2. El dolor de haber amado tanto ante la pérdida del objeto de un amor, es un camino único, privilegiado y reconfortante para el alma. Porque al poder seguir amando a pesar de la ausencia, más que parecer un poco a vencer a la muerte, se parece mucho más a amar la vida.
3. Este dolor producido por la pérdida, es una enfermedad con síntomas desconocidos e inesperados. A veces nos quedamos sin aire, nos duele la cabeza, arrastramos los pies, se nos nubla la vista...
4. Y en otros momentos nos ocurren cosas distintas, y en lugar de apagarnos, nos encendemos, nos despabilamos, nos invade una euforia inexplicable, como si todo esto nos permitiera acceder a dimensiones insospechadas del alma.
5. Y entonces, descubrimos que el amor después de su despojo, rige hasta las cosas más simples como leer un libro, mirar una puesta de sol, saborear una golosina o simplemente... recordar. E. R. A.