lectura, tenía algunos romanceros; esta lectura y las prácticas piadosas comenzaron a despertar el corazón y la inteligencia de la pequeña Teresa con seis o siete años de edad. En dicho tiempo pensó ya en sufrir el martirio, para lo cual, ella y uno de sus hermanos, Rodrigo, un año mayor, trataron de ir a las «tierras de infieles», es decir, tierras ocupadas por musulmanes, pidiendo limosna, para que allí los descabezasen. Su tío los trajo de vuelta a casa. Convencidos de que su proyecto era irrealizable, los dos hermanos acordaron ser ermitaños.
3. Teresa escribe: En una huerta que había en casa, procurábamos como podíamos, hacer ermitas, poniendo unas perecitas, que luego se nos caían, y así no hallábamos remedio en nada para nuestro deseo... Hacía (yo) limosna como podía, y podía poco. Procuraba soledad para rezar mis devociones, que eran hartas, en especial el rosario... Gustaba (yo) mucho cuando jugaba con otras niñas, hacer monasterios como que éramos monjas.
4. Teresa perdió a su madre sobre los 12 años de edad hacia 1527, en aquel tiempo su vocación religiosa había sido demostrada. Era aficionada a la lectura de libros de caballerías. Tuvo una enfermedad y volvió a casa de su padre para curarse, ya curada, la llevaron al lado de su hermana María de Cepeda. Deseaba ser monja y entró en un convento de Ávila, pero cuando ingresó su salud empeoro. Padeció desmayos, una cardiopatía no definida y otras molestias. Así pasó el primer año. Para curarla, la llevó su padre (1535) a Castellanos de la Cañada, con su hermana. En dicha aldea permaneció Teresa hasta la primavera de 1536. A mediados de 1539 Teresa quedó sanada por San José. Con la salud volvieron las aficiones mundanas, fáciles de satisfacer, puesto que la clausura a todas las religiosas no se impuso como obligatoria hasta 1563. Vivía Teresa de nuevo en el convento, donde recibía frecuentes visitas. Afirma que luego se le apareció Jesucristo (1542) en el locutorio con semblante airado, reprendiéndole su trato familiar con seglares. Teresa permaneció en él durante muchos años, hasta que se movió a dejar el trato de seglares.
5. Poemas SOBRE AQUELLAS PALABRAS "DILECTUS MEUS MIHI" Ya toda me entregué y di, y de tal suerte he trocado, que es mi Amado para mí, y yo soy para mi Amado. Cuando el dulce Cazador me tiró y dejó rendida, en los brazos del amor mi alma quedó caída, y cobrando nueva vida de tal manera he trocado, que es mi Amado para mí, y yo soy para mi Amado. Hirióme con una flecha enherbolada de amor, y mi alma quedó hecha una con su Criador; ya yo no quiero otro amor, pues a mi Dios me he entregado, y mi Amado es para mí, y yo soy para mi amado.