1. Unidad Educativa San
Luis Gonzaga
Integrantes:
Micaela Coello
Martin Rodriguez
Jorge Díaz
Cristian Mosquera
Esteban Caza
Mishell Arcos
2. Se llamaba Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, aunque
generalmente usó el nombre de Teresa de Ahumada hasta que
comenzó la reforma, cambiando entonces su nombre por Teresa de
Jesús.
El padre de Teresa era Alonso Sánchez de Cepeda, descendiente de
familia judía conversa. Alonso tuvo dos mujeres. Con la primera, Catalina
del Peso y Henao, tuvo dos hijos: María y Juan de Cepeda. Con su
segunda esposa, Beatriz Dávila y Ahumada, que murió cuando Teresa
contaba unos 12 años, tuvo otros diez: Hernando, Rodrigo, Teresa, Juan ,
Lorenzo, Antonio, Pedro, Jerónimo, Agustín y Juana.
3. Según relata la propia Teresa en los escritos destinados a su confesor y
reunidos en el libro Vida de Santa Teresa de Jesús, desde sus primeros
años mostró Teresa una imaginación vehemente y apasionada. Su padre,
aficionado a la lectura, tenía algunos romanceros; esta lectura y las
prácticas piadosas comenzaron a despertar el corazón y la inteligencia de
la pequeña Teresa con seis o siete años de edad.
Parece que perdió a su madre hacia 1527, o sea a los 12 años de edad. Ya
en aquel tiempo su vocación religiosa había sido continuamente demostrada.
Aficionada a la lectura de libros de caballerías,
4. Afectada por una grave enfermedad, volvió a casa de su padre, y ya curada,
la llevaron al lado de su hermana María de Cepeda, que con su marido, don
Martín de Guzmán y Barrientos, vivía en Castellanos de la Cañada, alquería
de la dehesa que lleva dicho nombre, hoy sita en el término municipal de
Zapardiel de la Cañada . Luchando consigo misma, llegó a decir a su padre
que deseaba ser monja, pues creía ella, dado su carácter, que el haberlo
dicho bastaría para no volverse atrás. Su padre contestó que no lo
consentiría mientras él viviera. Sin embargo, Teresa dejó la casa paterna, y
entró el 2 de noviembre de 1533 en el convento de la Encarnación, en Ávila,
y allí profesó el día 3 de noviembre de 1534.
Tras entrar al convento su estado de salud empeoró. Padeció desmayos,
una cardiopatía no definida y otras molestias. Así pasó el primer año. Para
curarla, la llevó su padre a Castellanos de la Cañada, con su hermana. En
dicha aldea permaneció Teresa hasta la primavera de 1536.
5. A mediados de 1539Teresa recuperó la salud; la tradición lo atribuyó en su
día a la intercesión de San José. Con la salud Teresa recuperó las aficiones
mundanas, fáciles de satisfacer, puesto que la clausura sólo se impuso como
obligatoria a todas las religiosas a partir de 1563. En esa época Teresa de
Ávila vivió nuevamente en el convento de la Encarnación, donde recibía
frecuentes visitas.
Afligida un tiempo después, abandonó la oración. Según su testimonio se le
apareció Jesucristo en el locutorio con semblante airado, reprendiéndole su
trato familiar con seglares. No obstante, la monja permaneció en él durante
muchos años, hasta que se movió a dejar el trato de seglares a la vista de
una imagen de Jesús crucificado.
Teresa quería fundar en Ávila un monasterio para la estricta observancia de
la regla de su orden, que comprendía la obligación de la pobreza, de la
soledad y del silencio. Por mandato de su confesor, el dominico Pedro
Ibáñez, escribió su vida , trabajo que terminó hacia junio de 1562, añadió, por
orden de fray García de Toledo, la fundación de San José; y por consejo de
Soto volvió a escribir su vida en 1566.
6. Después de dos años de luchas llegó a sus manos la bula de Pío IVpara la
erección del convento de San José, en Ávila , ciudad a la que había
regresado Teresa. Se abrió el monasterio de San José ; tomaron el hábito
cuatro novicias en la nueva Orden de las Carmelitas Descalzas de San
José; hubo alborotos en Ávila; se obligó a la Santa a regresar al convento de
la Encarnación, y, calmados los ánimos, vivió Teresa cuatro años en el
convento de San José con gran austeridad
La reforma propugnada por Teresa junto a San Juan de la Cruz, que, como
se verá, comprendió también a los hombres, se llamó de los Carmelitas
Descalzos, y progresó rápidamente, no obstante los escasos recursos de
que disponía la santa. El padre Rossi, general del Carmen, visitó el
convento de San José, lo aprobó, y dio permiso a Teresa para fundar otros
de mujeres y dos de hombres.
Poco después se fundaba en Alcalá el tercer convento de descalzos, y en
Salamanca, ciudad en que estuvo la santa, el séptimo de descalzas, al que
siguió otro de mujeres en Alba de Tormes (25 de enero de 1571
7. Cultivó además Teresa la poesía lírico-religiosa. Llevada de su
entusiasmo, se sujetó menos que cuantos cultivaron dicho género a la
imitación de los libros sagrados, apareciendo, por tanto, más original. Sus
versos son fáciles, de estilo ardiente y apasionado, como nacido del amor
ideal en que se abrasaba Teresa, amor que era en ella fuente inagotable
de mística poesía.
Las obras místicas de carácter didáctico más importantes de cuantas
escribió la santa se titulan: Camino de perfección.
Teresa transmite con espontaneidad su experiencia personal
Oración Estéril
fuertes y vivas experiencias místicas
refuerzo de las virtudes